3DS
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Racjin / Square Enix
Square Enix
26/01/2016
Desde hace mucho tiempo, Final Fantasy y sus derivados ya se han convertido en una institución. Básicamente, Square Enix ha probado suerte en todos los aspectos de la industria tanto en mercancía como en tipos de videojuegos. Con Final Fantasy Explorers, finalmente coquetean con el popular género cazamonstruos, con su propia propuesta que con sólo traer el nombre es sinónimo de calidad y gozo para cualquier fan de la franquicia.
Al igual que Nintendo, Square Enix está diversificando sus desarrollos con proyectos de diferentes magnitudes. Por un lado tenemos super producciones titánicas como Final Fantasy XV o Kingdom Hearts III, por otro podemos ver juegos entre medianos y grandes como NieR: Automata y Star Ocean: Integrity and Faithlessness, y en proyectos igual de concisos pero de menor escala se encuentran Final Fantasy Explorers y Bravely Second: End Layer. Eso sin contar los ports, remasterizaciones y demás proyectos menores que se lanzan en Steam y dispositivos móviles; además de la venta de figuras y música de alta calidad que tanto los caracteriza. Da mucho gusto ver que la compañía sigue fuerte dentro de la industria, y que lejos de cambiar de rumbo como otras han hecho, se fortalece gracias a la diversidad en cuanto al desarrollo.
A cargo de este curioso y divertido experimento se encuentra Racjin, estudio un tanto reservado pero que nos ha entregado joyas como los remakes de SaGa 2 y SaGa 3 de Nintendo DS, además de títulos de licencia como los Fullmetal Alchemist de PlayStation 2 y un par de juegos de Naruto para PlayStation Portable. Aunque no vemos nombres de desarrolladores mundialmente reconocidos, el título lleva el sello de calidad de Square Enix, ya que también estuvo involucrado en la producción. Además, el mismo Yoshitaka Amano bautizó al juego con el arte principal. Nos encontramos frente a un Final Fantasy hecho y derecho con todo el soporte de la compañía, incluso contando con su propia edición de colección.
El equipo involucrado tiene en su portafolio de experiencia juegos como Final Fantasy Crystal Chronicles, Final Fantasy IX, la serie spin-off de Chocobo, The Last Renmant (en cuestión de música), e incluso juegos de otras compañías como Kid Icarus: Uprising. Por primera vez, este staff con experiencia como desarrolladores secundarios tiene la rienda suelta para crear su propio videojuego, y las ideas que vierten en él aparte de innovadoras, representan un verdadero legado de Final Fantasy.
La historia de este título nos pone en los zapatos de un explorador creado desde cero por nosotros. Gracias a un sofisticado creador de personajes podemos darle la identidad exacta a nuestro aventurero para que se adecue a nuestros gustos. Cabe destacar que en la mente de los desarrolladores durante la producción siempre estuvo la personalización, por lo que en cualquier momento del juego podemos cambiar cualquier aspecto de nuestro protagonista. La variedad es casi ilimitada, y será muy difícil encontrar a otro usuario con un avatar si quiera parecido al nuestro.
El objetivo es descubrir los secretos de la inexplorada isla Amostra, recientemente descubierta y rica en cristales custodiados por poderosos eidolons. Estas criaturas son las clásicas invocaciones que hemos visto a lo largo de la historia de la franquicia, y están profundamente ligadas a la región en la que habitan. Así, desde el pueblo Libertas, exploradores de todo el mundo parten a investigar qué se oculta en la región a través de un sistema de misiones bastante extenso.
Final Fantasy Explorers es un juego completamente de acción. El hecho de salir a las distintas zonas que componen la isla a blandir nuestra arma con una inmediatez nunca antes vista en la franquicia con el botón “Y” es un cambio radical y refrescante para los conocedores. Ya con anterioridad otros títulos como Lightning Returns: Final Fantasy XIII buscaban acercarse más a este género, aunque no terminaron de cortar las cadenas que los ataban a los RPG tradicionales.
Por muy diferente que se sienta en la acción, el título respeta y mantiene la esencia de la serie. Para empezar, nuestro primer contacto en Libertas es Cid, quien nos ofrece los distintos tutoriales que nos ayudan a entender las innovadoras mecánicas que acompañan a este juego. En cuestión de un par de horas tenemos acceso a un Airship, y vamos desbloqueando jobs que modifican por completo la manera en la que nos comportamos en el campo de batalla.
Entre las características que le dan una identidad única a este juego dentro del género se encuentran los mencionados Jobs. Comenzamos con Freelancer, una clase versátil y hábil en distintas artes de batalla, pero en poco tiempo podemos desbloquear los clásicos Knight, White Mage, Black Mage, Ranger y Monk. Tanto las armas como los tipos de armadura que nos podemos equipar varían dependiendo de nuestra clase, además de que la manera en la que peleamos es totalmente diferente en cuestión de posicionamiento, distancia respecto al enemigo y rol con nuestros compañeros. Cada una de las 20 clases disponibles es un manjar de gameplay que pocos juegos del género ofrecen.
No importa si jugamos solos o con otros exploradores, el sistema de clases funciona de maravilla y nos permite experimentar la aventura desde perspectivas muy distintas. Lanzar Thunder con Black Mage a determinada distancia se siente totalmente diferente a hacernos invisibles, correr detrás de un enemigo y sorprenderlo con Sneak Attack si elegimos Thief. Algunas clases como Geomancer y Machinist funcionan más como soporte para infligir daños o mejorar atributos, pero en general nuestras opciones se limitan los tres roles principales de cualquier MMORPG: tanque, curador y agresor.
El sistema de secuaces es encantador y añade su propia capa de estrategia al juego. La manera en que funciona es derrotando enemigos, extrayendo su esencia y creando a nuestros propios y dóciles monstruos en un laboratorio. Si jugamos solos, podemos designar a estas criaturas como acompañantes y llevarlos a la batalla, subirlos de nivel, fusionarlos y criarlos para convertirlos en los perfectos soldados para cualquier situación. Los monstruos son los clásicos de la franquicia, y de verdad es fascinante ver cómo nos sigue un Malboro para utilizar sus pestilentes ataques contra nuestros enemigos, una Mandragora o un Chocobo para curarnos, o un Cactuar para que nos otorgue hechizos de velocidad.
Una desventaja de este sistema es la inteligencia artificial, ya que en muchas ocasiones nuestros secuaces se quedan peleando con enemigos a los que no queremos prestar atención, y en general son terribles para moverse en situaciones críticas como cuando Fenrir absorbe el HP de todo lo que se encuentre en frente. Definitivamente este es un área de oportunidad para mejorar, ya que en muchas veces puede resultar frustrante.
Evidentemente, cuando participamos en las sólidas partidas multijugador de hasta cuatro exploradores ya sea a través de cooperativo local o a través de internet no podemos llevar a estas criaturas con nosotros, a menos que la party no esté completa, ya que en ese caso podemos llevara solo una. Es necesario destacar que el multijugador funciona casi perfecto, y que aunque la tasa de cuadros por segundo disminuye notablemente, se mantiene estable sin bajones ni picos que nos hagan perdernos de la acción o rompan con la magia de la secuencia. Es preferible que nos den un conteo más bajo siempre y cuando lo mantengan en una frecuencia continua a tener horribles situaciones de lag o en los peores casos, desconexiones.
Partiendo de la premisa de la personalización, el arsenal de armas y armaduras ofrece un amplio catálogo de piezas para equiparnos. Aunque podría no ser tan extenso como en otros títulos del género, la idea de separar las armaduras entre pesadas, medias y ligeras obedece a las reglas impuestas por la larga historia de la franquicia. Además existen sets completos que hacen referencia a vestimentas de personajes clásicos de la serie, como el atuendo de Sephiroth, que para conseguirlo debemos derrotar a un eidolon múltiples veces y obtener las partes necesarias para su fabricación.
La variedad de vistosas y coloridas armaduras se complementa con un sistema de mejoras conciso y fácil de entender para el jugador. Al igual que en Final Fantasy XIII, podemos imbuir objetos que encontremos en nuestras aventuras en el equipo para mejorar diversos atributos como el ataque físico, la defensa mágica, la evasión y más. Al final, aunque dos jugadores compartan el mismo set, probablemente jamás sean iguales los atributos con los que cuentan.
Para no perdernos en un mar de opciones, el juego ofrece la posibilidad de guardar determinados conjuntos para equiparlos automáticamente con solo un comando, algo muy conveniente si cambiamos de Job continuamente.
No solo las armaduras son personalizables, también el sistema de habilidades puede llegar a ser infinito en cuestión de combinaciones y conjuntos. La manera en la que funciona el combate es designando una habilidad a cada botón de acción. En total podemos equiparnos ocho habilidades, si tomamos en cuenta que presionar “L” o “R” abre menús secundarios para elegir qué ataque queremos ejecutar.
Lo interesante es que hasta las habilidades pueden ser personalizadas gracias a los Crystal Points, una especie de moneda con la que desbloqueamos acciones más avanzadas con atributos especiales que se ligan con otras para realizar elaborados combos. A estos ataques podemos cambiarles el nombre y ponerles como queramos, al final terminé nombrando a Thunder “Impactrueno” y me vestí de amarillo para sentirme como toda una rata eléctrica (sin voz de señor y antes de dedicarse a la investigación privada).
Lo elaborado que pueden llegar a ser los combates gracias a las habilidades puede llegar a niveles llenos de adrenalina, existen ejemplos en los que podemos combinar una serie de ataques como Sneak Attack por la espalda para tomar al enemigo por sorpresa, Trickster para acuchillar y salir disparado, y finalmente Feint para alejarnos aún más y perder el hate que hayamos generado.
Usar todas y cada una de las habilidades disponibles es altamente recompensado con diversas sub quests. Además de que se incentiva el trabajo en equipo con mayores tesoros que se pueden conseguir en conjunto, y combos de habilidades especiales que se conectan con las de nuestros compañeros.
Uno de los aspectos en los que más flaquea Final Fantasy Explorers es en la inestabilidad de la progresión y la dificultad. Para empezar la historia en este título se encuentra en un plano secundario, con pocos personajes reconocibles y una narrativa que avanza de manera arbitraria. Por otro lado, las misiones que no involucran pelear contra un eidolon pueden resultar bastante sosas, repetitivas y sobre todo fáciles. El juego está plagado de misiones de recuperación de objetos y de cazar entre 5, 10 y 20 criaturas iguales. Esto no sería malo si existieran retos más sofisticados, pero que la barra de puntos de habilidad con la que ejecutamos ataques se rellene automáticamente le resta bastante dificultad a dichas tareas.
Esto se intenta balancear con mapas aleatorios que cambian con cada misión y con el sistema de Trance en el que llenamos una barra atacando enemigos y una vez que la usamos podemos convertirnos en uno de los diversos protagonistas de los juegos de Final Fantasy o desatar la furia de un eidolon que hayamos capturado. Si bien atacar con Cloud con la música de batalla de Final Fantasy VII o desatar una lluvia de llamas con Hellfire de Ifrit es bastante emocionante, a la larga no será suficiente para tenernos enganchados y terminaremos corriendo entre los mapas deseando que la misión acabe pronto para ver qué eidolon nos espera después.
Y es que el punto más fuerte de este juego son las batallas contra los eidolons, pocos juegos del género logran alcanzar un nivel de sofisticación en peleas con jefes tan alto como este título. Cada eidolon tiene sus propios patrones de comportamiento y las arenas de combate en las que aparecen están llenas de personalidad. Pocas veces me sentí tan abrumado como con la pelea con Dryad que con sus lianas hace daño en área y con sus terremotos nos deja sin espacio para quedar a salvo. El hecho de que Diabolos te tome por sorpresa y suma la arena en la oscuridad haciéndonos correr hacia diversos cristales para destruirlos y regresar la luz es totalmente impactante. Ramuh teletransportándose e invocando tormentas de electricidad nos tendrá corriendo por nuestras vidas para no morir. Lo frenético de estas peleas es lo que le da sabor al título, además de que un alto nivel de estrategia táctica las acompaña, ya que en la mayoría de las veces el posicionamiento y los reflejos son todo.
Lamentablemente, estos épicos momentos de acción se ven opacados por la repetición que mencioné anteriormente. Aunque el estudio de verdad hizo el intento por darle variedad a la experiencia, el simple hecho de cazar a Ifrit en una arena donde antes no lo veíamos simplemente no es suficiente. Otras maneras de aumentar el reto es agregando modificadores a la misión, gracias a estos podemos aumentar los puntos de salud de nuestro enemigo, disminuir nuestra velocidad al correr, limitar nuestros puntos de habilidad o acortar el tiempo para completar la encomienda.
El endgame trae más dificultad a los retos, y la elaboración de las armaduras más sofisticadas nos tendrá cazando a los mismos eidolons una y otra vez en diversas circunstancias. Al final, el título ofrece más de 100 horas de cacerías que seguramente disfrutaremos por momentos de vez en cuando, pero que de jugarse seguido llega a cansar rápidamente. Más que defectos, consideraría a estas flaquezas como áreas de oportunidad en las que se nota que el estudio se esforzó por atenderlas, y que sinceramente espero que mejoren en futuros juegos de esta sub serie cuyas continuaciones están confirmadas.
En cuestión artística el juego es una total belleza. Gráficamente, no podría lucir más lleno de personalidad y color. Final Fantasy Explorers nos lleva de la mano en un viaje de casi 20 años de la serie por diversos ecosistemas como desiertos, volcanes, bosques, playas y montañas que se sienten bastante familiares, y que más allá de lucir realistas o técnicamente impactantes, cumple con mostrar un mundo de fantasía con magia y detalle en cada esquina. La música de Tsuyoshi Sekito es exquisita, y trae piezas conocidas de la serie con un nuevo giro y muchas nuevas melodías que definen la identidad de esta nueva era de Final Fantasy.
Final Fantasy Explorers es un primer experimento que aunque pudo haber salido mejor en cuestión de balance de dificultad y progresión, entrega excelentes mecánicas y batallas con jefes inolvidables que tanto fans como novatos en la franquicia amarán. Sin duda lo mejor son las comunidades que se armaran alrededor de estas cacerías.