Review – Owlboy

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Cuando hay potencial

Algo que suele suceder de manera bastante común en el desarrollo de videojuegos, tiene que ver con un exceso de ambición por parte de los autores que normalmente se convierte en procesos de creación absurdamente largos que se salen de control. Al inicio, Simon Stafsnes Andersen, artista noruego amante de Nintendo, tenía la intención de hacer un pequeño juego en un par de semanas que fuera gratuito, sin embargo, conforme iba aterrizando ideas, se dio cuenta que su proyecto tenía un mayor potencial. Prácticamente 10 años más tarde y ya con D-Pad Studio instituido, este verdadero soñador por fin entregó Owlboy, el cual, ahora está llegando a consolas para deleite de quienes no suele encender su computadora para jugar.

Sobresalir en la escena independiente cada vez es más complicado. Diariamente, plataformas como Steam se ven auténticamente inundadas por toneladas de juegos nuevos que intentan ser el siguiente gran éxito, la mayoría de ellos presentando gráficas en 2D no siempre bien logradas que buscan cautivar a los eternos nostálgicos de viejas eras del medio. Lo anterior hace que saber qué vale la pena y qué no, se vuelva una actividad tediosa y nada placentera; no obstante, cuando uno acierta, te puedes topar con verdaderas joyas que merecen la atención de todo el mundo. Owlboy es uno de estos ejemplos, pues nos sumerge en una experiencia llena de personalidad y sobre todo corazón, demostrando que además de que sus autores querían contar una bella historia llena de matices, tenían la intención de entregar un videojuego con mecánicas funcionales y creativo diseño de niveles.

Una historia sobre debilidades

Una de las grandes aportaciones del desarrollo independiente de videojuegos es el gigantesco abanico narrativo que ha abierto para el medio. Actualmente, cuando uno empieza cualquier título, sabes que en la parte de la historia se te puede sorprender de distintas maneras gracias a la rotura de prejuicios que se ha dado en los últimos 10 años. La premisa de Owlboy puede parecer bastante llena de clichés, pues básicamente encarnamos a un personaje que de la nada, debe aventurarse en una búsqueda para salvar a su mundo; sin embargo, la forma en la que el relato se va contando y cómo es que sus autores le fueron dando forma, hacen que nunca se sienta aburrido o como algo que ya nos ha tocado escuchar un millón de veces.

En Owlboy interpretamos a Otus, un joven estudiante que forma parte de una facción de búhos humanoides que viven en villas y ciudades que flotan en el cielo. Lo primero interesante de nuestro protagonista es que es mudo, esto en la forma más literal del término. Lo que quiero decir es que esta discapacidad no sólo es usada para que nosotros mismos llenemos al personaje como pasa en cosas como The Legend of Zelda con Link, por ejemplo, sino que la condición sirve para presentar a un individuo vulnerable, sumamente inseguro de sí mismo y que no es del todo aceptado por sus similares.

Nuestra historia arranca después de una serie de acontecimientos que funcionan a la perfección para darle tridimensionalidad a Otus. Un grupo de extraños piratas voladores, muy al estilo de Studio Ghibli, atacan la villa en la que vive el protagonista y sus amigos. Posteriormente nos enteramos de que estamos frente a una invasión masiva y que en poco tiempo, incluso la capital de los búhos será atacada. No nos queda más que preparar nuestras cosas para intentar prevenir que nuestra especie caiga ante el enemigo o tal vez, incluso sea desaparecida para siempre.

Sí, lo sé. Como te comentaba, el argumento de Owlboy no suena como la cosa más original del mundo, pero te aseguro que conforme todos los eventos se van desenvolviendo a lo largo de las casi 10 horas que dura el juego, te vas dando cuenta de que estamos frente a un relato bastante especial y diferente a otras cosas del mismo corte. Cada uno de los personajes que conoces y que se unen a tu causa tienen personalidad propia, con sus traumas y virtudes que le dan una gran forma y que por supuesto, causan que en poco tiempo sientas cariño por ellos. Plot twists y varios hechos inesperados son sólo algunas de las cosas que te esperan a lo largo de tu travesía por las nubes.

Combate que simplemente funciona

De manera bastan efímera, D-Pad Studio describe a Owlboy como un shooter de ritmo acelerado, pero la realidad es que estamos frente a un juego mucho más complejo que eso. Algo sumamente interesante de esta experiencia es la forma en la que cada uno de sus ingredientes se mezcla y hace sentido. Como te describí hace unos párrafos, estamos frente a un historia sobre debilidades en la que controlamos a un personaje bastante vulnerable que por supuesto, no podrá cumplir con su destino sin que alguien le dé una buena mano.

Otus tiene el poder de volar, así como el de hacer un dash en diferentes direcciones y una especie de giro que a lo mucho, le sirve para destruir algunos obstáculos o para aturdir a cierto enemigos. La ventaja del joven búho es que puede cargar cosas, parecido a la mecánicas base que vimos en Super Mario Bros. 2, aunque claro, llevadas a otro nivel. Para poder disparar, necesitamos de aliados que son quienes técnicamente hacen las veces de artilleros. Nosotros como jugadores tenemos que decir hacia dónde ir y cómo defendernos de los múltiples peligros que hay en todos los niveles.

Los distintos tipos de enemigos y obstáculos con los que nos topamos, muchas veces requieren de cierta clase de disparo para ser removidos. Ahí entran los aliados de Otus, a los cuales vas reclutando a lo largo de la aventura. Al inicio pensé que esta idea de estar cargando a un personaje todo el tiempo para poder disparar, se terminaría convirtiendo en una actividad tediosa, idea que seguro sus desarrolladores compartieron en algún punto del desarrollo, pues para hacer más ágil todo el tema del combate, contamos con un botón para llamar a nuestros compañeros de manera instantánea y así, no quedar indefensos. Incluso esta mecánica de teletransportación, sirve para lo solución de algunos puzzles.

Disparar en Owlboy se siente increíble, pues además de tener distintos tipos de disparo que debes usar sabiamente dependiendo de la situación en la que te encuentres, tenemos una variedad muy grande de enemigos, cada uno con su propia forma de ser derrotado. A su vez, existen distintos jefes que por supuesto, tienen sus patrones y debilidades. Esta escuela del jefe que básicamente es un puzzle con combate utilizada por tantos años en Japón, está sumamente presente en este juego.

Además de que combinar este spin con nuestros disparos se siente maravilloso y que básicamente cada enfrentamiento cuenta con personalidad propia, Owlboy tiene algunas secciones de acción muy cinemáticas en las que somos perseguidos por algún enemigo gigante, por ejemplo, y en las que nuestra única salvación es correr por nuestras vidas. A pesar de que Otus tienes la habilidad de volar en la gran mayoría del tiempo, hay algunas partes en las que por ciertas razones, el juego se convierte en un platformer tradicional en el que debes saltar para sortear distintos peligros. El control se comporta a la perfección, pues además de ser muy preciso, el peso del personaje es el justo.

Algo que me encantó del combate es lo vulnerable que siempre estás a ataques enemigos. Si uno de ellos te llega a tocar, Otus suele salir volando hasta estrellarse con una pared, soltando lo que sea que vinieras cargando. Recuperarte te toma un par de segundos, y una vez más se nos recuerda que estamos controlando a un personaje débil que está haciendo una verdadera hazaña para la cual no está listo. Owlboy hace gala de cómo es que consiguió combinar a la perfección su narrativa con sus mecánicas base de juego.

¿Otro Metroidvania?

Los famosos Indies han traído toda una revolución al medio, mayormente con grandes aportaciones que han logrado que los videojuegos den pasos hacia al frente o hacia direcciones totalmente desconocidas, sin embargo, también se ha caído en algunas muletillas de diseño que cada vez son más evidentes. Algo que me queda muy claro es que esta generación de nuevos desarrolladores que actualmente viven sus años 20 y 30 tempranos, quedaron totalmente impactados por cosas como Super Metroid y Castlevania: Symphony of the Night, pues ya se ha convertido hasta en un broma la absurda cantidad de “Metroidvanias” que se lanzan a diario.

Decir que Owlboy es un Metroidvania no es del todo acertado. La estructura de sus niveles por supuesto que nos recuerda a este subgénero, además de la exploración, en efecto, funge como una de las principales mecánicas, sin embargo, estamos frente a un título mucho más lineal que no nos hace regresar tanto a viejas secciones para poder pasar gracias a cierta nueva habilidad. Es verdad que los escenarios se sienten como estos túneles interconectados, pero me parece que el subgénero encuentra sus bases más bien en esto que te comentaba de estar haciendo backtracking, el cual no es tan común en este título.

Dejando de lado un poco el tema de cómo es la estructurara general de Owlboy, te comento que estamos frente a un juego absurdamente bien diseñado. Cada uno de los cuartos y objetos que vemos dentro de ellos, tienen una razón de ser. Algo que me encanta es que a pesar de que estamos frente a un juego con tendencia a la acción y al combate, la realidad es que la gente de D-Pad Studios siempre supo en qué momento cambiar el ritmo con muy bellos puzzles, los cuales, a pesar de no ser tan complejos, sí aprovechan todas las herramientas que tenemos a la mano. Locas ideas como cargar una nube sin que se deshaga para llenar de agua unos recipientes que a su vez, sirven para abrir una serie de puertas, es uno de los ejemplos de problemas con los que te vas a topar.

Puede ser que el diseño de los niveles de Owlboy nos sea la cosa más sofisticada del mundo e incluso, se puede llegar a sentir un poco suelto cuando se nos coloca en áreas más “abiertas”, sin embargo, tiene mucha lógica y congruencia. Es claro que sus diseñadores saben del negocio y entienden perfectamente que los escenarios de todo videojuego tienen la misión de resaltar las mecánicas base para que la experiencia se siente redonda y sobre todo, repito, con congruencia.

Colores que vuelan

Otro de los grandes clichés de los independientes es que según se piensa, cualquier persona con Photoshop en su computadora es capaz de crear sprites o como se le llama, pixel art, no obstante, cada vez queda más de manifiesto que estamos frente a un talento que no cualquiera puede desarrollar. Te puedo decir que luego de todo este tiempo con Owlboy, me queda claro que Simon Stafsnes Andersen es un verdadero prodigio.

La primera buena noticia es que Owlboy deja de lado cualquier tipo de tributo a la era de los ocho o 16 bits, los cuales, normalmente son muy imprecisos. Aquí, el autor se tomó todas las libertades posibles para aprovechar las ventajas que actualmente tenemos. Algo curioso es que D-Pad decidió utilizar el XNA de Microsoft como su motor, esto en lugar de algo como Unity, por ejemplo. Esta tecnología justamente está pensada para ser usada por desarrolladores pequeños. Con ella se han hecho cosas como Rogue Legacy o SpeedRunners, juegos no precisamente bellos.

El trabajo artístico de Owlboy es simplemente impresionante. Estamos frente a un verdadero deleite visual para todos aquellos que amamos los sprites 2D. El nivel de detalle de cada personaje que conocemos y escenario que recorremos, sólo se ve superado por la gigantesca cantidad de animaciones que vemos en pantalla. Desde que disparar sobre una planta cause que hojas salgan volando, hasta un grupo de aves que cruzan el cielo a lo lejos, todo en este juego está cuidado hasta el más mínimo detalle.

Otro punto que me voló la mente es lo expresivos que llegan a ser los personajes. Otus, a pesar de no poder hablar, expresa un montón de sentimientos y reacciones con sutiles movimientos de su rostro, lo cual, obviamente es representado magistralmente por un par de pixeles. La cantidad de animaciones es tal y están tan bien logradas, que no pude evitar pensar en el logro que Chrono Trigger tuvo en este apartado hace ya tantos años. Para rematar, tenemos que en algunas escenas el tamaño de los personajes cambia por la perspectiva que estamos teniendo de ellos, poniéndonos enfrente distintas versiones de sus sprites que hacen una extracción perfecta.

Sumado a otras cosas como preciosas transparencias y efectos ambientales, tenemos un soundtrack que de sólo de recordarlo, se me pone la piel de gallina. Jonathan Geer hizo un trabajo digno de reconocimiento, combinando instrumentos orquestales reales con música generada con un sintetizador. El resultado es simplemente espectacular y además de ser memorable, la música de Owlboy sirve para colocar el tono perfecto de la aventura. Estas tonalidades heroicas se mezclan perfectamente con los colores que tenemos frente a nuestros ojos, además de que entrar a una cueva, nunca se había sentido tan bien.

Es normal que cuando hablamos de este tipo de juegos, resaltemos elementos como los que te acabo de mencionar, pero rara vez se tocan aspectos más técnicos. Pues bien, además de todo lo anterior, tenemos que Owlboy luce una sensacional edición y mezcla de audio, usando bastante sonidos graves para resaltar algunos hechos que están pasando en pantalla. De igual forma te comento que al menos en su versión para Switch, el juego corre de manera espectacular, luciendo precioso a 720p en modo portátil y 1080p cuando tenemos la consola conectada a una televisión.

Aventura para el recuerdo

La realidad es que con el poco tiempo que tenemos para jugar, elegir a qué le dedicaremos tiempo puede ser muy complicado. Al menos en mi caso, suelo ser especialmente selectivo cuando hablamos de juegos independientes, pues como te decía, la basura abunda en lugares como Steam. El hecho de que un título que surgió de una zona tan hostil para llegar a consolas y que posteriormente tendrá lanzamiento en formato físico, sin lugar a dudas es una buena señal, por lo que Owlboy resultaba como una opción sumamente prometedora. Por fortuna, las expectativas han sido cumplidas con creces. El trabajo de D-Pad Studio es sobresaliente en todo sentido, desde un apartado visual y auditivo impresionante, hasta mecánicas y controles bien diseñados que se ven apoyados por niveles lógicos y congruentes.

Si eres de los que también desconfían del siempre amado Steam pero sientes amor por este tipo de propuestas y lo tuyo es jugar en la comodidad de una consola, entonces te diría que vayas en este momento a descargar Owlboy, pues es una experiencia que estoy seguro, te gustará de muchas maneras distintas. Ojalá y existieran filtros considerablemente más violentos para que los juegos que sí valen la pena, tengan una mayor exposición. Siempre me ha aterrado pensar en la cantidad de títulos muy buenos que nos hemos perdido gracias a que han quedado sepultados en montañas de productos que sirven para nada.

Owlboy es de esos juegos que crean recuerdos.

Alberto Desfassiaux
Editor en Jefe de Atomix. No me gustan los videojuegos... ¡adoro los videojuegos!