Review – Tunic

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Review TunicPiensen en los juegos independientes más icónicos de los últimos años. Títulos como Shovel Knight, Stardew Valley, Axiom Verge, Undertale y más, tienen un elemento en común: están construidos sobre las bases que Super Mario Bros., Harvest Moon, Metroid, Earthbound y más, nos presentaron. Esto no es algo malo. Al final del día, los trabajos de Yacht Club Games y otros desarrolladores lograron resaltar, no solo por como se enorgullecen de sus inspiraciones, sino que al final del día logran ofrecer una serie de ideas o conceptos que los hacen únicos. Esto puede sonar sencillo, pero la verdad es más complicada. Por cada historia de éxito, hay muchos fracasos. Afortunadamente, este no es el caso del juego del que vamos a hablar el día de hoy: Tunic

Anunciado oficialmente durante el PC Gaming Show del E3 2017, Tunic es la más reciente exclusiva de las consolas de Microsoft. Después de una fuerte revelación, el juego entró en un periodo de silencio, esto tras obtener financiamiento por parte de Xbox, algo que le preocupó a más de una persona. Pese a que primera instancia uno podría llegar a pensar que el trabajo de Andrew Shouldice es otro indie inspirado por las primeras entregas de The Legend of Zelda, con un poco de Dark Souls, la verdad es que este proyecto llamó mucho la atención, no solo por su hermoso estilo visual, sino por el misterio que aquí se nos presenta. Desde su lanzamiento la semana pasada, las alabanzas por este título no han parado, dejando en claro que esta entrega, tal vez, sí va más allá de solamente ser un homenaje y, quizás, se convierta en algo con una identidad propia.

Con Tunic ya en nuestras manos, este juego se posiciona como una de las grandes exclusivas de Xbox para estos meses, una de las razones para tener Game Pass y, posiblemente, un nuevo estandarte para la ya de por sí fuerte escena independiente que hemos visto tan solo este año. ¿Acaso Tunic es más que solo un The Legend of Zelda protagonizado por un zorrito? ¿Cómo es que este título obtiene su propia identidad? Descubre las respuestas a estas y más interrogantes en nuestra Atomix Review.

Una historia fragmentada

En una sola palabra, Tunic puede ser descrito como “mágico”. Andrew Shouldice, el desarrollador principal, ha creado una experiencia que deja al jugador varado en una isla, sin algún tipo de explicación o cinemática que nos mande a una aventura por este mundo sin igual. En su lugar, el juego toma prestada varias ideas que ayudan a los usuarios, especialmente a los veteranos, a encontrar el camino que necesitan, al menos durante los primeros momentos de esta aventura. Todos los que han jugado The Legend of Zelda, especialmente Link’s Awakening, tendrán un déjà vu, mientras que aquellos que no han tenido la oportunidad de experimentar este clásico, serán guiados por una serie de pistas visuales, así como caminos bloqueados. Una vez que se atraviesa la primera puerta bloqueada, y se obtiene una página del manual, esta entrega comienza a resaltar por sus ideas originales.

El mundo de Tunic constantemente se encuentra en un ciclo de vida y muerte. Nuestro protagonista, quien en ningún momento recibe un nombre, es solo el siguiente héroe en una gigantesca lista de zorros con la tarea de romper una maldición, y buscar una forma de calmar a un espíritu malévolo. Para esto, es necesario encontrar tres llaves, similares a las Trifuerza, y así abrir una puerta especial. Aunque esta es considerada la trama principal que se va revelando poco a poco, la aventura en ningún momento se detiene a ofrecerte más detalles o siquiera a ser clara con lo que se nos presenta. Toda la información que el jugador obtiene, lo hace por su cuenta. Tú eres quien va descubriendo página por página para averiguar qué está sucediendo en este lugar. Tú eres quien conecta las piezas del acertijo. Tú eres quien le da una interpretación a los sucesos y los temas que se llevan a cabo. 

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Esto no quiere decir que a Tunic no le importe ofrecernos una historia, es solo que todo depende completamente del jugador. Como muchos elementos, todo lo que buscas está frente a ti, solo es cuestión de poner atención. Aquí es en donde entra el manual en escena. Similar a las guías que acompañaban a los títulos de la época del NES y SNES, el trabajo de Shouldice nos ofrece un manual repleto de información de todo tipo. Aquí encontramos mapas, controles, habilidades y una pequeña descripción de la trama. Lo interesante, es que este elemento no está completo, y es nuestra tarea encontrar cada página para aclarar todas nuestras dudas. 

La mayoría de las hojas son algo que encontrarás conforme avances en la misión principal. Aquí no hay orden, por lo que el mismo juego dicta la cantidad de información que recibes. Esto quiere decir que al principio bien puedes obtener una explicación general de la trama, pero hasta el final se desbloqueará la imagen en general que te revela bien qué está sucediendo, esto pese a que estos detalles están unidos en el manual. Junto a esto, el título cuenta con un lenguaje inventado que oscurece gran parte de la información presente. Si bien nunca es necesario aprender este nuevo idioma, al descifrar la lengua obtendrás más detalles que aclaran sustancialmente la situación en la que te encuentras, y otros elementos importantes. 

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Aunque no es una novedad que un juego sea muy ambiguo en su historia, algo que incluso es amado en títulos como Dark Souls, lo que hace Tunic no es ocultar toda su información en descripciones, menús o ser lo más críptico posible, sino que es un acertijo. Todas las piezas están presentes. Desde las páginas del manual, pasando por el idioma inventado, hasta el uso de una narrativa ambiental, solo es cuestión de que el jugador se detenga por un momento, y conecte todo para así encontrar la respuesta. Esa es la mayor fortaleza que tiene esta entrega, no solo en este apartado, sino en muchos más. El sentimiento que se produce cuando logras conectar dos ideas, incluso si eventualmente resultan no ser compatibles, es espectacular, y algo que no muchas experiencias interactivas pueden igualar. 

Creando un mundo especial

Uno de los aspectos que más llamaron la atención de Tunic durante su revelación, fue su estilo visual. A primera instancia, el juego se ve como una versión isométrica de los primeros The Legend of Zelda y, si bien esta es una concepción que nunca se va del todo conforme avanzas por esta aventura, son los lugares que se nos presentan, el uso de la luz y la oscuridad, así como el diseño de los personajes, lo que al final del día logran cautivar al público. En este apartado, Shouldice está acompañado de Eric Billingsley y ma-ko, dos desarrolladores que tienen un buen curriculum, pero su participación con este zorrito, es lo que más llama la atención de todo su repertorio.

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Cada una de las zonas está construida de una forma que sean memorables, y le transmitan un sentimiento al jugador. El Overworld nos da la bienvenida con un hermoso amanecer, uno que no muchos juegos pueden replicar. Una serie de escaleras y estatuas caidas nos llevan a una gigantesca puerta de oro, una que deja en claro su importancia. Los caminos principales a las diferentes zonas están hechos pedazos, pero no por la mano de una civilización, sino por el paso del tiempo. Las pocas cuevas y casas que aquí encontramos son alumbradas por la luz exterior, o de alguna otra fuente, indicando que hay más de lo que veíamos al principio. 

Ya una vez que te adentras a cada una de las regiones principales, las temáticas no son nuevas. Tenemos un bosque, una catacumba infestada de esqueletos, una cantera que ha minado más allá de lo debido, un cementerio y más. Los colores cálidos que encontramos en el Overworld, aquel que es un espacio seguro, son abandonados por tonalidades frías. El bosque es melancólico, algo que tiene sentido considerando que el héroe de antaño está enterrado aquí. Los púrpuras de las minas son una advertencia, no solo de la toxicidad que emana de las profundidades de la tierra, sino que nos prepara para aquello que habita más allá de una puerta gigante. Los blancos de la montaña nevada revelan la paz que uno siente momentos antes de enfrentarse a su último reto. Cada lugar es único y, aunque comparten varios elementos bastante comunes, los enemigos y estructuras presentes demuestran que nos hemos alejado de la pequeña playa inicial. Incluso los lugares oscuros resaltan por la nula visibilidad que hay, construyendo una burbuja de miedo a lo desconocido lista para que explote sobre la cara del jugador en cualquier instante.

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Una vez más, es imposible no mencionar al manual. Es un crimen que actualmente no exista una versión física de esta guía. Cada página está repleta de detalles e ilustraciones que son usadas para representar algo tan básico, como un control de Xbox, hasta la majestuosidad que algunas zonas demuestran. Junto a esto, es posible encontrar varios diseños de los jefes. Si de por sí estas criaturas son una monstruosidad que pueden aplastar a nuestro héroe sin mucho esfuerzo, es el trabajo aquí presente el que logra capturar la sensación de adversidad, pero al mismo tiempo la audacia que el jugador tiene al hacerle frente a cada uno. Por si fuera poco, algunas de estas hojas se pueden encontrar antes de sus enfrentamientos correspondientes, preparando al usuario con una silueta que significa peligro, o una visión a futuro, que al mismo tiempo se siente cómo revivir una memoria. 

Sin embargo, esto no es lo mejor. El manual cuenta con varios detalles que dejan en claro que no eres el primero en usar esta guía. Las páginas están manchadas con lo que parece ser café. Algunas palabras están subrayadas, para así remarcar su importancia. La sección de notas cuenta con varios dibujos y pistas que son necesarias para llegar al verdadero final. Cuando digo que necesitas poner atención, a esto me refiero. No basta con solo darle una ojeada. 

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Claro, aquí no termina de lucirse Tunic. El diseño del personaje principal es una de las referencias más marcadas de The Legend of Zelda. El traje verde, acompañado con una espada que parece sacada del Kokiri Forest, y un escudo azul con trazos rojos, son la forma en la que Shouldice y su equipo ponen en primera fila a sus inspiraciones. Aunque esto bien podría señalar que no hay una clara identidad, el mundo y los enemigos demuestran que este no es el caso. Gracias al poder que ofrece Unity, este juego nos logra entregar una experiencia low poly en 3D que se asemeja a un cuadro en movimiento, uno que se puede poner cara a cara con los grandes exponentes de la industria independiente en este apartado. 

Tunic es hermoso, no hay otra forma de describirlo. Cada una de las regiones que visitamos se siente única, ya sea por su paleta de colores, estructuras, enemigos o algún elemento que los haga resaltar. El uso de un estilo low poly en 3D hace que apartado visual sea uno que se conservará en perfectas condiciones con el paso del tiempo. El manual ofrece un sin fin de detalles que le proporcionan una identidad a esta aventura, y cuenta con ciertos fragmentos que se relacionan con el gameplay y la historia. 

El acompañante de la atmósfera

Tunic puede ser un juego fuertemente inspirado por The Legend of Zelda y Dark Souls en cuanto a su presentación visual, historia y gameplay, pero su música es una bestia completamente diferente. Lifeformed y Janice Kwan, los artistas encargados de este apartado, nos ofrecen un escape sonoro que se puede comparar con el trabajo que Austin Wintory nos entregó en Journey, que Todd Baker presentó en Monument Valley, y las emociones que Lena Raine representó en Celeste. Esto no quiere decir que el trabajo de este título sea una copia, todo lo contrario. Este título, similar a los que mencioné, está enfocado en crear la ambientación perfecta. Es el único acompañante que hay, y es uno que trabaja en armonía con el mundo que Shouldice, Billingsley y ma-ko crearon. 

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El Overworld siempre está acompañado de una canción tranquila, algo que nos recibe con los brazos abiertos. Sin embargo, conforme nos adentramos a las profundidades de este mundo, el ritmo aumenta y los tonos que emiten una tranquilidad son sustituidos por unos que presionan al jugador para seguir adelante, advierten sobre el peligro inminente, o crean una atmósfera inquietante. Junto a esto, cada ciclo está construido de una forma capaz de crear un bucle perfecto en cada sección, evitando así que uno se pueda llegar a cansar de escuchar una y otra vez cada composición. 

Lifeformed y Janice Kwan hicieron un trabajo casi perfecto en este apartado. Cada una de las canciones que nos deleitan son usadas para ofrecer una atmósfera que va de la mano con el estilo visual. Junto a esto, la armonía que aquí se encuentra bien podría ser usada para sesiones de meditación, mientras que el trabajo más energético no desentonaría en un concierto de música electrónica. 

Tres pilares

Tunic es un juego de acción con un combate que será muy familiar para cualquier persona que haya jugado algunos de los títulos tradicionales de The Legend of Zelda. Es decir, tenemos a nuestra disposición una espada, un escudo y diferentes tipos de ítems, que nos proporcionan una forma de avanzar a lo largo de este mundo. A primera instancia, todo es muy sencillo. Nuestro protagonista cuenta con combo básico de tres golpes, una barra de rendimiento que va disminuyendo conforme evadimos y bloqueamos ataques. Algunos de los artilugios a nuestra disposición requieren de magia, como una daga que congela enemigos, mientras que otros, como las bombas, dependen de la cantidad que tengas disponible en el momento. Esas son las bases. Si bien en ningún momento obtienes una habilidad definitiva, o expandes sustancialmente las capacidades que están presentes, este no es el enfoque.

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Durante la primera mitad de la aventura, Tunic se posiciona como un juego muy tradicional. Fuera de las batallas contra los jefes, hay muy pocas situaciones en donde el combate requiere que combines habilidades, o que experimentes con los contricantes que hay por todo el mundo. Esto no quiere decir que este no sea el caso. Las minas están repletas de espacios tóxicos que disminuyen tu vida, y hay unos enemigos que pueden dañarte sustancialmente si no eres cuidadoso. Sin embargo, simplemente correr y evadir a todos los monstruos es una opción válida que puedes abusar en situaciones en donde el título decide rodearte con diversos obstaculos de este tipo. Por sí solos, todas las criaturas que habitan en este mundo son bastante fáciles de derrotar. Sin embargo, en masa es en donde el verdadero problema surge, y esta es una situación que este trabajo utiliza en múltiples ocasiones, lo cual llega a ser un aumento de dificultad de forma artificial. 

Para combatir esto, todas tus estadísticas, como la fuerza, magia, vida y demás, pueden ser mejoradas usando ítems especiales. Cada uno de estos aumentos de rendimientos también necesitan de cierta cantidad de dinero, la cual obtienes al derrotar enemigos y abrir cofres de tesoros. Por otro lado, existen una serie de cartas que proporcionan beneficios adicionales, como corazones al derrotar enemigos, una máscara que te protege ante las toxinas de las minas, y más. Junto a esto, el juego utiliza un sistema de muerte similar al de Dark Souls. Al ser derrotado dejas un espíritu que contiene parte de tu oro, y tienes que recuperarlo. De igual forma, existen varias estatuas que no solo te permiten mejorar tus habilidades, sino que también reviven a todos los enemigos que has derrotado. 

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Todo lo que he mencionado hasta aquí suena muy normal y, por sí solo, no harían de Tunic la fantástica experiencia que es. Afortunadamente, el combate es solamente uno de los tres pilares que aquí encontramos. El segundo de estos es la exploración. El mundo de este título está lleno de secretos, caminos que juegan con la perspectiva, y algunas puertas que necesitan una bomba para abrirse. Aquí es en donde el manual entra en acción una vez más. En algunas ocasiones podrás ver algunos rumbos que pueden parecer bloqueados, pero al mirar detalladamente los mapas, podrás encontrar el sendero correcto. 

Junto a esto, el juego comienza de una forma lineal, aunque ambigua a su propio estilo. Los primeros dos objetivos, hacer sonar las campanas del este y oeste, son las misiones que se dejan en claro en las primeras páginas del manual que obtienes. Sin embargo, con la excepción de una vaga dirección, es cuestión tuya encontrar el camino. Una vez que cumplas estas tareas, es en donde cualquier guía clara desaparece. Aún tienes que encontrar tres medallones, pero en ningún momento el título explícitamente te dice para dónde ir o qué hacer. Claro, las pistas que necesitas se encuentran en el manual, pero nada está marcado. Ni siquiera el objetivo final es algo que se le comparta al jugador, al menos no de una forma que cualquier persona pueda descubrir fácilmente.

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Una vez que tengas los tres medallones, bueno, todo depende de ti enteramente. Los créditos no han aparecido, pero no hay una sola pista para el camino a seguir. No te desesperes si pasas un par de horas simplemente vagando sin saber qué hacer exactamente. Afortunadamente, el diseño de niveles cuenta con diversos elementos visuales y sonoros que te van a proporcionar un camino que al principio puede parecer invisible, pero siempre está ahí. De cierta forma, Tunic comienza como un bosque, uno en donde tienes varias rutas a seguir, pero eventualmente te toparás con un risco. Hay algo más frente a ti, pero no existe un puente, por fortuna eso no quiere decir que no puedas construir uno con los materiales que has encontrado a lo largo del viaje. Una vez más, la respuesta está en el manual. No es algo sencillo de identificar, pero si observas detalladamente a toda la información que se te ha proporcionado hasta ese momento, encontrarás un sendero que podrás seguir para, no solo llegar al enfrentamiento final, sino a descubrir cada uno de los secretos que aquí se esconden.

El camino dorado

El sentimiento de descubrimiento y la expresión de “por supuesto” que se forma en tu cabeza cada vez que logras resolver un acertijo, y no me refiero solo a los problemas cercanos que se presentan para avanzar a la siguiente zona, o desbloquear un ítem especial, sino a la aventura en general, es lo mejor que Tunic nos ofrece. A lo largo del juego, encontrarás puertas o callejos sin salida que no parecen tener un significado concreto. Sin embargo, si quieres obtener el verdadero final, todo tendrá sentido. Claro, puedes optar por terminar la aventura una vez que logres descifrar exactamente qué hacer en la última sección, pero si deseas tener una resolución clara, una que logre envolver todos los temas narrativos y de exploración, bueno, será mejor que preste mucha atención.

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Tengo que volver una vez más al manual. Este libro de poco más de 50 hojas es simplemente magnífico, y la estrella de Tunic. Cada página es una pieza del rompecabezas que representa la experiencia en general. En primer nivel, esta es solo una herramienta que te dice cómo funciona este mundo y sus mecánicas, pero también es el narrador principal que va revelando nuevos detalles sobre la historia en el momento correcto y, por último, es un mapa.

No es mentira cuando digo que pasé horas mirando este manual detalladamente, interpretando cada mensaje en cientos de formas diferentes, creando mis propias ilustraciones, y platicando en internet con gente que se encontraba en una situación similar. Es un sentimiento mágico que no había encontrado desde Fez o The Witness. ¿Esto es perfecto? Casi. Hay un acertijo, el cual es completamente opcional y no está relacionado con el juego en sí, que pide demasiado del jugador, y llega a presentar problemas con soluciones muy, pero muy difíciles de entender. Fuera de ese caso, si tienes la determinación necesaria, puedes llegar al final del camino dorado sin muchos problemas. 

Un fantástico indie

atomix-score-93Tunic es simplemente fantástico. Es un juego que sabe exactamente lo que es, toma sus inspiraciones principales para atraer al público, y eventualmente revela una serie de ideas únicas que le proporcionan su propia identidad. La historia puede sonar cliché al principio, pero la forma en la que se cuenta, y el papel que tiene el usuario al momento de revelar cada pieza de información, hace que todo se siente como una serie de viñetas que tú tienes que ir acomodando para que todo tenga sentido. La presentación visual y sonora funcionan en armonía entre ellas, creando la atmósfera perfecta para cada una de las locaciones que puedes visitar a lo largo de la aventura. 

El combate puede ser la parte más sencilla del gameplay, pero es la forma en la que se combina con la exploración y los acertijos, lo que hacen que Tunic sea una experiencia adictiva que es muy difícil de soltar. Una vez que empiezas, no hay forma de dejar al juego. Quieres las respuestas a todas las preguntas que se presentan desde el primer momento en el que nuestro héroe despierta en la playa. Las piezas las vas encontrando poco a poco, y la verdad que se esconde en este mundo recae totalmente en tu capacidad de unir todo lo que se presenta aquí.

No lo duden, Tunic es un juego que amerita tener una suscripción a Xbox Game Pass. Esta es una de las mejores exclusivas que puedes encontrar en las consolas de Microsoft en estos momentos, y no puedo esperar a que salga una edición física para tener ese hermoso manual en mi poder.

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Sebastian Quiroz
27 años. Editor en Atomix.vg. Consumidor de la cultura pop.