Crowdsourcing: La increíble aventura de Tim Schafer

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Ayer por la noche todos los sitios de noticias sobre videojuegos brindaron especial atención a la nota “Tim Schafer y Double fine piden donativos a los fans para la realización de su siguiente juego”. De inmediato, la opinión de la prensa se dividió: hay quienes apoyan (apoyamos) enteramente la causa y destacan los beneficios de la propuesta, otros cuestionan la ética (really?) del estudio desarrollador. La audiencia estira hacia los extremos opuestos su opinión: unos buscan rupias debajo de las piedras por aportar un poquito y tener la grata satisfacción de ayudar a sus ídolos, mientras que otros hierven en rabia amordazados e imaginariamente escupen el arma que les apunta entre los ojos (también imaginaria): “primero muerto que dar mi dinero (muy posiblemente también imaginario) al crowfunding”.

Gran paréntesis se abre
“Crowdfunding” o “fan fundraising” son términos que encuentran traducción a nuestro idioma como “recaudación entre fans” o “colecta del público”. Para nada son algo nuevo. La práctica lleva más de un par de años existiendo en internet —y muchos más antes de que hubiera Red— con las ventajas de alcance que la herramienta brinda y con múltiples opciones que facilitan a los emprendedores temas como organización, seguimiento y dotar de atractivo a su oferta.

Funciona así: Eres un creativo con una buena propuesta y necesitas dinero para llevarla a cabo. Entonces tienes juntas con posibles inversionistas que nunca salen bien: los publicistas se muestran escépticos y, al final, la participación de este tipo de terceros supone una amenaza al control creativo de tu proyecto. Aún si logras cubrir costos de producción, temes que tu obra se quede en la cochera, pues encontrar quién publique y distribuya es de esos dolores que no le deseas a nadie… ¿Qué hacer? ¡Fan Fundraising! Establece exactamente cuánto dinero necesitas (no te pases de…) y explica cuánto se gastará específicamente en cada área de producción. Pon esta información clara y transparente en línea y habla directo con quienes serán tus consumidores.

Esto es vender por adelantado, pero sin molestos intermediarios y minimizando riesgos de incumplimiento, de copias sobrantes, de gastos en publicidad que puede o no funcionar. Es, básicamente, no intentar convencer de comprar bicicletas hasta a los que no tienen piernas. Identificas a tu consumidor —por supuesto intentarás atraer más— y hablas directo con ellos: “voy a hacer esto así y así y así, ¡y será genial!”. Por supuesto, sigue siendo una búsqueda por inversionistas, así que, aunque habrá quien done por pura y absoluta buena fe, otros necesitarán sentir que su aportación los hace (más) especiales, así que defines paquetes de beneficios que son más jugosos según la aportación recibida.

Donas un par de dólares, ¡muchas gracias! El director se encargará de agradacerte personalmente en Twitter. ¿Donaste al menos $20? ¡Gracias! Tu nombre completo aparecerá en los créditos del producto bajo el bonito cargo de “Productor Especial”. ¿$50? Igual que el anterior, pero bajo el cargo de “Productor V.I.P” y te harán llegar la copia del producto una semana antes del lanzamiento oficial. ¿$100? ¡Wow, gracias! Lo mismo que los anteriores, pero tu copia incluirá un mensaje de agradecimiento personalizado y escrito a mano por el director… ¿$350? ¿Acaso eres una especie de angel? Tienes derecho a todo lo anterior y… ¡Oh sí!, haremos una fiesta de lanzamiento… ¿quieres venir a tomarte unas cervezas con el equipo? Y así sucesivamente hasta que, si te ves muy generoso y cubres un tercio o más del monto total con tu donativo, puedes tener un cameo en la obra final, llevarte a casa un dedo del director o algún otro bonus súper exclusivo.

Así es como funciona. El donativo de la audiencia es la aportación más honesta y lo recibido a cambio —empezando por la satisfacción de ayudar a crear algo que no pensarías dos veces en comprar— es sólo un extra que no tiene precio. Nótese que, hasta ahora, no he hablado de videojuegos en particular. Y es que…

Gran paréntesis se cierra
La mañana después de que la nota de Schafer apareció —es decir hoy hace un par de horas—, la recaudación había logrado alcanzar la meta establecida y, al momento de que escribo esto, los números continúan incrementándose. Simplemente es un evento sin precedentes para la historia de los videojuegos. Lo que Double Fine y Schafer están haciendo no es nuevo: las recaudaciones de este tipo son moneda común entre entusiastas creativos de otros medios como la música, el cine —les hablo con conocimiento de causa, yo mismo estoy involucrado en un par de proyectos cinematográficos por esta vía— y los mismos videojuegos. Basta con darse una vuelta por la categoría “Gaming” de sitios como IndieGoGo, KickStarter, Boositive (entre otros), para darse cuenta de las múltiples y muy interesantes propuestas que hay ahí afuera y a las cuales podemos aportar, recibiendo de paso “algo bonito” en agradecimiento.
Quizá lo que más llama la atención del camino tomado por Tim es que no es un desconocido para la industria. Si Steven Spelberg decidiera producir su siguiente película de esta manera, seguro lograría su meta en minutos y ganaría toda la atención de la prensa —y el odio de los cineastas indie que están luchando por sacar a flote su primer filme— en el proceso. Es ahí donde se cuestiona la estrategia de Schafer, pero vamos: si son seguidores de lo que acontece en esta industria, sabrán que muchos estudios, particularmente los buenos, sufren el día a día de las gigantes casas publicadoras, que muchas veces ignoran propuestas originales por los riesgos que eso implica y optan a la segura: cosechar millones de dólares con los mismos juegos una y otra vez.

No me sorprendería, ni me molestaría, ver a otros optando por la misma vía pronto, aunque tampoco pueden abusar, pues se repetirá la misma historia de siempre en que la escena mainstream invade un concepto fresco y lo jode todo al cabo de un tiempo. Por ahora, y en mi muy particular opinión, considero de verdad que el Crowfunding es la actualidad y única esperanza de muchas propuestas originales valiosas. Es lo que una preventa debería de ser y no pagar precios inflados por extras genéricos, pero “de colección”. ¡Kudos por Schafer, su equipo y los miles de creativos alrededor del mundo con propuestas similares! Podré sonar muy romántico, pero ése debería ser el estándar de la manera en que hacemos negocios: pagas por el producto que exactamente quieres y a quien de todo corazón lo elabora para tu disfrute y a nadie más.

Seamos más selectivos y mucho más valorativos con lo que consumimos, pongamos nuestro dinero (que no es mucho) en quienes confiamos están haciendo justo lo que nosotros queremos y, si esa particular obra en tu cabeza no está aún ahí afuera, bueno, ahora sabes por dónde podrías empezar.

No olviden apoyar, si su corazón lo permite, al buen Tim.



Staff Atomix
Equipo de editores de Atomix.vg