Ya que estamos en la semana del terror o Blood Festival, el staff de Atomix decidimos que sería buena idea compartirles algunas de las historia de terror más fuertes que hemos vivido y no necesariamente jugando algún título survival horror, sino con situaciones de todo tipo. Desde que te borren un archivo de Pokemon que te dolió muchísimo hasta historias extrañas y surrealistas que sucedieron de madrugada jugando Gran Turismo, entre otras más. Díganos qué opinan y compartan la suya en los comentarios.
Los Resident Evil exclusivos de GameCube fueron de mis favoritos. Uno de los sustos más grandes que me dieron fue en el Zero, cuando recorría con Rebecca Chambers unas cloacas y de la nada un sapo gigante aparecía en un puente. Mi primera reacción (al tener pocas balas) fue correr en sentido opuesto. Pegué un grito cuando su lengua gigante tomó a mi personaje de la pierna y la devoró viva. Frustrado, apagué la consola de inmediato.
La peor parte ocurrió cuando escuché de otra habitación ruidos similares a los del Lurker, y al asomarme descubrí con sorpresa que un sapo se había metido a la casa, y me miraba con la diabólica maldad que sólo un anfibio puede contener. Podrá dar risa muchos años después, pero por un instante sentí que me comerían vivo.
Todos mis amigos en la primaria ya tenían sus Game Boy Color con Pokémon Rojo y Azul desde Navidad. A mi me los habían prometido para Reyes, no llegó. Esperé a mi cumpleaños a mitad de enero, y me topé con otra decepción. Resignado, mis padres me prometieron que para el día del niño me lo regalarían finalmente, cosa que nunca sucedió.
Así pasó el verano y seguí jugando mi Super Nintendo en ausencia de la portátil. ¡Por fin me mostraron el recibo de que lo habían pedido de Estados Unidos! Emocionado, presumí a todos mis amigos (quienes ya habían acabado el juego incontables veces) que por fin tendría mi propio juego. Todo estaba listo para jugar con ellos la semana siguiente y cuando llegó mi paquete… resulta que lo que llegó era Pokémon Trading Card Game. Quedé en ridículo y tuve que esperar hasta la navidad siguiente por mi Pokémon Amarillo.
Todo por ser buena onda y prestar mis consolas. Ya saben, uno que aceptar prestarle a sus primos su consola para que jugarán el mejor simulador de autos. Para mi sorpresa, un día que regreso de la escuela y quiero jugar GT, me doy cuenta que mi archivo con tanto dinero de créditos que me costó cientos de horas de juegos y todos los autos del garage no existían más. Creo que pocas veces he estado tan enojado en mi vida. Después me enteraría que mi familiar agarró el PS sin mi permiso y como no sabía usarlo, por accidente borró todo lo que había en la tarjeta de memoria. ¡Díganme que no es motivo para querer matarlo!
Otra historia de Gran Turismo que contar. Tan pronto salió al mercado Gran Turismo III, de inmediato me lo quise devorar de día y de noche. Para mi sorpresa, en plena madrugada y jugando a tope, de la nada el librero de casa se rompió, esto hizo que se cayeran varios libros pero uno de ellos cayó justo frente a mi y era la Biblia con un mensaje muy interesante. En ese momento apagué la consola, la TV y me fui a dormir.
Cuando alguien me pregunta “¿cuál es tu juego favorito?” normalmente contestó que The Legend of Zelda: The Wind Waker. Este juego de Gamecube me regaló las horas más especiales que recuerdo en mis más de 20 años consumiendo videojuegos. Cuando terminabas esta verdadera joya de nuestros tiempos, se te daba la opción de iniciar una nueva aventura en la que Link usaba ese traje azul con el que comenzaba el título.
Pues bien, una ligera distracción, la emoción de haber concluido la historia más épica que jamás había jugado y por supuesto, no haber leído bien, causaron que cuando Wind Waker me preguntó en qué archivo quería iniciar con una nueva partida, seleccioné mi guardado original, provocando que éste se reescribiera con el nuevo, perdiendo todas mis horas y horas de avance. De verdad, caí en una especie de depresión por varios días, visitando toda clase de foros en busca de una respuesta para enmendar mi error. Al final me recuperé y volví a pasar de nuevo el juego completo.
Todos los que tuvimos un Xbox 360 sabemos lo que es ver morir a tu amada consola. Antes de este producto de Microsoft, la verdad es que no era tan común escuchar que tal o cual persona se había quedado sin juguete por una falla técnica, y mucho menos si eres como yo que cuidan de manera extrema sus posesiones.
Una mañana cualquiera me disponía a echar un par de partidas online del primer Gears of War cuando de la nada y al momento de prender el Xbox, aparecieron los malditos aros rojos. Yo ya había leído de ellos pero jamás pensé que me pasaría, pues mi consola no se movía de lugar y era limpiada cotidianamente en su espacio perfectamente ventilado. Lo peor es que estábamos a tan solo unos días de la temporada fuerte de lanzamientos, por lo que el pánico me invadió. La técnica de la toalla sirvió por unos minutos, pero tuve que aceptar llamar al soporte. Al final me cambiaron el 360 sin problemas, asunto que se repitió tres veces más hasta que compré un nuevo modelo que ya no me dio problemas.
Para cuando salieron las versiones Roja y Azul de Pokémon yo apenas era niño de primaria amante de la caricatura, justo de esos que se aprendieron a la perfección los primeros 151, y junto con esa alegría tenía mi Game Boy con mi respectiva versión Roja con Charizard en la portada. En mi primera vuelta no existió MissingNo y mis criaturas fueron elevadas con puro entrenamiento y sin excesos de Rare Candy. Con un esfuerzo orgánico conseguí terminar con la Elite Four y por fin vencer a Gary, ir por Mewtwo a una Master Ball sin necesidad de clonarla. Todo iba perfecto hasta que un día, mi sobrina más pequeña a la cual integré en el mundo de los videojuegos me pidió prestado mi Game Boy y mi Pokémon; yo inocentemente no le di una introducción y le encomendé todo mi archivo. Como si se tratase de una pesadilla cuando me lo regresó y comencé a jugar apenas estaba en Pallet Town y ni siquiera tenía mi inicial. Lo que ella hizo fue darle New Game y guardar cuando no debió de haberlo hecho, un trauma completo volver a empezar de cero.
Buenas épocas las de la primaria, recién me habían regalado Mario Party por mi cumpleaños y disfrutaba en ocasiones de pasar el modo de un jugador que incluye todos los mini juegos en orde, pero hay uno en específico que me hizo sufrir de más y seguramente también a muchos de los lectores: Tug o’War. Ese día decidí pasarlo antes de irme a estudiar; la dinámica de este mini juego muchos la conocen, hacer girar el stick lo más rápido posible para imprimir una fuerza contraria a la del CPU. No podía pasar el reto y tuve que echarle tantas ganas que terminé con la palma de la mano destrozada y con la carne viva asomándose y dando los buenos días. Durante las clases no pude escribir correctamente por el ardor que sufría mi palma. Al final pedí a mi hermano que me echara la mano para pasarlo.
Nada te rompe más el corazón que ver tu consola favorita arruinada, más cuando sabes que no fue tu culpa. El año pasado llegó al mercado Super Smash Bros. por lo que en Atomix tuvimos la oportunidad anticipada de probar el juego para poderles ofrecer una reseña.
Obviamente no sólo a mi que me tocó la reseña (Juanem) me llamó la atención ver por primera vez un Smash Bros. para llevar y no podía verme todo egoísta sin dejar que mis compañeros de la oficina probaran el juego. El día en que lo llevé al trabajo mi 3DS se convirtió en la sensación, y al estar el juego en formato digital tenían que jugar en mi consola todos los que querían probarlo.
Pasó lo obvio, y así como muchos vieron averiado su stick análogo del 3DS, todavía ni siquiera salía al mercado el juego y mi consola ya estaba rota, no inutilizable pero sí con fuertes daños. Me tocó usarla así hasta la recién llegada de mi New 3DS y a nadie le deseo que le suceda lo que me pasó.
Ni modo, aunque se sientan egoístas jamás presten su portátil, sólo ustedes saben cómo la tratan.
Hubo una etapa en la que estuve en un internado (Juanem), y obviamente en esos lugares hay normas, en mi caso específico estaba completamente prohibido tener cualquier tipo de dispositivo electrónico. Siempre he sido gamer empedernido por lo que ¿separarme de los videojuegos? ¡Ni en sueños!
Por mucho tiempo tuve mi querido y precioso Game Boy Advance SP Azul Cobalto de contrabando, aprovechaba cualquier ocasión como una ida al baño o las noches bajo las cobijas para disfrutar de excelentes títulos como Mario & Luigi SuperStar Saga, Tony Hawk’s Pro Skater 2 y hasta The Lost Vikings de Blizzard.
Para esta edición del GBA ya dependíamos de una batería recargable por lo que tenía que ingeniármelas para dejar cargando mi consola en algún lugar; ya tenía identificado un sitio escondido de la casa para hacerlo que yo pensaba era seguro, pero resultó que no lo era. Llegó el día de la pesadilla, dejé 30 min cargando mi Game Boy y cuando regresé no estaba mi consola que estaba escondida en la pequeña bolsa donde la cargaba con todo y mis juegos. Investigué por varios días para identificar al posible ladrón y aunque tenía sospechas fuertes de quién había sido, era imposible llamar a las autoridades para hacerlo devolverme mi consola porque en primer lugar yo estaba rompiendo una de las reglas y era culpable. Amarrado de piez y manos en esta penosa situación no me quedó más que llorar la pérdida de una de mis consolas favoritas, toda una pesadilla que a nadie le deseo.
¿A ustedes les ha sucedido algo similar? ¿Qué pesadillas gamer han vivido?
