Definitivamente, 2014 no ha sido el mejor año para Nintendo. Pérdidas operativas y pocas ventas de Wii U llevaron a la compañía a una crisis financiera en la que hasta el puesto de Satoru Iwata corría riesgo. Después del honorable acto de reducir su salario, Iwata instauró una política flexible para adaptarse a los cambios de la industria. El más obvio e indispensable: atender al mercado infantil.
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