Console Wars: Por cuál decidirse

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Así como en la política no hay manera de saber si un candidato cumplirá con su plan de acción, mientras todavía no podamos colocar las manos sobre el PlayStation 4, o el Xbox One, estaremos a ciegas.

Una vez más, nos encontramos en el umbral de otra generación de consolas. Así como hace veinte años muchos esperaban que para 2013 ya tuviéramos autos eléctricos, los entusiastas de los videojuegos tenían visiones de maravillas y portentos. Seguramente las esperanzas de los videojugadores se han visto deshechas por los planes de las trasnacionales, pero eso no significa que todo deba ser malo. Quizá éste sería un momento apropiado para reflexionar sobre los aspectos en que haya “avanzado” la industria desde la generación anterior hasta la que se avecina, pero al final, nada de eso tendrá un efecto significativo: hay dos consolas a pocos meses de llegar al mercado, y prácticamente tienen todo listo, desde la tecnología que las hace funcionar, hasta el software que correrán.

Esta famosa “guerra de las consolas” se parece bastante a una campaña política. Los líderes de elección popular —en un caso ideal— se acercan a la gente para escuchar sus inquietudes y, después, cubrir sus necesidades de acuerdo a su capacidad para gobernar. En realidad —en la triste realidad— una buena campaña publicitaria llega tener más peso en la democracia que las propuestas de los candidatos. En la industria de los videojuegos, la situación no es muy distinta: así como no hay manera de saber si un candidato cumplirá con su plan de acción (independientemente de que suene maravilloso o deficiente), mientras todavía no podamos colocar las manos sobre el PlayStation 4, o el Xbox One, estaremos a ciegas. Y en el caso de tener que tomar una decisión en este momento, deberíamos meditar bastate la información y datos duros con los que ahora contamos.

Por el momento, en términos cuantitativos, el Xbox One tiene un mejor catálogo de títulos exclusivos

Como ya se nos ha repetido hasta el cansancio, las consolas apuestan por “convertirse en el centro de entretenimiento del hogar”. Eso lo entendemos, sin embargo, habrá quienes le den importancia a esto, así como quienes sólo vean que el PlayStation 4 es 100 dólares más barato que el Xbox One, y quienes en realidad sólo se preocupen por los juegos. No es un secreto que uno de los mayores aciertos comerciales del PlayStation 3 fue la posibilidad de reproducir Blu-ray. Gracias a esto, muchos adquirieron la consola, pues era económicamente má rentable que adquirir un reproductor dedicado a esto. Otro ejemplo de esta influencia es la explicación que ha dado Microsoft a las bajas ventas del del Xbox 360 en Japón: a diferencia de otros lugares del mundo, los japoneses permanecen en el hogar de los padres hasta muy entrados en la edad adulta, por lo que las consolas de los jóvenes normalmente se encuentran en sus habitaciones, y nunca en la sala del hogar. Por eso no les interesa un centro de entretenimiento tan completo como un Xbox. O eso es lo que dijeron.

Si nos vamos a las diferencias de hardware entre las nuevas consolas de Microsoft y Sony, es un hecho que Sony aparece como vencedor, sin embargo, en términos generales son muy similares: las dos usan chips AMD tanto para la unidad central de procesamiento, como para la de procesamiento gráfico; en el primer caso con la misma capacidad, y en el segundo es donde gana el PlayStation 4.

El poder de procesamiento no tiene que ser el punto que defina la competencia. Si así fuera, Nintendo no habría tenido oportunidad en el mercado con sus últimas dos consolas. Por eso es que apuestan al software. Considerando que ninguna de las consolas por salir será compatible con los juegos de Xbox 360, ni de PlayStation 3, hay que tener muy en cuenta la lista de juegos disponibles para las fechas de lanzamiento, así como los títulos exclusivos. Recordemos aquella anécdota del último E3, en que —supuestamente— un ejecutivo de Sony acercó a uno de Microsoft para decirle: “Tal vez ustedes ganaron los juegos, pero nosotros ganamos a los jugadores.” Por el momento, en términos cuantitativos, el Xbox One tiene un mejor catálogo de títulos exclusivos: Forza Motorsport 5, Quantum Break, Killer Instinct, Project Spark, RYSE: Son of Rome, Dead Rising 3, Crimson Dragon, Sunset Overdrive, D4, Below, así como lo que vaya a ser la esperada secuela de Halo 4. Por su lado, el PlayStation 4 tendrá como exclusivos The Order: 1886, Octodad: Dadliest Catch, inFamous: Second Son, DriveClub, Knack, Deep Down, y Killzone: Shadow Fall.

Desde E3 se disparó una guerra de odio que, entre otras razones, se debe a que los usuarios se identifican con alguna consola; los fanboys les llaman, de manera despectiva

El sentido común indicaría que uno habría de elegir la consola que tenga los juegos que más atractivos le parezcan. Así de simple. Pero para esto también hay que considerar los que estarán disponibles en ambos sistemas: Watch Dogs, Just Dance 2014, Call of Duty: Ghosts, Battlefield 4, y Assassin’s Creed IV: Black Flag, a los cuales se agregan los nuevos títulos de Madden, FIFA y NBA.

Sin embargo, así como en la competencia política, hay un factor muy importante que no podemos ignorar: la costumbre. “Toda mi vida he votado por el mismo partido, y así seguirá siendo.” Desde E3 se disparó una guerra de odio que, entre otras razones, se debe a que los usuarios se identifican con alguna consola; los fanboys les llaman, de manera despectiva. No podemos negar que hay cierta tendencia en quienes están muy habituados a una consola por rechazar a la competencia, aun en las que no han probado, como las de nueva generación. Durante las campañas por el liderazgo (virtual) en la industria, se ha desatado una fuerte ola de rechazo por el Xbox One, debida principalmente a las políticas en cuanto a conexión a internet y restricción de contenidos digitales.

Más que hacernos cuestionar quién nos da más por nuestro dinero, nos quedamos pensando “¿realmente necesito de estos periféricos para disfrutar de la experiencia de juego que busco?”

A pesar de que Microsoft posteriormente se retractara de las medidas que los pusieron en desventaja, el desagrado del público se ha mantenido, como si se tratase de una campaña mediática por el desprestigio. Entre los alegatos principales está el gran empeño de Xbox por hacer el Kinect 2 parte inevitable de la experiencia de su nueva consola. Con el pretexto de asegurarse de que todos los desarrolladores puedan hacer juegos compatibles con Kinect, sin preocuparse de que la gente no los tome en cuenta, este dispositivo vendrá incluido en cada caja de la consola. Más que considerar esto como un plus a favor del Xbox One, el público se ha quejado de que es un aumento innecesario en el precio, sobre todo luego de que se hiciera público el alto costo de fabricación del Kinect 2, similar al de la consola misma. Además, está el asunto de la privacidad, pues a pocos les hace gracia que mientras se use la nueva consola de Microsoft, el Kinect esté monitoreando al usuario.

En el PlayStation 4, las funciones que hace el Kinect 2 serán cubiertas por tres dispositivos independientes: la PlayStation Camera, el PlayStation Move y los auriculares. Y de éstos sólo los auriculares vendrán en la caja, la cámara y el sensor de movimiento se venderán por separado; hay que resaltar que mientras la PlayStation Camera tendrá una resolución similar a 720p, la del Kinect 2 será de 1080p. Esto, más que hacernos cuestionar quién nos da más por nuestro dinero, nos deja pensando “¿realmente necesito de estos periféricos para disfrutar de la experiencia de juego que busco?”

La resolución 4K en las consolas será para reproducción de contenidos multimedia, como fotos y video, no necesariamente para juegos.

En cuanto a hardware, las versiones básicas de las dos consolas tendrán discos duros de 500Gb, y puertos USB 3.0, el PlayStation 4 dos, y el Xbox One tres; la consola de Sony contará con Bluetooth, y la de Microsoft no; las dos se podrán conectar por Wi-Fi y puerto Ethernet; ambas plataformas soportarán audio Surround Sound de 7.1 canales. La salida de video de las dos será HDMI 1.4, que es compatible con la resolución 4K (3840 por 2160 pixeles). Por el momento son muy pocos los televisores disponibles en el mercado con resolución 4K, pero inevitablemente bajarán sus precios y aumentará su disponibilidad con el paso de los años. Al menos, sabemos que estas consolas serán parte de la nueva generación de dispositivos de video, aunque hay un pequeño gran detalle por considerar. Esta siguiente resolución será para reproducción de contenidos multimedia, como fotos y video, no necesariamente para juegos. Sony ha confirmado que su nueva consola no podrá generar render de sus juegos más allá de 1080p, y Microsoft ha declarado que el Xbox One podrá correr juegos en tiempo real a 4K, aunque no ha especificado en qué condiciones ni en qué títulos habremos de ver esto.

Quienes diseñan la siguiente generación de consolas no pasan por alto la gran influencia que tienen las redes sociales y la interacción en los hábitos de los usuarios.

Hoy en día todos entienden el verbo “facebookear”, ya que esta red social es una pequeña internet en sí, donde puedes desde leer las noticias, hasta mostrarle al mundo que hoy olvidaste atar tus zapatos. Quienes diseñan la siguiente generación de consolas no pasan por alto la gran influencia que tienen las redes sociales y la interacción en los hábitos de los usuarios. Ahora ambas consolas podrán no sólo hacer live streaming de lo que uno esté jugando, sino que se encontrarán grabando constantemente video de nuestra pantalla; con esto, cuando se nos ocurra publicar algo interesante que acabemos de hacer, tendremos ya disponibles los últimos minutos de nuestro desempeño, listos para publicarlos en internet. Los detractores de servicios como Instagram ya imaginan cómo se va a disparar el número de videos basura con gameplay inservible, inundando la web con “¡Hoy logré un combo de cinco golpes en Killer Instinct! ¡Aquí el video, y por favor denme like!”

Tampoco creamos que la amplia conectividad que promete la nueva generación será pura banalidad. Sus servicios de red permitirán acceder a juegos desde la nube, e incluso el PlayStation 4 dará acceso a la biblioteca de juegos que se hayan adquirido en formato físico, y desde una consola a distancia. A esto se suma la posibilidad, en ambas, de jugar un título mientras todavía se está descargando, la función conocida como “Play as you download”. Quizá estas características no sean suficientes para hacernos sentir que ya estamos en “el futuro”, y por eso la conectividad entre dispositivos será expandida: como el GamePad del Wii U, que ofrece una segunda pantalla, Microsoft y Sony desarrollaron tecnologías similares, sin embargo, no en un periférico dedicado, sino como un protocolo que funciona con dispositivos de diversos fabricantes. El famoso SmartGlass (disponible desde el Xbox 360) no es otra cosa que una aplicación para dispositivos móviles, que permite expandir la experiencia de los videojuegos y otros contenidos digitales, como programas televisivos; similarmente, la nueva consola de Sony funcionará con la PlayStation App, y además con el PlayStation Vita.

En resumen las experiencias que ofrecen ambas consolas son bastante similares, y más que ser mejores o peores, serán más adecuadas, o menos adecuadas, para cada jugador.

En resumen las experiencias que ofrecen ambas consolas son bastante similares, y más que ser mejores o peores, serán más adecuadas, o menos adecuadas, para cada jugador. Lo ideal sería que todos pudiésemos acceder a las dos plataformas, pero en caso de que no, valdría la pena quitarse la etiqueta de fanático por alguna de las dos y dar una oportunidad igual a cada una (incluso al Wii U, aunque la discusión del momento sea sólo entre PlayStation 4 y Xbox One). Seguramente el precio sea un factor decisivo, ya que 100 dólares de diferencia es digno de considerarse, sobre todo por los padres de familia que al elegir una consola para sus hijos no sopesarán las funciones más sofisticadas o especializadas de cada una. En todo esto, los juegos deberían ser el centro de toda nuestra atención, ya que unos pixeles más —o unos pixeles menos— no podrán compensar el hecho de que un juego sea mediocre o aburrido. Al final sería bastante triste que, como las campañas políticas, aquello que defina las tendencias en la elección sea una campaña de marketing.