Review – Detroit: Become Human

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Con el paso del tiempo, las historias interactivas han tomado cada vez más fuerza. Mientras algunas compañías y estudios han limitado las posibilidades con juegos que se conocen como “walking simulators”, existe un lado que busca la introspección a través de lo que, a ojos de muchos, son historias y personajes que no podrían existir fuera de los videojuegos. Hace ya unos años que Quantic Dream y David Cage, su cabeza creativa, nos debían una nueva entrega de este tipo. Con Detroit: Become Human, buscan sumergirte una vez más en un mar de emociones.

Detroit: Become Human llega en un momento especial para los videojuegos; como te platicaba, los “walking simulators” proliferan y la forma en la que se cuentan historias ha evolucionado, pero con ello, los jugadores también buscamos proyectos que eleven la conversación en torno a la importancia de los videojuegos como un medio único de expresión. Heavy Rain (2010) era un juego que prácticamente nadie esperaba; en retrospectiva, no es un título perfecto, pero sí marcó un precedente para este género de historias interactivas. Con personajes complejos, decisiones crudas y un asesino por atrapar, la vara para medir a Beyond: Two Souls (2013) estaba muy arriba; quizás demasiado.

De Heavy Rain aprendimos a convivir con las diversas perspectivas de sus personajes, en orden cronológico, pudiendo tener éxito o no. En Beyond: Two Souls, Cage y compañía tomaron varios riesgos que, si bien se agradecen, carecían de cohesión y quizás estaba maquillado por su enfoque Hollywoodense al tener a actores como Ellen Page y Willem Dafoe, aunque sí tuvimos un enfoque sobrenatural y hasta espiritual que no habíamos visto en Quantic Dream. Sé que todo esto podría sonar repetitivo, pero creo que es importante que tomemos en cuenta la naturaleza de los títulos anteriores y más exitosos del estudio para así comprender qué simboliza Detroit: Become Human.

EL PRISMA DE LA BÚSQUEDA POR LA LIBERTAD

Esta es la historia de tres androides en un mundo donde la tecnología ha desplazado a los humanos. Si te suena familiar, es porque David Cage y el equipo creativo han sabido que esta es un arma de doble filo. Por un lado, tenemos esta realidad casi perfecta en la que los androides nos ayudan en cada paso de nuestras vidas; son obreros, pescadores, amas de casa, hijos sustitutos y hasta hacen realidad nuestras fantasías sexuales más oscuras. He aquí donde surge la dualidad: ¿acaso hemos abusado de esta vida sintética? ¿En qué punto se borra la línea que divide lo correcto de lo reprobable?

Tener seres artificiales que hagan todo el “trabajo sucio”, además de reemplazables, ha ocasionado que las actitudes más salvajes de los humanos alcancen un nuevo nivel… y para mal. Detroit: Become Human tiene tres rostros para esta aventura; por un lado, Kara, una asistente doméstica; luego tenemos a Connor, un modelo excepcional experto en la labor detectivesca, mientras Markus es el cuidador de un afamado y millonario artista plástico. Cada uno de ellos se enfrentará a una situación que los hará decidir si desean liberarse de su estado inerte, cómo desean hacerlo, si quieren abordarlo en solitario y, por supuesto, las consecuencias que esto tendrá en el mundo. Como si se tratara de un “virus” en su sistema, se empiezan a dar casos en los que androides de Detroit se rebelan ante los humanos, con consecuencias mortales, situación que los llevará hasta las últimas consecuencias.

En esta ocasión, Quantic Dream se basa en gran parte de todo lo que amamos de Heavy Rain, lo cual puedes amar u odiar hasta cierto punto del juego. Esto se refleja en una estructura donde interactúas con ciertos elementos, investigas, se desbloquean diálogos y así podrás continuar tu avance. Como androides que son, podrán utilizar sus virtudes como fuerza, análisis de la situación e inteligencia, pues dependiendo del personaje, podrás saber qué tan inestable es tu posición frente al problema; incluso hacer una simulación de los posibles caminos por tomar.

ESTO ME PARECE FAMILIAR…

Aunado a estas interacciones, vimos mucho, realmente mucho de Heavy Rain en Detroit: Become Human; David Cage no abandona el tema de la lluvia, de nuevo jugamos en orden cronológico con los tres personajes y Connor hace de detective al estilo de la trilogía de Batman que Rocksteady Studios nos trajo hace unos años. Personalmente encuentro muy agradable que puedas jugar de este modo, sin embargo, durante varias horas no me abandonó ese sentimiento de déjà vu; en este lapso, no dejaba de preguntarme: ¿y dónde está la originalidad? No quiero decir que sea un obstáculo para disfrutarlo, pero sí una forma muy segura de ganarse el cariño de todos los que jugamos Heavy Rain.

Existen elementos que, como amante de los juegos basados en decisiones, amarás por completo; por ejemplo, después de terminar una sección jugable con un personaje, Quantic Dream te presenta un diagrama de flujo de tus decisiones, mostrándote aquellas que no descubriste, las que desbloqueaste y si tuvo un efecto devastador en la historia en general. La trama puede jugarse de dos formas, en Casual (que permite continuar aunque “falles”) y Experimentado (donde los “fallos” tienen consecuencias graves) siendo la primera aquella que se enfoca en saber qué sucederá.

En mi experiencia, lo óptimo es jugarlo sin que busques la perfección, pues cada uno de los personajes encontrará su camino tarde o temprano. Kara es el lado más tierno, cálido y que anhela una familia; ella no piensa en una revolución ni en dominar a los humanos, solo desea estar a salvo y rodearse de aquellos a quienes ama. Connor es un androide de élite, asignado para ser el compañero de un humano en las investigaciones de los llamados “Deviants” (aquellos seres sintéticos que se han rebelado) y que tendrá que elegir una postura. ¿Y qué hay de Markus? A pesar de su supuesta situación privilegiada, esto solo hará que la caída sea tan fuerte, que comience a liderar una revolución androide.

Detroit: Become Human denota un trabajo exhaustivo en las posibilidades de juego

De nuevo, existen momentos en sus historias en las que tendrás el tiempo medido y, si no tomas las decisiones correctas, te irás con las manos vacías. En este aspecto, creo que Quantic Dream hizo un gran trabajo para darte muchas herramientas y hacerlo de varias formas, a diferencia de sus juegos anteriores; esto, a su vez, deriva en sentimientos encontrados y situaciones amargas en las que no dejarás de preguntarte, ¡¿qué hice mal?! Pero creo que, al final del día, es un gran acierto y que denota un trabajo exhaustivo en las posibilidades, siendo que hay un panorama más complejo de lo que podrías imaginarte.

UN TRABAJO ARTÍSTICO CASI IMPECABLE

Si has estado al pendiente de Quantic Dream, recordarás las dos demostraciones más importantes que tuvimos antes de saber qué diablos era Detroit: Become Human; hablo de Project KARA y The Dark Sorcerer, los cuales sí llegan a la versión final del juego de alguna forma. Lo anterior se refleja en la tecnología de captura de los personajes, la cual es impresionante la mayoría del tiempo, aunque algunas escenas tienen muy mal lipsync y las percibí un poco anticlimáticas. Visualmente hablando, Detroit está muy cerca de la perfección, aunque hubo unos cuantos momentos en los que la cámara era muy frustrante, a pesar de que puedes hacer uso de ángulos predeterminados y que puedes cambiar con un solo botón.

También tuve problemas con algunos elementos en los escenarios que no estaban bien delimitados e interrumpían mi exploración; sé que esto demerita la experiencia en general, pero sí son detalles que le restan algunos puntos en su presentación. ¿Con qué nos encontramos en el aspecto artístico? Aunque tiene un tema realista, futurista y algo oscuro, la cantidad de elementos en las que el estudio invirtió su tiempo, sangre y lágrimas está en su punto. Es muy impresionante notar cómo ese apego a la realidad se encuentra en cada rincón; en las revistas hay temas que hablan sobre guerras nucleares, el debate por el matrimonio entre androides, incluso el análisis sobre la posibilidad de tener un candidato androide a la presidencia de Estados Unidos. Tenemos autobuses y vehículos autónomos, drones que vigilan las calles y, por supuesto, segregación entre humanos y androides. Por si te lo preguntas, jugué en un PS4 estándar, así que no tuve acceso a gráficos mejorados ni un mejor rendimiento. Tenemos un proyecto Full HD producto del engine mejorado del estudio.

Quizás este último sea uno de los puntos más fuertes en todo el juego y, con justa razón, pues hablamos de un proyecto que busca cuestionarte y presentarte una realidad perfecta, pero que oculta graves fisuras. Bien dicen que debemos aprender de nuestra historia para no repetirla, pero David Cage nos pregunta, ¿en verdad los humanos somos tan inteligentes para no hacerlo? Los ciclos tienen enormes probabilidades de presentarse en cualquier parte de nuestra historia y, de continuar así, Detroit: Become Human tan solo es un poco de lo que podríamos vivir en un futuro muy cercano.

Cerca de la última parte del juego (poco antes del tercer acto) Quantic Dream deja atrás la nostalgia de Heavy Rain y es ahí, mis amigos, donde finalmente Detroit: Become Human brilla por sí mismo. Hasta ese momento, no había sentido que el juego tuviera una verdadera identidad, pero las cosas suceden rápido y sus cerca de ocho horas que duró mi primera partida crecieron mucho en mí. Si en un momento parecía que Cage solo había retomado lo mejor de Heavy Rain, pero usando una cara distinta, se reivindica y refleja una madurez a la hora de contar historias. Con esto quiero decir que hay un dilema más profundo, un debate palpable por la situación tecnológica que vivimos y, hablando de segregación, desigualdad y ética, te enfrenta a monstruos que, quizás, no sabías que vivían en tu interior.

CONTENIDO REFLEXIVO Y NECESARIO EN TIEMPOS VERTIGINOSOS

Detroit: Become Human peca con su parecido a Heavy Rain durante gran parte de su aventura; por un lado, retoma el buen camino y la coherencia que nos hizo falta en Beyond: Two Souls, aunque por otro es una jugada que no busca enfrentarte durante las primeras horas de juego. Los controles, el diseño de personajes, la caracterización, los escenarios y el aspecto técnico de Detroit son una delicia para los amantes de las experiencias interactivas y que, en mi opinión, reivindican a este género que se ha manchado por la falta de complejidad de la que otros estudios han abusado (te estoy viendo, Telltale Games).

Al mismo tiempo, David Cage y compañía lograrán que cada personaje, cada rostro y cada misión te importe; tanto Kara, como Markus y Connor provienen de un contexto diferente, pero si eres paciente, podrás llevarlos al momento en que brillen. Creo que el equipo hizo un gran trabajo en este drama interactivo al abordar el tema de la división de clases, la segregación y la manera en que lastima el que los humanos no tengamos límites; sí te hace reflexionar hasta dónde dejarías de lado tu ética por desatar tus deseos más bajos.

En una época en que la Inteligencia Artificial está en nuestro navegador del teléfono, le da forma a nuestros asistentes y que existen algoritmos que deciden cuál información consumimos y cuál no, el papel del videojuego vuelve a emerger entre las expresiones humanas. Para mí, David Cage no es ningún “director de cine frustrado”, sino un creativo que sabe perfectamente que, sin esta interacción, historias como Detroit: Become Human no podrían existir. Aquí hay un mensaje político, social y artístico listo para disfrutarse.