Como en toda historia y juego, deben de existir dos personajes primordiales: el protagonista y el antagonista. La mayoría de las veces siempre contamos con una mayor empatía hacia los valores e intereses que el protagonista tiene, aunque en ocasiones sentimos un poco de curiosidad sobre las intenciones y causas que tienen los malos de la historia.
En el caso de Bowser desde los primeros juegos se nos dejaron claras las acciones de nuestro villano: el secuestro de la princesa. Y aunque este argumento se repite y se repite, y parece que se repetirá hasta el final de los tiempos, en cada juego hemos descubierto aunque sea un poco de los motivos y razones que tiene el Rey de los Koopas para realizar tal fechoría.
¿Quién no sintió un poco de culpa en Mario Sunshine cuando escuchó a Bowser Jr. decir que Peach era su mamá y que Mario la había secuestrado?
Si bien en el primer juego nuestra imaginación tenía que hacer un gran trabajo para lo que era la magnificencia del archi enemigo de Mario, no fue sino hasta Super Mario Bros. 3 donde supimos que las extravagancias eran parte de la personalidad de Bowser. Un reino cubierto de lava no era suficiente, y al llegar a su castillo nos dábamos cuenta de lo que un verdadero enemigo nos debía de hacer sentir: intimidación.
Este sentimiento era reforzado en un extraordinario nivel de Super Mario World, donde éramos capaces de verlo desde los momentos iniciales de nuestra aventura, en la cima de un risco, observando el valle y a lo lejos un castillo que dejaba ver una figura malévola voladora entre cada relámpago. ¿Qué puede ser más épico que eso?
Aún de niño lograba hacer lo suyo: la batalla final de Yoshi’s Island era simplemente magnífica y dejaba entrever lo peligroso que llegaría a ser ese pequeño rey.
Llegaron los 64 bits y los entornos en 3 dimensiones, una batalla épica en el final de Mario 64 deja marca en el corazón de un jugador.
En Super Mario Galaxy nos recordaba su gran afición hacia lo bélico. La guerra era parte del Reino Champiñón. Aún dentro de esa inocencia podemos ver los barcos de guerra con los que contaba Bowser, desde Mario Bros. 3 en NES veíamos no sólo dichos barcos voladores llenos de cañones, sino también hordas de enemigos marchando al unísono de los tambores de guerra.
Si bien ya hablamos de la intimidación, la extravagancia, lo épico y lo bélico que Bowser es, también existe cierta conexión entre él y Mario.
Más allá de la lucha entre el bien y el mal, es del tipo de relación villano – héroe donde se complementan. No podrían existir el uno sin el otro, y en ocasiones se llega a ver cierto compañerismo y competitividad no mal intencionada.
Un personaje tan importante como Bowser no podría estar fuera de un juego como Smash, si bien no estuvo en el roster del juego original, muchos se emocionaron al saber que podrías usarlo en Smash Bros. Melee, y cuál fue la sorpresa de todos esos fans cuando vieron una transformación como la de Giga Bowser.
Rápidamente Bowser tomó el lugar como uno de los más pesados entre los protagonistas, con golpes que, bien atinados, pueden darle gran protentaje de daño a quien se le ponga enfrente (tiene muy buen alcance). ¿Su desventaja? Malos combos, mínima velocidad y no es precisamente el mejor en el aire. Mejor quedarse en el suelo.
Llegó Smash Brawl en Wii y se nos informaba que podíamos usar a Giga Bowser, o al menos unos segundos. Todo el poder en la palma de nuestras manos. Esto fue una gran noticia ya que Bowser recibió más velocidad y la posibilidad de conectar más de un golpe a la vez. La mejor noticia es que para 3DS/Wii U su velocidad ha sido mejorada.
Bowser seguirá siendo un personaje primordial no solo en el universo de Mario, sino en todo Nintendo. No importa si lo vemos en carreras de karts, jugando tenis, o futbol. En cada uno de esos escenarios, pero mucho más en el campo de batalla de Smash, seguirá demostrando su orgullo, su gloria, su poder y excentricidad.
¡Larga vida al Rey de los Koopas!
Conoce al colaborador
Hugo Orejel García “Cinx” (Nezahualcóyotl, 1990) estudió la Ingeniería en Sistemas Computacionales en la Escuela Superior de Cómputo (ESCOM) en el IPN. Ha participado en la organización de eventos como el EGS y TagDF, y actualmente es colaborador en WASD. “Jugar de todo para no perderme de nada” es su lema. Fiel creyente de que los videojuegos siempre tienen un trasfondo más allá de lo superficial y que nos pueden dar grandes lecciones en diferentes ámbitos y áreas.
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