Review – Castlevania: Lords of Shadow 2

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El mundo creado para Lords of Shadow 2 genera sentimientos encontrados.

Todos los años vemos juegos ir y venir. Algunos juegos excelentes pasan desapercibidos y otros de dudosa calidad capturan la atención de los medios y el público. A veces una expectativa demasiado alta puede ser dañina para un juego. A veces, estas esperanzas que ponemos se deben a diversos factores: si el juego pertenece a una saga famosa, si los desarrolladores son conocidos, si hubo buenos demos disponibles, si promete avances técnicos, si la prensa infla un juego o si hay una fuerte campaña publicitaria.

Castlevania: Lords Of Shadow 2 está sujeto a éstas y muchas expectativas más. La serie de Castlevania es una de las más respetadas e icónicas de toda la industria de los videojuegos con grandes juegos durante décadas. Además, la reinvención de la franquicia en manos del estudio español MercurySteam fue, sinceramente, bueno.

El primer Lords of Shadow presentaba increíble diseño y dirección de arte, así como una historia bien construida contada a través de mecánicas sólidas y un sistema de combate entretenido. Cuatro años después, tenemos el cierre de la trilogía (completada luego de Mirror of Fate, que ofrece partes importantes de la historia, pese al mal sistema de juego), un título anunciado como uno de los trabajos más ambiciosos de la serie y como una de las despedidas más dignas del Xbox 360 y el PlayStation 3.

Además de las mecánicas de combate se agregan varios elementos de stealth que desgraciadamente no están bien logrados.

El diciembre pasado, tuve la oportunidad de jugar una versión beta del juego, de la que pudieron leer mis impresiones (dicha versión estaba más completa que el demo disponible para descargar). La impresión que me llevé fue bastante positiva, y aunque tenía varias cosas aún por pulir, los avances mostrados eran bastante prometedores. Es una pena que, ahora que tenemos la versión final en nuestras manos, le falten muchos detalles que son aceptables sólo en un demo.

En el juego controlamos a Gabriel Belmont, ya convertido en Drácula y quien lleva varios siglos en reposo. Gabriel despierta en el mundo moderno con la petición de salvar a la humanidad de un desastre con proporciones bíblicas. Ya que Drácula ha pasado mucho tiempo durmiendo, poco a poco irá recuperando sus poderes; básicamente de eso trata el juego. Conforme se desarrolla la historia, nos moveremos a través de una ciudad moderna que se extiende alrededor del castillo; tendremos que regresar varias veces a distintos lugares, encontrando, en algunas ocasiones, eventos y enemigos diferentes. Pelearemos contra jefes –muchos de ellos bastante interesantes– y nos enfrentaremos a algunos puzzles y recorridos de plataformas.

Además de las mecánicas de combate hack and slash, Lords of Shadow 2 agrega varios elementos de stealth que, desgraciadamente, no están bien logrados ni desarrollan un sistema sólido. En un buen juego de sigilo normalmente contamos con varias opciones que se adaptan a nuestro estilo y dificultad preferida: independientemente de los banales rankings obtenidos por la habilidad o estilo, es muy enriquecedor tener distintas opciones que hagan trabajar nuestra imaginación. Sin embargo, este juego no aprovecha la oportunidad y el stealth que incorpora sale sobrando con soluciones –en muchas ocasiones– más bien obvias y que aparecen sólo para alargar el tiempo de juego.

Figuras pixeleadas, animaciones toscas y modelos que parecieran inacabados.

El título no deja de ser un proyecto ambicioso y con muy buenas intenciones e ideas. El problema es, realmente, la ejecución final. Por ejemplo, la narrativa es uno de los aspectos más cuidados, por mucho superando producciones AAA contemporáneas. Por el otro lado, el guión, en concreto, no logra ser convincente al final: deja cortas las actuaciones de voz de Robert Carlyle, como Drácula, y Patrick Stweart, como Zobek, que juntos pudieron haber construido una gran dinámica, en cuanto al desarrollo de los personajes.

En las primeras impresiones, mencionaba que la versión de PlayStation 3 tenía todavía muchas texturas y modelos por terminar y bastante crudos: figuras pixeleadas, animaciones toscas y modelos (sobre todo de los escenarios) que parecieran inacabados; sin embargo, habían mostrado una versión (al parecer de PC) que se veía mucho mejor… ¡qué sorpresa fue descubrir que la versión final para consolas se ve casi igual! Aunque el juego anuncia en su caja que corre a 1080p, poco estará lejos de la verdad; incluso parece que fuese estirado hacia y no desde 720. Además hay secuencias cinemáticas que no se ven del todo bien definidas.

El sistema de la cámara dinámica está diseñado para dirigir la vista del jugador hacia el mundo que tiene alrededor, aliviando un poco la sensación de túnel que, inevitablemente, sufre el juego. Sin embargo, esto también se utiliza para disfrazar algunos problemas en el modelado: la cámara de repente gira vertiginosamente, produciendo un desenfoque de movimiento, que a veces permanece sobre objetos distantes, para luego dar paso al sujeto enfocado. Esto es un recurso que hemos visto desde el comienzo de los juegos en 3D y no es aceptable que en un juego con este tipo de producciones tenga que echar mano del desenfoque para disimular la falta de detalles en algunos escenarios.

A pesar de todo, el sistema de combate denota un mayor trabajo y refinamiento.

El diseño de producción es excelente: se nota un formidable trabajo creativo por parte del equipo, así como gran sobriedad en la expresión mediante los ambientes creados; desgraciadamente, la ejecución de los niveles deja mucho que desear. La apertura del mundo que se vislumbraba no va más allá de las primeras horas del juego. Al llegar a la mitad, parece que ya lo vimos casi todo: es casi imposible negar que nos movemos por un sofisticado túnel cuyos caminos alternos ya conocemos.

CEl mundo creado para Lords of Shadow 2 genera sentimientos encontrados: La acción de plataformas nos deja esperando una progresión en dificultad que nunca llega, al menos en el ritmo que dicta el sentido común y una curva de aprendizaje decente. Tal como sucede con el diseño de niveles en general, luego de unas pocas horas de juego, no hay mucho más que ver y que no hayamos aprendido de memoria. No podría quejarme del set de movimientos, cabe mencionar que el control es lo suficientemente responsivo, pero lo que el juego demanda del usuario no trasciende.

Aparte de la dirección de arte, el aspecto que más destaca en el juego es el sistema de combate, que denota un mayor trabajo y refinamiento. Los hack and slash tienen la ventaja de que, siguiendo las convenciones de sus mecánicas, pueden crear un sistema adictivo y entretenido, que además es sencillo de aprender. En cuando a los ataques, por ejemplo, podemos usar la Void Sword o Chaos Claws, armas que se alimentan de los enemigos que vamos derrotando; por otra parte, el Shadow Whip es una especie de látigo de sangre que podemos utilizar para casi todo, tal como un arma básica.

Algunos enemigos requerirán de la combinación de ciertas armas o algún patrón de ataque, lo que es un respiro de aire fresco pues las batallas pueden ser bastante precisas. Además, tendremos la opción usar ítems para hacer más interesante el juego, como las reliquias, o bien, desbloquear algunas habilidades de Drácula, como alentar el tiempo o convertirse en dragón.

Para esta reseña se usó la versión de Xbox 360, pero también se encuentra disponible para Windows y PlayStation 3×

No es que Castlevania: Lords of Shadow 2 sea un desperdicio de tiempo, ni un juego que no proporcione algunas horas de entretenimiento en lo que terminamos su historia. El problema es que eso es precisamente el juego: no va más allá ni nos genera deseo por regresar a la aventura en los zapatos de Drácula. Al acabarlo, no pensaremos en la rejugabilidad, sino en un producto del que no podemos evitar sufrir sus defectos vez tras vez, sobre todo a la luz del gran potencial que tuvo. Quizá fue falta de tiempo: todos estos problemas del juego se podrían resolver pues no están en la raíz del mismo. En cualquier caso, todos estamos advertidos: éste es un juego de contrastes que bien podría enamorar a muchos con lo que hace bien, pero alejar a muchos otros con sus defectos.