Feature – Gustavo Santaolalla y Starsailor: Otra perspectiva de la música de videojuegos

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Los juegos de video son parte crucial de nuestra cultura. Seas jugador o no, sus componentes artísticos de un modo u otro tocan a diversos espectros de la sociedad. El mundo identifica los diseños de personajes de Pokémon y bastan 4 o 5 notas para que reconozcan el tema del nivel 1-1 de Super Mario Bros.. Esto es aún más grande en las producciones actuales, que mueven millones de dólares en ventas e involucran un trabajo de arte multidisciplinario mucho más elaborado.

La música de los videojuegos ha dejado de estar en manos de artistas dedicados entera y exclusivamente a este nicho. Compositores de fama internacional, especialmente dedicados al cine, comienzan a trabajar en proyectos para los grandes estudios. Y desde hace dos décadas, hay que admitirlo, la música de licencia es parte crucial para diversas producciones. Hay momentos en que temas populares se hacen parte de nuestras vidas gracias a su aparición en un videojuego.

Sumemos a lo anterior que, a diferencia de hace muchos años, el tener en el escenario a los grandes artistas detrás de las melodías en un videojuego dejó de ser un sueño. Al menos en México. Cierto, no son siempre los hits que los promotores esperan. Pero VConcert nos trajo a Michiru Yamane, Akira Yamaoka es un huésped frecuente y Nobuo Uematsu ya ha presentado su obra tanto en piano como en orquesta. Ni qué decir de los conciertos de Zelda, que empezaron como el sueño de dos fans y un hombre rico para terminar en una industria por sí misma.

Sin embargo, quisiera platicar de dos experiencias un tanto distintas. Artistas cuya fama inicial estaba alejada del gaming. Sin embargo, los juegos de video se convirtieron en una ventana más hacia su trabajo. Los presentó ante un público distinto que se volvió leal y que, de paso, acudió a sus recientes actuaciones en vivo en la Ciudad de México.

Es cierto, reducirlos a actos de videojuegos es muy injusto. Pero también negar que, cuando la oportunidad se ha presentado, han hecho notable trabajo para esta industria que tanto queremos.

El Último de Nosotros

Quizá Gustavo Santaolalla sea el último hippie del rock argentino. Un músico con plena conciencia de la necesidad de rescatar las melodías tradicionales y un pionero en la fusión de las mismas con el rock de su época. Un artista ecléctico y experimental por naturaleza. Esto se puede notar, de manera evidente, en los resultados de su trabajo.

GustavoSantaolalla_musica

Gustavo Santaolalla presentó este 25 de septiembre en el Teatro Esperanza Iris de la Ciudad de México el tour, Desandando el Camino. Fue un particular recorrido a lo largo de su carrera musical, una que ronda el medio siglo de trayectoria, ni más ni menos.

Antes de las bandas sonoras, antes de producir hits para Bersuit, Café Tacuba y Molotov, estaba una banda de nombre Arco Iris. Gustavo, en aquel entonces, era muy joven, pero ya tenía pleno conocimiento de lo que quería. Letras etéreas, el rescate de la música popularidad, paisajes líricos y sonoros. Todos aquellos elementos que, en su futuro, terminarían por convertirse en fundamentos de su trabajo artístico.

¿Quieres conocer un poco de esa faceta? Te recomendamos Canción de cuna para un niño astronauta, así como Mañana campestre. Eso te dejará comprender un poco más el espíritu detrás de un tema memorable como De Ushuaia a la Quiaca. Un recorrido sonoro de punta a punta por Argentina que, poco después, Walter Salles utilizaría para dar vida al camino de Ernesto Guevara en Diarios de motocicleta.

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Nuevos públicos. Un orgullo por su trabajo. Eso es lo que le brinda a un compositor como Gustavo Santaolalla el trabajar en los videojuegos. Está consciente de que es un mirilla para que una audiencia distinta conozca su labor. No la hace menos, como muchos puristas llegan a hacerlo. De hecho, lo presume.

“Un día me escribió un chiquito, de unos 10 años, que me vio por televisión” – comentó el maestro Santaolalla antes de interpretar el tema principal de The Last of Us – “ ‘No sabía que cantabas’, me dijo. Para él era el compositor de la música del videojuego nada más”.

Escuchar The Last of Us en vivo es un sensación particular. Más cuando es justo un punto a mitad de un recorrido como el de aquel concierto. Comprendes que, más allá del relato de supervivencia, hay una raíces culturales y personales a las que dicho tema responde. Es como un artista interpreta, considerando como base el legado de la música regional, la necesidad de mantenerse con vida en un mundo hostil.

No son todos los músicos que interpretan el tema, pero sí unos muy buenos. Ello brinda de frescura a dicha actuación. Los clickers no están aquí, pero sí su mensaje: cuando queda el último de nosotros, hay cosas que vale la pena salvar.

Te dirán a dónde ir, pero no lo sabrán

¿Cómo puede una coincidencia cambiar el destino de una banda de rock?

David Bowie, sin sorprender a nadie, iba a cerrar Metal Gear Solid 3: Snake Eater. Sin embargo, algo no terminaba de cuadrar. Hideo Kojima, por recomendación de alguien en su estudio, buscaba algo de la banda americana Stellastarr para la canción de los créditos.

Su búsqueda lo llevó, sin embargo, a Starsailor. Por esta peculiar coincidencia, el juego termina con una canción que se convertiría en algo emblemático como Way to Fall. La banda y, vamos, la serie no sería la misma.

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Starsailor es una banda británica fundada en Wigan, Inglaterra. Pertenecen a la misma generación de rock inglés que vio nacer a estelares como Muse o Coldplay, aunque su sonido y lírica son mucho más emotivos, al tiempo que responden más al intimismo. Si bien se ganaron un seguimiento de culto, no alcanzaron la exposición de otras bandas con las que compartieron espacio y tiempo.

“Es muy difícil para una banda recibir la visibilidad que se merece y que necesita” – contaría el vocalista de la agrupación, James Walsh, en una entrevista previa al concierto en México para Filter – “Creo que particularmente en el Reino Unido las disqueras y los medios le dan a las bandas la oportunidad y el apoyo con un par de discos y después pasan su atención al siguiente artista”.

Después de 17 años, Starsailor se presentaría en México. Previo a su concierto en El Plaza, hubo una ligera discusión: ¿Metal Gear Solid 3 te trajo a la banda? ¿La descubriste por alguna otra razón? Es un tema, quizá, generacional. Pero de que los ingleses traían calidad, eso era innegable.

No es una banda que salga mucho de esferas particulares. No tienen, quizá nunca tuvieron, la exposición mediática en nuestro lado del mundo para saberte una o dos canciones. Si los conociste por esa serendipia de Kojima, quizá debiste escuchar más de ellos para invertir en un boleto y lanzarte a verlos en vivo.

¿Por qué decimos esto? Porque se sintió en la audiencia. Ya fuera Silence is Easy,  Alcoholic, Poor Misguided Fool o Tie Up My Hands, la mayoría estaba cantando. Eran viejos amigos que, simplemente, no habían venido a vernos antes. ¿La razón? Hasta Walsh se preguntaba por qué no lo habían hecho.

“Esta es una canción muy, muy conocida” – le contó James al público llegado el momento – “Sé que conocen la letra. Ayúdennos a cantarla a todo pulmón”. Y entonces llegó el primer verso, para después unir a todos. Porque no importa dónde hubieses conocido a Starsailor, es una obra memorable : “Son, you’ve got a way to fall”.

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Espectros sonoros

Es verdad, ambos artistas representan mucho más que su participación en bandas sonoras de videojuegos. Santaolalla tiene en sus manos dos premios Oscar como compositor de soundtracks, mientras Starsailor es fundamental para comprender el rock británico que vino después.

Sin embargo, ni siquiera ellos niegan que los espacios que han obtenido en esta industria les han abierto puertas y les han brindado la oportunidad de presentarse ante nuevos públicos. Santaolalla va por el continente presumiendo lo logrado con The Last of Us. Y, cuando Starsailor lanzó All This Life el año pasado (su primer disco en mucho tiempo), Kojima fue uno de los primeros en felicitarlos.

El gaming es parte de nuestra cultura. No sólo nos deja conocer historias increíbles. Además, nos abre a los ojos ante expresiones artísticas que, de otra manera, no tendríamos a nuestro alcance. Sea un ilustrador, un compositor o una banda de rock. Es imposible entender el arte de nuestro tiempo como un hecho aislado a lo que pasa en el mundo digital.

Y, recientemente, tuvimos en casa un par de muestras.

Ernesto (Neto) Olicón
Colaborador en Atomix.vg. Amante de la pelea videojueguil, en cualquiera de sus presentaciones. Aventurero en mundos mágicos y contador de historias. Periodista de tiempo completo.