TRENDING
PC, PS5, XBOX SERIES X, XBOX SERIES S
PS5
Omega Force
Electronic Arts
17/02/2023
La industria de los videojuegos es basta. Cada día vemos nacer una idea completamente nueva, o al menos una variación de una muy popular. Es así que la competencia se vuelve una clave importante en el desarrollo de conceptos nunca antes vistos. Todos amados Castlevania: Symphony of the Night, pero el trabajo el Koji Igarashi tal vez nunca hubiera existido sin Super Metroid y, a su vez, Metroid Dread es una clara evolución de lo que el género ha hecho en las últimas décadas. Sin embargo, hay casos en donde cierto mercado está dominado por una o dos propiedades. Aunque esto puede tener sus puntos positivos, ya que esto incita a que algunos desarrolladores tomen riesgos con sus propuestas, y las comunidades son mucho más fuertes, también existe el peligro de estancarse sin que muchos se den cuenta. Si bien no hemos llegado a este extremo cuando hablamos de Monster Hunter, está claro que a Capcom le falta un digno rival en este tipo de experiencias.
Monster Hunter es lo que es hoy en día gracias a años de experimentación y error. La franquicia no se volvió una de las más exitosas de Capcom sino hasta que llegó World. Previo a este título, la serie apenas y alcanzaba el millón de unidades por juego. Esto no solo representó un reto para la compañía japonesa, y un deseo de mejorar su propuesta, sino que también era un obstáculo para que algunos desarrolladores decidieran crear un digno competidor. Sin embargo, hoy en día estamos hablando de que Rise, la más reciente entrega, ha superado las 15 millones de unidades vendidas. De esta forma, más y más compañías están dispuestas a ponerse cara a cara con esta franquicia y, en el caso de Omega Force, su más reciente propuesta bien podría ser la que por fin le dé una pelea a Monster Hunter.
Anunciado en septiembre de 2022, Wild Hearts es la propuesta más reciente de Omega Force, los responsables de los juegos de Warriors o Musou, el cual ha sido publicado por EA Originals, el mismo logo que nos entregó It Takes Two, el ganador al GOTY en The Game Awards 2021. Es así que estos dos titanes se han unido para traernos una experiencia que, al principio, se siente como un Monster Hunter más, pero eventualmente demuestra su personalidad. ¿Es Wild Hearts el gran competidor a la serie de Capcom que hemos estado esperando? ¿Acaso estamos frente al inicio de un nuevo pilar para el estudio japonés? Descubre las respuestas a estas y más interrogantes en nuestra Atomix Review.
Omega Force y Capcom están conscientes de que no necesitamos una gran excusa para cazar monstruos del tamaño de edificios. Ambas compañías han llegado a la conclusión de que lo único que requiere el jugador es una premisa lo suficientemente sólida para enfrentarnos a Kaijus de todo tipo. Es así que Wild Hearts no decide siquiera ofrecer algo remotamente nuevo cuando hablamos de su historia y estructura narrativa. En su lugar, nos presenta algo que ya hemos visto en los últimos años, y se encarga de ofrecerlo de la mejor forma posible, con un par de personajes y momentos que le dan un toque único a algo que probablemente muchos no le presten atención.
En Wild Hearts tomamos el control de un cazador japonés, quien ha llegado del este a una pequeña villa, conocida como Minato. Aunque al principio no hay un objetivo claro, rápidamente nuestro personaje se da cuenta de que es el único que puede defender a esta población del peligro que representan los Kemono, enormes criaturas que poseen ciertos poderes elementales. Afortunadamente, el protagonista cuenta con una habilidad que no muchos poseen, los Karakuri, una técnica ancestral que permite la creación de varias estructuras, y la herramienta predilecta para repeler cualquier peligro que los gigantes enemigos representan.
Wild Hearts no se rompe la cabeza con su premisa y desarrollo de la historia. Si jugaste Monster Hunter Rise, entonces tendrás frente a ti una aventura que en varios momentos se llega a sentir como un déjà vu. Afortunadamente, hay una serie de elementos que logran darle su propio toque a este viaje, y el más importante son los personajes que nos apoyan en la aventura. Aunque aquí se nos presentan arquetipos que ya hemos visto en el pasado, como la joven gobernante que tiene que demostrar su valor ante los ancianos del pueblo, y el antiguo samurái que busca venganza, cada uno está bien construido y, si te tomas el tiempo de interactuar con ellos, podrás ver un buen manejo de los tropos de este tipo de historias.
El caso que mejor representa esto es Ujishige, el viejo samurái al que un Kemono le arrebató todo lo que alguna vez tuvo en su vida. A lo largo de una serie de misiones principales y secundarias podemos ver como este personaje se enfrenta a una gran cantidad de dolor por fallarle a todos los que alguna vez protegió. Como en muchos casos, la clave está en las pequeñas conversaciones y en los momentos en los que el jugador pasa en compañía de este compañero. Aunque nunca nos ayuda en combate, hay un sentimiento de clausura una vez que lo ayudamos a cerrar un capítulo en su vida, y lo mejor es que esto no termina aquí, ya que logra encontrar una nueva motivación para seguir avanzando en este mundo.
Wild Hearts no se rompe la cabeza al momento de contarnos su historia. Como una excusa para simplemente ponernos grandes monstruos para disecar, hace un buen trabajo en motivar al jugador y hacer que lo dé todo cuando uno de los imponentes Kemono que representan el final de un capítulo se pone frente a nosotros. Sin embargo, no esperen encontrar algo que sea capaz de reinventar el género, o trate de presentar nuevas ideas. Hace bien su trabajo, y eso es todo lo que se propone hacer.
Omega Force es un estudio reconocido por sus juegos de Dynasty Warriors. Es así que cuando se dieron a la tarea de crear un universo para Wild Hearts, no se alejaron mucho de lo que conocen. En lugar de enfocarse en la cultura de China, en esta ocasión le prestaron atención a la de Japón. El estudio tienen para nosotros un extenso mundo que combina elementos tradicionales de esta cultura, como una serie de locaciones en donde la naturaleza está tomando el control de lo que alguna vez fue el reino de los humanos. El shintoismo es uno de los temas principales de este juego, y esto se puede apreciar especialmente en el diseño de los Kemono y las locaciones que visitamos.
Cada una de estas criaturas enormes es una mezcla entre lo animal y algún elemento de la naturaleza. Por ejemplo, Lavaback es un simio con piel que se asemeja a las rocas que encontramos cerca de un volcán, algo que tiene sentido al ver que es capaz de escupir magma y lanzarle fuego al cazador. Por otro lado, Ragetail es una gigantesca rata a la que le han crecido flores y hongos en diferentes partes de su cuerpo, dejando en claro el tiempo de lugares en los que vive. Otro caso notorio es el de Kingtusk, un jabalí del tamaño de un edificio que se asemeja a un espíritu del bosque, similar a lo que encontramos en Princesa Mononoke.
La lista de criaturas, tanto grandes como chicas, en Wild Hearts es algo impresionante, no por la cantidad, sino por el diseño de todas los seres que habitan en este mundo. Si bien los Kemono representan un peligro, los pequeños animales que encontramos son todo lo contrario. Para aquellos que sienten algún tipo de remordimiento al cazar a estos seres, el juego nos da la opción de acariciarlos y obtener otro tipo de recursos. Lo mejor de todo, es que el diseño y la naturaleza pacífica que tienen, sí incita a ser amable con ellos.
Sin embargo, al ser esta la primera entrega, en lo que espero sea una serie en un futuro, la cantidad de Kemono no es tan grande, y eventualmente el juego recurre a presentarnos criaturas que ya conocemos, pero con un cambio elemental. Kingtusk, por ejemplo, deja la selva por la tundra, y se convierte en Icetusk, lo cual es algo decepcionante. Afortunadamente, la lista, en general, vale mucho la pena, y hay casos que me sorprende no hayan ya formado parte de Monster Hunter, como Earthbreaker, una combinación entre oso y, literalmente, una montaña.
Junto a los Kemono, las diferentes locaciones también valen mucho la pena. Si bien Minato, la ciudad principal, es algo que ya hemos visto en el pasado, es decir, un pueblo japonés con diseños del periodo edo, el resto de las zonas que visitamos merecen un poco más de atención. Cada región es extensa, y con un estilo que no solo incita a la exploración horizontal, sino también vertical. Fuyufusagi Fort fue mi ubicación favorita, ya que no solo nos da acceso a una área friolenta, sino que el poder destructivo de los kaijus es algo que se puede ver claramente. Este fuerte ha sido reducido a simples edificios destruidos, rodeados de hielo que los mantiene estables, pero sin vida. Claro, el resto de los territorios en Wild Hearts también valen mucho la pena, y cada uno nos muestra lo hermoso y peligroso que es este mundo, pero en realidad no rompen terreno nuevo, y no hay algo malo con eso.
Al final del día, Wild Hearts no decide presentar algo completamente nuevo, pero lo que nos ofrece está lleno de calidad. Los diferentes Kemonos son impresionantes, y nunca deja de sorprender cuando una bestia del tamaño de un edificio se pone frente a nosotros. Las locaciones, aunque sencillas, cumplen bien su trabajo al momento de contar una historia sin palabras, y la exploración vertical es algo que favorece mucho a la exploración y la búsqueda de recursos.
El apartado visual es solo un elemento al momento de crear a un convincente kaiju. También se tiene que transmitir el terror que nos da ver estas criaturas por medio del audio. Afortunadamente, Wild Hearts es capaz de cumplir con este apartado de una forma efectiva. A lo largo de todo el juego, cada vez que se escucha a la distancia a uno de estos monstruos, sabes que algo enorme está en camino, y es momento de enfrentarlo o moverse del camino.
Sin embargo, lo que más me llamó la atención de este título, fueron los momentos de silencio. Si bien una vez que comenzamos el combate contra un Kemono la música se acelera y no deja el pedal hasta que el monstruo abandona el combate, ya sea por su cuenta o sin vida, el resto de la aventura es más silenciosa, lo cual permite apreciar a la naturaleza que encontramos en este mundo, e incluso nos ayuda a identificar algunos coleccionables. Es así que si no estás peleando, tu mayor acompañante será el ruido que hacen tus pisadas.
Claro, el juego también tiene actuaciones de voz en distintos idiomas. Si bien el japonés es la opción predilecta, y la que ofrece una experiencia más auténtica, en inglés encontramos un trabajo respetuoso que en los mejores momentos se llega a sentir como lo que escuchamos en Ghost of Tsushima, pero también es cierto que existen ocasiones en donde los actores de voz parece que están leyendo directamente del guion, lo cual puede arruinar la inmersión en un par de ocasiones.
La mayor victoria de Omega Force con Wild Hearts es que, si bien tiene un ciclo de gameplay es similar al que encontramos en Monster Hunter, introduce una serie de elementos que lo elevan más allá de un simple clon de la serie de Capcom, y lo posiciona como un serio competidor en este subgénero. Tanto sus ideas originales, como el uso de conceptos básicos, están tan bien implementadas que es muy difícil dejar el control una vez que logras conectar con todas las propuestas que esta entrega tiene para nosotros, aunque las primeras horas pueden dar una idea errónea de lo que el estudio japonés nos presenta en esta ocasión.
En este sentido, Wild Hearts no decide reinventar los conceptos introducidos por Monster Hunter, y en su lugar se encarga de usarlos de la mejor forma posible. Al final del día, el ciclo de juego es exactamente el que uno puede esperar. Es decir, eliges un Kemono para cazar, lo enfrentas, y una vez que el combate termina, utilizar sus recursos para crear nuevas armaduras y armas que no solo te proporcionen más defensa y ataque, sino que te otorgan algún tipo de resistencia elemental o beneficio pasivo. Eso es básicamente lo que harás durante, bueno, básicamente hasta que ya no puedas más. Si bien el juego tiene una historia con un claro objetivo, la diversión siempre está en el end-game, en donde el juego nos presenta retos bastante complicados a los que no puedes enfrentarte directamente, y tienes que planear adecuadamente antes de comenzar una caza de alto nivel.
Queda claro que Wild Hearts es un juego tan denso como lo es Monster Hunter, así que si esperas que esta entrega logre convencerte cuando el trabajo de Capcom no lo hizo, entonces perderás tu tiempo. Aunque esto puede sonar como algo que ya hemos visto, y en parte lo es, la clave aquí está en los elementos únicos que nos ofrece Omega Force. En este sentido, los Karakuri son la mecánica que hace especial a este juego.
El Karakuri es una habilidad especial que tiene nuestro cazador, con el cual es capaz de crear objetos de todo tipo. Estos elementos se usan en dos apartados esenciales. El primero de estos es la exploración de las diferentes regiones. Debido a que los mapas son enormes, en donde encontramos puentes destruidos, zonas bloqueadas por un muro, o montañas que parecen imposibles de escalar, algunas de las estructuras que podemos crear están enfocadas en hacer que tel viaje a lo largo de todas las regiones sea mucho más sencillo.
Los Dragon Karakuri, como se les conoce a este tipo de estructuras, van desde campamentos que te permiten pasar el tiempo, tirolesas para bajar o subir rápidamente una montaña, o carruajes para avanzar a una mayor velocidades, hasta torres que revelan la ubicación de todos los Kemono en una zona, o la posibilidad de crear una pequeña estación para que un herrero de Minato te dé la mano inmediatamente. Lo mejor de todo, es que todas lo que puedes construir en un mapa, se conserva, sin importar si algo fue creado por tu cuenta, o un amigo lo hizo en una sesión en línea. De esta forma, los subsecuentes viajes por una misma locación se vuelven más sencillos.
Por otro lado, los Karakuri también se pueden usar para el combate. A diferencia de las estructuras creadas para la exploración, estas variaciones están enfocadas en proporcionar alguna ayuda ante un Kemono, crear herramientas efectivas para repeler ataques devastadores, o incluso causarle daño a tu oponente. Aunque al principio estas herramientas pueden ser muy sencillas, e incluso innecesarias en algunos sentidos, todo esto se debe a la forma en la que el juego nos presenta esta mecánica, y eventualmente va evolucionando.
Al principio, por ejemplo, Wild Hearts nos da la oportunidad de crear una caja Karakuri, un objeto que, en primera instancia, solamente nos ayuda a escalar muros o realizar un ataque aéreo. En este sentido, esta mecánica incluso puede afectar el ritmo de una batalla, ya que tienes que dejar de atacar para subirte a esta estructura, y corres el riesgo de sufrir algún daño en el proceso. Sin embargo, eventualmente se introduce la fusión de Karakuri. Es así que, por ejemplo, puedes construir múltiples cajas seguidas, para formar un enorme muro, el cual es capaz de detener estampidas, dejando a los Kemonos expuestos a los ataques.
Si bien el ritmo en el que esta mecánica se va desenvolviendo puede afectar la experiencia durante las primeras horas, eventualmente se convierte en una parte fundamental para el juego. Una vez que la habilidad de combinar Karakuri está a la disposición del jugador, los combates se vuelven más dinámicos, en donde no solo tienes que preocuparte por esquivar y atacar, sino que puedes emplear esta mecánica efectivamente para causar la mayor cantidad de daño con una explosión o un mazo gigante, por ejemplo, o evadir los devastadores golpes de los Kemono al crear un muro o un arpón para todos los enemigos voladores.
Sin embargo, es importante mencionar que todo lo que construyes requiere de material. Los Dragon Karakuri necesitan elementos que vas recolectando a lo largo de un mapa, mientras que los Karakuri de ataque necesitan de un material especial que puedes encontrar en lugares específicos, por lo que no puedes abusar de este elemento. Junto a esto, también encontramos un apartado en línea, en donde hasta tres personas pueden unirse a una cacería y, en este caso, hacer uso de múltiples estructuras bien posicionadas para causar el mayor daño posible.
Junto a los Karakuri, Wild Hearts nos presenta con una buena variedad de armas, cada una con sus propias ventajas y desventajas y, al final del día, será tu estilo de juego el que defina su herramienta predilecta para derrotar a los Kemono. Lo interesante, es que cada una funciona de diferentes maneras dependiendo de la combinación de botones. Si bien no vemos algo tan complejo, ya que solo hay un golpe ligero, fuerte y especial, todos los utensilios reaccionan de diferente forma a la combinación que hagas. Por ejemplo, el mazo extiende su alcance al mezclar golpes ligeros y especiales de manera intercalada. Todo esto da como resultado un sistema lo suficientemente complejo para que sea imposible decidirse por una sola opción.
Este es un sistema que no solo le da un toque único a la experiencia, sino que es capaz de diferencia a Wild Hearts lo suficiente de Monster Hunter para no ver al trabajo de Omega Force como un clon de la obra de Capcom, sino como un competidor con una serie de ideas lo suficientemente interesantes para ameritar que incluso aquellos que no han soltado Rise, le den una oportunidad a esta entrega y, estoy seguro, no se van a arrepentir.
A primera instancia, sí, Wild Hearts luce como solo una copia más de Monster Hunter. Sin embargo, al prestarle atención a su mundo, estructura y sistemas, uno se puede dar cuenta que el trabajo de Omega Force no solo toma los conceptos que ya conocemos con el objetivo de presentar algo que ya hemos visto en el pasado, sino que tiene ideas originales lo suficientemente fuertes como para dar pie a una franquicia que le dé una buena pelea a Capcom en este territorio.
Su historia, pese a lo sencilla que es, logra ser efectiva al momento de presentarnos un mundo listo para ser explorado de punta a punta. Junto a esto, se nos presentan un par de personajes que valen la pena destacar, y son capaces de darle un toque interesante a la aventura. El apartado visual, sin lugar a dudas, es uno de sus puntos más fuertes, aunque la cámara puede estropear algunos combates. Al usar el elemento shintoísta de una forma tan fuerte, los Kemono y las locaciones que visitamos no solo logran ser atractivas a primera instancia, sino que son capaces de presentar un tema lo suficiente fuerte para darle un toque único a la experiencia.
Sin embargo, es su gameplay lo que hace especial a Wild Hearts. La cacería es sumamente adictiva, al grado de que horas se convierten en minutos y, sin darte cuenta, el día habrá acabado mientras buscas completar un set de armadura y mejorar tu arma. Junto a esto, los Karakuri son una fantástica forma de explorar al mundo y, una vez que el juego lo permite, su uso en los combates es esencial, dándole una identidad única a esta experiencia y, sin duda alguna, es su punto más fuerte.
Si bien puede ser difícil dejar de lado a Monster Hunter Rise, especialmente si apenas los estás jugando en consolas de PlayStation y Xbox, Wild Hearts sigue siendo una opción muy interesante que todos aquellos que seguramente ya le invirtieron cientos de horas a la obra de Capcom, podrán apreciar de principio a fin, y sentirse como en casa.