TRENDING
PS4, XBOX ONE, PC, PS5, XBOX SERIES X, XBOX SERIES S
XBOX SERIES S
Ubisoft Montreal
Ubisoft
13/05/2021
Ver los créditos de un videojuego no siempre significa el final de una aventura. Cada vez es más común ver algún tipo de contenido adicional que extiende nuestra estancia en algún mundo virtual. El pase de temporada y DLC son dos conceptos que siempre escuchamos cuando un título está a punto de salir al mercado. Aunque algunas experiencias nos ofrezca horas y horas de retos e historias entrañables, siempre hay espacio para expandir ciertos conceptos, presentarnos a nuevos protagonistas, o simplemente disfrutar más de lo mismo. Sin embargo, siempre hay una expectativa por parte del público relacionada con la calidad y cantidad de los extras, así como el precio requerido para acceder a estos agregados. En más de una ocasión, ofrecer un balance entre estas ideas no es algo sencillo.
Uno de los primeros juegos que llegó a nuestras manos a la par de nueva generación fue Assassin’s Creed: Valhalla. Ubisoft se atrevió a cubrir el espacio que varios desarrolladores dejaron vacíos, y la más reciente entrega de los asesinos más famosos del mundo fue la experiencia que se encargó de demostrar el potencial del PlayStation 5 y Xbox Series X|S. ¿Cuál fue el veredicto final? La compañía francesa lo hizo muy bien. Aunque el gameplay no fue la gran innovación de la serie, el estilo visual y la historia protagonizada por vikingos lograron cautivar al público. Inglaterra y el territorio escandinavo fueron perfectos para muchos. Sin embargo, había una zona que extrañamente estaba ausente de la historia principal. Nos referimos a Irlanda. Afortunadamente, esto ha sido corregido.
Cinco meses después de su lanzamiento, Ubisoft nos da la oportunidad de regresar al mundo de Assassin’s Creed: Valhalla gracias al contenido de Wrath of the Druids, la primera gran expansión para la historia y gameplay del juego que llegó a nuestras manos en noviembre de 2020. Esta aventura nos promete explorar nuevos conceptos y darnos una interesante mirada a los eventos que llevaron a la formación de la Irlanda que conocemos hoy en día. ¿Es acaso Wrath of the Druids un digno DLC que hará que el público regrese a pelear junto a Eivor? ¿Este contenido adicional es más de lo mismo?, o ¿nos ofrece las suficientes novedades para ameritar un recorrido por estas tierras? Descubre las respuestas a estas y más interrogantes en nuestra Atomix Review.
Para aquellos que no saben de qué va Assassin’s Creed: Valhalla, les recomiendo leer nuestra reseña del juego base, la cual les ofrece un buen recorrido por la historia, presentación visual y sonora, así como el gameplay del fantástico título de Ubisoft, la cual pueden checar aquí. Dicho esto, es importante mencionar que no es necesario terminar la historia principal para acceder o entender Wrath of the Druids. Puedes disfrutar de este DLC después de establecerte en Inglaterra y, salvo un par de guiños y referencias, la gran aventura de Eivor y Sigurd no tiene un gran peso en lo que sucede en Irlanda.
Todo comienza cuando Eivor recibe una carta de Barid, primo de nuestra vikinga favorita, quien la invita a su reino de Dublín, la actual capital de Irlanda. Después de un viaje que nos llevará a una isla al oeste de Inglaterra, llegamos a un puerto el cual se encuentra en un periodo de transición, en donde los vikingos están adaptándose más y más a las costumbres de la región, al grado de dejar de lado a Odín y rezar en iglesias cristianas. Después de un interesante reencuentro con nuestro familiar, nos embarcamos en una larga aventura para asegurar el trono del gran rey de Irlanda, Flann Sinna, y en el camino proteger el legado de Barid.
Como no todo es tan fácil como suena, un culto antiguo de Irlanda, conocidos como Los Hijos de Danu, se interpondrá en el camino. Será nuestra tarea desmantelar a esta organización y procurar un brillante futuro para las próximas generaciones. Sin embargo, la historia ha demostrado que esto no es tan fácil como parece, y una vez que el conflicto externo sea resuelto, Eivor, y por extensión nosotros, tendremos que tomar una serie de complicadas decisiones para definir el legado de toda una cultura.
Wrath of the Druids, más que ofrecer una historia que trate de competir con la narrativa del juego principal, se encarga de proporcionarnos un interesante viaje por la formación de Irlanda. Desde los puertos de Dublín, pasando por los extensos campos verdes con varias rutas comerciales, hasta los conflictos sociales, políticos y religiosos que rodean a esta época bélica. Aunque si bien la trama podría llegar a ser tan importante como cualquier otra narrativa que se desarrolla en el título base, aquí tenemos una serie de conceptos bastante interesantes y únicos.
La identidad de las diferentes culturas, la mezcla de costumbres y el racismo son conceptos que están presentes en la historia principal, pero son reducidas a un par de misiones secundarias que probablemente muchos evadieron, o no tuvieron el peso suficiente para ser memorables. De esta forma, Wrath of the Druids decidió tomar estos temas y ponerlos al frente de la narrativa. Desde el primer momento en que Eivor desembarca en Irlanda, podemos ver cómo los vikingos han comenzado a cambiar sus prácticas para formar parte de esta sociedad que apenas se está formando. El conflicto entre Barid y su hijo representa esto muy bien. Mientras que el padre está dispuesto a abandonar a sus Dioses para asegurar una corona para sus descendientes, el heredero en turno no quiere darle la espalda a los hábitos que tanto caracterizan a su pueblo.
Por otro lado, tenemos a los Druidas, un pueblo fraccionado entre las costumbres paganas que tanto los han caracterizado, y las prácticas cristianas que han cobrado fuerza en Irlanda. Además de sufrir problemas similares a los vikingos en este apartado, esta sociedad se ve afectada por cierto grado de racismo. Debido a que Los Hijos de Danu forman parte de esta cultura, los pobladores y reyes de Irlanda desprecian a cualquier pagano que no decida someterse a la iglesia de la cruz. Esto da pie a la serie de conflictos que causan la mayor cantidad de inconvenientes a nuestros protagonistas. De igual forma, es esta radicalización de las culturas lo que origina varios momentos importantes al final de la aventura de Eivor en este país.
Aunque los temas son bastante interesantes, la estructura de la historia no les da el espacio suficiente para tomar la fuerza necesaria, al menos no durante las primeras horas. Si bien el viaje de Flann Sinna para ser el gran rey de Irlanda es bastante entretenido, también es muy largo. En 10 horas apenas y podrás vivir la batalla que asegura la corona de este personaje histórico. Esto no tenía que ser así. La narrativa bien pudo haber sido reducida a la mitad, eliminando algunas misiones en donde Eivor solo funciona como un mensajero, para hacer que la segunda mitad de Wrath of the Druids, la cual le da un mayor enfoque a los Druidas y a personajes como Ciara, tuviera un mayor peso.
Al final del día, Wrath of the Druids nos ofrece una aventura bastante entretenida, algo larga y tediosa en algunas partes, pero digna de ameritar el regreso a Assassin’s Creed: Valhalla. Los conceptos que ofrece este DLC son muy interesantes y nos dan una mirada adicional que el juego principal carecía. Los nuevos personajes llegan a ser tan carismáticos como Sigurd y su banda de vikingos asesinos, con Barid llevándose el título de Mejor Familiar de Eivor. Espero que para futuros DLC, Ubisoft logre encontrar un buen balance entre los grandes conflictos de las realezas y los problemas sociales que marcan tanto, o más, el futuro de un pueblo.
Mientras que en la aventura principal de Valhalla podemos recorrer varias regiones de Escandinavia y el este de Inglaterra, Wrath of the Druids decide llevarnos a Irlanda, para ser más específico, al centro y norte de este país. Aunque en primera instancia no hay una gran diferencia con la otra gran isla del Reino Unido, rápidamente te podrás dar cuenta de todos las ubicaciones únicas que se presentan en este territorio nuevo para Eivor.
Desde los barrancos que sirven como cimientos para los grandes castillos de la época, pasando por los pantanos que esconden a peligrosos Druidas en busca de algún vikingo desafortunado, hasta los pueblos comerciales que se sienten como un oasis en un largo mar verde. Junto a esto, mientras que en Inglaterra permea una vegetación que parece encontrarse en un punto medio entre verano y otoño, Irlanda nos presenta a una primavera que se extiende de manera casi infinita hacia el sur, este y oeste. Solo el norte se escapa de esta postal clásica. Aquí se dejan de lado las zonas esmeralda, y no topamos con algo que bien podría ser un preámbulo a las tierras originarias de Eivor, en donde la nieve y la lluvia crean una neblina bastante gruesa que podrá impedir nuestra vista en más de una ocasión.
Irlanda es un lugar hermoso y, al igual que Inglaterra y Escandinavia, el lugar perfecto para unas vacaciones virtuales, en donde podremos recorrer bulliciosas ciudades enfocadas en el comercio y en las celebraciones, cascadas que demuestran la verdadera belleza de la naturaleza, así como praderas para recorrer a caballo y perderse por horas en el camino.
Esto se puede disfrutar mucho mejor gracias a que en los últimos meses han llegado varios parches de optimización al juego. Aunque en mi aventura original no me topé con muchos problemas técnicos, sé que otros jugadores no tuvieron tanta suerte. En noviembre Assassin’s Creed: Valhalla estuvo lleno de glitches y bugs que arruinaron la experiencia para muchas personas. Afortunadamente, hoy esto es cosa del pasado. No solo el juego carece de algún problema de este tipo, sino que la estabilidad del frame rate y la resolución han mejorado. Aunque aún es posible encontrarse con la ocasional pared a la que le faltan texturas finalizadas, o de escenarios que se van cargando conforme uno se acerca a ellos, estos son inconvenientes menores, pero tampoco se descarta la posibilidad de volver a toparnos algo más grande.
El único aspecto que no ha sido mejorado en su totalidad, son los diseños de los personajes con los que interactuamos. Mientras que Eivor se ve mejor que nunca, en ocasiones pareciera que nuestros aliados en esta aventura están a un par de pasos de caerse en pedazos. No estoy hablando de problemas al nivel de Unity, pero sí de contratiempos que ya no deberían estar presentes. En más de una ocasión la barba de Barid o el cabello de Flann Sinna parecían que iban a cobrar vida y dejar sus cuerpos. Junto a esto, el rehúso de modelos para algunos NPC en esta región es más notable que en la aventura principal. En este mismo punto, los diseños de los enemigos principales, aquellos que forman parte de Los Hijos de Danu, son bastante genéricos, con la excepción de un par de comandantes y criaturas estilo hombres loco, y carecen de algún elemento que los haga resaltar en el mar de enemigos comunes, algo que no era un problema con La Orden de Templarios.
Si bien Wrath of the Druids nos ofrece un nuevo territorio que se siente lo suficientemente distintivo, y las actualizaciones del juego mejoran su desempeño visual y técnico, extrañamente, este DLC introduce un par de problemas que no estaban presentes en el paquete original. Sin embargo, esto no demerita el gran trabajo que se hizo en esta ocasión.
Otro de los aspectos que a primera instancia parece que no ha cambiado mucho, es el sonoro. Afortunadamente, gracias a la inclusión de Ciara, una barda pagana e interés romántico de Eivor, la identidad musical de Wrath of the Druids cobra vida de manera espectacular. Sin duda alguna, este era uno de los elementos que le faltaban a la aventura principal. Aunque es posible escuchar un par de canciones típicas de la época en Inglaterra, es en Irlanda en donde este aspecto logra resaltar.
El trabajo de la actriz de voz para Ciara es espectacular y su interpretación de este personaje va de la mano con las canciones acompañadas por la lira. Si bien el aspecto visual tal vez no puede capturar por completo la esencia de Irlanda, la música sí es capaz de cautivar al público, y eleva esta experiencia al siguiente nivel.
Lo único que puede ser considerado una decepción, son Magnus Bruun y Cecilie Stenspil. No me malinterpreten, los actores de Eivor siguen haciendo un trabajo fenomenal, el problema es que el guion no hace algo interesante con nuestro personaje principal, dando resultado una serie de escenas en donde la vikinga solamente se dedica a apoyar a cierto aliado o explicar alguna situación, eliminando las grandes emociones que vimos en la aventura original. Esto es una lástima, pero también una decisión algo entendible. Pasamos más de 50 horas acompañados de Eivor, y las casi 20 horas que dura Wrath of the Druids están enfocadas en los nuevos personajes.
Además de Ciara, quien hace un trabajo impresionante, el actor a cargo de Barid logra capturar la esencia de un vikingo más calmado enfocado en establecer la paz, en lugar de crear destrucción y dominar a todo el mundo, lo cual es un interesante contraste con Sigurd y otros personajes de la historia principal. Sin embargo, Flann Sinna nunca deja de ser el estoico rey que trata de hacer todo lo necesario para conservar su corona, siendo un estereotipo más. Cada actor hace un gran trabajo para darle vida de sus personajes y ofrecerles la aproximación necesaria para conectar con el público.
En su mayoría, el gameplay de Wrath of the Druids no cambia radicalmente algún aspecto del juego principal. El combate, progresión y exploración son exactamente los mismos. Eivor sigue siendo la misma vikinga. El enfoque del juego sigue siendo la acción, dejando a las secciones de sigilo restringidas a un par de zonas opcionales. Los objetivos podrán ser diferentes, pero la forma en que los cumples es la misma.
Sin embargo, hay un par de variaciones bastante interesantes que toman conceptos que vimos en el juego principal y nos ofrecen una versión única. El primero de estos son los asentamientos que necesitamos construir. Mientras que en Inglaterra podemos utilizar recursos para expandir y mejorar nuestra base, en Wrath of the Druids tenemos la oportunidad de construir centros de comercio a lo largo de Irlanda, los cuales nos proporcionan con varios ítems que pueden ser usados para conseguir equipo especial y mejorar la reputación de Dublín en el proceso.
Mientras que expandir nuestro asentamiento en Inglaterra es bastante aburrido y, salvo un par de excepciones, no hay muchos edificios que nos proporcionan mejoras sustanciales, lo cual provoca que para la hora 20 este aspecto sea olvidado casi en su totalidad, los centros comerciales de Irlanda proporcionan ítems con un mayor valor para el jugador. De igual forma, considerando la estructura de este país, estos asentamientos se sienten como un pequeño oasis que le ofrecen protección a Eivor. Su integración en la historia está más que justificada. Incluso la forma de desbloquear estos lugares es más interesante. No solo basta con eliminar a los enemigos que ocupan estos espacios y ya, tienes que buscar la escritura de esta tierra y solo así podrás construir un puesto.
El segundo elemento que sufre de un par de cambios en Wrath of the Druids, aunque las bases son las mismas, es la Orden de enemigos especiales que puedes cazar. Mientras que en la aventura principal tienes que encontrar información y localizar a miembros de los Templarios, lo cual se vincula con la narrativa a gran escala de la serie de Assassin’s Creed, en el DLC será necesario seguir la pista y ponerle fin a los Hijos de Danu, un objetivo que está ligado a los problemas que afectan a Irlanda. Este nuevo vínculo hace que te enfrentes a estos antagonistas de forma más constante, y no solo sean un objetivo secundario que rara vez tiene un peso en la vida de Eivor, como sucede en el 80% de tus aventuras en Inglaterra. Junto a esto, el hecho de que estos adversarios sean solo un par y no una gigantesca lista, hace que uno esté más dispuesto a cumplir con este apartado.
Junto a estos cambios, se introducen los Royal Pleas, mini misiones secundarios que los reyes de Irlanda nos proporcionaban. Conforme más favores se cumplen, tendremos acceso a un par mejoras a lo largo de la aventura. De igual forma, existen una serie de objetivos opcionales enfocados en el sigilo que, de cumplirse, te otorgarán algún ítem especial. Este apartado no tiene un gran peso y, salvo un par de excepciones, podrás pasar Wrath of the Druids sin prestarle atención a este nuevo agregado.
De esta forma, Wrath of the Druids más que innovar el gameplay visto en 2020, se encarga de ofrecernos un par de cambios que funcionan muy bien. Los puestos comerciales son bastante únicos, al grado de que no sería sorpresa ver este apartado en futuros juegos de la serie. Por otro lado, el hecho de que los Hijos de Danu estén ligados directamente al conflicto de los reyes de Irlanda, los hacen más entretenidos que la Orden de Templarios y sus ocasionales visitas en la historia principal.
Si ya eras fan de Assassin’s Creed: Valhalla, entonces Wrath of the Druids es perfecto para ti. Irlanda es un territorio bastante interesante que nos ofrece una historia entrañable que explora algunos de los temas que no tuvieron una gran importancia en la narrativa original. El paisaje que se nos presenta es familiar al principio, pero demuestra todo su potencial una vez que decides recorrer los campos. Aunque el apartado sonoro pudo ser mejor, los cánticos paganos son un agradable agregado. En cuanto al gameplay, bueno, es más de lo mismo, lo cual no es malo, y los cambios que se implementaron a algunos de los conceptos ya establecidos valen mucho la pena.
Sin embargo, si no te agrado el juego que llegó a nuestras manos en noviembre del año pasado, me temo decirte que Wrath of the Druids no cambiará tu opinión. Aunque entregarnos más de lo mismo puede verse como un aspecto negativo, no hay que esperar una gigantesca innovación que cambie por completo la forma en que jugamos Valhalla. El objetivo de este DLC era continuar con todo lo establecido en la aventura principal, y ofrecer un par de extras interesantes, y su objetivo se cumplió.