Por: Arturo Montoya (@talesdemixcoac)
La berenjena es uno de mis vegetales favoritos. Es fantástico lo que sucede con ella cuando se fríe, pues adquiere una textura crujiente en el exterior y suave en el centro, y el gusto amargo que tiene al estar cruda da paso a un sabor más dulce. Hace unos días, mientras calentaba el aceite para preparar mi comida (una pasta a la Norma), traté de recordar cómo ese alimento característico de la cocina mediterránea, se hizo tan presente en mi dieta. De niño nunca probé las berenjenas, pero tenía noticia de ellas por un personaje de dibujos animados, el malvado Mago Berenjena de Captain Nintendo, quien podía convertir a sus enemigos en vegetales. Verlo aparecer en la barra infantil de los sábados me hizo tener una enorme curiosidad por saber qué clase de verdura era ésa, la cual logré satisfacer hasta muchos años después.
Debido a esta historia personal, la pasión de los Ice Climbers por el fruto morado, lejos de prender en mi atención las alarmas de lo inverosímil, me parece una debilidad comprensible, nota de color en su fría y solitaria existencia de esquimales. Hace falta mucha obstinación para sobrevivir en esos paisajes de inmensidad blanca, donde la vida es nómada y las actividades cotidianas se realizan a varios grados centígrados bajo cero. La imagen que vislumbro entre la niebla, es la de Nanuk el esquimal, apuntando su lanza en búsqueda de alguna presa. Flaherty narró en ese film de 1922, la vida de Allakariallak, hombre feliz de reproducir las costumbres de sus antepasados, habitante de un territorio de capas de nieve de muchos nombres, donde los grupos humanos nativos siguen las rutas migratorias de los animales que cazan para obtener herramientas, ropa y alimentos.
A diferencia de su ancestro de inicios de siglo, Popo y Nana poseen un temperamento más desapegado y ávido de aventuras. Si bien en su primer juego, aquel clásico de 1985 de la Famicom/ Nintendo, se dedicaban a escalar montañas, picar hielo y aporrear con su martillo focas y otras especies de fauna nativa (sin notar el escándalo que provocaban en la conciencia de los defensores de animales), su aparición posterior en la serie de Super Smash Bros., los presentó mucho más prendidos y alegres, entregados a la satisfacción de batallar por la supremacía en cada escenario. Esta pareja de esquimales, si bien algo lenta y con un alcance de ataque limitado, logra realizar maniobras espectaculares en conjunto, sobre todo cuando se trata de aplicar agarres o liberarse de ellos: sus Chain Grabs pueden resultar formidables. La fortaleza está en su trabajo en equipo, para el cual el entrenamiento boreal ha resultado indispensable. Sus ataques especiales incluyen témpanos de hielo (Ice Shot), una ventisca que puede congelar a sus oponentes (Blizzard) y un ataque giratorio con sus martillos (Squall Hammer) que emula una pequeña tormenta de nieve. No hay que subestimar a estos pequeños de la estirpe de Nanuk, que llevan en la sangre la convicción de no claudicar: por algo se merecieron ser el segundo personaje en el tier de Smash Bros. Brawl.
Su ausencia en la nueva entrega de Super Smash Bros. se explica oficialmente como una decisión de desarrollo, ante las dificultades técnicas que implicaba el desempeño de ambos personajes en el 3DS. Al menos con los múltiples viajes de los últimos años, su añoranza por los climas templados ha alcanzado cierta saciedad. Ahora que tienen recuerdos cálidos y nuevas recetas de cocina, el riesgo que implica escalar las montañas, para recolectar los vegetales proporcionados por el majestuoso pterodáctilo de su cima, valen más la pena, pues sin duda el hígado de foca crudo se acompaña mejor con una ensalada fresca o un puré de berenjena bien condimentado. Así, entre prácticas milenarias e innovaciones gastronómicas, aguardan pacientemente por un eventual llamado al circuito de luchas de Nintendo.
Conoce al colaborador
Arturo Montoya Hernández (San Cristóbal de las Casas, Chiapas). Estudiante de filosofía y entusiasta de los videojuegos, el cine y los deportes. También escribe en Carta sobre los ciegos.
Arte cortesía
Russel
