PS4, XBOX ONE, SWITCH
SWITCH
Game Atelier
FDG Entertainment
04/12/2018
Cuando a mediados de los años ochenta, la industria se comenzaba a recuperar de la fuerte crisis sufrida a inicios de esa misma década, el nombre de un curioso fontanero italiano invadía los principales titulares y se comenzaba a convertir en todo un ícono de la cultura popular. Sega, ya con su Master System en el mercado, sabía que tenía que responder rápidamente a cómo es que Nintendo y Mario se comían el mercado a bocados, por lo que con ayuda de algunos de sus asociados, se creó la saga de Wonder Boy, misma que si bien, no es ni cerca de lo popular que fue y siempre será la mascota de la Gran N, sí se ganó un especial lugar en el corazón de muchos jugadores, formando un importante linaje que hoy en día, sigue haciendo eco y demostrando su gran influencia en desarrolladores contemporáneos. Para prueba, la existencia de algo como Monster Boy and the Cursed Kingdom, título creado por un estudio francés, apoyado por un publisher alemán y en el que varias de las mentes japonesas que participaron en los proyectos originales de la franquicia, se involucraron de lleno. Extraña combinación sin duda, pero que dio como resultado un platillo verdaderamente exquisito.
Monster Boy and the Cursed Kingdom fue desarrollado por los parisinos de Game Atelier, esto luego de un complicado Kickstarter en el que se buscaba desarrollar una secuela para Flying Hamster, primer título de dicha compañía. Luego de que la campaña no fuera del todo bien, se anunció una alianza con FDG Entertainment, publisher que buscaría sacar adelante el interesante proyecto y que a la larga, conseguiría que LAT Corp se sumara a los esfuerzos para así, crear un nuevo juego dentro de la serie de Wonder Boy. Lo anterior generó que Ryuichi Nishizawa, creador de la famosa franquicia, así como varios de los compositores más reconocidos del medio, se unieran a la iniciativa de manera activa, esto claro, luego de que el creativo también hubiera participado en el espectacular remake de Wonder Boy III: The Dragon’s Trap que DotEmu y Lizardcube lanzaron hace un par de años. Para rematar toda esta bizarra combinación, en febrero de 2018, se confirmó que Sega también participaría apoyando con la publicación de versiones físicas del título en PS4 y Switch.
De alguna manera y a pesar de todas las manos involucradas en el desarrollo de este juego, la visión de Monster Boy and the Cursed Kingdom se mantuvo perfectamente bien enfocada y encaminada, dando como resultado un producto que justamente se siente como un Wonder Boy moderno pero que en ningún momento se olvida de cómo es que la serie siempre ha funcionado, entregándonos una memorable aventura en la que se nota toda la pasión de quienes la hicieron posible, esto por medio de sensacionales mecánicas de juego que se integran a la perfección con un destacado diseño de niveles y estilo visual que enamora a cualquiera que lo vea.
Los videojuegos se han convertido en medios sumamente viables para contar historias, historias que con el pasar del tiempo, han mutado de relatos sencillos sin mucha importancia, a complejas narrativas dignas de las obras más elaboradas del cine. Dicha tendencia o forma de pensar, ha traído cosas sumamente positivas a la industria, sin embargo, también ha generado que muchos desarrolladores modernos, pongan por encima este tipo de elementos antes de asegurarse que su producto cumpla con las características básicas del medio al que pertenece. Por tal motivo, al menos en mi opinión, es motivo de festejo cuando sale un nuevo título que ante que cualquier otra cosa, interpone sus mecánicas y diseño de niveles. Monster Boy and the Cursed Kingdom es ejemplo de lo anterior.
En Monster Boy and the Cursed Kingdom tomamos el control de Jin, un joven que vive en el Monster World y que en un buen día, se da cuenta de que su tío Nabu enloqueció por completo, tomando una extraña magia que está convirtiendo a todos los ciudadanos del reino en animales. Nuestro protagonista es transformado en un simpático cerdo, por lo que no nos queda más que acudir con el consejero del Rey para saber qué tenemos que hacer para restaurar el orden. Ahí, se nos indica que tenemos que recuperar unas místicas esferas que están esparcidas por todo el mundo.
A partir de ese momento arranca nuestra aventura a lo largo y ancho del Monster World, en donde conocemos a varios personajes sumamente interesantes que normalmente necesitan de nuestra asistencia. Como te puedes dar cuenta, la historia de Monster Boy and the Cursed Kingdom es sencilla y sin nada tan extraordinario que ofrecer. De nueva cuenta se nos relata la odisea del héroe para salvar a una tierra en apuros. A pesar de lo anterior y de que claro, este elemento del juego en realidad pasa a tercer término, tenemos un guión sumamente bien logrado con diálogos precisos que de vez en cuando te sacan una carcajada pues la verdad es que el título jamás se toma demasiado en serio a sí mismo.
Pasando a lo verdaderamente importante de este juego, tenemos que Monster Boy and the Cursed Kingdom parte de las bases y fundamentos que hemos visto a lo largo de los Wonder Boy, es decir, estamos frente a un platformer en dos dimensiones que toma muchos elementos de Run & Gun, esto sobre una estructura de Metroidvania que de igual forma, tiene ciertos tintes de RPG. El tema de las transformaciones está de regreso y al final, las posibilidades y mecánicas que esto permite, se convierten en la esencia que le da personalidad a todo el producto en cuestión.
En Monster Boy and the Cursed Kingdom te podrás transformar en cinco diferentes animales conforme progreses en la historia, esto claro, más la forma humana de Jin. Cada uno de estos personajes cuenta con sus fortalezas y debilidades, las cuales, podrás explotar en cualquier momento en el que lo desees. Ya sea para vencer a cierto enemigo o para acceder a alguna parte del mapa a la que no podías entrar justamente por la falta de cierta habilidad.
Como cerdo podrás encontrar pistas y objetos escondidos usando tu olfato, el problema es que su rango de ataque es verdaderamente corto. Otra ventaja del porcino es que puede usar los distintos poderes clásicos de la serie como lanzar bolas de fuego, torbellinos, boomerangs y rayos, esto claro, como consumibles. La serpiente nos permite adherirnos a algunas paredes y techos para alcanzar puntos lejanos, además de poder atacar con nuestra cola, lanzar veneno o meternos en pequeño recovecos. La rana, además de ser una ágil nadadora, puede usar su lengua para alcanzar algunos puntos altos o mecerse, mientras que el León, es un feroz guerrero que además tiene la habilidad de hacer una carga para correr a gran velocidad y romper algunos obstáculos. Finalmente tenemos al dragón, transformación más avanzada que nos deja volar y escupir bolas de fuego.
El diseño y sofisticación de cada una de estas transformaciones hacen que sin problemas, te puedas imaginar un juego entero que parta de las mecánicas de cada uno de ellos. Monster Boy and the Cursed Kingdom las mezcla para entregar un muy complejo videojuego que en casi en todo momento te está sorprendiendo por las posibilidades que pone sobre la mesa con cada una de estas ideas. Lo mejor es que usar cualquiera de las múltiples habilidades de las cinco o seis formas de Jin, es sumamente divertido, pues cuentan con su propia personalidad y forma en la que se controlan. Cada uno de estos personajes tiene su peso específico y adaptarte a sus debilidades, es crucial para algunos puntos de la aventura.
Es sumamente complicado decir cuál de las transformaciones es la mejor o la que más se explota a lo largo del juego, pues el equipo a cargo de su diseño, encontró la manera de llevar un balance en el que todos estos personajes tuvieran protagonismo, y si a estos logros le sumas un refinado control y enemigos variados que normalmente te están poniendo en jaque incluidas batallas con jefes, tienes como resultado un videojuegos brutalmente bien fundamentado al cual es muy difícil quitarle las manos encima una vez que has comenzando con tu camino.
De la parte del progreso, tenemos algunos elementos bastante marcados de RPG que claro, no son nada nuevos para la serie. Los contenedores de corazón hacen su regreso, estando escondidos a lo largo de todo el mapa. Además, tenemos distinto equipo separado en espadas, escudos, armaduras, brazaletes y botas. Estos tres últimos otorgan habilidades especiales en algunos momentos. Por ejemplo, hay una armadura que brilla en la oscuridad y que sirve para atravesar zonas en las que no hay luz. También tenemos botas que nos permiten caminar sobre nubes o sobre lava, mientras que uno de los brazaletes multiplica el dinero que recoges. Cada una de estas piezas que cargamos puede ser mejorada si cuentas con ciertas gemas especiales que claro, también están escondidas en el mundo que recorremos.
Mi única queja verdadera en materia de gameplay es que por momentos, me costaba trabajo entender en qué punto terminaban y empezaban las hit boxes tanto de mi personaje, como las de los enemigos. En más de una ocasión perdí vida por chocar con cierto obstáculo que hacía contacto antes o después de lo que pensaba con el modelo del protagonista.
Monster Boy and the Cursed Kingdom parte de elementos sumamente tradicionales y conocidos, no obstante, la manera en la que los trata y cómo es que los presenta, permite que en ningún momento sientas que estás frente a un juego que fue diseñado en los ochenta como por ejemplo, sí pasaba con el remake de Dragon’s Trap. Ingeniosas mecánicas, controles preciosos y variedad en todo lo que hacemos, hacen de este título un verdadero ejemplo de cómo es que se deben construir juegos en dos dimensiones que sean sumamente divertidos de abordar.
Hoy en día vivimos en un mundo en el que a la menor provocación, surge algún desarrollador independiente asegurando que su juego es el siguiente gran paso dentro de los Metroidvania. Este género justamente definido por Super Metroid y Castlevania: Symphony of the Night, resultó ser el más influyente al menos de nuestra actualidad, al punto de que tenemos una verdadera saturación que ha causado que uno ya no sepa a qué hacerle caso, esto claro, estando muy ligado al vicio del diseño de niveles procedural y al abandono sistemático de mundos construidos a mano. Monster Boy and the Cursed Kingdom es una lección de cómo es que se debe llevar el subgénero y de lo importante que sigue siendo la fabricación artesanal de los escenarios en los que nos movemos como jugadores.
El diseño del mundo de Monster Boy and the Cursed Kingdom es modular. Es decir, como en todo buen Metroidvania, tenemos que los escenarios están delimitados por zonas muy bien marcadas y que normalmente, son túneles interconectados. Podríamos decir que cada área tiene sus propia lógica y forma de ser construida, pero en realidad, todas siguen un mismo fundamento. Ciertas partes del mapa no podrán ser alcanzadas de primera instancia. Fiel a como siempre pasa con la estructura de este subgénero, necesitarás de ciertas habilidades para alcanzar algunos puntos dentro del mapa. Lo que te quiero decir es que durante casi todo tu paso con este juego, verás ciertas cosas o elementos que no entenderás y que posteriormente, podrás resolver una vez que tengas esa transformación que te hacía falta.
Justo en su diseño de niveles es donde encuentro, está el verdadero valor de Monster Boy and the Cursed Kingdom. Cada uno de los módulos de los que te hablé, representa su propio reto o puzzle que aprovecha una, varias o todas las transformaciones de Jin. En alguno de estos cuartos tendrás que usar la lengua de la rana para hacer girar un cubo y encontrar cómo abrirte paso, mientras que en otro, tendrás que correr sobre agua envenenada a toda velocidad siendo el León. Algo que es fascinante de todo este asunto es la variedad de los retos que se nos ponen enfrente. En cierto punto estás usando tus reflejos y habilidad para saltar, y en el siguiente, tienes que rascarte el cerebro para resolver un elaborado puzzle.
A pesar de lo sencillo que llega a ser el poder ver cómo es que está divido el mapa de Monster Boy and the Cursed Kingdom, tenemos algunas áreas que fueron construidas de manera mucho orgánica y por consiguiente, que hacen que solucionarlas sea más complicado. La mansión embrujada que visitas en cierto punto del juego, es ejemplo perfecto de lo anterior. Esta zona luce una complejidad que no siempre nos toca ver dentro del medio y que claro, demuestra que el equipo desarrollador está bastante más avanzado que el promedio.
Game Atelier consiguió lo que todos los diseñadores de videojuegos deberían de buscar: que su diseño de niveles lleve a su máximo potencial a las mecánicas que fueron creadas para el juego. De poco serviría lo cool que es controlar a cada una de las transformaciones de Jin sin un diseño de niveles que no solo las justificara, sino que enalteciera y llevara a nuevos horizontes. Repito, es impresionante cómo es que a lo largo de las casi 20 horas que me tomó completar Monster Boy and the Cursed Kingdom, jamás sentí que estuviera haciendo lo mismo. Cada uno de sus cuartos tenía una nueva variación o idea completamente fresca que mayormente, me volaba la mente por su creatividad y sobre todo, por lo divertido que era ser participe de su ejecución.
Lo conseguido por Lizardcube en 2016 con el remake de Wonder Boy III: The Dragon’s Trap marcó todo un precedente. La forma en la que estos francés redibujaron y rehicieron todos los assets gráficos y sonoros de este clásico, simplemente no se había visto antes, por lo que de entrada, Monster Boy and the Cursed Kingdom ya tenía un reto de mayor envergadura enfrente en términos gráficos y sonoros. Me alga mucho contarte que el trabajo que se hizo con este nuevo juego es sumamente destacado, al punto de que se consiguió esa extraña vibra de hacernos sentir dentro de una caricatura.
Originalmente, se tenía planeado que el juego usara sprites convencionales para sus gráficas, o sea, el equipo se iría por el camino del famoso pixel art, sin embargo, con todos los cambios que sufrió el desarrollo y seguramente por lo que pasó con el remake que te menciono en el párrafo anterior, fue que se decidió usar assets dibujados y animados a mano. El resultado, como seguramente ya lo has podido apreciar en imágenes y videos, es más que destacado. Johan Lun, director de arte de este título, entendió a la perfección cómo retratar a cada uno de los animales y lugares del Monster World, pero sin lugar a dudas, lo que más me sorprendió fue lo que se logró a nivel de animación. Es increíble lo expresivos que son todos los personajes que vemos en pantalla.
Los escenarios llenos de detalles y hasta easter eggs de Wonder Boy, suelen contar con varias capas de profundidad que lucen sensacionalmente bien gracias a un espectacular parallax scrolling que por un lado se siente clásico y por el otro, demuestra ser una técnica para dar profundidad que seguramente jamás pasará de moda.
De la parte sonora puede que tengamos efectos bastante simples y no tan especiales, sin embargo, varios de ellos hacen referencias a pasados juegos de la serie, asunto que claro, te sacará una enorme sonrisa si llevas tiempo siguiendo estos juegos. Nombres de la talla de Yuzo Koshiro (Etrian Odyssey), Motoi Sakuraba (Star Ocean), Michiru Yamane (Castlevania), Keiki Kobayashi y Takeshi Yanagawa, formaron un equipo de en sueño para componer una espectacular banda sonora con más de 40 diferentes piezas que además de servir para dar una muy especial atmósfera al juego, viven por sí solas gracias a su gigantesca calidad artística.
Como te puedes dar cuenta, Monster Boy and the Cursed Kingdom es un juego que además de valer completamente la pena por sus valores como videojuego, también es una sensacional experiencia audiovisual que es muy fácil de apreciar, pues además de hacer que te sientas dentro de una caricatura viviente, tus oídos son deleitados gracias al trabajo de autenticas leyendas del mundo de la música de este medio.
Del lado técnico no tengo queja alguna. La versión de Nintendo Switch se desempeñó sin ninguna clase de problema a una resolución de 1080p cuando estaba conectado a la TV, y de 720p en modo portátil. Tal vez la única ligera caída de framerate que detecté fue en la pelea con el jefe final. Las versiones de PS4 y Xbox One no las he probado, pero podría apostar a que igualmente, se comportan de gran manera.
Siendo el medio de entretenimiento que más crecimiento está teniendo en todo el mundo, los videojuegos comienzan a tomar toda clase de caminos, pues con el pasar de cada año, la palabra “gamer” pierde más y más significado gracias a que ya no podemos hablar de un solo nicho de consumidores, sino de una masificación de mercado. Lo anterior tiene cosas muy positivas pero también, algunos riesgos como el inherente peligro de que las bases, fundamentos y valores que en un inicio le dieron forma a la industria, se vayan perdiendo. Monster Boy and the Cursed Kingdom es una de esas obras que toma las raíces de esto que tanto amamos, les da una lavada de rostro y las trae a la modernidad como no siempre nos toca ver.
Me cuesta trabajo pensar en un juego que me haya sorprendido más en 2018 que Monster Boy and the Cursed Kingdom. Con lo de sorpresa me refiero a que en realidad, pocos lo esperaban y mucho menos, se ponía como una de las grandes joyas del año. Mecánicas bien pensadas y ejecutadas con controles precisos, un diseño de niveles brillante digno de estudio por la forma en la que acentúa el sabor de las mecánicas base y una presentación audiovisual impecable, hacen de este título un verdadero imperdible para todos los que saben cómo apreciar los valores que han hecho a este medio tan trascendente e importante.