Review – Dragon Ball Z: Battle of Z

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Un concepto prometedor desgraciadamente mal ejecutado.

No sé qué ocurra en el resto de América Latina, pero la aparición de un juego con Gokú en la portada genera una expectativa brutal entre los jugadores mexicanos. Alrededor del Saiyajin existe un culto que abarca varias generaciones de fans, otakus y anexos, por lo que un título que honre su legado suele recibirse con los brazos abiertos, a veces, dejando de lado su calidad como juego.

Ahora tenemos personajes de distintas sagas incluyendo la reciente película Batalla de los Dioses, ocho peleadores en escenarios abiertos, disponibilidad multiconsola; tenemos todo para satisfacer el paladar de muchos fans pero, detrás de todo esto, ¿hay un juego a la altura de la obra? Recordemos que, así como hay fans leales al personaje, existen seguidores que cuidan con recelo la calidad que rodea al personaje creado por Akira Toriyama.

 

¿No importa lo que suceda?

Dragon Ball (en especial su segunda serie animada) ha sido objeto de incontables adaptaciones a los videojuegos. Los más populares, por razones que resultan obvias dada la naturaleza de la saga, son los de pelea. Luego del éxito de los Budokai, no nos sorprendería el interés de Bandai Namco por entregar a la fanaticada un concepto diferente. Aunque, después del fiasco que fue Dragon Ball Z for Kinect, esperaríamos algo tan digno como fuera posible.

El concepto suena excelente, al menos en cuanto a jugabilidad competitiva se refiere: batallas con ocho jugadores a la vez, los cuales pueden hacer equipos. En dichas peleas, personajes entrañables, que no necesariamente son Gokú, Vegeta y sus descendientes, pueden ponerse al tú por tú contra los seres más poderosos del universo (incluido Yamcha, con todo y sus años bajo la sombra de absolutamente todo mundo). Al estar en un terreno abierto, la acción imita la potencia que vimos cuando éramos niños (o no tan niños, gracias a las más de 50 repeticiones en canal 5).

Entonces, lo primero que encuentras son controles limitados. De los cuatro botones principales con los que cuentan las consolas, sólo dos se utilizan directamente en batalla. Uno está dedicado a los golpes cuerpo a cuerpo, mientras que el otro sirve para enviar proyectiles de energía. ¿Para qué sirven los otros dos? Para volar, literalmente: uno hacia arriba, el otro hacia abajo.

Tal sencillez ofrece una ventaja: un control intuitivo. Es fácil aprender los comandos para ataques especiales (los cuales van desde el poder característico de cada personaje hasta arrojar al rival por los aires). Eso sí, si quieres que los ataques funcionen, necesitas tener en Lock a un oponente; de otro modo, sólo golpearás a la nada. Lo grave es que sucede incluso cuando tienes justo frente a tu nariz a un oponente.

Incluso considerando que es un juego de peleas, el control nos deja un sistema de combate repetitivo. Los golpes a puño limpio dan lugar a autocombos que, más allá de cazar a tu rival en el mapa, no sorprenden. Si bien la barra de ki evita un abuso de la energía que lanzas, es posible mantenerse arrojando bolas proyectiles a diestra y siniestra con personajes como Vegeta.

Sin embargo, el aspecto que más afecta al título es que, en buena parte de su desarrollo, la jugabilidad se reduce a una cadena de acciones: enfoca con el Lock a un enemigo, acéchalo con ataques de energía, acércate hasta que puedas golpearlo a puño limpio y acábalo o lánzalo por los aires; repite el procedimiento contra el siguiente oponente.

Claro, siempre y cuando, la cámara te deje ver dónde se encuentra tu enemigo. En ocasiones la cámara reduce la visibilidad que tendrías del entorno. Así que no te sorprenda pasar buena parte del tiempo sin mirar a tus oponentes o incluso sin que estos estén al alcance de tus ataques.

Ahora, recordemos que el objetivo del juego es combatir en línea junto a siete personas más. Acompañar los movimientos clásicos de los diversos peleadores con animaciones espectaculares haría que perdieras de vista la acción. Por ello, ejecutar ataques como el Kame Hame Ha resulta en proyectiles que causan un mayor daño, pero que lucen prácticamente igual a un impacto regular de ki. Es una pena, en especial cuando este tipo de acciones resultaban de lo más emocionante en juegos anteriores.

Dado el formato, muchas de las opciones están puestas para colaborar con tus aliados. Puedes dotarlos de energía, sincronizar la golpiza a un oponente con un amigo o recibir a un rival arrojado al cielo por un compañero y continuar el castigo. Incluso puedes ayudar a que un jugador de tu equipo se levante en caso de resultar caído en batalla, aspecto que se aprende muy bien de Yamcha (¡quién lo diría!), al ver cómo casi lo matan en el modo de historia.

 

¿Siempre mantendré el ánimo?

El modo de historia es un simple pretexto para desbloquear personajes. Pese a estar inspirado en la larguísima historia de la saga, no esperes que se cuente la misma tal y como la conoces. Cada una de las principales batallas ha sido adaptada para que puedas jugar con otros personajes de tu equipo. Eso sí, se han dado el tiempo de generar cinemáticos decentes entre cada capítulo con las voces de los personajes de la serie (las cuales están disponibles en japonés, cosa que agradecemos ante lo insoportables que pueden ser en inglés).

Quizá lo único emocionante en realidad son las misiones que relatan las acciones desde la perspectiva de los villanos aunque, en el fondo, la jugabilidad no cambia gran cosa. Sin embargo, también son misiones cortas. Mediante este modo ganarás el acceso a decenas de personajes, que en realidad no son tantos. Buena parte de estos son versiones más poderosas o con otro traje de los protagonistas, incluso fases de diversos villanos están incluidas como peleadores adicionales. Muy bien, repetir personajes pasa, pero que sus técnicas características y los golpes sean prácticamente los mismos preocupa.

Además de más guerreros disponibles, también recibirás otras bonificaciones: tarjetas que aumentan diversas habilidades, objetos que recuerdan diversos momentos de la serie; sin embargo, al equiparlos, el resultado es prácticamente el mismo. Por otra parte, recibirás Dragon Points para adquirir más beneficios. Al terminar cada misión, podrás enviar la energía acumulada a la red en un procedimiento que recuerda a la Genki Dama. Como resultado, dicho poder será distribuido como Premium Points.

El cielo resplandece a mi alrededor

El juego no tiene multijugador local, tómalo en cuenta. Debemos aceptar que la cámara es un desastre y que el tipo de juego abierto obligaría a una pantalla dividida que, al final del día, no sería cómoda para muchos jugadores. Curiosamente, el juego en línea salva al título del desastre.

La funcionalidad es muy alta. Las batallas, si bien suelen ser de cuatro contra cuatro, tienen diversas mecánicas que evitan que sean repetitivas; incluso podrás vivir misiones cooperativas. Claro, existe la posibilidad de batallas sin cuartel de todos contra todos. Para darle mayor atractivo, con los ítems adecuados y dependiendo de tu habilidad, los personajes considerados como débiles pueden vencer sin problemas a peleadores más poderosos y con mayor nivel de experiencia.

Para muchos, esta paridad puede resultar frustrante. Pero si obvias la escasa diferencia entre personajes, así como la poca recompensa que te otorgan las partidas, te encuentras con palizas divertidas, mucho más si eres nostálgico.

Ahora, debemos pasar a detalles más técnicos. Gráficamente tiene un aspecto similar a la serie, pero el modelado parece más similar a figuras de acción que a los protagonistas del anime. Si tomamos en cuenta lo logrado con la serie de Naruto (publicado por la misma compañía, dirigido al mismo público y con un sistema de juego afín), los gráficos saben a poco; más si consideramos que dicha saga tampoco ofrece lo máximo en cuanto a cel-shading.

Hay voces en japonés, así que esto debería calmar una queja recurrente. Por desgracia, la música es de lo más irrelevante, los efectos de sonido no pasan del golpeo genérico y el ruido del ki o del impulso al volar. Es notorio que en este aspecto no hubo un trabajo pulido.

¿Es posible exigir un mejor juego de Dragon Ball Z? Sí, más cuando la finalidad es precisamente dar diversidad a los productos realizados en torno a la serie. No podemos negar que la variedad de personajes, estilo de juego y competitividad en línea lo convierten en una experiencia divertida que los fans de la serie pueden (podemos) disfrutar, pero tampoco existe la posibilidad de ser ciegos: por más que amemos a Gokú, por más que disfrutemos tomar el control de Vegeta, Boo  o Freezer, el juego está mal hecho.

Para esta reseña se usó la versión de Xbox 360, pero también está disponible para PlayStation 3 y PS Vita×

Su concepto está mal ejecutado pese a lo prometedor que es: gráficamente no cumple y ni siquiera es estimulante la necesidad de desbloquear a los enemigos más poderosos y jugar con ellos en el modo de historia. Gokú merece algo más. Toriyama merece más. Y pese a la diversión que podrías tener, queda ese reclamo en la consciencia.

Ernesto (Neto) Olicón
Colaborador en Atomix.vg. Amante de la pelea videojueguil, en cualquiera de sus presentaciones. Aventurero en mundos mágicos y contador de historias. Periodista de tiempo completo.