Review – Assassin’s Creed III: Remastered

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Review AC III RemasteredEn 2012 se sentían nuevos aires en la industria, por un lado era más que inminente que en cualquier momento llegaría la nueva generación de consolas –anunciada por Sony en febrero y Microsoft en mayo de 2013– y por otra parte teníamos un abuso de ciertos estudios con sus franquicias principales las cuales se habían convertido en entregas casi anuales, lo que daba la sensación de un agotamiento en las historias, poca evolución en los desarrollos, etc.

Una de las empresas señaladas en esta sobre explotación de sus propiedades intelectuales era Ubisoft con la serie de Assassin’s Creed. Ciertamente, la saga mostraba síntomas de agotamiento, pero aún así había innovaciones muy interesantes en cada nuevo juego aunque no eran explotadas a su máximo porque parecía que se trataba de ofrecer nuevas mecánicas no importando qué tanto se profundizara en ellas. Bajo este contexto llegó Assassin’s Creed III en el último trimestre de aquel 2012. La entrega lleva el número tres en su nombre –a pesar de ser el quinto en la serie–dado que se trataba de una nueva historia con un nuevo antepasado sin aparición previa.

Muchos recuerdan la historia –desarrollada en el período de la guerra de independencia de Estados Unidos– como una experiencia agridulce, o incluso amarga, pues un tema recurrente es que éste fue el punto de quiebre y caída de una de las franquicias más amadas por los fans. Como hemos dicho, esta percepción de declive provenía de la alta oferta en modos de juego pero poca profundidad en los mismos y que un año antes, habíamos tenido Revelations, lo que hacia creer al público que lo mejor sería tomar un respiro y dar un título más refinado.

Han pasado siete años desde que Assassin’s Creed III vio la luz por primera vez y esta distancia temporal quizás nos permita ver más allá de lo que en su día analizamos –aunque anticipamos que no nos detendremos mucho en la historia, mecánicas o controles pues estos aspectos ya fueron reseñados en su día–  y ahora su remasterización nos da la excusa perfecta para redescubrirlo.

Masacre e independencia. Templarios y Asesinos

La historia nos sitúa en la segunda parte del siglo XVIII –en el argumento principal– gracias a un nuevo ancestro en uno de los gestos que después sería llevado a su máximo esplendor en las siguientes entregas de la saga. A saber, una historia no del todo lineal y la posibilidad de encarnar a dos personajes –aunque como hemos dicho aquí no se explotó del todo la idea–.

En aquel momento, Ubisoft Montreal dejaba ver lo que podrían hacer con sus historias –aunque primero habría que irse a pique para darse cuenta–. La dualidad del personaje principal con su identidad Mohawk y una nueva que se tiene que crear como Connor Kenway. El estudio proveniente de Canadá siempre ha dejado ver que el aspecto histórico les importa mucho, aun cuando se toman muchas licencias; sin embargo, en este caso de forma muy atinada, hablan con estos dos puntos de su protagonista de la idea “del hombre que se crea a sí mismo”, algo que en el siglo donde nos posiciona el juego, es muy importante y en buena parte una de las ideas impulsoras del modernismo.

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A lo largo del título, Connor irrumpe en muchos de los momentos más cruciales de la historia de Estados Unidos y su independencia, mostrándonos los acontecimientos con el toque ya conocido de conspiración entre templarios y asesinos. En este sentido también se asientan las bases de los enemigos que no son del todo malos sino que sólo aprovechan las circunstancias y toman partido en el bando que mejor les acomoda para sus intenciones.

Quizás fue aquí donde el desarrollo de personajes y argumento fallaron, pues recurrieron al plot twist más básico al contar una historia que se quiere resulte en algo inesperado con un vuelco más que predecible –sobre todo en su prólogo–   y que no dejaba satisfecho a nadie. De haber aprovechado los matices que se iban desarrollando se pudo alcanzar un nuevo estándar… pero esto era Ubisoft en 2012 y decidió tirarlo todo por la borda, y es que Kenway de verdad tenía un poquito de carisma que entonaba muy bien con el cambio de aires de la franquicia –pasar de desarrollarse en Europa a América– empero, no se aprovechó para nada esto con una manera de llevarnos por una trama muy aburrida por momentos, eso sin mencionar que había que pasar varias horas hasta comenzar a ponernos en los zapatos del personaje principal.

A la distancia podemos valorar todas esas pequeñas ideas que fueron introducidas a la serie en esta entrega, que si bien no terminaban de explotar ya sea por la cantidad infame de las mismas o por una clara falta de pericia para contar historias en los puntos más cruciales –algo parecido al amigo que cuenta una anécdota que se ve que va para algo muy bueno y al final por falta de recurso discursivo, deriva en un sin sentido–.

Más grande y más mecánicas, en este caso más fracaso

Las recreaciones de Boston y Nueva York son impresionantes y como ya es clásico, siempre se buscó que fuera más grande el mapa, más detallado y con más acciones por hacer: desde su casi incomprensible sistema de economía –que ahora ha sido simplificado– al cual le tratamos de encontrar pies y cabeza incluso siete años después, hasta sus momentos de exploración que se sienten sobre un riel pues no importa que tan descabellado sea el movimiento siempre nos saldrá bien y pasando por la primera incursión de la navegación para la saga. Son tantas las propuestas que se tenían sobre el papel que al final no se pudo abarcar una sola de manera completa y es ahí donde la caída del juego comienza y es que si tan solo alguna de las nuevas mecánicas se hubiera detallado un poco más, quizás tendríamos un juego digno de un buen recuerdo… aunque por otro lado podemos agradecer a los fallos ya que ayudaron a Ubisoft a retomar un mejor camino.

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Hay sigilos que dejan huella

No todo en Assassin’s Creed III fue malo en su momento, por el contrario, había muchas cosas que resultaban muy divertidas y que además innovaban como pocas en su época, y uno de los aspectos que hasta el presente tiene repercusión en la industria del videojuego y su forma de crear es el diseño de niveles con el que contaba la entrega.

Llegando a una maestría en su fórmula más pura, la tercera gran parte de la saga ya nos daba indicios de los entornos sistémicos y de las IAs capaces de reaccionar de manera más o menos natural a algunas situaciones. A saber, en lo primero mencionado –y como es el sello de la casa– el trepar muros no era en sí lo más interesante para ejecutar con sigilo, sino que era estar arriba de las terrazas o marquesinas lo que realmente nos permitía tener otra aproximación al combate – que sí es repetitivo y no se necesita tener un gran tempo para atinar los golpes, ya que los enemigos parecería que atacan por turnos y no sólo eso, además , son magnetos que atraen a nuestros puños y que por eso, había sólo un botón de ataque– pero, el tener una visión más amplia del entorno y los benditos saltos sobre los enemigos desprevenidos, se sentían bien… muy satisfactorios, como una pequeña victoria a la vez.

Retomando a las inteligencias artificiales, también su funcionamiento era muy justo pues en esta entrega fue cuando pudimos perdernos entre la gente y esperar lo suficiente para pasar desapercibidos –que ya es mucho decir para un tipo raro con pinta de matón–. Así, como MGS nos enseñó que golpear paredes llama la atención del rival, en AC III una nueva generación aprendió a acercar a los enemigos con un silbido, lo que hace que el jugador se sienta suficientemente inteligente para afrontar las siguientes horas de combates sin muchos cambios. No sería una exageración hablar de cómo estos factores aún los vemos en muchos juegos que ahora han superado a su maestro.

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También tenemos que recordar que este juego fue el responsable de introducir las batallas en mar para la saga que su sucesor perfeccionó y que además, Ubisfot supo utilizar para otras franquicias nacientes y no sólo ellos, sino que muchos estudios se dieron cuenta del potencial de esta mecánica y decidieron explorarla.

El peso de los golpes y los movimientos ya se sentía correctos, como anticipando todo lo que vendría –o la mayoría de lo que vale más la pena– de la siguiente generación de consolas y los nuevos motores de físicas. En este sentido pocas cosas se le pueden reprochar al juego en sí mismo de no ser que llevaba el nombre de Assassin’s Creed, y el público ya había tenido suficiente de lo mismo con atisbos de mejoras que no llegaban a ningún lado.

¿Manita de gato? No, una verdadera garra de tigre

Los encargados de hacer esta verdadera remasterización, fueron los trabajadores del ya veterano estudio Ubisoft Barcelona y, podemos decirles que se lucieron como pocas veces hemos visto en una generación plagada de readaptaciones. Empecemos por los datos duros –¡Que nos encantan las cifras!– y es que el juego corre a 1800p en Xbox One X, mientras que en su versión para PS4 PRO lo hace a unos sólidos 1520p; todo esto a 30 FPS en ambas consolas –unos cuadros por segundo que por fin son estables y que nos hacen olvidar que podría estar a 60 FPS pero con las mismas dificultades que a su versión original le costaban los 30– y esto hace que se sienta un poco más cinemática la acción sin afectar la experiencia de juego. Para las versiones estándar de la actual generación, el juego rinde a Full HD en PS4 y en Xbox One sólo llega a 900p. Pero bueno, les podemos decir que quizás, el corazón de este trabajo no está en las resoluciones como tal, sino en un trabajo quirúrgico de los catalanes.

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La nueva iluminación hace que este remaster se sienta casi como una nueva entrega, pero sin llegar a sus pares actuales en la saga. Lo que está perfecto, tomando en cuenta que para los poseedores de una copia de Odyssey, pueden obtener este trabajo con su pase de temporada –de esto hablaremos hacia el final–. Regresando al punto, la nueva manera en la que la luz interactúa con el entorno supone dos cosas: a saber, la primera es que permite disfrutar en plena forma de los escenarios y de las nuevas texturas, aunque en un segundo término, también ha desenmascarado el imperdonable paso del tiempo sobre el título, que aunque no han pasado tantos años, cobra un poco de factura, con animaciones –que se nota se intentaron suavizar– se sienten ahora más feas que en el pasado , sobre todo en los rostros que las sombras antes cubrían con conveniencia y que ahora han quedado expuestos para recordarnos que no todo lo que se pule queda bien, sino que pueden salir huellas que sería mejor dejar en la oscuridad. Aún con todo esto, el trabajo a fondo y pocas veces visto para este tipo de entregas, se agradece, ya que nos da una nueva perspectiva de lo que alguna vez jugamos y sobre todo, le da actualidad visual. Revive a la obra para los ojos de quienes la quieren reencontrar y darle una segunda chance y sobre todo, para poner en contexto a los recién llegados que estén interesados en conocer más de esta icónica IP de Ubisoft.

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Un perro viejo que aprendió trucos nuevos

No todos los cambios, por fortuna, se dieron en la parte visual, sino que también tenemos algunos ajustes a la jugabilidad que realmente impactan en la experiencia para bien y que se nota están ahí para que los más nuevos – o incluso los veteranos que han pasado la vida en Odyssey este tiempo– no se sientan alienados por controles y mecánicas que quedaron muy atrás. Ahora nos podremos esconder entre la vegetación tal y como se hizo costumbre con los siguientes juegos de la saga y no sólo eso, pues también podremos hacer las ejecuciones dobles que aportan toda una nueva manera de acercamiento a un entorno que no las tenía contempladas en su momento.

Aunque se tuvieron que sacrificar cosas como el multijugador… que seamos honestos era lo que menos nos podía interesar de esta remasterización. Pero entendemos a todos aquellos fans que la pasaron increíble en este modo de juego; sin embargo, debemos tener en cuento que sería un costo innecesario el poner servidores para esta vuelta a la vida de Assassin’s Creed III. Otro aspecto que mejoró fue el entorno de interfaces para los sistemas de economía, lo que se agradece profundamente porque en sí era muy confuso y con está mejora se hace un poco más digerible.

Conclusiones

Quizás no era el juego de la serie que los fanáticos hubieran esperado se le diera este tremendo tratamiento, verdaderamente plausible; empero, siempre vale la pena volver la cara atrás y repensar lo que en su día quizás nos pareció nublado por la ola de malas experiencias con Ubisoft, quienes sobre todo, han demostrado humildad en los últimos años al darnos contenidos gratuitos o cuando ya hemos pagado, como el caso de Odyssey, regalarnos más de lo que esperaríamos por nuestra inversión inicial –que también se puede adquirir el juego por separado y además llegará en mayo a Switch–.

En general, los aspectos técnicos de la remasterización son impresionantes y valen mucho la pena echarles un ojo más de cerca. Aunque también podría abrir el debate de cómo se deben llevar estas restauraciones, a saber, si tocarles demasiado atenta contra la visión original o si este es el camino a seguir para la preservación de los videojuegos.

Con todo lo reseñado le podemos dar un 75 de calificación, ya que por muy bonito que luzca, el tiempo no le ha sentado nada bien y cuando vean algunos rostros, sentirán que están de vuelta en los años de las risas por los bugs en los juegos de Ubisoft, sólo que esta vez no es una falla como tal, sino que es la tecnología haciéndonos ver cómo han evolucionado las cosas y cómo algunos productos no soportan muy bien los años encima.

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Staff Atomix
Equipo de editores de Atomix.vg