SWITCH
SWITCH
Good-Feel
Nintendo
29/03/2019
Siempre que pensamos en títulos que tienen a Yoshi como personaje principal se vuelve inevitable compararlo con el clásico Yoshi’s Island, publicado en 1995, y hasta hace algunos años no se había encontrado el camino para hacer un juego que nos regalara la misma satisfacción. No fue sino hasta la irrupción del estudio nipón Good-Feel que el dinosaurio más tierno del mundo recuperó el rumbo en el aclamado pero poco jugado Yoshi’s Woolly World de 2015. Con el éxito que consiguió el estudio de Tokio, era de esperar que tuviéramos una secuela, la cual fue anunciada hace dos años en el marco de E3.
Las expectativas que se levantaron sobre Yoshi’s Crafted World fueron de varios tipos ya que hubo quien pensó que sería un skin de cartón sobre el título anterior y con cierto perfeccionamiento sobre las bases que el estudio ya había creado.
Nuestra aventura comenzará con la interrupción de la vida tranquila y feliz de los Yoshi que gira en torno a una piedra con gemas que mantienen en equilibrio su mundo. La tierna ambición de Bowser Jr. lo conducirá a intentar robar estas piedras preciosas lo que resultará en una búsqueda a través de increíbles regiones llenas de color y personalidad.
Es increíble la flexibilidad del motor gráfico Unreal sobre el que está desarrollado este juego, ya que le ha permitido a Good-Feel crear un mundo lleno de detalles y que nos remite a la infancia misma donde armábamos escenarios para nuestros juguetes. De la misma manera, el mundo de cartón de Yoshi se siente como una maqueta hecha para la diversión, llena de objetos con los que podemos interactuar en varios niveles de profundidad. En este sentido los primeros niveles son una lección para entender el lenguaje del entorno de cartón; en una primera instancia pasaremos muchas cosas por alto pero conforme aparecen los consejos comenzaremos a hablar en el mismo idioma que todo el entorno. Esto es en sí un logro ya que, si bien es cierto que cada juego tiene sus propios términos, pocos logran articular una lengua que se tenga que aprender de esta manera y que se va perfeccionando con el avance y que se traduce en una sensación de progreso propio.
La aproximación que tenemos con el entorno se lleva de manera muy simple, pero efectiva, gracias a los controles. Aquí usaremos el stick para movernos en las plataformas 2D con sus profundidades respectivas; tendremos un botón de salto el cual –como de costumbre– al dejarlo presionado nos permitirá flotar por algunos segundos; otro más que está destinado para tragar objetos con la lengua de Yoshi; y tres para lanzar los huevos recolectados –que es una de las mecánicas más básicas en la serie -. Éste esquema de controles es fácil de comprender pero conforme pasen los niveles lo iremos perfeccionando y se hará una cuestión fundamental tener maestría sobre el mismo para poder lograr los distintos objetivos planteados en la subcapa del juego.
Regresando por un momento al salto y los lanzamientos, es importante saber que el peso de los objetos y de nuestro tierno dinosaurio se sienten correctos en el sentido de la kinestesia; a saber, que el salto en sí resuena en nosotros como una extensión de nuestra facultad básica de tiempo y espacio. Esto se debe en parte a la buena implementación de la vibración en los joy-con con la observación de que se siente mejor con los controles en la mano y no montados en su base.
El diseño de niveles es una cátedra de un buen juego de plataformas en una época en la que encontrar caminos frescos en casi cualquier género es muy complicado. Sin embargo, en Yoshi’s Crafted World el equipo de desarrollo supo cómo darle un aire nuevo a lo que cimentó en la entrega pasada y también tomar los recursos históricos de Nintendo para darle variedad de dificultades a todos los niveles. Tendremos que estar siempre alertas para saber cuando el juego nos intenta decir algo y encontrar esos pequeños caminos que a golpe de ojo son invisibles para el jugador, pero que cuando son hallados nos dan una satisfacción alta y propia de quien siente que está jugando de forma inteligente.
Tenemos las clásicas plataformas que dependen totalmente del tempo pero serán las menos ya que en su mayoría hay plataformas móviles en las que hay que utilizar distintos recursos para pasar por ellas que van desde el ingenio más simple hasta la puntería fina en momentos de velocidad. Tendremos también pequeños puzzles dentro de las plataformas lo que resulta en una clara invitación a explorar y que tiene una muy buena recompensa. Es impresionante la cantidad de plataformas y sus funcionamientos que, además, se ven aderezado de forma perfecta con regiones con personalidad propia que se dividen en niveles que mantienen el argumento principal de su localización y que son muy diferentes entre ellos.
El punto medular de los niveles siempre es la profundidad. A saber, no todo el tiempo podremos jugar con la vista del 2D que sólo es cambiar de lado para ver ahora por la parte trasera el escenario, sino que podremos interactuar con los fondos . Esto es a lo que llamamos poder hablar el idioma del juego ya que en un inicio no será tan obvio qué podemos ocupar del fondo pero, conforme avancemos, se hará cada vez más entendible e intuitivo. Los enfoques en estas secciones que están por todas partes se ven muy bien y nos da una buena sensación al lanzar un huevo hacia la distancia.
Quizás el único punto bajo del diseño de niveles es su falta de balance porque de pronto hay secciones muy simples y el siguiente pasaje puede incrementar la dificultad de manera abrupta, lo que le da una discordancia notable en algunas partes. Sin embargo; no es algo que arruine la experiencia.
Los jefes que encontraremos en el nivel final de cada región tienen un gran diseño y mucha personalidad, pero, la mayoría de ellos no representan un reto real o una dificultad muy alta. Por el contrario, a veces será más desafiante pasar por algunas plataformas que vencer a los jefes dado que estos recurren al script de darte un patrón con pocas variaciones. Esto no es necesariamente malo pero quizás rompe el ritmo de la curva de aprendizaje.
Una de las cosas más grandiosas del diseño de niveles de Yoshi’s Crafted World es que la dificultad la elige uno mismo, y no sólo con el modo apacible donde Yoshi tendrá alas que harán casi imposible que pierdas, sino que cada escenario imponen sus retos ya clásicos de recolectar las flores, monedas rojas y corazones de vida. Puedes pasar de punto A hacia punto B sin ningún problema y así terminar el juego. Sin embargo, la serie de retos que se presentan y demás nuevos modos te harán volver al mismo nivel hasta sacar todo el jugo posible.
Otro aspecto que le da gran rejugabilidad es que puedes comprar trajes de cartón que son tan adorables que harán que los quieras todos. Éstos se compran en máquinas gacha repartidas por cada región que nos dan aspectos propios del lugar donde estamos.
Les compartimos una galería de lo que se puede conseguir:
Viejos conocidos vuelven y Poochy no podía faltar a la cita siendo una vez más nuestro fiel aliado para acceder a zonas y objetos en las que Yoshi no podría pasar. Este encantador perrín será de gran utilidad pero en ocasiones se sentirá más como un estorbo que te obliga a pasa los niveles de forma muy rápida y que no te permite disfrutar de la exploración. No obstante, esto no es un problema ya que su uso es casi opcional, salvo segmentos donde es indispensable.
Cada nivel tiene una mecánica de recorrido a la inversa en la que podremos ver lo que antes nos era desconocido. El argumento es encontrar poochitos regados por el nivel siendo una carrera contra reloj para ganar todas las recompensas posibles. Es en este segundo “Run” donde podremos ver volteado el mapa todo el tiempo, lo cual es un poco decepcionante porque jugar con la perspectiva siempre se agradece.
Una de las cosas más importantes en Yoshi’s Island fue la gran banda sonora y en Crafted World no decepciona ya que se siente de nuevo esa calma y belleza en su apartado musical, el cual es un deleite… ¡pero siempre hay un pero! Llega un momento donde la música parece reciclarse con nuevos tempos lo que llega a ser repetitivo y por muy hermosa que sea la melodía inicial, oírla en un loop puede desgastar la experiencia sin llegar a ser un fiasco.
Podemos decir que la primera exclusiva del año para Switch no decepciona a nadie y es una grata aventura que cualquier público puede disfrutar sin ningún problema. Lleno de diseños inolvidables y mucha ternura, los niveles son un goce visual de inicio a fin.
Pero no todo es perfecto y los fallos de balance y abuso de algunas mecánicas no le permiten llegar más lejos. Pero aún así, creemos que llegó el sucesor de Yoshi’s Island y no podríamos estar más contentos.