Es innegable el impacto que tienen los juegos móviles sobre la cultura en este momento. Sólo necesitamos echar un ojo a la situación de la industria, en cuanto a la reorganización de estudios y modelos de negocio. Cada día vemos surgir nuevos juegos para iOS y Android, hasta por debajo de las piedras y, mientras muchos nos quejamos de que esos juegos “no aportan nada a la industria” o que son “el cáncer que desaparecerá los videojuegos como los conocemos”, hay millones de personas que día a día descargan juegos gratuitos, o de un dólar, para matar sus ratos de ocio.
Una de las franquicias más importantes de los juegos móviles es Plants vs. Zombies, que durante los últimos años se ha infiltrado en la cultura popular. Vemos a sus personajes en golosinas, disfraces en las calles, y ¿qué decir de los teléfonos de nuestros amigos y familiares? Prácticamente toda persona con un smartphone ha jugado o escuchado de la serie. Ese popular juego tower defense ya ha salido de las plataformas móviles para llegar a las consolas de PlayStation, Nintendo y Xbox, encontrando aceptación entre públicos dispares.
En lo personal, nunca he sido fan de la serie, pero los he tenido que jugar: encontré un sistema de juego accesible y que generara adicción, pero lo que más me llamó la atención fue lo hilarante de su diseño de arte. “Sería interesante ver a estos personajes en otro contexto”, pensé alguna vez, así como seguro hicieron otros cuantos miles de personas. Desde el anuncio de Plants vs. Zombies: Garden Warfare, sólo pude aceptar que fue una buena idea, al menos a nivel negocio.
¿Qué pasaría si tuviéramos un shooter, para consolas, en tercera persona, con el poder gráfico de Battlefield, pero tematizado de plantas y zombies? Aunque como negocio suena bien, como idea de juego suena –sinceramente– absurdo. De todas maneras, al ver las imágenes y videos, poco a poco varios fuimos cambiando nuestra actitud.
La versión final está en nuestras manos y sólo puedo decir que el veredicto es favorable. Garden Warfare es un juego divertido, accesible y adictivo –justo como sus contrapartes tower defense de móviles– pero con mucho más que decir.
De entrada, el juego nos plantea un escenario de risa: regresa el hilarante Crazy Dave para dirigir a su ejército de súper plantas en una batalla contra los zombies, sólo que esta vez, llevándola a proporciones nunca antes vistas. Nos podremos mover en un ambiente tridimensional bien diseñado y rico en detalles. Los escenarios son lo suficientemente grandes como para explorar o usar rutas alternas, pero presentan una buena dosis de sentido común, lo que evita que nos perdamo; de entrada, eso es un gran acierto para todo juego de disparos.
Sin embargo, el encanto de la serie es el diseño de personajes, lo cual –es fácil pensar– sería la principal razón de por qué alguien haría un juego de otro género con skin de Plants vs. Zombies. Aquí podemos elegir un bando, así como personalizar nuestros zombies o plantas. Esto se siente natural hasta cierto punto ya que durante la serie, los diseñadores se han preocupado por dar cierta personalidad a las plantas, sobre todo, y los modelos tridimensionales logran explorar el mundo de detalles.
Hay un total de 41 distintas plantas en el juego, de las cuales, 16 son nuevas y 18 pueden ser controladas por el jugador; las demás se usan para proteger la base plantándolas en lugares estratégicos. En cuanto a zombies, hay 26 distintos en el juego, de los cuales 12 son nuevos y 7 se pueden usar directamente.
Las mecánicas del juego son una mezcla entre el sistema tower defense y un third person shooter cooperativo: uno debe atacar a los contrincantes en un escenario definido. Cuando se juega en cooperativo local con pantalla dividida, cada usuario debe elegir su planta (por ejemplo, una que dispare, que muerda o lance explosivos) para dirigirse a su base, que es el jardín. Una vez activado el jardín, hay que colocar plantas de defensa en los puntos que se consideren mejores para evitar el avance de los zombies.
El juego nos indicará cuándo viene una oleada de estos, por lo que hay que estar preparado con una estrategia. Entre cada oleada tendremos un respiro para reorganizarnos, aunque a veces se siente bastante corto, creando un ambiente de locura a los pocos minutos de la partida. Antes de determinada oleada, nos aparecerá una ruleta (tipo traga monedas) que definirá el jefe al que nos tendremos que enfrentar en la siguiente oleada. Así seguiremos hasta pasar por más diez, si es que sobrevivimos junto con nuestro jardín.
¿De dónde sacamos las plantas? En la tienda del juego se nos asignan unos sobres de tarjetas que contendrán regalos como ítems y plantas, que podremos usar en nuestras partidas. Después podremos comprar más de estos con monedas.
El juego no puede jugarse solo. Es únicamente multijugador, no cuenta con campaña. De forma local, se puede jugar con pantalla dividida, pero la verdadera diversión está en el modo en línea, con la posibilidad de tener hasta 24 jugadores a la vez. Las diferentes clases en cada bando (como en todo shooter del tipo) logran crear un balance que requiere estrategia. El juego tiene algo para diferentes tipos de públicos: los ávidos jugadores de FPS en línea encontrarán campo para la estrategia y el juego competitivo, pero el jugador casual (pensemos en el jugador promedio de PvZ en móviles) también lo encontrará accesible.
La curva de aprendizaje es bastante peculiar: el juego (sobre todo jugando contra la inteligencia artificial) no es tan condescendiente como uno esperaría y las muertes no se sienten injustas ni forzadas; al contrario, invitan a seguir jugando y a replantear la estrategia.
El equipo de PopCap Games parece haber aprendido mucho de DICE, el estudio sueco de Electronic Arts responsable del desarrollo de Battlefield. El juego corre incluso en la tercera versión de Frostbite, el engine de la casa, logrando gráficos espectaculares en varios momentos de la versión next-gen. Prácticamente la mayor diferencia entre la versión de Xbox One y Xbox 360 está en los detalles de modelado y el nivel de oclusión ambiental, el cual luce bastante bien debido a los coloridos escenarios y personajes. Próximamente será lanzada una versión de Windows.
Éste es definitivamente un juego caricaturesco que no se toma a sí mismo en serio, al menos hasta que comienza el combate. Es un alivio ver juegos de este tipo como un balance de los FPS o shooters en tercera persona que nos quieren hacer sentir que es nuestro deber solemne salvar el mundo. Esperamos ver este juego en algún momento en otra plataforma que no sea de Microsoft, como en PlayStation 4 o quizá en Wii U, pero seguramente habrá que esperar varios meses hasta que termine la exclusividad.