Es duro ser un fan de futbol americano en México. Sí, existe un tocho colegial de primer nivel. Pero las tacleadas que amamos sólo existen en nuestra televisión, pues estamos a kilómetros de distancia respecto a estadios míticos como el Lambeau Field, o nuevos templos como el Cowboy Stadium. Por ello, juegos como la serie Madden llenan ese vacío que nos deja estar lejos de la acción, al colocarte como el Head Coach, la estrella e incluso el propietario de nuestros equipos favoritos.
Sí, Madden es una serie muy dirigida al público estadounidense, y hasta este año era la que recibía mayor atención por parte de EA en cuanto a desarrollo. Estos juegos fueron criticados durante años debido a una polémica exclusividad que dio término a sagas como NFL 2K; EA Tiburon había hecho que detalles como la física –gracias a los motores Infinity– le dieran al juego una vida que series quizá más importantes (te estoy viendo, FIFA) no tenía… hasta ahora.
Uno de los puntos más fuertes de Xbox One en Estados Unidos es la sociedad con la NFL para ver contenidos de la liga a través de la consola. Obviamente, Madden 25 viene en ese concepto publicitario. La idea de mirar el juego en la televisión y participar de él mediante el título fue una promesa básica, por lo cual se esperaría tener con un juego así lo máximo que los desarrolladores pudieran ofrecer.
Ante las promesas de un salto generacional, crecieron crecieron las expectativas sobre la versión que sería sucesora de la de Xbox 360, que fue bastante buena para sus propios estándares. Si bien no revoluciona el juego, llevó de manera muy digna las posibilidades de Madden en la actual generación, y explotó nuevas funciones como un motor físico mejorado, gráficos en buena resolución, y un buen control de las jugadas por tierra.
La máxima de “si no está roto no lo arregles” suele aplicar en estos casos, pero entonces comienzan las promesas de campaña: animación detallada, un motor Ignite que da a la inteligencia artificial la toma de decisiones más humanas, y mejor actuación de las líneas. Y entonces…
La esperanza de Madden 25 en la nueva generación era estrictamente gráfica. Y es ahí donde, quizá, te sientas mayormente decepcionado. De entrada, la edición de la anterior generación hacía un trabajo más que digno en alta definición, alcanzando un nivel relativamente alto de realismo (siempre en comparación con otros deportes).
Las texturas, muy bien realizadas para lo que se espera de la anterior generación, ahora tienen un nivel de detalle mayor. Se puede ver la porosidad de la tela, la creación hoja a hoja del césped de juego, el reflejo de las luces en los cascos y hasta la piel de cerdo (sintética) del balón se ven realmente espectaculares.
Los estadios –del mismo modo– están mejor modelados. Incluso detalles como los pasillos están más trabajados y los espectadores lucen un tanto más vivos que en juegos anteriores. ¿A qué nos referimos con vivos? A que tienen animación individual, están lo suficientemente detallados para distinguirse unos de otros, aunque para desgracia del título, estas mejoras son sólo notorias en algunas tomas.
Sin embargo, la ilusión se rompe terriblemente rápido. La calidad en gráficos del juego es lo suficientemente irregular para verse al mismo nivel (o hasta inferior) que en Xbox 360. Incluso en ciertos momentos donde debería lucir más sus detalles nuevos, como las repeticiones, los personajes y texturas se ven pixeleados.
Otro punto a destacar es que, fuera de los detalles mencionados, hay pocas mejoras. La animación es realmente similar a lo visto en la entrega que ya conocimos y, de hecho, se siente como si no explotara las capacidades de la consola como se debe. Sí, existen colisiones de alto nivel, pero son las mismas que podrías encontrar anteriormente. No es que sea un mal trabajo, pero la idea de pasar a una generación nueva es poder explotar sus cualidades de la mejor manera posible. En este caso en particular no se está cumpliendo.
La presentación es exactamente igual, desde los menús hasta las secuencias que te preparan para el juego que verás. La única diferencia es un diseño de interfaz que marca distancia con una combinación de colores neón, y ya, es la única distancia al respecto. Ni siquiera los modos de juego son distintos, por lo que no esperes encontrar muchas novedades de inicio.
Incluso, cuando lo juegas por primera vez será probable que te preguntes de manera muy seria en qué estriban las novedades de la nueva generación. En un primer acercamiento, son bastante limitadas, pero se distinguen conforme te adentras más en la jugabilidad.
En materia de gameplay, Madden 25 se juega de manera tan fluida y correcta como en la anterior generación. Incluso no sentirás mucha diferencia entre versiones en materia de ritmo, mucho menos de la interfaz. Es en los detalles donde brotan sus diferencias, aunque son mínimas
La principal novedad anunciada se trató de una mayor inteligencia de las líneas. EA resaltó esta cuestión como una de las más importantes en el deporte y, ciertamente, tienen razón. De esto depende el abrir camino a los corredores, presionar a los mariscales de campo y convertirse en el punto definitorio de una jugada, antes de que la defensiva secundaria o los receptores tengan siquiera la oportunidad de acercarse al balón.
Existe, sí, un avance en este respecto, pero no por ello significa una revolución. De entrada, será más notorio que cada yarda será peleada por los llamados “linieros” de manera agresiva y dura. Una formación incorrecta, o la elección errónea de jugada te pondrá en desventaja, pero tampoco es un tema que sea ajeno a la anterior generación. Donde se nota más esta mejora es al ver cómo los “linieros” reaccionan para tapar huecos en la defensiva, así como en la correcta presión al mariscal de campo que ya vimos en la edición pasada.
Asimismo, la inteligencia artificial reacciona de manera más oportuna al momento de que los esquineros tienen la posibilidad de tocar el balón. En envíos de mediano y corto alcance, las defensivas hacen de su espacio de juego un obstáculo a considerar. Así, con la ya existente presión al mariscal, es necesaria mayor precisión, pero nada que represente un salto notorio en la dificultad.
Esto no evita que el seguimiento que hacen de las trayectorias sea igual de limitado que en las entregas pasadas, haciendo posible aún que el dar pases larguísimos sea una rutina. Es ahí, y no tanto en las líneas, donde le gustaría a muchos fanáticos ver más desarrollo en la dificultad. Aunque, hay que ser francos, el lanzar misiles de alto yardaje le da a muchos paladares el mejor sabor del juego.
La libertad y el control que tienes en las jugadas por tierra se mantiene: pese a que este tipo de jugadas se hallan cada vez menos en una NFL embelesada por el dinamismo del juego aéreo. Además es ahí donde se encuentran secretos en la esencia del juego. De entrada, hace ver que la inteligencia artificial está planteada para incomodar al quarterback, además de que puedes aprovechar movimientos nuevos con los cuales evadir a la defensiva.
Sí, los modos de juego que ya conoces se mantienen sin cambios. Lo importante, en este caso, será definirte si este juego merece que te muevas a la nueva generación. Por desgracia, las principales promesas en materia gráfica se quedan cortas al punto de lo decepcionante. Mientras tanto, las novedades en gameplay te permiten sacarle más jugo a tu equipo, pero no de manera significativa.
Si lo que quieres es justificar el precio que pagaste por una consola de nueva generación, Madden 25 no es el juego que necesitas y, mucho menos, un desarrollo a la altura de las expectativas.
Por ahora, la versión de Xbox 360 y PS3 luce como una que representa mayor provecho, aunque si la juegas en las nuevas consolas no es un desperdicio: eso sí, el juego no va a justificar el precio que pagaste por cambiar de generación y, mucho menos, lo que se esperaba del mismo.
Pese a lo anterior, no estamos ante una mera actualización gráfica y mucho menos frente a un título disfuncional. Es el port de un juego muy correcto llevado a las nuevas consolas con detalles renovados, pero que no explota las cualidades del sistema y –peor aún– no exhibe de manera convincente las bondades de un engine como Ignite.