PS4, XBOX ONE, PC
PS4
Gearbox Software
2K Games
03/05/2016
La industria de los videojuegos, como cualquier industria creativa, se forja con tendencias. Cada creador toma lo que es popular y reconocible en su contexto y época. Decide, entonces, cómo romperlo. Cómo transformarlo. Entonces, pueden pasar dos cosas: o sigue con el camino establecido o se decide a transformarlo. El talento es, al final, lo que decreta si dicha decisión es la correcta.
En los videojuegos, al menos lo que involucran aún controles o cuando menos ejecutar comandos en el mouse y teclado, existen dos formas de jugar ampliamente populares. El furor por los juegos de tiros en primera persona sigue presente, mostrando mucha vida luego de que su auge comenzara a finales de la década pasada. Más de un jugador incluso conoce la forma en que prefiere disfrutar estos títulos, cómo acomodarse para disparar y apuntar mejor. El otro es el Multiplayer Online Battle Arena. Conocido con el acrónimo de MOBA, la dinámica de enfrentar equipos de héroes en espacios reducidos y cumplir objetivos es lo suficientemente popular como para llenar estadios y convertir en celebridades a tipos como Faker.
No es de extrañar, pues, que más de un estudio vea una mina de oro en la conjunción de ambos estilos. Existen dos Propiedades Intelectuales nuevas que apuestan por la fusión. La primera que conocimos, hay que ser justos, es Battleborn. Gearbox, quienes hicieron de Borderlands una locura de culto (y también se aventaron la pifia de Aliens: Colonial Marines), han decidido llevar a los hogares esta mezcolanza llamada Battleborn. Han dotado al juego de una historia, personajes únicos y un gameplay que tiene como objetivo ser frenético y hacer de las partidas en equipo una locura. Aunque, están conscientes, a veces querrás jugar solo. Lo interesante, en este caso, es que mientras otros juegos te venden una campaña con un añadido multijugador, aquí la relevancia de cada elemento es bastante pareja. Algo que, al menos, se agradece.
Solus es la última estrella del universo. Una multitud de culturas, facciones, razas y especies están listas para defenderla de Rendain. Traidor al Imperio Jennerit, destruyó cada estrella del cosmos hasta que sólo quedó una. Todo ello apoyado por los Varelsi. Por ello, como rezan las profecías, es tu deber pelear para poder mantener la vida y no condenarnos al vacío absoluto.
Para lograrlo, cuentas con una variedad de héroes que parecen muy distintos entre sí. Cada uno con una historia peculiar. Empiezas con Mellka, quien con disparos a corta distancia y buena velocidad, así como un cuchillo de buen alcance, puede hacer frente a los enemigos en la misión de prólogo. Si no es ella, entonces Oscar Mike te conviene un poco más. Un soldado con un rifle de asalto de buen calibre, que seguro le vendrá bien a los fans de los shooters tradicionales. Montana es un poco más pesado, con mayor poder de fuego y el encanto hispterioso de un leñador. Thorn es la última sobreviviente de una raza de tipo élfico, de manejo más avanzado pero ágil, además contar con una enorme precisión con su arco. De ahí nos vamos a Ambra, una más que extraña sanadora Jennerit que necesita más control y experiencia para llevarla al combate, o Benedict, un pajarote con suelas y traje de combate listo para reventar a sus rivales con cohetes y armas de muy grueso calibre.
Hay opciones para elegir, aunque las diferencias entre cada personaje no son tan sofisticadas como en otros juegos. Cada uno cumple una función específica en el campo de batalla. Si bien es un juego que permite mucha libertad al momento de tomar tu camino en el multijugador o en la campaña, lo cierto es que el juego está diseñado para elegir la opción correcta y no la que mejor le venga a tus habilidades. En especial cuando tienes compañía en la senda. ¿Por qué esto es un problema? Porque el juego se presenta como una colección de personajes, más que un juego en el que el componente táctico sea un fundamento.
Lo mismo sucede con las facciones. Son una mera mención. Pero realmente no pasa nada si las combinas o no. Así que fuera de un renglón en la bio de cada personaje no pasa mucho con ellas. A veces son objetos de retos que piden ciertas victorias para cada una, pero hasta ahí. Lo mismo ocurre con su desarrollo. Tienen toda una campaña para mostrarse y volverse carismáticos, pero la mayoría no lo hace. Vamos a una comparación atroz, pero efectiva: Overwatch, ese juego que aprovecha conceptos muy similares a Battleborn, no pinta para tener campaña. Pero ha usado todos los recursos posibles para que, justamente, sus personajes no se pierda la oportunidad de ganarse el cariño y la simpatía de los jugadores.
Los personajes son el motor que da sentido al juego y por eso empezamos el review con ellos. Sí, hay personajes geniales. Amamos a Thorn, incluso nos encariñamos con Benedict (pese a las burlas que esto puede generar, porque pues mexicanos) y retar al mundo con Miko (un hongo) o El Dragón es sin duda genial por lo demencial que es. Sin embargo, no generan la simpatía que deben generar y, alguna veces, sus posibilidades no pueden aprovecharse a menos que sepas muy bien de qué van tus objetivos. Lo cual puede frustrar a más de uno hasta en la campaña.
Tan pronto escoges a tu personaje, entras a una mecánica fundamental de First Person Shooter. Apuntas, disparas, tienes ataques de melee y saltas. No esperes la sofisticación de barridas y apunte de precisión alrededor de las esquinas, entre otras, que tienen otros juegos que pertenecen puramente al género FPS. Más bien, aquí la tirada es que los fundamentos sean plenamente funcionales. Que te sirvan sin necesidad de ser un as, permitiendo que saques provecho de las habilidades adicionales de cada héroe.
Conforme avances, accederás a nuevas habilidades a través del sistema de hélice. Se trata de habilidades que se van abriendo conforme avanzas. Con ellas, puedes aumentar el daño, reducir el tiempo de espera para realizar tus ataques secundarios, o bien obtener otro tipo de bonificaciones temporales. Es quizá la parte más avanzada del juego y que, dependiendo de tu personaje y estilo de juego, podrás aprovechar. Aunque, claro, esta forma de aumentar tus posibilidades de combate dista mucho del encanto que tenía subir de nivel en Borderlands. Se siente más efímero, parte por esa aura MOBA con la que cuenta el título.
Eso sí, tu nivel de personaje es de 0 desde el principio de cada partida, permitiendo que a través del sistema de hélice escojas diferentes habilidades y, con ellas, una forma diferente de aprovecharlas. Sin embargo, es cierto que tu nivel de usuario se va a mantener. Así que tu historial de combates tiene sentido.
Al derrotar jefes, avanzar en la historia o mediante créditos, podrá obtener cofres para obtener equipamiento. Con él, podrás personalizar a tu personaje. De esta manera, tus posibilidades en la partida serán beneficiadas. Lo cierto es que estos objetos se desbloquean de manera muy confusa: un mismo item puede tener diferentes categorías. Puedes tener un item prometedor, pero no la categoría que requieres. Deberás jugar y buscarle hasta que caiga. Puede ser o un incentivo o una frustración.
Si lo que quieres es un juego de disparos sencillo y que no te rompa la cabeza, es la opción. Pero tendrás que lidiar con personajes creados específicamente para que jugadores más experimentados tengan más reto. Así, puedes cruzarte en el camino de Thorn, por ejemplo. Lindo personaje. Pero para quien recién llega puede ser inadecuado. Es precisa, pero necesitas estar muy al tanto de cómo aprovechar los controles. Así sucede con otros personajes, la mayoría desbloqueables.
Hay campaña. Claro. Pero la esencia de este juego es el multijugador. Debe ser dicho abiertamente: en otros juegos llegas por la campaña y te quedas al multiplayer. Aquí arribas al multijugador y, si quieres desbloquear objetos, entrenar y así, tienes como complemento la historia. Tienen tres modos de juego, los cuales alcanzan a veces niveles demenciales de emoción. Otras, bueno, no tanto.
Empecemos con Meltdown. Su funcionamiento es simple: debes de guiar a un grupo de minions a una trituradora en algún sitio del mapa. Si llegan, ganarás puntos. Para evitar que el equipo rival gane puntaje, debes destruir a sus minions. Suena simple, pero cuando te das cuenta de que tanto jugadores experimentados como veteranos pueden dividirse las tareas de escoltar a sus robots y cazar a los ajenos, sabes muy bien que estamos ante una modalidad incluyente. Bueno, tan incluyente como llegue a serlo la comunidad y el sindicato de niños que te gritan usando el micrófono de la consola.
Es aquí donde se nota más el componente MOBA del juego. Es lógico que un estudio quiera distanciarse de la etiqueta, especialmente al momento de ofrecer novedades. Pero seamos honestos: no se puede negar la influencia de títulos como DOTA 2 o League of Legends. Menos cuando tus escenarios multijugador son junglas, muy detalladas, pero con estructura similar a las de aquellos juegos. Por fortuna, la fórmula ha podido rehacerse para darle un nuevo sentido.
Incursion es, de igual forma, una modalidad con olor a Leyendas y Antiguos. Debes llegar a la base enemiga y destruirla. Por supuesto, aquí vas a necesitar escoger bien a tu personaje y coordinarte con tu equipo. De otro modo, les hará falta algo para poder subsistir ante la batalla. No vayas a echar en falta alguien que cure, o un personaje de alto calibre. Es menos frenético que Meltdown, pero si eres más de jugar a la usanza táctica, puede que te venga bien.
Capture es más tradicional en cuanto a gameplay, al menos para un FPS. Llega a una zona y, gánala para tu equipo. Los disparos y las muertes cuentan aquí más que en cualquiera de los otros modos, aunque no por echarte el papel de Rambo vas a descuidar la estrategia. Lleva un equipo equilibrado y a pelear.
Sí, son tres modos. Podemos echar en falta más, pero al menos tienen diversas aristas para disfrutar el título. Para quienes están acostumbrados al FPS tradicional, por otro lado, pueden parecer muy sencillos. Pero su desarrollo, especialmente con Meltdown, los hacen interesantes. Por desgracia, los mapas son escasos y dependen de cada modo. Así que, si bien hay muchos personajes, aún carece de contenido en otros aspectos.
El prólogo da una idea muy peculiar de la campaña. Te hace esperar una historia divertidísima, con secuencias animadas y hip hop del duro. Pero no. La campaña termina siendo un cliché de ir al punto marcado, con ciertos momentos de escolta y en los que debes proteger un punto en específico. El humor a lo Borderlands se acaba luego de un par de horas. Sobra decir, además, que estamos ante una campaña hecha para no ir en solitario.
Tan pensada está la campaña para jugar con alguien más que, para disfrutarla, necesitas estar en línea. Sí, el modo de un jugador no es accesible si estás desconectado. Es una sala privada, tal vez, pero online. Comprensible para el multiplayer pero, ¿para la campaña?
Lo que es cierto es que es desafiante. Un jefe no te será nada fácil si vas solo. Entre más amigos vayan contigo, nuevas sorpresas te va a traer. Por tanto, necesitas estar bien consciente de cómo va a ser la pelea y con quien vas. Aquí vuelve a dejar de ser el personaje que más te guste, sino el que requieres.
Así, este componente se convierte en un detalle extra. Te sirve para obtener personajes y tener noción del contexto, así como para practicar. Cierto, son ocho misiones que pueden durar más de una hora (tiempo mayor que, por ejemplo, todo The Order). Pero se siente a leguas que el juego fue hecho para el multiplayer. Así que si te avientas la campaña solo puede que no tengas el disfrute que deberías.
No se le puede reprochar mucho al diseño de personajes. Sí, es genial. Pero a veces algunos se notan dejados muy de lado, tanto en la trama como en las habilidades. No está tan balanceado como debería, en especial si apenas llegas. Además de que no todos están bien desarrollados en cuanto a trasfondo.
Al juego le falta carisma. Se nota que las secuencias apantalladoras se quedaron en el prólogo, pero no ofrece más. Sí, el desempeño gráfico es muy correcto. Pero la animación y el guión se quedan un poco atrás en cuanto a las expectativas que da la trama de un relato entretenido. Pierde todavía más si hacemos la odiosa comparación con Borderlands.
Battleborn, sin embargo, es tremendamente divertido en el ámbito multijugador. Con los mismos bemoles de desbalance que el MOBA (no por nada hasta banean personajes), pero con modos pensados para el relajo absoluto. No cualquiera puede entrarle, por desgracia. Estos juegos se arriesga, con alguna vez lo hizo Evolve, a que no se entienda la estrategia y metajuego necesarios para salir adelante. Para mayor pena, la comunidad no suele ser paciente ni acomedida para ayudar en esta adaptación. Por tanto, de esta aclimatación dependerá su éxito.