Los años ochenta fueron una época memorable para el cine de ciencia ficción. Prácticamente cada año de esa década teníamos más de una propuesta que venía a revolucionar al género para convertirse en clásicos que perduran hasta nuestros días. En 1982, un joven Ridley Scott apareció casi de la nada con algo llamado Blade Runner, película basada en la novela de culto Do Androids Dream of Electric Sheep?, que cambió para siempre la forma en la que veíamos el cyberpunk y sobre todo, cómo es que se percibía el tema de la inteligencia artificial, poniendo sobre la mesa un montón de preguntas antropológicas y filosóficas que en su tiempo no habían sido tratadas en la pantalla grande. Nos encontramos 30 años después de aquel hito del séptimo arte popular y el temor de muchos se ha hecho realidad. Blade Runner 2049 aparece como una secuela que se había planeado desde 1999 pero que justamente por el terror de manchar el sagrado nombre de su antecesora, no se había hecho realidad. ¿Será que Denis Villeneuve y compañía hicieron la osadía de crear un nuevo capítulo digno de esta franquicia tan importante para todos los amantes del Sci-Fi?
La idea de tener una continuación para Blade Runner siempre fue rechazada por la mayoría, pues dicha cinta inicia y termina de manera redonda, no dejando cabos sueltos ni espacio para otra historia que arruine lo conseguido por Scott y su equipo; sin embargo, Blade Runner 2049 desafía por completo lo anterior, presentando un espectacular guión que respeta el legado en el que se basa y a la vez, propone ideas frescas que encajan perfectamente con el universo que representa, siendo sustentado por una maravillosa dirección, sensacional fotografía, score que pasará a la historia y una atmósfera que ya nos se ve dentro de Hollywood. Es simplemente indescriptible lo que se puede conseguir con un presupuesto de súper producción que no está encaminado por el marketing ni por estrategias comerciales para satisfacer a una masa del público totalmente sedada por cine de dudosa calidad que más bien es maquilado. El medio definitivamente necesita recordar por qué es tan especial con este tipo de obras y no siempre estar pensando en romper el siguiente gran récord de taquilla. De alguna manera, Blade Runner 2049 existe y creo, es algo que se debemos festejar.
El año es 2049 y la sociedad se encuentra en uno de sus puntos más bajos. 30 años han pasado desde que Rick Deckard desapareció tras completar su misión de retirar a un peculiar grupo de Replicants que buscaba alargar su tiempo de vida. Ahora, la línea entre un humano y estos androides es más borrosa que nunca, pues tras la caída de Tyrell Corp. y el ascenso de Wallace Corporation, se ha creado una nueva generación de Replicants totalmente obedientes que tienen la oportunidad de vivir el mismo tiempo que un humano promedio.
El agente K, Replicant que trabaja como Blade Runner interpretado por Ryan Gosling, se encuentra en una investigación especial, esto como parte de una operación que busca terminar de una vez por todas con los Replicants rebeldes de vieja generación que aún se encuentran activos en el mundo. Durante su visita para acabar con uno de estos robots, el protagonista de la historia se topa con evidencia que pone en tela de juicio más que nunca, qué tan diferente es lo que se llama real, con lo que es considerado artificial, y si el mundo se entera de ello, podría provocar una guerra civil sin fin. De ese punto parte de toda la premicia de Blade Runner 2049, misma que se va desenvolviendo de una manera magistral gracias a un guión excelente bien escrito por Hampton Fancher, quien es uno de los pocos que regresa del equipo original que trabajó en Blade Runner de 1982.
Es muy importante destacar que al inicio de la película se nos habla de un evento llamado Black Out sucedido en 2022, es decir, tres años después de lo que vimos en la cinta original. En dicho suceso, un grupo de Replicants consiguió detonar una bomba EMP sobre Los Angeles, la cual, borra por completo todos los registros humanos almacenados en dispositivos electrónicos. A partir de ese momento, el gobierno prohibe por completo la fabricación de más Replicants, provocando que Tyrell Corp. se vaya a la quiebra, no sin antes ser comprada por Wallace Corporation, empresa que ha evitado la hambruna con una revolucionara técnica para cultivar comida y que ahora, experimenta con inteligencias artificiales y por supuesto, una nueva generación de Replicants totalmente obediente. Aquí entra Niander Wallace interpretado por Jared Leto. Este es un villano espectacular del cual no te puedo contar casi nada, pues te estaría arruinando mucho de la historia. Lo que te puedo decir es que es un antagonista totalmente creíble con grandes motivaciones.
De manera complementaria, se lanzó un espectacular corto anime dirigido por el propio Shinichirō Watanabe (Cowboy Bebop y Samurai Champloo) llamado Blade Runner Black Out 2022, que nos cuenta los hechos de este evento en el que se perdió la mayor parte de la información digital que la humanidad poseía y que por supuesto, te recomiendo ver ampliamente.
Como te puedes dar cuenta, Blade Runner 2049 vuelve a tocar el tema de qué tan real es lo real, y qué tan real puede ser lo artificial, provocando que un montón de preguntas sobre cuál es nuestro rol en el universo surjan y que incluso, cómo es que nuestras propias creaciones puedan llegar a ser más humanas que nosotros mismos. Esto claro, puestas en un futuro distópico bastante decadente como el que se presenta en esta película. A pesar de que el argumento del levantamiento de las máquinas pudiera parecer un tanto trillado, hay que recordar que Blade Runner fue una de las primeras en usarlo dentro del cine y que ahora, al menos en mi opinión, este nuevo filme lo refresca y presenta de una forma que no nos había tocado ver en los últimos años.
La gran pregunta de “¿necesito haber visto la Blade Runner original para entender la nueva?” es bastante complicada de responder. Lo primero que hay que dejar en claro es que Blade Runner 2049 es una cinta que requiere de nuestra total atención durante las casi tres horas que dura, pues a pesar de tener muy buenas secuencias de acción, éstas tan sólo representan una muy pequeña parte de la experiencia general. Al inicio, se nos presenta información muy puntual que da contexto a la historia que se nos va a presentar y que por supuesto, es crucial para entender los hechos que estamos a punto de ver, pues se describe qué es un Replicant y qué es un Blade Runner.
Sí, haber visto Blade Runner de 1982 ayuda bastante, pero te puedo decir que si de verdad entras al cine a ver Blade Runner 2049 con ganas de usar el cerebro por un rato sin haber disfrutado de la antes mencionada, no deberías de tener problema en entender qué es lo que está pasando y por qué es que está pasando. Te repito que estamos frente a una cinta que asume que somos seres inteligentes con capacidad de reflexión y sobre todo de atención, con la habilidad suficiente para ir atando cabos y de ir construyendo una especie de rompecabezas que al final, hace todo el sentido del mundo, asunto que a mi parecer, es de lo más divertido del mundo cuando uno entra a una sala de cine.
Las actuaciones de Ryan Gosling, Jared Leto, Robin Wright, Sylvia Hoeks y en general de todo el reparto de la película, están sumamente bien logradas, mientras que intervención de Harrison Ford es totalmente adecuada e incluso necesaria para que el argumento de la historia se pueda desarrollar y completar. Algo importante de mencionar es que el fan service está perfectamente integrado en Blade Runner 2049, siendo sutil y bien aprovechado, dejando de lado cualquier intento por ocuparlo como un recurso pobre que solo apele a la nostalgia de quienes amamos la cinta original.
Por supuesto que me gustaría hablarte mucho más sobra la trama y cómo es que ésta se va desenvolviendo, pero Blade Runner 2049 es una cinta que fácilmente se puede arruinar. Probablemente en un contenido futuro discutamos con spoilers todo lo que implica la maravillosa historia que aquí se nos contó.
Te puedo decir que Blade Runner 2049 es una de las mejores secuelas de todos los tiempos por la manera tan maravillosa en la que está escrita, no dejando huecos argumentales de importancia y a la vez, tampoco explicando absolutamente todo para dejar abiertas algunas cosas a la interpretación y por supuesto, algo de hilo para una posible tercera parte, la cual, se antoja más que complicada teniendo en cuenta que este nuevo intento se está quedando muy corto en la parte comercial, hecho totalmente lamentable que nos habla muy claramente de los gustos del público general cuando se habla de cine.
Los videojuegos tienen la peculiaridad de poder expresar sentimientos a través de mecánicas de juego, elemento que es exclusivo del medio. Por su parte, el cine cuenta con el lenguaje cinematográfico o fotografía para contar historias como nadie lo puede conseguir. En mi opinión, una película que no echa mano de este tipo de recursos se termina quedando como una experiencia vacía que poco otorga al medio. Para Blade Runner 2049, Denis Villeneuve decidió trabajar de nueva cuenta con Roger Deakins, fotógrafo con una extensa trayectoria que recientemente nos cautivó con su trabajo en Sicario y en Skyfall, y que en este 2017, a mi parecer, nos presenta su obra maestra.
Cada escena, cada momento y cada cuadro de Blade Runner 2049 es una autentica pintura. Constantemente en la sala de cine me daban ganas de detener la proyección para apreciar por más tiempo estas imágenes que le llenan el ojo a cualquiera. La buena noticia es que Villeneuve, como director, entendió que el trabajo de Deakins tenía que lucir lo más que se pudiera, por lo que tenemos secuencias bastante amplias en las que simplemente se nos deja ver por un par de minutos estas calles llenas de suciedad de Los Angeles mientras una intensa lluvia cubre los letreros neón que alumbran a la metrópoli cyberpunk.
La iluminación de Blade Runner 2049 es simplemente perfecta y lo mejor es que se combina sin problemas con planos secuencia sensacionalmente logrados que resaltan de gran forma la intención del director en cada escena que busca representar. De verdad que no recuerdo un sólo momento dentro de la película en el que no quedara impactado por el escenario que se nos estaba mostrando. Por supuesto que la recomendación es verla en la pantalla más grande que puedas encontrar.
El guión Blade Runner 2049 es espectacular, pero poco lo habríamos podido disfrutar sin una cinematografía que estuviera a la altura y que sobre todo, sirviera como transporte entre lo que los autores querían expresar, y lo que al final nosotros los espectadores recibimos. Me sorprendería muchísimo si en esta temporada de premios, la fotografía de este filme no estuviera como una de las más reconocidas por los distintos jurados que entregan estos galardones a lo mejor del cine.
Por supuesto que al hablar de la cinematografía de Blade Runner 2049, forzosamente tenemos que tocar el tema del diseño de producción o dirección de arte, así como el de su espectacular música, pues como seguramente bien sabes, una de las razones por las que Blade Runner se convirtió en una cinta de culto tan querida, tiene que ver con la manera tan especial en la que nos sumergió en este mundo cyberpunk en el que casi podías oler el fétido olor despedido por las alcantarillas de esta Los Angeles futurista con calles llenas de humedad y basura.
La dirección de arte está a cargo de Dennis Gassner, quien también tuvo participación en las últimas cintas de James Bond que fueron aclamadas justamente por este aspecto. El uso de colores, creación de escenarios, vestuario y en general cada aspecto visual de Blade Runner 2049, es simplemente perfecto. La recreación de esta versión de Los Angeles en las que todo el tiempo está lloviendo y que es iluminada solamente por letreros neón de publicidad que justamente sí se siente sacada de un futuro cercano, consigue que como espectador te adentres en este mundo que no se puede lograr de otra manera. Sé que puede sonar gastado, pero estamos frente a una de esas cintas que de verdad te hacen sentir al lado de los personajes que ves en pantalla.
Todo lo anterior se ve magistralmente apoyado por un score que si bien, no es del mítico Vangelis, sí conserva esas melodías melancólicas y de vacío existencial y a la vez, propone un par de ideas nuevas que funcionan sensacionalmente. Originalmente se tenía planeado que Jóhann Jóhannsson estuviera a cargo de este aspecto de Blade Runner 2049, esto luego de haber trabajado con Villeneuve en la música de Sicario y de Arrival pero al final, se decidió que Hans Zimmer y Benjamin Wallfisc tomaran las riendas de este score. Como te comento, se hizo un trabajo espectacular que incluso puede vivir por sí mismo y que por supuesto, funciona como ingrediente principal para crear esta profunda atmósfera que no siempre nos toca vivir dentro del Hollywood.
Con Arrival, Denis Villeneuve demostró que se podía convertir en uno delos grandes directores de ciencia ficción y con Blade Runner 2049, me parece que ya podemos hablar de la consolidación de un cineasta que el género necesitaba, esto claro, considerando que Ridley Scott no tuvo nada que ver con el desarrollo de esta cinta. El buen uso de un gran presupuesto se aprecia en cada uno de los momentos de esta maravillosa historia que nos hace reflexionar sobre un montón de profundos temas sobre nuestra existencia como especie y lo que podemos hacer, asunto que en mi opinión, toda buena obra de ciencia ficción debería conseguir.
Blade Runner 2049 es el cine como arte llevado a temas considerados exclusivos de la cultura popular. Blade Runner 2049 es la secuela a la que muchos temíamos pero a la vez, con la que habíamos estado soñado por tres décadas. Probablemente me faltan palabras para hacerle justicia al trabajo que en este 2017 nos toca disfrutar en la pantalla grande, pues sin lugar a dudas, verla una vez está lejos de ser suficiente para procesar todos los mensajes y detalles que se pusieron frente a nuestros ojos. Dejemos de lado por un rato el cine chatarra que si bien es disfrutable por momentos, aporta nada a este maravilloso medio, y démosle espacio a películas que tienen una visión de autor muy clara y una ejecución magistral que demuestra cómo es que el lenguaje cinematográfico debería de ser aplicado.