Viajar es una de las cosas más importantes que podemos hacer los seres humanos, conocer otros lugares nos enriquece a un nivel personal e íntimo. Irrational Games nos ha regalado ya un par de viajes de este tipo: Rapture y Columbia; estas dos atmósferas significativamente diferentes se colocan en la punta del iceberg que es hablar de BioShock, recientemente y con las manos de Booker DeWitt subí a las nubes a explorar el nuevo mundo de la mente de Ken Levine y he vuelto; ahora no hay forma fácil de decir lo siguiente: BioShock Infinite no se puede reseñar. Quizás esto sea una excusa barata para evitar calificar gráficos, mecánicas y narrativas pero si se quedan conmigo durante el texto que sigue espero que se entienda la razón de escribirles hoy de esta manera, este soy yo después de terminar BioShock Infinite. Este es un relato del viaje a un lugar maravilloso.
Will the circle be unbroken? (¿Podrá repararse el círculo?)
Cuando vi las primeras imágenes de Infinite sucedió lo siguiente: estaba al mismo tiempo alegre y decepcionado de asimilar que mi visita a Rapture había terminado, la ciudad subacuática art-deco que nos congeló la sangre quedaría sumergida y habría que dejarla ir para subir al cielo, ¿qué tanto podríamos hablar de BioShock sin Rapture? ¿No era la esencia de nuestro primer juego de Irrational el viaje que nos otorgó a este mundo submarino? Hasta la semana pasada creí que sí, y así caminaba escéptico mis primeras horas por las calles de Columbia pensando ¿Será esto familiar o algo diferente?
Esperar en Columbia encontrar el miedo que causaba la soledad de Rapture fue mi primer error, esperar en el Profeta Comstock a un Andrew Ryan fue el segundo, sin embargo mientras exploraba este nuevo mundo descubrí que mis sentimientos por ambas experiencias comenzaban a ser similares, una pulsión de intranquilidad recorre a los espectadores de estos dos mundos tan distintos; en ambos casos hay algo que inunda a quienes los visitamos, el sentimiento de que algo no está bien y de que somos vulnerables; La ciudad de Ryan lo hace a través del control y la supremacía de sus habitantes, la opresión y el miedo; la ciudad del Profeta Comstock lo hace a través de la luz y la redención, las palabras amorosas y la esperanza. Dos atmósferas diferentes, la misma inestabilidad emocional. No importa si ya no estoy en Rapture, las primeras horas de visitar Columbia me hicieron pensar justo lo que yo tenía miedo de no sentir: “Estoy de vuelta en BioShock”.
Booker DeWitt y yo tenemos una deuda, la única forma de pagarla: entregar a la niña. Estamos en un barco y al fondo hay un faro emergiendo del océano, la lluvia intensa deja entrever un muelle a tientas; caminamos por este muelle y subimos por las escaleras del faro, una silla espera inmóvil a que nos sentemos en ella…. Sería un crimen contarles más, sería una falta de respeto al viaje personal de cada quien intentar contarles que es lo que van a ver una vez que esa silla salga disparada a la ciudad en las nubes; intentaré entonces contar de que trata el juego sin hacer mucho énfasis en la historia, solo puedo decirles que esta es contada a través de sus personajes y la evolución de una ciudad, cada uno de los protagonistas de la historia irá tejiendo el contexto de Columbia y nos hará descubrir sus detalles, estamos frente a una narrativa rica y líquida, en ningún momento sentiremos que hay partes de la historia fuera de lugar. BioShock Infinite es el viaje personal de cada uno de ustedes, este juego se trata de todo lo que hasta hoy ha sucedido con la sociedad moderna y lo que nos ha acontecido a cada uno de nosotros. Durante todo el recorrido siempre sentí que el viaje era un recorrido por la historia, tanto la propia como la de la humanidad.
¿Qué es Columbia sino otra arca para otro tiempo?
Va una anécdota: Una profesora que tuve en la universidad nos enseñó durante seis meses con lujo de detalle todo acerca de la arquitectura del renacimiento, nos hacía unas descripciones detalladísimas de los elementos que conformaban los edificios Italianos del siglo XV. Tiempo después salió Assasin’s Creed 2 y después de visitar Florencia y ver lo cercana que era la interpretación de esta ciudad a lo que yo había escuchado en clase me acerqué con mi profesora y recorrimos juntos la ciudad a través de la pantalla. Durante un par de horas vi a una mujer que toda su vida había soñado con conocer esa ciudad en ese contexto pidiéndome que le mostrara más, que escaláramos los edificios Florentinos en todos sus ángulos, así entendí el poder que tienen los videojuegos para hacernos visitantes activos de lugares que hoy, no existen.
Recorrer el espacio es un trabajo que nuestro cuerpo hace naturalmente. Es nuestra mente la que debe de interpretar las dimensiones, matices y ambientes para tener una nueva interpretación del mismo. Con esta definición se podría decir que es posible sentir un espacio sin haberlo visitado físicamente. Columbia surge entre las nubes como el Castillo de los Pirineos de René Magritte, una extraña irrealidad que se antoja creíble: Vivir en el cielo sobre las nubes y observar el amanecer desde lo más alto. Columbia es la suma de aspiraciones y sueños de una generación, es la ciudad imposible que paradójicamente podemos caminar a la velocidad que nos venga en gana.
La ciudad del Profeta Comstock es el resumen de ideales estadounidenses de principios del siglo XX, un lugar de ensueño donde los niños de mejillas rosadas juegan y ríen mientras su madre pulcra y perfecta prepara los sándwiches en un jardín floral; son los grandes edificios ricamente decorados con imágenes de supremacía americana donde ningún detalle muestra imperfección; las avenidas luminosas con sus los jardines color esmeralda, la luz del sol reflejando tonos dorados sobre los perfectos e ingrávidos edificios que navegan delicadamente en firmamento, ahí arriba donde solo viven los privilegiados, donde el dolor y la nostalgia han sido olvidados. ¿Cómo puedo contarles de mi visita a Columbia sin de alguna manera sugestionar su propio viaje? Si alguno de ustedes -lectores- tiene intenciones de conocer un mundo que la tecnología moderna no nos puede otorgar, si quieren casi poder oler esos jardines y mirar el anochecer entre las nubes, solo tienen que conseguir una copia de este título y dejar la mente abierta para creer que todo puede ser posible. Columbia es un ejemplo de arquitectura utópica puesta al servicio de nuestros ojos y como mi profesora, yo me maravillé con cada uno de sus recovecos, tomé fotografías como un turista (interesantísimo además el estudio fotográfico de Columbia que hizo Asher, no se lo pierdan), y de vez en cuando detuve el paso y dejé que el ambiente viviera a mi alrededor, para casi sentir que yo estaba ahí, que conmigo o sin mi esa ciudad seguiría existiendo y funcionando.
Columbia -dentro del juego- es referida como una analogía al arca de Noé donde aquellos que aspiran a vivir en ella sobrevivirán a los abusos y pecados de la realidad terrenal, visitarla es caminar y contemplar entre los celestiales, me da gusto poder invitarlos a conocerla sin tener que pagar un costoso boleto ni recorrer grandes distancias, es subir al arca en el cielo, es sentir el espacio como propio.
El ave y la jaula
Hay un momento del juego que ni siquiera es importante y puedes dejar pasar sin haberlo notado, en uno de los cuartos de Shantytown encuentras una guitarra en el piso la cual Booker puede sentarse a tocar, sin arruinarles este momento tan especial déjenme decirles una cosa, en ese momento me di cuenta que la relación entre los personajes se encuentra en los detalles. Bioshock Infinite logra algo que pocos juegos consiguen, atar los sentimientos del jugador a los que están pasando por los ojos de los protagonistas.
Durante la mayor parte de Bioshock Infinite una chica de nombre Elizabeth experimentará contigo las maravillas y horrores que presenta la ciudad y habitantes de Infinite. El guion y la inteligencia artificial que han sido programados a esta dama virtual la convierten en uno de los acompañantes más memorables de la historia de los videojuegos, genuinamente hay una química entre Booker y Elizabeth que vuelve la experiencia de juego mucho más tensa y emocional, tendrás que ser testigo de la relación entre protagonistas y en ella encontrarás que más allá de un juego, este título de Irrational tiene una historia hermosa que contar llevada narrativamente por la trinidad que existe entre el Profeta, Elizabeth y tú.
Los temas que explora este juego son muy variados y supongo que cada uno de nosotros se identificará con aquellos que le sean más afines o contradictorios, para mí fue una historia que habla del espíritu humano y nuestro ímpetu por ser dominantes, en este juego la dualidad entre el encierro y la libertad se ven reflejados en la jaula de oro que es Columbia, ¿Somos realmente libres en nuestra zona de confort? ¿Qué tanto poder de decisión tenemos cuando hemos conseguido todo aquello que prometió hacernos felices y darnos cuenta que no fue suficiente? Las preguntas que Infinite puso en mi cabeza siguen rondando hasta ahora que escribo estas líneas ¿Puede el ser humano alcanzar la felicidad o es que nuestra naturaleza nos obliga a estar inconformes? En Bioshock Infinite somos Aves enjauladas y embelesadas por un ambiente que poco a poco dejará de ser la tierra prometida y poco a poco será la cárcel más hermosa imaginable. Los habitantes y edificios de Columbia cambian drásticamente durante el curso de la historia y las decisiones que hay que tomar no siempre son las que uno tomaría estando en esas situaciones.
Es extraño, Bioshock Infinite juega una vez más con nuestra idea de moralidad, una vez que todo empieza a tornarse oscuro en la historia y empiezas a defender tu vida a golpes y balas, te das cuenta de algo muy importante: No estamos en Rapture donde las personas han perdido la cordura y somos casi una especie de liberadores repartiendo la muerte para evitarles la pena de la existencia como Splicer; Esta vez no, en Columbia estamos batallando contra seres humanos conscientes y convencidos de que están peleando por una causa mayor, por la exaltación de su propia humanidad, es muy fuerte ser el verdugo que viene a destruir la utopía, a revelar lo que está podrido dentro de las perfectas entrañas de la ciudad divina. Es entonces cuando entran las cuestiones más profundas ¿Es en realidad el profeta un héroe o un villano? ¿Estamos liberando o enjaulando con nuestra intervención? Elizabeth y Booker se cuestionarán más de una vez el propósito que tienen dentro de esta historia y con ellos, nosotros como jugadores habremos aprendido -creo yo- a ser mejores seres humanos. Mencionaba Ken Levine que al diseñar un juego de esta categoría debe de considerar que la persona detrás del control puede ser cualquiera de nosotros y jugar de una manera muy distinta, Bioshock Infinite se adapta a nuestros miedos y virtudes para hacernos pensar sobre nosotros mismos. ¿Cuantas posibilidades no hemos dejado pasar por ser quien somos hoy? ¿Y si tan solo hubiésemos tomado un camino diferente?
¿Cuánto por Infinite: Gráficos, Mecánicas y Narrativas?
Como han podido leer, quiero seguir escribiendo sobre Infinite, hablarlo con mis amigos y familiares, contarle a todos lo que he visto y conocido. Creo que da para seguir y seguir hablando. Voy a hablar un poco de las cosas que muchos de ustedes quieren saber y me disculpo si creen que estas son insuficientes para tomar una decisión sobre el juego, vine hoy a contar una experiencia no a recomendar que compren o no un producto. Estamos frente a uno de los juegos visualmente más hermosos de los últimos años y recomiendo ampliamente que intenten jugarlo en una PC con un buen GPU ya que parte de creerse el viaje está en maravillar nuestros ojos con esas texturas y colores increíblemente inexistentes. Volveremos a tomar las manos y armas de un personaje que puede modificar el mundo a su alrededor con el uso de poderes sobrenaturales y armas precisas, los combates se sienten más dinámicos que nunca y la historia se teje entre mecánicas y gráficos de una forma tan sutil que entrega un objeto completo y delicioso. Bioshock es inolvidable, si tiene errores en el camino fue lo suficientemente distractor de mis sentidos como para no notarlos, me divertí muchísimo jugando un título que hace bien cada una de las cosas que se propone. ¿Cuánto quieren que le ponga a Infinite después de todo lo que ya he escrito? Creo que la nota más alta se le da a aquellos juegos que nos hacen mejores, Bioshock Infinite se la merece. Y ¿Cuál es la nota más alta? Depende del cristal con que se mire, depende de cada uno de ustedes.