El próximo 9 de junio se cumple un año de que Animal Crossing: New Leaf llegó al Nintendo 3DS. Aún recuerdo la aventura que fue recorrer las tiendas en busca de dos copias del juego cuando cerca de su lanzamiento eran escasas en nuestro país. A mi madre le tocó estrenar el juego mucho antes que a mí, y descubrir una nueva vida virtual que la mantendría jugando en la consola por todo el año.
A lo largo de casi 365 días, hemos visto mucho en nuestros pueblos, la llegada del verano lleno de visitas a la isla en busca de bichos, el inicio del otoño con sus bellos árboles cafés y atardeceres, el frío del invierno con sus nevadas y la entrada de la primavera con sus bellos árboles en flor. Nos ha tocado pasar juntos las festividades, repartir “chuches” en halloween, participar en torneos de caza de bichos y de pesca, repartir regalos a nuestros animales en navidad, ver la llegada del año nuevo en el reloj con cuenta regresiva de nuestra plaza, buscar huevos de pascua, ser estafados una y otra vez por Ladino y hacer cientos de favores a nuestros animales.
Miro a mi lista de programas en el 3DS y el que tiene más horas registradas es precisamente New Leaf con más de 340 horas. Aunque regreso varias veces a la semana a hacer nuevos proyectos municipales y verificar que mis animales no abandonen el pueblo, en realidad no tengo la paciencia y habilidad que ha desarrollado mi madre; estoy seguro que su registro de horas de juego supera casi por el doble el mío.
Yo juego un amplia variedad de videojuegos, pero para mi mamá su único entretenimiento del medio es precisamente Animal Crossing, y cada que visito su pueblo encuentro novedades muy interesantes.
Cuando escribí el primer artículo sobre este tema en Atomix, su pueblo me parecía sorprendente, pero aún lucía como una aldea rural con todo y que lo tenía todo muy bien distribuido y ordenado. Con el paso del tiempo seguí viendo crecer su pueblo cada vez más más, cada visita ya tenía un nuevo proyecto sorprendente en los que estoy seguro que gastaba cientos de miles de bayas.
Llegó un momento en que me presumía muchos artículos exóticos. Ropa muy fina, pasteles carísimos, muebles dignos de un palacio o únicos en su tipo y cuando le pregunté de dónde habían salido me llevó a su centro comercial de tres pisos que me dejó completamente sorprendido. Ahora yo también he modernizado mi tienda, pero por mucho tiempo iba a hacer mis compras a su pueblo por la variedad que tenían sus avanzadas tiendas.
Realmente estoy sorprendido por todo lo que ha logrado mi madre y lo bien que se siente estar en su pueblo. Por mucho que yo trate de ponerme a ordenar mi casa o distribuir los edificios de mi pequeña aldea, jamás podré igualar la manera en que la imaginación de mi mamá ha dado origen a su bella ciudad de ensueño.
Cuando hay algún evento especial en que se regalan muebles u objetos exclusivos, hemos llegado a competir, y no sé de qué manera con todo y mis habilidades de videojugador no puedo superarla dentro de Animal Crossing. Cuando le pregunto “¿Ya tienes este mueble?” me sorprende ver que no sólo ya consiguió lo que yo tengo, sino muchas cosas más que me hacen reconocer esa destreza para el juego que ha desarrollado.
Animal Crossing: New Leaf se ha vuelto un refugio ante un mal rato para ambos y aunque nos separan cientos de kilómetros de distancia, cuando andamos un poco tristes basta con mandar un mensaje para citarnos en alguno de nuestros pueblos, presumirnos nuestros avances, ir a tomar un café, salir de compras, intercambiar regalos, mandar un “te quiero” a través de nuestros personajes, y disfrutar de estos mundos virtuales que hemos creado y que han establecido un vínculo irrompible entre nosotros.
Sé que puedo llamar por teléfono a mi mamá en cualquier momento, y sé que después de varias semanas de trabajo puedo ir a visitarla en casa, pero una magia muy especial gira en torno a comunicarnos y convivir dentro de Animal Crossing, espacio virtual que disfrutamos juntos. Cada logro o curiosidad nueva que nos pasa no tardamos en compartirla y platicarla; la tristeza de un animal que se va del pueblo también la pasamos juntos, así este mundo es más que un juego, una manera de convivir y demostrar nuestro cariño.
Con Animal Crossing me doy cuenta de que quizá mi personalidad impregnada de una pasión desmedida por los videojuegos me viene de familia, y que si a mi mamá le hubiera tocado crecer en mi época sería muy similar a como soy yo ahora.
El compartir esta experiencia con ella me hace ver que más que una madre, en ella tengo a una amiga fiel en quien puedo confiar y cuyo cariño jamás se va a acabar. No sé cuántos años más seguiremos constantes en Animal Crossing: New Leaf pero estoy seguro de que este tipo de experiencias compartidas nos acompañarán hasta nuestros últimos días juntos en donde miraremos hacia atrás y recapitularemos con una sonrisa en la cara todas las aventuras que vivimos juntos.
Mi madre siempre ha entendido mi pasión por los videojuegos y me ha ayudado a llevarla con responsabilidad. Si estoy aquí sentado escribiendo estas líneas es gracias a ella…
Si ya leyeron esta historia completa, espero les haya agradado este epílogo, y si no lo han hecho en estos enlaces podrán hacerlo, una anécdota adecuada para celebrar este día tan especial: