¿Y quién es ese tal Charpentier? Pues nada más ni nada menos que el diseñador principal de Total War Battles: Shogun. Según él, si observamos el mercado, entre el 20 y el 30% de los juegos son buenos, pero el porcentaje restante, un 70%, simplemente no cumple las expectativas de los jugadores. La declaración seguramente encenderá los ánimos de más de uno; sin embargo, dice algo de verdad. En un entorno saturado de secuelas y adaptaciones fáciles para obtener ingresos algunos tienen el valor de expresar su cruda opinión.
“Simplemente, no podemos seguir lanzando juegos que cualquiera puede decir que no son interesantes luego de jugarlos por tan sólo 30 minutos, cuando 20 o 30 personas pasaron dos años trabajando en ellos. No tiene sentido”.
“Aunque la mayoría se ven bien —continúa—, casi todos se juegan como mierda”. Durísimas palabras dirigidas a todos esos juegos que se quedan a medio camino. Luego, señala algo muy cierto: el riesgo más grande no radica en la tecnología o en el arte, sino en el diseño de juego. ¿El secreto? Prototipar ideas rápidamente y descartar lo que no sirve hasta refinar todos los sistemas del juego.
Desarrollar un videojuego es simular un mundo: significa crear leyes y una lógica interna. Éste es el aspecto esencial y más importante de todos, pero muchos estudios piensan que invirtiendo millones en arte y tecnología lograrán sostener un juego que, en esencia, carece de algo que entretenga a los jugadores.
¿Ustedes qué opinan? ¿Charpentier está en lo cierto o exagera con ese porcentaje?
Fuente: Edge.