Ya que les ando contando lo que me mostró Ubisoft, déjenme platicarles un poco de Assassin’s Creed IV: Black Flag. Durante mi visita al booth de la compañía francesa tuve oportunidad de tener una demostración privada del juego en compañía de algunos miembros de su desarrollo. En seguida pueden leer mis impresiones sobre lo mostrado.. tiene piratas. ¡Piratas dije!.
Al igual que algunos otros de los títulos más anticipados de esta E3, ACIV Black Flag se nos mostró corriendo en una versión de prueba de la PlayStation 4 y sin permitirnos ser quienes toman el mando. Pero con los developers por un lado jugando y mostrándonos exacatamente lo que querían que viéramos. En este caso se trató de un adelanto de lo que nos espera en la modalidad de mundo abierto del título.
El demo empezaba con el personaje central Edward Kenway, pirata británico y miembro de la orden de asesinos, recorriendo un poblado costero con bastante vida comercial, le seguía la pista a un tipo que tenía en su posesión un mapa del tesoro. Para fines de la presentación lo aniquilamos justo a la vista de la muchedumbre, que se volvió loca del pánico, y procedimos a huir entre tejados y palmeras con la fluidez de movimiento que caracteriza a la serie. Llegando al muelle donde estaba anclado nuestro bote zarpamos a la aventura de encontrar el lugar marcado con la X.
Para fines demostrativos, el islote estaba convenientemente cerca, pero en recorrido ocurrieron un montón de sucesos de los que serán habituales en el juego y que vale la pena mencionar. Primero experimentamos un cambio de clima bastante dramático, el cielo fue de un celeste radiante a cubrirse de negros nubarrones, truenos y una lluvia que dificultaba el sano proceder de la embarcación. Luego encontramos un navío enemigo que al que tuvimos que hacer frente hasta que sólo uno quedara a flote y vimos una ballena muy cerca aunque este último evento no requirió de más atención.
Con la batalla del barco pudimos observar cosas importantes del sistema de combate con que el juego contará para estas secciones; somos capitanes y contamos con un segundo al mando y una tripulación, habrá muchas maneras de reclutar más elementos. En el barco tenemos con varias secciones de cañones para atacar lateralmente, un pistola de potentes cargas explosivas para deshacernos de enemigos problemáticos (siempre y cuando estén en el rango de acción del arma), y la capacidad de soltar barriles cargados con pólvora y encendidos hacia atrás del barco para evitar ser alcanzados por perseguidores enfadados. Además por supuesto está la opción de acercarnos y embestir para después aprovechar la cercanía con naves enemigas para abordarlas e iniciar enfrentamientos cuerpo a cuerpo. Después de ganar una batalla en el mar tenemos la opción de hundir el barco enemigo totalmente (con todo y sobrevivientes), reclamar a su tripulación y darle baje a sus recursos. Lo cual puede servir, entre otras cosas, para reparar el propio ya que rara vez saldremos intactos de un encuentro como este.
Así y con nuestro barco no en las mejores condiciones proseguimos a una isla caribeña que estaba en posesión de los españoles, según me comentaron era una decisión arriesgada irrumpir simplemente en una isla que no es libre de visitar ya que la vigilancia estará a la orden del día, y un pirata británico asesino no es precisamente la clase de individuo con la que quieran hacer amistad.. Pero la marca en el mapa del tesoro indicaba estar cerca de una cabeza esculpida en piedra en medio de unas ruinas bien adentro en la jungla de dicha isla así que “be ready mateys ‘cuz, there, we go!”
Encontramos un par de guardias españoles que no fueron problema para las habilidades stealth de Edward; con esconderse en la maleza alta para seguir y eliminar a un par de no muy inteligentes soldados, ir a la rama más alta de un árbol y finalmente descender desde las alturas con un asesinato a doble hoja de navaja, fue suficiente para limpiar el área en la que presumiblemente se encontraba el tesoro, vagamos un poco de aquí a allá y finalmente apareció el comando “cavar”. Con los bolsillos más gordos, y un poco de sangre en las vestiduras, regresamos al barco a seguir surcando los mares. Mientras se viaja podemos dar ciertas ordenes a nuestra tripulación, entre ellas cantar.
Assassin’s Creed IV tendrá la opción de open world más grande que haya tenido ningún otro de juego de la saga antes. No sólo me refiero a que el territorio a explorar es más vasto (sí lo es, aunque no nos dijeron precisamente cuánto), también estará libre para al jugador casi desde el inicio y contará con un mayor número de eventos en los cuales verse involucrado. El estar situado historicamente en lo que concierne a la era dorada de la piratería marítima le sienta además bastante bien por el hecho de involucrar navíos como medio de transporte, grandes secciones de mares inexplorados, y todas las actividades que de ahí pueden derivar; como la búsqueda de tesoros ya mencionada. Si Ubisoft hace las cosas bien (y van por buen rumbo) podríamos estar teniendo una especie de Wind Waker con presentación hiperrealista. Hay que seguirle la pista al Black Flag.