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Ansimuz Games
Ansimuz Games
10/11/2014
Llega un momento en nuestras vidas, en donde, consciente o inconscientemente, buscamos y tratamos de encontrar una razón de ser. Para algunas personas más que hallar la respuesta, lo que importa es el camino que lleva al descubrimiento de quién somos y qué queremos hacer. Elliot Quest, juego indie del desarrollador mexicano Luis Zuno, es una representación de esta búsqueda interior, de adentrarnos a lo desconocido sin miedo a estar perdidos, ya que cuando por brújula llevamos nuestro corazón, siempre encontraremos un camino. Bienvenidos a una reseña indie más: Elliot Quest – Travesía Inalcanzable.
Ya no recuerdo exactamente cómo me enteré de Elliot Quest hace más de un año, pero fue en un instante que llegué a esa mágica página de Indiegogo en donde estaba la campaña de un juego indie con pixel art inspirado en los juegos de Zelda. Tengo que admitir que me impactó la historia de Luis Zuno; casado y padre de dos hijos –uno de ellos llamado Elliot– decidió renunciar a su trabajo a inicios del 2013 con tal de por fin emprender de tiempo completo una travesía para alcanzar su sueño: crear un videojuego. Para muchos, algo inalcanzable. Lo más sorpréndete, es que era un proyecto en el que sólo él estaba involucrado, y a excepción de un videojuego pequeño que había hecho con anterioridad, su experiencia en este rubro era prácticamente nula. En ese momento no pude sino apoyar inmediatamente el juego. Esta maravillosa obra, el día de hoy, es una realidad.
¿Cuántas veces no hemos querido iniciar algo sin embargo no lo hacemos? Ningún camino está libre de piedras, libre de irregularidades, libre dolor. Como expresa Schopenhauer en su obra El mundo como voluntad y representación, la vida es un velo del engaño, en donde tenemos una percepción de la realidad y será sólo a través de nuestra voluntad que logremos verdaderamente descubrirla. Pero la pregunta es, ¿tenemos la suficiente voluntad para soportar el dolor hasta que encontremos la verdad? La historia de Zuno no es única, ya que así como él hay muchos creadores indie que inician su propia aventura en busca de ese cáliz, quemando las naves como Cortés lo hizo, ya que una vez que empieza el viaje saben que la única dirección viable es seguir hacia adelante…
Después de dos años de desarrollo, una colecta en Indiegogo y otra en Kickstarter en la que se integraron más personas al equipo, el titulo por fin vio la luz en Steam, Ouya y próximamente saldrá en Wii U. El resultado es una carta de amor a los juegos de aventura del NES como The Legend of Zelda, Zelda II: The Adventure of Link y Metroid.
Elliot Quest trata acerca de nuestro protagonista homónimo, cuya esposa desaparece misteriosamente y en un arrebato de tristeza decide quitarse la vida, sólo para descubrir que es inmortal a causa de una maldición impuesta por un demonio, Satar. Si no logra levantar el hechizo, en poco tiempo se convertirá en el próximo Satar. Ante esto, decide emprender una búsqueda para encontrar a los guardianes de la isla Urele y revertir su fatal destino.
El arte de 8 bits del título no es meramente estético, sino que el sistema de juego también es una fidedigna representación de las obras de ese entonces. El esquema de controles es sumamente sencillo en donde sólo tienes 2 botones de ataque y los movimientos básicos, como moverte y saltar. Desde el inicio, el ritmo del Elliot Quest está definido por la aventura; sin indicación alguna o pista, eres aventado a un incognito mundo en el que tu curiosidad y paciencia serán las herramientas para irte abriendo paso. Lo único que sabes es que debes encontrar a los guardianes de los templos del viento, fuego, roca y hielo. Una sensación tal como si estuvieras jugando The Legend of Zelda en el NES en una tarde de 1986.
Precisamente, una de las cosas más gratificantes de Elliot Quest, es darse cuenta que uno es capaz de terminar el juego sin guía o ayuda alguna. Obviamente, esto no es tarea fácil. Es una emulación de una época ya distante de los videojuegos en donde lo único que importaba era jugar, disfrutar de la experiencia. Actualmente sigue siendo así, pero es diferente, aquel entretenimiento asequible se volvió una industria de billones de dólares, un espectáculo, en el que muchas veces hay factores que nos distraen. Elliot Quest recrea esa sensación de antaño en su más pura razón de ser.
Tu aventura se dividirá principalmente en recorrer pueblos en donde interactuarás con sus habitantes, en adentrarte a diferentes zonas para cruzar la isla de Urele y vencer los calabozos en donde se encuentran los guardianes. Si ya estás familiarizado con este tipo de juegos, tendrás cierta noción de como desplazarte a través de los escenarios y difícilmente te perderás, ya que Zuno aplica excelentes prácticas de diseño niveles. Aun así, tengo que admitir que la libertad de exploración con la que cuenta el jugador es salvaje y esta aumenta con forme se van abriendo nuevas áreas. Llega un momento en el que debes tener excelente memoria para recordar a qué áreas no podías acceder con anterioridad para después regresar a éstas y continuar con tu aventura, esto debido a que Elliot Quest tiene el clásico sistema de progresión de Metroid o Zelda en donde vas adquiriendo nuevas habilidades e ítems para acceder a secciones previamente inaccesible.
En el caso de Elliot Qest, es grato encontrar que tus nuevas adquisiciones no sólo sirven para abrirte camino a mundos inhóspitos, sino también tienen un práctico uso en el combate del juego. Incluso, hay ciertos enemigos que son derrotados con mayor facilidad si usas el poder mágico adecuado en ellos. El combate es sumamente sólido, ya que éste siempre se mantiene a la par de la evolución de tu personaje. En ningún momento se rompe, ya que tanto los enemigos como los jefes están diseñados para siempre representar un reto. Por lo general, vencerlos requiere de la paciencia del jugador así como del aprendizaje de sus patrones de movimiento. Como cualquier Zelda, Elliot Quest te brinda adrenalina sin igual cuando por fin llegas con un jefe. Estos, están increíblemente diseñados y habrá batallas que se quedarán en tu memoria por bastante tiempo.
El arte del juego es hermoso. Más allá del pixel art cuidado, los escenarios presentan inteligentes usos de sombras, contrastes y otros efectos visuales para siempre brindar una experiencia fresca a nuestros ojos. El juego en todo momento es gratificante debido a un excelente game design, sobre todo debido a que los niveles nunca se vuelven repetitivos, ya que constantemente se implementan pequeñas mecánicas que hacen que la acción siempre sea dinámica. Es digno de aplaudir que Luis Zuno realizó la programación, la mayoría del arte así como el diseño del juego.
Además de las diferentes armas y poderes que irá adquiriendo Elliot en su travesía, se encuentra un sistema de puntos de experiencia en donde puedes subir de niveles. Con cada nuevo nivel tendrás acceso a mejorar un árbol de habilidades con cinco áreas, dándole la suficiente libertad al jugador para que cree su propio estilo de combate. Aunque en el juego eres inmortal y no hay game over, el quedarte sin energía hace que pierdas puntos de experiencia lo cual castiga al jugador, ya que aunque no lo parezca, llega un momento en el que es necesario subir esos niveles para desbloquear habilidades de tu árbol y evitar que los enemigos te maten con facilidad, por lo que es necesario hacer un grinding inteligente.
Aunque la historia del juego no tiene un desarrollo profundo, toca sutilmente temas como el remordimiento, la esperanza, el odio y la soberbia. A lo largo de la aventura, vemos constantemente la lucha interna que tiene Elliot por sus decisiones y por la situación que vive. No podemos sino empatizar con él, y es que no necesitamos de gráficas de última generación o cinemas de 20 minutos para sentir, para ser humanos, ya que también es nuestra la lucha eterna por encontrar lo que buscamos.
De igual manera, es imposible no sentir la pasión de Luis Zuno por los títulos de la época de 8 bits y por los videojuegos. A diferencia de una producción en donde participan cientos o miles de personas, en este tipo de juegos el creador literalmente proporciona un soplo de su vida para que la obra cobre vida. Es tal el amor por su creación, que se convierte en Pigmalión, haciendo una escultura inerte y fría, pero que un día, se convierte en algo vivo, de carne y hueso. El videojuego no es sino una representación de sus ideas, sentimientos, sueños y miedos. Siempre he dicho que ser desarrollador indie va mucho más allá de hacer juegos “con poco presupuesto” o hacer un título con una temática poco común o mecánicas de juego extrañas. Un videojuego es a fin de cuentas una ventana al interior de sus creadores. Cuando un desarrollador “indie” no logra transmitirnos una parte de su persona, de su ser, ha fallado rotundamente en utilizar el videojuego como una herramienta de expresión.
El videojuego es una conexión entre el autor y nosotros. Ambos vivimos la misma aventura, aunque cada quien la experimentó diferente. Al terminar, tanto el creador como el jugador no pueden sino respirar hondo, sonreír y ver el camino que recorrieron… ¿juntos? Están satisfechos con el resultado, con las respuestas que encontraron. Sin embargo, citando a Fernando Pessoa: “Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos.” El viaje nos ha cambiado y nos es imposible regresar. Mientras haya vida seguiremos apuntando nuestro cuerpo, mente y alma hacia nuevas aventuras, explorando… así es nuestro ser. Pero estamos en paz, ya que por fin hemos descubierto que lo que verdaderamente importa es el sendero, no el destino, porque esta es una travesía… inalcanzable.
Elliot Quest es un sensacional título que todos aquellos que son amantes de los juegos de aventura de la era de 8 bits no se deben perder por nada. Independientemente de ser un magno esfuerzo por parte de un desarrollador mexicano, es una sorprendente opera prima en la que el autor logra imprimir su particular pasión por éste género, y a su vez, crear un juego universal.