Promover la violencia. Atentar contra los valores familiares y sociales. Enajenar las mentes infantiles. Distorsionar el idioma español (las palabras graves que terminan con “n” no se acentúan). Convulsiones y vómitos…
El párroco de Pachuca, Juan Ramón Hernández Bautista, había convocado a misa como cada domingo, pero esta liturgia era especial. En el nombre de Dios había pedido a los padres recabar cada objeto que pudiera relacionarse con Pokémon: ropa, muñecos y, por supuesto, los míticos tazos. El objetivo era simple, aunque conciso: arder todo lo que dañe, de forma externa o interna, el crecimiento espiritual de niños y adultos.
El 18 de febrero de 2001, los padres llenaron bolsas con lo que encontraron que tuviera la efigie de los monstruos de bolsillo. Incluso, las crónicas de la época (suena como si estuviéramos refiriéndonos a la era colonial, pero fue hace menos de 15 años) hablan acerca de una protesta aislada en contra de la iniciativa: “En las caricaturas, el mal siempre es vencido por el bien”, afirmó entonces Juan José Aguado Tapia, quien le entregó al sacerdote una carta con su opinión al respecto.
La iniciativa del padre Juan Ramón llamó la atención de los medios de comunicación. Justo el día de la cita, el párroco dio marcha atrás con la quema física de los objetos recopilados. En lugar de ello, dejaría que Jesucristo lo hiciera durante la misa. La hoguera resultó, por supuesto, simbólica.
¿La razón? “Quemar las cosas físicamente podría inducir a un llamado a la violencia”, explicó luego de pedir perdón de rodillas y exhortar a los padres a alejarse de toda representación de la serie. “Vamos a quemarlo con el mismo santo sacrificio de la misa, donde Cristo se hace presente. Vamos a pasar por encima de ellos y a darles la espalda”, sentenció el presbítero.
La iniciativa del párroco hidalguense no alejó a los niños de Pokémon, al menos no a nivel nacional. Sin embargo, sentó un precedente en el imaginario colectivo. Por ejemplo, la idea de que detrás del nombre de cada criatura había algo más oscuro. El sacerdote afirmó, en aquel entonces, que diversos monstruos fueron bautizados con mensajes subliminales. Citó, en específico, anagramas en inglés.
Por ejemplo, el nombre del pokémon Gyarados. Su anagrama descifrado en inglés es ‘asadorgy’, que en español significa ‘una triste orgía'”, acusó Hernández Bautista. “Existe otro pokémon llamado Tentacruel, que en su anagrama sería ‘rectaltune’. Su significado en español sería ‘melodía rectal’.
A partir de entonces, quedó el mito urbano, no sólo de la quema, sino de la relación (infundada para muchos y evidente para otro puñado) entre la obra de Satoshi Tajiri y el satanismo. El supuesto vínculo no sólo seguiría a la serie hasta nuestros días. También tiene antecedentes aunque, como veremos más adelante, las posturas religiosas al respecto no necesariamente son negativas.
A mediados de 2000, la serie animada Pokémon se encontraba en la cúspide. El canal más popular entre la juventud mexicana la transmitía en horario estelar. Las marcas de dulces, papas fritas y refrescos promocionaban sus productos con los personajes del anime. Sin embargo, una emisión por parte de la televisora rival modificaría el panorama, tanto para los monstruos del bolsillo como para toda animación proveniente de Japón.
Se trató de Hablemos Claro, programa de debate conducido por Lolita de la Vega. En la referida transmisión, el eje de la charla fue la relación entre las series niponas con mayor aceptación entre la juventud de aquellos días. Por supuesto, la saga que nos tiene contando esto fue parte de la discusión.
Entre las supuestas referencias a la sexualidad y la violencia en el anime comentadas durante el programa, el pastor cristiano Hugo Álvarez fue quien habló directamente de Pokémon, bueno, más bien de los nombres y ataques que aparecen en calcomanías relacionadas con el videojuego, sin tocar propiamente el material original.
Se habla de psíquico. Farfetch’d habla de un Ataque Furia. Aquí habla de Danza Hipnótica, Destrucción. Éste, por ejemplo, [mientras sostiene una calcomanía de Gastly], Tinieblas. Estamos viendo significados de ocultismo, de esoterismo, de destrucción y rebeldía.
Aquí dice Guillotina. Sabemos que la guillotina es un instrumento de muerte, de tormento. La preparación que reciben los pequeños. Veneno, ¿para qué se puede usar el veneno si no es para matar?
En dicho programa, también surgió la polémica acerca de los nombres que poseen los Pokémon. Un hombre conocido como César Neftalí, quien dijo haber pertenecido a una secta satánica para niños, aseguró que son nombres e invocaciones a demonios. De nuevo, no se tocó el material fuente: los videojuegos.
En un diccionario de ocultismo oriental, la palabra Pikachu significa “más poderoso que Dios”. Esto dicen los niños cada vez mencionan la palabra Pikachu, al personaje. Que lo traen en las playeras, en la mochila, llaveros, en muchas cosas; que se ha hecho un personaje un poco tierno para que los niños lo atraigan y lo estén mencionando. Es el líder de esta caricatura.
Hablemos Claro generó una polémica por sí mismo en torno a la presencia de animación japonesa en la televisión abierta nacional, debido a la cual se redujo el tiempo de dichos programas al aire. Con el paso de los meses, abandonó los horarios estelares en una tendencia que continúa hasta nuestros días.
En tanto, diversos medios y asociaciones religiosas difundieron información relacionada con el episodio “Denno Senshi Porygon”. Dicho capítulo, transmitido en el 16 de diciembre de 1997, contenía una escena con flashes intensos y cambios súbitos de color. La secuencia provocó que 685 televidentes fueran atendidos por ambulancias debido a la nausea, mareos, vómitos e incluso convulsiones, aunque la mayoría se recuperó momentos después.
El acontecimiento fue cubierto por los medios mexicanos en aquel entonces, se retiró el episodio de la adaptación para nuestro continente y se explicó como una reacción ante el brillo de las imágenes en pantalla. Incluso representantes locales de Hasbro respaldaron a la serie e insistieron en que buena parte de la polémica estaba fundamentada en mitos. Sin embargo, el hecho fue uno de los argumentos más utilizados por grupos religiosos para boicotear la serie durante los primeros años del siglo XXI.
Ya a mediados de la primera década de nuestro siglo, se hizo viral la opinión del pastor Josué Yrión acerca de la serie animada y los productos a su alrededor. Aún así, su difusión se debió más a la ironía y no tanto a su impacto real entre la sociedad mexicana.
De cualquier forma, las constantes controversias y la natural caducidad de todo contenido en boga provocaron que el anime de la serie perdiera terreno en televisión. Con ello, buena parte del público que la saga ganó con su presencia en la pantalla chica migró a otros contenidos. Aún así, rastros de los dimes y diretes que circularon alrededor de Ash Ketchum, Pikachu y sus amigos aún prevalece entre el público mexicano.
Pese a los episodios anteriormente descritos, la posición de Iglesias, como la católica, ante Pokémon y los videojuegos no es clara. Se llega a considerar de antemano que la religión rechaza categóricamente expresiones como los monstruos de bolsillo, la animación japonesa y los videojuegos en general. Sin embargo, resulta interesante que pocas veces se trate el tema de manera directa ante los medios de comunicación. Al punto de que, en la cobertura mediática que se hizo de la controversia relacionada con Pocket Monsters, son escasos los momentos en que se consideró la opinión de un representante religioso directamente.
Por ello platicamos con el sacerdote Daniel Romero. El párroco, adscrito al Templo del Sagrado Corazón De Jesús y San Felipe Neri (en la delegación Venustiano Carranza), nos compartió su perspectiva en torno al tema. Si bien la polémica tuvo su furor hace varios años, todavía se perciben rastros de la misma en la cultura popular.
En primera instancia, el religioso los comenta que no existe una postura formal de la Iglesia Católica. No sólo en torno a Pokémon, sino a los videojuegos o su impacto social.
En la Iglesia no hay una enseñanza magisterial (es decir, de parte del Papa y los obispos, como un sínodo o concilio) a favor o en contra de los videojuegos. No existe, por lo tanto puedes encontrar obispos a favor o en contra porque el tema no ha interesado en la gran mayoría de la Iglesia.
En el sentido del satanismo, todo se puede hacer una crítica en el sentido social, psicológico o pedagógico de los hechos. Pero creo que no podemos hacer solamente una afirmación religiosa. Más bien tendríamos que hacer un acto interdisciplinario de la psicología o de la sociología para determinar en un momento la cuestión de la violencia, algo que vive continuamente nuestro mundo y por lo que a veces buscamos chivos expiatorios.
El párroco añadió que sólo a través de dichos estudios podría determinarse si realmente los videojuegos son causantes de la violencia. Cabe resaltar que existen resultados contrastantes respecto al papel de los juegos de video en un eventual comportamiento violento, aunque se ha encontrado que aspectos como el entorno familiar o social tienen mayor incidencia.
Por otra parte, recalcó que la polémica generada por la serie se debe más a un choque cultural y no es tanto un tema relacionado con el dogma religioso. Al final del día, comentó, aspectos como los videojuegos, sus monstruos y sus temáticas son un producto de la imaginación, como muchos aparecidos anteriormente.
“Es como hablar de los libros de Harry Potter o Alicia en el País de la Maravillas, es una cuestión de la imaginación”, apuntó. “Creo que el problema de los occidentales, y a veces de parte del cristianismo, es que todo aquello que es distinto al concepto cultural de Occidente lo terminamos satanizando”.
Del mismo modo, el sacerdote explicó la postura eclesiástica en torno a medidas como la quema organizada por el padre Hernández Bautista hace 13 años, incluso cuando al final del día resultó meramente simbólica.
“La cuestión de los sermones es un acto personal, la cual trasciende dentro de una comunidad a la cual se dirige. Respecto a la quema creo que la Iglesia ya superó esa situación. La quema de libros y otras cosas como signos de rechazo hace de la Iglesia una institución medieval”, nos comentó el presbítero.
El párroco recordó que el Concilio Vaticano Segundo, una serie de declaraciones presentadas entre 1963 y 1965 que fundamentan la doctrina pastoral del catolicismo, invita a la Iglesia a dialogar con la modernidad. Por tanto, acontecimientos como los promovidos en Pachuca no son acordes las ideas promovidas en el de acuerdo: “Este tipo de actos no hablan de una Iglesia que esté en diálogo, sino de una en retroceso. Hay muchas congregaciones religiosas (oratorianos, jesuitas, dominicos o franciscanos) que tienen una visión distinta. Yo creo que se puede dialogar”.
Ante esto, le preguntamos al sacerdote su punto de vista respecto a las interpretaciones públicas que se hicieron tanto de los personajes de Pokémon, así como de sus nombres u otras situaciones. Al mismo tiempo, fue cuestionado acerca de qué tan común es dicha práctica en el entorno eclesiástico.
“Dentro de la Iglesia Católica hay secciones de avanzada y liberales, así como hay unas muy conservadoras. Dentro de este grupo de facciones conservadoras se llega a dar este tipo de interpretaciones”, explicó. Sin embargo, también hizo algunas observaciones sobre la perspectiva que los medios de comunicación suelen ofrecer acerca de dichas posturas.
Llevo de sacerdote ocho años. Aquí en la Arquidiócesis de México estoy en la cuarta zona de la vicaría, segundo decanato. Hasta fecha no he escuchado que un sacerdote predique en este sentido. A veces es un poquito temerario decir que son todos. Yo diría que los sectores americanos tienden más a ese tipo de cosas que los latinos.
El padre señaló que, al tratar el tema de los videojuegos con los padres de familia, es mayor la preocupación respecto al tiempo que le dedican al juego que la importancia que le dan al contenido. Finalmente, acerca del rechazo de los padres y de la religión hacia contenidos como Pokémon, nos dejó una reflexión en torno al conocimiento de la fe.
Llamaría tanto a aquellos que están a favor como quienes están en contra a tener una actitud de conocimiento de su fe. Una fe que debe de estar en dialogo con la modernidad. Si a mi conciencia no son los juegos que debo tener, tengo la libertad para dejarlos. Si yo considero que puedo dejar a mis hijos jugarlos, tengo la responsabilidad como padre de acompañar y estar cercano a ellos. Es una cuestión de libertad de las familias.
En paralelo a la visión del catolicismo acerca del tema, es conveniente conocer la perspectiva desde otro tipo de creencias religiosas. Especialmente aquellas encasilladas por la tradición judeocristiana como parte del “ocultismo”. Para ello platicamos con Ramsés Juárez, practicante de la Regla de Ocha (nombre que recibe la denominada Santería), acerca de este tema.
Ramsés comentó que siguió la serie en su momento, e incluso ha jugado títulos como Pokémon Y. En ellos le llama la atención, especialmente al momento de analizar el caso, la existencia de monstruos como Magnemite o Chandelure. Todos ellos producto de un esfuerzo imaginativo de los creadores basado en elementos del día a día.
Hay que ver las cosas por lo que son. Es un juego, un producto de la imaginación. En una perspectiva global de lo que ha sido la serie, de tener 150 a más de 700 personajes (muchos de ellos sin sentido alguno), buena parte de ellos no tendrían un significado religioso, ni en las religiones de corte judeocristiano ni en las alternativas. Varios son incluso objetos cotidianos. ¿Hasta dónde es razonable e incluso lógico adjudicar un tinte esotérico y satánico a objetos tan sencillos sin trascendencia ni relevancia ideológica alguna?
De igual forma, Juárez nos comentó su postura acerca de los esfuerzos de diversos religiosos por mostrar al juego y la serie como elementos en contra de sus creencias.
Las personas que buscan enemigos, los van a encontrar donde sea. Para empezar todo lo que es el ocultismo va a estar en contra de la religión establecida, judeocristiana. Lo mismo sea Pokémon, cualquier anime o serie animada: donde encontremos un sesgo de imaginación habrá facilidad para considerarlo como algo en contra de la religión. Se me hace una postura hasta infantil. Acusar a Pokémon de ser algo satánico o algo contrario a la religión es un desperdicio de energía humana por un juego. Un juego que, además, me parece bonito.
Finalmente, nuestro entrevistado nos señaló un aspecto importante en todo este tema. Mientras voceros de diversas religiones consideran a la saga un esfuerzo de atraer seguidores a doctrinas que consideran contrarias, en realidad dichos cultos (como el que él practica) tienen como regla no promoverse.
El denominado ocultismo, porque en realidad no tiene nada de oculto, está ahí. Quien lo quiera encontrar lo encontrará. Hay que considerar dos cosas. La primera es que mientras algo sea más prohibido será más atractivo, por lo que al considerar como ocultista o satánico algo como Pokémon lo hará más atractivo. La segunda es que el conocimiento oculto, por así decirlo, no hace proselitismo. Es algo que nadie menciona y a nadie le pasó por la mente. No vas a ver a un grupo wicca por la calle tratando de convencerte. No vas a ver a un grupo de seguidores de Odín tocando tambores para que la gente se acerque a su religión. Yo en mi vida voy a salir a decirle a alguien ‘oye, únete a la santería’. No tiene sentido pensar que alguien está utilizando Pokémon, los videojuegos o el anime como un medio para reclutar a los niños y personas en general a este tipo de filosofía de vida.
Han pasado 14 años desde que Pokémon y otras series fueron colocadas bajo la mirada de grupos religiosos. Si bien los acontecimientos quedaron en la memoria de quienes aman el videojuego y la animación nipona en general, los grupos involucrados están lejos de interiorizar las lecciones dejadas por los mismos. Por ello, el tiempo no les ha hecho justicia.
Un conocimiento de los conceptos a criticar antes de entablar una controversia. La tolerancia ante una postura distinta, ante las diversas creencias. Conceptos básicos para la convivencia humana que ni diversos representantes religiosos ni aficionados al videojuego están lejos de integrar a sus interacciones cotidianas.
Como hemos aprendido también, es un atrevimiento (y de hecho una injusticia) generalizar a todo un grupo, tanto a favor o en contra. Quizá al interiorizar estas lecciones podamos evitar una polémica inútil como la de hace catorce años. O, en su caso, podamos defender nuestras aficiones de manera más informada a comparación de lo que vivimos en aquellos días.
Ama y tolera. A eso se reduce todo.