Reseña: Gears of War 3

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Señoras y señores, llegó ese momento del año que es como Navidad (salvo que el árbol es una columna vertebral Locust y las luces son el enfermizo brillo amarillo de la emulsión). La próxima semana disfrutarán uno de los títulos más esperados del año en el mundo y, sobre todo, en México. Luego de terminar la campaña en Locura, en modo cooperativo y en arcade, seguramente pasarán noches enteras sumergidos en el multijugador o en horda 2.0, y no es para menos: todos hemos vivido historias como la que narraré a continuación. ¿Están listos?

I’d say that we’re putting the third game in a series that in many ways helped to define a console generation. Not completely, but if you look at the art style in Gears, and the cover system – I think a lot of games were positively influenced by it.
—Cliff Bleszinski

Estás corriendo. Eres el último hombre contra otros cinco. Un francotirador enemigo acaba de dispararte. Falló por poco: todavía tienes la cabeza entre los hombros. El augurio carmesí casi ha llenado la pantalla, pero sigues avanzando hacia la cobertura. El polvo vuela y haces un gesto de dolor al cubrirte con fuerza contra el pedazo de concreto. Escuchas el satisfactorio sonido del choque de tu armadura y todo está bien. Te encoges y recargas tu arma de manera perfecta. Un oponente se acerca armado de su escopeta y se cubre del lado opuesto. No vas a huir: saltas sobre la cobertura y lo pateas en la cara. En un instante descargaste con una satisfacción inmensa tu arma. El jugoso sonido del tiro en la cabeza es un recordatorio (quedan cuatro) de que hay otros pequeños cráneos que debes firmar con una bala. Coges un par de granadas incendiarias y te diriges hacia el arco explosivo. Al dar la vuelta en una esquina quedas de frente al francotirador que te disparó y que acabó con tu último camarada vivo (Valerdi, quien sigue maldiciendo desde su diadema). Él da un salto hacia adelante al mismo tiempo que saca su escopeta recortada. El pobre diablo no sabe que tienes tu Rifle de Largo Alcance preparado. Calculas sin apuntar (quedan tres). Los últimos dos no te han visto y permanecen juntos. Te deslizas de una cobertura a otra con la misma agilidad de un toro al embestir un payaso de circo. No te han visto. Cometen un gravísimo error: se separan. ¿Saben lo cómico que es acertar directamente una granada incendiaria en un enemigo? (Queda uno). La partida no terminará (el que gane ésta, se lleva todo) con un dramático duelo de sierras. No. Los caballeros saben que el verdadero duelo se libra con Gnashers o Boltoks. El enemigo y tú saltan de una plataforma a otra. Libras la cobertura por encima, pero él se quita a tiempo e intenta flanquearte. Saltas hacia atrás mientras recargas tu arma. Al intentar cubrirte, ya te están esperando. Valerdi grita desesperado “¡atrás de ti!”. Te volteas y disparas. El Locust también escupe las balas de su Gnasher sobre ti… (Todos gritan: acabaste con cinco tú solo).

“El genio rubio tiene una idea”

Gears of War es la serie que representa mejor que ninguna otra a esta generación de consolas. Piénsenlo bien: nació con la Xbox 360, todos la vimos crecer, equivocarse y madurar. Gears of War 3 promete cumplir todas las promesas que el primer título planteó. Todavía recuerdo la primera vez que vi Gears. Fue en casa de un amigo; sus papás acababan de comprar una televisión HD plana. Era el juego perfecto para demostrar las capacidades de la Xbox 360 y una HDTV. En el 2006 sentíamos que el futuro nos había alcanzado.

2008 parecía muy pronto para otro título. Dos años es un tiempo muy corto para desarrollar un juego. La Xbox 360 salió en el 2005, algunos pensaron que la trilogía culminaría años después, como ocurrió con Halo, en otra consola.

Pero es 2011 y aquí estamos. Tenemos a la Xbox 360 y también el tercer título de la serie. No sé ustedes: yo estaba acostumbrado a tener un Zelda por generación de consolas. Mi Xbox 360 (un viejo modelo arcade con un disco duro añadido), soportará tres juegos de la envergadura de Gears. No sé que voy a hacer con Gears 3: es el título que cumple las promesas no sólo de la nueva generación (nueva, allá por el 2006), sino también del primer Gears of War.

“¿De forma científica? ¡Tenemos que sacarle el cerebro por el culo!”

¿Quieres saber cómo? Algo que siempre he adorado de la serie es esa sensación de crudeza y visceralidad. El otro día estaba en la carnicería mirando cómo suavizaban y aplanaban un filete con una de esas paletas gruesas de metal. El sonido que hacía al golpear la carne me comenzó a recordar algo. “¡Motosierra!”, pensé emocionado y seguramente lo expresé con el rostro, pues el carnicero frunció las cejas… En fin, es justo eso: cuando le disparas a un enemigo puedes sentir la carne desgarrándose y moliéndose como pulpa. Es como amasar una bola de sugus y masticarla con dificultad: la saliva se llena del sabor que tus dientes exprimen y su consistencia es exquisitamente rebelde.

Luego tenemos la cobertura… voy a decirles algo. Volví a empezar la campaña del primer Gears of War, sólo que en modo cooperativo con mi novia. El sistema de cobertura es bueno. Vamos: es mejor que el de muchos juegos modernos. Después tienen Gears 2 y las mejoras imperceptibles te hacen creer que súbitamente eres mejor o tienes más experiencia. Pero ocurre después que enciendes tu consola con Gears of War 3 adentro y entonces la serie adquiere una perspectiva distinta: es una trilogía. Sin duda alguna, 3 es el perfeccionamiento —imperceptible para los novatos— del sistema de cobertura. Rara vez se cubrirán donde no quieran, la mira está muy bien calibrada (luego de que se acostumbran) y las recargas activas son tan emocionantes como siempre.

“Bueno, eso ayuda a forjar la personalidad”

El ritmo del tercer juego es impecable. Jamás sentirán que hay puntos flojos en la historia, como me ocurrió con la misión del tanque en Gears 2. Ocurre lo contrario en el 3: momentos de acción intensa son llevados a una calma de narración y luego a un jefe inmenso o a momentos predefinidos muy bien ubicados en el ritmo del juego. Epic Games sabe diseñar campañas impecables y Gears 3 no es la excepción. Me atrevería a decir que el genial diseño de niveles de Dave Nash y su equipo está en la cúspide de su capacidad. Si pensamos que el mundo ha sido abierto, literalmente, para acomodar a los cuatro jugadores del modo cooperativo, sus méritos son aún más loables. Cada pequeña escaramuza se siente perfectamente pensada y planeada para ofrecer un desafío a los jugadores.

No se preocupen: el juego es lineal, pero pueden aproximarse a las batallas de muchas maneras. Si son fans de la Gnasher, sólo den sus giros endemoniados y disparen en la cara de quien se les ponga enfrente; si les gusta jugar con estrategia, busquen una ruta para flanquear al enemigo (seguro hay una al menos). Añadan granadas, cambios de cobertura bien calibrados y nuevas armas como la escopeta recortada o las granadas incendiarias y tendrán una linda sopa de carne cruda.

Sin embargo, debo ser honesto con ustedes. Cuando jugué Gears of War hubo momentos muy memorables que, hasta la fecha, son buenos recuerdos: el Brumak (jugué la versión de PC), los guardias Theron y sus arcos explosivos, los Krill en la oscuridad y la muerte de Carmine, los agujeros de la emergencia rodeándome… Gears of War 2 fue magnífico: la tierra se quebraba bajo mis pies, monté un Brumak y un Reaper, emprendí un asalto frontal a Nexus… Gears 3 sin duda tiene momentos similares (no adelantaré nada, no se preocupen), pero por alguna razón no los sentí tan mágicos como los de los dos títulos anteriores. No me malinterpreten, es la culminación que la serie merece y es un juego excelente desde muchas perspectivas (de diseño de niveles, de banda sonora, de dirección de arte, de guión, etc…); pero hay algo que falta. Tal vez es que debo jugarlo en la madrugada con mis amigos, una pizza y una cerveza, no sé… Ahora que lo pienso, sí hay momentos que recordarán (Mad World) por mucho tiempo… No me hagan caso, después de todo es un sentimiento muy subjetivo (aunque bueno, de eso se tratan las reseñas: la opinión de un amigo es lo que más se valora, ¿no?).

—Controlar tu vejiga no es tu fuerte
—¡Sólo pasó una vez!

La dirección de arte y el apartado gráfico de Gears of War 3 es excelente. Sin duda es el juego con el balance de efectos de luz, de sombras, de texturas, etcétera, más adecuado. Aunque algunos preferimos la uniformidad sobria y envolvente del primer título, Gears 3 es un viaje por el catálogo de variedades de Sera. No voy a hablarles de los insospechados lugares que visitarán, pero sí les diré que el juego cumple muy bien su objetivo. ¿Cuál es esa meta perseguida? Yo lo veo así: Gears 1 es una especie de calma antes de la tormenta (a medida que juegas todo se oscurece hasta que, literalmente, desciendes al infierno); Gears 2 es la tormenta, el fin del mundo (hay fuego en él y, al final, el agua arrasa con el último refugio de la humanidad); Gears 3 es lo que pasa después del Apocalipsis (el sol sale de nuevo, pero sólo para iluminar los lúgubres resultados del fin de todo). Si “belleza destruida” era el lema del primer título, “belleza remendada” es el más adecuado para éste.

—¿Son un poco antisociales, no?
—Ahmm… se dice “pendejos”

El nuevo enemigo a vencer son los Lambent. Los Locust han sido relegados al papel de sobrevivientes. En verdad sentirán que sus viejos enemigos sólo intentan sobrevivir —igual que ustedes. Los Luminosos (Lambent, para los cuates), son enemigos muy placenteros de eliminar, pero tal vez sólo si tienen una personalidad visceral (visceral = muy emocional; también quiere decir “relativo a las visceras”), pues explotarán a la menor provocación. El campo de batalla es un lugar muy distinto a la apocada violencia del primer título. Los efectos de humo y la genial iluminación de la emulsión son un toque de color adicional al gris y rojo de la sangre sobre el concreto. En el previo del juego hablé un poco más sobre los enemigos que podrán encontrar a lo largo del primer capítulo. A pesar de las nuevas adiciones, sigo pensando que los oponentes originales son los más indicados (como diría Gokū luego de usar el triple Kaioh Ken).

—¡Es tu padre!
—Me di cuenta

No puedo dejar de escribir del nuevo, mejorado y difícil modo horda 2.0. La innovación original de Gears 2 ha sido rediseñada para “durar” más (en el sentido de que cada vez que intenten completar todas las oleadas de enemigos será diferente). Lejos están los días de colocar un escudo en las escaleras para quedar inmediatamente protegidos de los peores enemigos. Ahora deberán utilizar toda su pericia estratégica para coordinar un trabajo en equipo eficiente y organizado. El modo bestia es muy similar, sólo que con roles invertidos. En los dos modos obtienes puntos al matar enemigos que puedes utilizar para mejorar tus fortificaciones (en horda 2.0) o para comprar Locust más poderosos (en el modo bestia). Es agradable ver cómo la profundidad sistemática de otros géneros permea títulos que a primera vista parecen incompatibles. Es decir, por ahí tenemos Trenched y Toy Soldiers, que introducen mecánicas de shooters en los juegos de tower defense, y ahora Gears 3 aprovecha muchas características de un género, por definición pasivo, en modalidades de acción frenética.

El multijugador es más responsivo que nunca. Lejos están los días de Gears of Lag 2 (así le decíamos de cariño cuando estaba más saturado). Los servidores dedicados y toda la experiencia obtenida en el beta le ha servido a Epic para corregir y superar la experiencia en línea previa.

Lo que más me agrada es que, a pesar de que todo el juego está dirigido en cierta forma a la competencia en línea (ganas experiencia para el modo multijugador hasta en la campaña), Gears of War 3 sigue siendo un título fiel a sus raíces y no ha cedido a la tentación de añadir perks y demás beneficios permanentes por influencia de otros juegos.

—Les daré una ración de tocino por ella
—Mmm… tocino…

Gears of War 3 es la oportunidad que Epic Games tuvo de hacerlo todo bien. No son los muchachos temerosos (pero valientes) del primer título, ni los confiados por el éxito del segundo (fue un grave error considerar que un beta del multijugador no era necesario). Son los veteranos de los shooters —aunque Gears esté en tercera persona, se controla como un FPS y no como Super Mario 64, como bien señala Tim Rogers. Son el escudo del guerrero Microsoft (la espada es Halo, la armadura es Xbox LIVE). Gears of War forjó una generación de ávidos aficionados al multijugador y a Xbox LIVE. Es una serie que define, lo repito una vez más, la dirección que tomó esta generación de consolas —la prueba son todos los todos los otros juegos próximos a salir con un “3” en el título.

Si se están preguntando por qué no hablé de los personajes principales la razón es simple: experimenten la historia ustedes mismos. Gears 3 es el título más maduro de la serie. Esto se nota también en el desarrollo de cada uno de los protagonistas. El juego representa el esfuerzo de más de un lustro de un equipo apasionado de desarrolladores y el ciclo de vida de una consola amada por muchos. Si tienen una Xbox 360 y no han jugado la trilogía de Gears se están perdiendo de un diseño de juego y de niveles magistral.

“¡Juegue, juegue!”, como diría el buen Punisher.

9.5

Actualización: No soy fan de calificar los juegos (¿es justo ponerle un número al esfuerzo que realizó un equipo de personas por años para darnos un momento de diversión?) y mucho menos de explicar calificaciones, pero me pareció pertinente. La campaña es la más larga de los juegos. Dura un 50% más que la de Gears 2; sin embargo, no me pareció la mejor. Como ya comenté arriba, es excelente, pero es muy difícil superar las obras maestras de los títulos anteriores. Si el juego sólo fuera la campaña, sería un título de 9.0. Y es la calificación que originalmente iba a darle… pero en la misma caja viene el modo arcade, que es una competencia por puntos en la campaña original (divertidísima para jugar en cooperativo), el modo cooperativo para cuatro personas, horda 2.0, el modo bestia y el multijugador. Simplemente es una experiencia tan completa que el 9.5 es lo más apropiado. Eso sí: háganle como en la escuela y súbanlo a 10 si son turbo fans de la serie, pues es un título que disfrutarán años y años. Yo, en lo personal, pienso que 9.5 es la calificación más justa.

No olviden que la próxima semana tendremos la videoreseña, así que estén pendientes. Si no les gusta leer (y así), podrán disfrutarla pronto. No sé, ya los tenemos muy chiqueados, como dice Asher.