Del director de Kung Fu Panda y de episodios de la época dorada de Bob Esponja, llega la primera película animada basada en la novela de 1943 escrita por Antoine de Saint-Exupéry. Este bello filme para chicos y grandes entrelaza stop motion con animación por computadora para combinar pasado y presente, con un elenco de alto calibre para quienes la disfruten en su idioma original.
Mientras tanto, en la versión en español para nuestro país seremos testigos de las voces de Manuel “El Loco” Valdés en el papel del Aviador y Cecilia Suárez dándole vida a la madre de la protagonista.
Aunque no se trata de una adaptación fiel de la novela, esta película adapta elementos esenciales del libro como la visión que tienen los niños de los adultos y la pérdida de la inocencia una vez que crecemos.
Somos partícipes de una historia muy emotiva en la que una niña vive el estrés de alcanzar las expectativas de su madre. Con poco tiempo para disfrutar de su infancia, la protagonista vive en un mundo cuadrado entre calendarios, compromisos, estudios, objetivos y nulo tiempo para jugar.
A lo largo de su aburrido verano, la protagonista sin nombre conoce al Aviador, y con él redescubre la magia de ser niño. Es así como indirectamente nos cuentan a grandes rasgos la historia del Principito, entre una mezcla de la vida actual de los personajes principales y de manera secundaria los divertidos episodios del habitante del asteroide B-612.
El Principito es una película de contrastes. Para empezar, la impecable animación por computadora diferencia la historia de los protagonistas con la del pasado del Aviador. Durante las escenas donde conocemos el viaje del Principito somos testigos de un bello stop motion con materiales de texturas variadas e intensos colores, nos hacen sentir como si entráramos a la imaginación de un niño.
Por otro lado, distintas figuras que acompañan a los escenarios marcan diferencias evidentes entre la infancia y la adultez. La protagonista vive en un mundo totalmente cuadrado: vecindarios, calles, muebles, jardines e incluso manijas de las puertas muestran esta aburrida figura, los colores son opacos y carecen de vida. Al mismo tiempo, el Aviador y todo lo relacionado con el Principito no sigue ninguna regla geométrica, intensos colores acompañan a sus escenarios y el salirse de la línea es una constante a lo largo de todas las escenas.
Emotiva música del legendario compositor Hans Zimmer (Gladiador, Interstellar, Inception) acompaña tanto de manera predominante como secundaria a la montaña rusa del director Mark Osborne, con partes en las que fácilmente le sacarán una lágrima a más de uno.
Un consistente guión lleva la narrativa de manera ligera y fácil de entender sin dejar de contener elementos complejos para los más grandes. Diversos chistes recurrentes como accidentes y travesuras le dan un buen ritmo a la película, además de que marcan cuidadosamente las transiciones entre la magia y la seriedad.
Tal vez para muchos entusiastas que leímos la novela durante nuestra infancia, que se tomen ciertas libertades creativas con la historia original resulte impactante e incluso desagradable. Pero es importante aceptar que nos encontramos en otra época, donde la obra inspirada en el libro sirve para inspirar el amor por la lectura en los niños y entregar una contundente moraleja de nunca perder la inocencia.
Si son de aquellas millones de personas cuyas vidas cambiaron después de leer la novela de niños, y si buscan una película con un gran mensaje para los más pequeños, no pueden dejar pasar esta obra única en su tipo.
