Reseña: Double Dragon Neon — Down the street of my soul

TRENDING

Voy caminando a paso firme por la ciudad. Nada puede detenerme cuando cae la noche y las luces neón se reflejan en los charcos oscuros llenos de cigarros agonizantes. La oscuridad transforma la urbe en una jungla desalmada infestada de seres humanos adictos a la heroína, prostitutas masoquistas, robots que desobedecen las tres leyes de la robótica, geishas con una amabilidad mortal y uno que otro vendedor de droga enojado por no tener suficiente dinero para cumplir la cuota del señor que todo lo ve, pero no dice nada. Ésta es mi ciudad: una que parece siempre estar de fiesta, una celebración con telarañas de luz por las cuales se asoman fantasmas recordándome peleas del pasado. Esto… esto ya me ha pasado antes… no es la primera vez que aparece un cerdo musculoso y se roba el ángel de cabellos dorados que ilumina mi mundo. Ésta es la reseña del súper cool Double Dragon Neon.

¡El drama!

Voy caminando mientras golpeo a la fauna de la metrópolis neón. Me gusta cuando los chicos punk me rodean y pretendo que ellos tienen controlada la situación… pero, cuando menos se lo esperan, esquivo sus golpes para detener el tiempo por unos segundos y, justo en ese momento, presiono mis músculos para proyectar mi pie en contra del tabique nasal del más bajo. Acto seguido, conecto un golpe fuerte en la quijada de otro dejándolo desorientado (pareciera que ve estrellas eléctricas). Aprovecho esto para sujetarlo y hacer un lanzamiento perfecto e impactar a un tercero con su cuerpo. Por un momento casi olvido recoger sus carteras baratas con algunos billetes sucios que me servirán para comprar cassettes con esa música techno pop que tanto suena en este siglo XX.

Miro cómo escurren las mieles provenientes de los talleres mecánicos con un olor a aceite de motor y aguarrás. Las botellas de plástico a medio empezar decoradas con pintalabios rojos son abandonadas dentro de todo tipo de lugares (y yo las agradezco porque que me brindan salud y energía ). Soy adicto a la sensación de cómo se escurre la glicerina por mi puño cuando golpeo a una mujer vestida para trabajar de fin de semana, pues veo en su rostro cómo está contaminada con el delirio que produce pensar en el fin del mundo todos los días. Es como si ella disfrutara del acto de golpear y ser golpeada, por lo que tomo su látigo de placer y la azoto con una fuerza tremenda. Entonces, miro como se desvanece a un oscuro lugar donde ya no hay dolor.

Pero no siempre camino. Hay momentos en los que prefiero moverme ridículamente al ritmo del rap callejero. Me gustan esos movimientos, pues sacan de quicio a mis adversarios y un enemigo enojado es impulsivo, fácil de manejar y predecible.

Acto seguido, camino de nuevo. Golpeo instintivamente y pienso en todas las razones por las cuales quiero rescatar a mi novia. Tomo una bocanada de aire denso y recuerdo su mirada cuando platicamos de nuestros planes futuros, cuando reímos mirando historietas de Love and Rockets, cuando, por primera vez, vimos Pee-Wee’s Big Adventure o cuando jugamos Donkey Kong en aquel restaurante de carretera que tanto le gustaba. Cuando, cuando, cuando… ¡cuando voy a encontrarte! No puede ser tan difícil llegar al fondo de esto. Tan sólo debo soportar unas horas más rompiendo huesos de mafiosos mal pagados y terminará esta parodia de Anábasis de Jenofonte. ¡Demonios! ¡Tengo que encontrarla!

Nadie se mete con mi ciudad ni con mi chica.

Yo contra el barrio

Para mediados de los años ochenta, el género “yo contra el barrio” tenía un gran auge, sobre todo después de la gran popularidad que gozaron títulos como Kung-Fu Master o Renegade. De hecho, este último fue la inspiración para que Technos desarrollará Double Dragon, un título que dio el banderazo oficial al inicio de la época dorada.

Double Dragon mejoraba muchos aspectos del género con sus detallados ataques inspirados en un arte marcial ficticio del mismo nombre. Tenía animaciones mejoradas, escenarios profundos y, lo mejor de todo, la posibilidad de buscar venganza con un amigo. Esto fue increíble, pues fue la primera vez que se introdujo esa característica. Para que se den una idea, fue como si toda la primaria te golpeara el grupo de abusivos de quinto año y, de repente, se uniera a tu salón un nuevo niño con quien eres capaz de hacerles frente a los bravucones. Todos estos aciertos fueron los que hicieron de Double Dragon un éxito en los salones arcade. Teniendo esto en cuenta, no tardaron en llegar adaptaciones que van desde el Atari 2600 hasta el Game Boy.

La historia original va algo así: El mundo fue devastado por una guerra nuclear y las ciudades son infectadas por bandas violentas. Una de las más violentas se hace llamar Black Warrior y tiene controlada en su totalidad una ciudad de Estados Unidos. Dos hermanos gemelos de nombre Billy y Jimmy (Spike y Hamer en Japón), junto con Marian, entrenan a los ciudadanos en el Dojo Sousetsuken para que se enfrenten a los Black Warrior. Pronto, la banda de malosos se entera de los planes de los ahora llamados “Double Dragon” y deciden secuestrar a Marian para así atraerlos a una trampa mortal.

Con el rotundo éxito del primer título, Technos creó una secuela llamada Double Dragon II: The Revenge, la cual salió un año después y básicamente era una versión mejorada del primer título. En ella corrigieron detalles como el sistema de ataque, añadieron mejores diseños de personajes, nuevos jefes y una historia más cruel… Para 1990, Technos decide hacer una tercera parte, pero esta vez fue desarrollada por encargo por una pequeña compañía llamada East Technology. Esta versión fue llamada Double Dragon III: The Rosetta Stone y, aunque fue inferior en muchos aspectos, algo curioso fue la posibilidad de jugar con tres jugadores un modo primitivo de DLC, pues para elegir nuevos personajes tenías que insertar más fichas o monedas según el caso.

Posteriormente, Technos desarrolló un juego exclusivo para el SNES: Super Double Dragon. En principio, fue pensada como un versión mejorada de la adaptación al NES, pero al final decidieron elaborar un juego completamente renovado con las caracteristicas de la entonces nueva consola de Nintendo. Ahora el jugador podía tener un botón dedicado a saltar, otro para bloquear, patadas altas o bajas y, lo mejor de todo, una novedosa barra llamada Dragon Power que permite realizar poderes especiales. Hay que mencionar que para Japón no sólo le cambiaron el nombre (Return of Double Dragon), sino que además cuenta con varias diferencias como poder recuperar el boomerang después de lanzarlo, las armas que usan los enemigos son menos mortales, hay dos niveles adicionales y, por más extraño que parezca, la música del primer nivel se escucha en el cuarto nivel en la versión nipona.

Double Dragon V: The Shadow Falls fue un juego de peleas desarrollado por completo por Tradeswest, la compañía encargada de publicar la serie en América. Esta versión fue basada en la serie animada producida por DiC Entertainment y, aunque no le fue nada mal en ventas, el juego no destaca por ningun lado.

Para 1995, Technōs lanzó otro juego de peleas inspirado en la horrenda película Double Dragon the Movie. Éste cuenta con una característica especial: los cuatro botones funcionan para dar patadas y golpes, con la única diferencia de que cada uno difiere en velocidad y fuerza. Además, para hacer combos largos el jugador tiene que ejecutar patrones especiales con cada tipo de golpe.

Por desgracia, Technōs Japan Corporation cerró en 1996 por problemas económicos.

Renacimiento


Muchos otros ports acabarían en otras plataformas e incluso hubo algunos que compartieron una dimensión con unas ranas mutantes del espacio. Así, pasaron poco más de nueve años sin tener nada nuevo de los gemelos vengadores, hasta que llegaron los texanos de WayFoward y nos trajeron Double Dragon Neon.

Recuerdo la primera vez que jugué Double Dragon. Fue un momento muy especial. Desde un principio me di cuenta que no se parecía a ningún juego de peleas que yo hubiese visto antes. Pocos juegos me transmitieron ese sentimiento de querer justicia. Para mí era como si Bowser le robara la princesa a Mario en el peor día de su vida. Ha pasado mucho tiempo desde que no encarno el papel de Billy y recorro una ciudad en busca del amor perdido, pero, por suerte, aquí está WayFoward con lo que, posiblemente, es uno de los juegos mejor apegados a una época.

La historia ya es todo un clásico y no hay mucho que decir aquí. Prácticamente, un tipo (que parece ser un personaje secundario de alguna película clase B) llamado Skullmgeddon se encarga de secuestrar nuevamente a la guapa novia de Billy (me pregunto de qué sirven esas clases de Sousetsuken) y eso es todo. La ciudad se convierte en un matadero digno del género.

Double Dragon Neon se juega muy bien. Pese a que los controles no son perfectos, la respuesta de los movimientos es correcta. Tienes los botones básicos de golpe, patada, salto y sus respectivas combinaciones para ejecutar ataques más poderosos ya clásicos como la patada con giro, el brinco con patada y el lanzamiento de contraataque (aunque extraño el clásico codazo tepiteño). Los fans reconocerán rápidamente los elementos extraídos de Double Dragon 2 y Super Double Dragon que, aunque son ejecutados de una manera más simple, ofrecen un control adecuado que te beneficiará en las complicadas peleas montoneras. Todo lo anterior suena muy tradicional, ¿no? Pero no se preocupen: el cambio realmente importante dentro del sistema de pelea es la adición de habilidades mejorables a través de Cassettes (un sistema de almacenamiento que vio la luz en los sesentas, pero que tuvo su mayor auge en los años ochenta). Si tienes suficiente edad, seguro recordarás lo novedosos y prácticos reproductores de doble cinta que usabas en tus fiestas para que la diversión no parara. Pues bien, en Double Dragon Neon la fiesta de los golpes no para, ya que puedes ocupar sólo dos cintas a la vez y eso se debe a que hay dos tipos de cassetes: los pasivos, que te sirven para mejorar los estatus de salud, energía, fuerza, defensa o recuperación, y los activos, que sirven para ejecutar como movimientos especiales o golpes finales. Esto brinda diferentes combinaciones entre tipos de mecánicas, las cuales dependen de tu estilo. Básicamente, te convertirás en todo un mezclador de MCs con una BeatBox.

Cada cassette es escalable. Es decir, según el número de cassettes que tengas repetidos, mejorará el movimiento en cuestión. Para conseguir cada cinta hay dos maneras: que un villano deje una cinta al morir o que las compres directamente en el mercado chino.

Algo que me gustó mucho del aspecto de los cassetes es que cada uno se diferencia no sólo con los atributos o poderes, sino que también se distingue porque cada uno tienen una pista única que va asociado con el movimiento. Por ejemplo, hay un cassette con el nombre de ONE INCH PUNCH, que casualmente contiene una pista que suena al rap ochentero con una letra que dice algo como: “All my enemies gonna get ROCKED, like the way I rock the party ’till the doors are LOCKED! My fists rise up, make you hurt a BUNCH! When I hit you in the face, with the ONE INCH PUNCH!”. Lo curioso es que, finalmente, este casette aumenta tu poder de golpeo.

Otro aspecto que se siente fresco es que WayFoward compensa la repetición de enemigos clásicos en un beat em’ up no sólo con el clásico diferenciador de dificultad “mientras más prieto más corriozo”, sino también con que cada enemigo cuenta con propiedades diferentes de ataque o defensa. De hecho, en vez de pasarte esquivando a todos los enemigos por igual, tienes que aprender la técnica necesaria para evitar ser golpeado y utilizar el “Gleam Storm”. ¿Y qué demonios es el “Glem Storm”?, se preguntarán algunos. Pues es otra estupenda adición: prácticamente, uno tiene que esquivar al enemigo en el momento adecuado para que por unos segundos tengas un impulso de poder y ejecutes un contraataque desde el suelo.

Cada que comienzas un nivel, escucharás un sonido inicial y verás una escena detenida en colores sepia. Cuando presiones Start, comenzará un festín visual, pues la dirección de arte es muy buena. Cada rincón de la ciudad está plagado de esa nostalgia exagerada que todos tenemos: colores chillantes, luces neon, peinados exuberantes, estampados exagerados, chalecos, minifaldas, maquillaje recargado, leggins, medias de red, pantalones de cuero, cierres… en fin, es un ambiente de ciudad nocturna que pareciera estar impregnado de un aroma a electric youth.

Los menús son otro gran acierto, pues tienen plecas en medios tonos con colores pastel rodeados de personajes que parecieran ser sacados de un cómic de época e iconografías influenciadas por arte callejero y figuras geométricas básicas. El cambio de arte se agradece, pues logra transmitir con fidelidad la forma en la que muchos recordamos la cultura popular de los años ochenta.

Como mencioné anteriormente, la música es brillante. Las 45 rolas que encontramos en Double Dragon Neon tienen una manufactura perfecta con la que seguramente muchos moverán el pie al bit de los golpes y de la música, pues cada una podría pertenecer a cualquier single ochentero. Dentro de los géneros que puedes escuchar, hay remixes de los temas originales hasta géneros como el pop, new wave, glam rock, dance, italo disco, synthpop, swingbeat y post punk. Con esto, Jake Kaufman se consolida como uno mis compositores favoritos.

En lo general, Double Dragon Neon es un juego muy sólido. Tal vez no sea perfecto y tenga muchas cosas en las que debieron dedicar más tiempo, pero se ve que WayFoward realizó un trabajo con cariño dejando a un lado el aspecto económico. Mucho critican la duración del juego y que no tiene modo en linea (todavía)… A esas personas yo les planteo la siguiente pregunta: ¿acaso los juegos clásicos necesitaban un modo en línea o duraban muchas horas?

Táchenme de nostálgico empedernido, pero Double Dragon Neon nos recuerda lo felices que somos al caminar por la calle golpeando a los malos. Ocho punto cinco.

BONUS: La reseña se puede resumir escuchando este tema.