Nos encontramos a tan solo unos días de que el deseo de muchos se haga realidad. A pesar de no ser de los títulos más populares de la saga, Nintendo escuchó a sus fanáticos y decidió hacer realidad The Legend of Zelda: Majora’s Mask 3D. Dicho juego, originalmente lanzado para el Nintendo 64 en 2000, es uno de los más infravalorados de toda la amada serie de fantasía, sin embargo, existen fuertes razones para sostener que es considerablemente superior al clásico y adorado, The Legend of Zelda: Ocarina of Time.
Antes de comenzar con mis razones por las cuales, creo fervientemente que el primer juego de The Legend of Zelda dirigido por Eiji Aonuma, es mejor que la primera aventura de Link en 3D, quiero aclarar que me encanta Ocarina of Time, lo disfruté como pocos en su tiempo y también significa algo muy importante en mi vida.
Uno de los aspectos más criticados en cada una de las entregas de The Legend of Zelda, es la parte de la historia. Desde su concepción, hemos visto como una y otra vez, se nos cuentan los mimos hechos, pero de manera un tanto distinta. Asunto que cambió radicalmente con Majora’s Mask.
A diferencia de contarnos otra vez la historia de un héroe legendario salvando a un reino gobernado por una dulce, pero aguerrida princesa, Majora’s Mask nos relata el pasaje más obscuro que hemos conocido de Link hasta el momento.
Después de haber derrotado a Ganondorf y restaurado el orden en Hyrule, el famoso héroe del tiempo
emprende camino hacia una tierra desconocida. Justo cuando se encontraba en medio de un denso bosque, Link se ve interceptado por el famoso Skull Kid, el cual, se ha apoderado de la Majora’s Mask, una máscara creada por una antigua tribu por medio de magia muy obscura que está causando estragos en Termina.
Tras ser despojado de la ocarina del tiempo, el espadachín vestido de verde comienza una persecución hasta caer en una autentica pesadilla. El resto de los eventos que se desarrollan a lo largo de los tres días, no los platicaré, pues es mucho mejor que los experimentes por ti mismo. ¿Qué hay más épico que evitar que la Luna cause un Apocalipsis?. Sin duda, el Zelda con la mejor historia.
Para cuando Majora’s Mask llegó para despedir de la mejor manera al Nintendo 64, la fórmula de Zelda se mantenía firme a pesar de las claras fluctuaciones con el pasar de cada entrega. Ya con Aonuma como director y casi completa libertad creativa, el producto final resultó ser, probablemente, el cambio más grande que ha tenido la saga en toda su historia, pues desde su narrativa, hasta diseño, las diferencias con sus hermanos, son muy marcadas.
Sí, Majora’s Mask se compone de templos para poder llegar a un encuentro final, a pesar de esto, resulta ignorante y hasta ingenuo, pensar que la estructura del juego está construida de la misma manera que la de los otros títulos de la serie. De primera instancia, en este título, tenemos el factor del tiempo. Al llegar al famoso Clock Town, se nos dice que tenemos tan solo tres días (54 minutos sin alentar el tiempo) para evitar que el mundo termine, cosa que por supuesto, es completamente imposible. Es aquí donde probablemente, el juego brilla de manera más intensa, pues se nos planta en la cara el hecho de que sin importar lo que hagamos, el tiempo seguirá su curso hasta las últimas consecuencias.
La presión por terminar nuestras tareas, añade una gran de emoción por hacer que cada segundo rinda. Para muchos, esto es un punto completamente negativo, pues el concepto genera estrés en muchas personas, sin embargo, los invito a armarse de un poco de paciencia, pero sobre todo valor, y verán cómo se disfruta todo lo anterior como pocas cosas en esta industria.
Dicho punto no termina solo ahí, pues básicamente, todos los puzzles y eventos que se desarrollan dentro del juego, ocurren a pesar de que no estemos ahí. Es decir, para resolver tal o cual situación, debemos tener muy en cuenta la hora y día en el que nos encontremos, convirtiendo todo esto en la mecánica principal del juego, mismo que nos demuestra tener un diseño y guión absurdamente complejos que poca veces nos ha tocado ver en nuestras vidas como jugadores.
¿Cómo ignorar todo el trabajo que el equipo de Aonuma logró sacar adelante en tan solo unos meses?.
Estamos completamente conscientes de que al igual que como pasó con la gran mayoría de juegos en 3D que salieron en aquellos años, a Majora’s Mask le fue bastante mal con el paso del tiempo en la parte visual. A pesar de lo anterior, vale la pena recordar que muy pocos se quejaron de este aspecto en el 2000.
Como muchos de ustedes recordarán, este juego reutilizaba una enorme cantidad de los assets que vimos en Ocarina of Time por la forma tan accidentada en la que el proyecto fue aceptado, no obstante, se decidió aprovechar el famoso Expansion Pack. Dicho aditamento ampliaba la memoria RAM de la consola, permitiendo texturas con una resolución un poco más alta, así como un mayor conteo de polígonos en los modelos de los personajes.
Desde que el título comenzaba, rápidamente nos saltaba a la vista el nuevo modelo que había sido utilizado para Link, el cual, definía de mucho mejor manera su rostro y facciones, viéndose bastante mejor al título pasado de la serie. Sumado a lo anterior, la mayor capacidad de memoria, hacía que el mundo en general, se sintiera más vivo y creíble en todo sentido. ¿Alguien dijo Astral Observatory?.
El equipo que vamos recolectando en los Zelda, funge como uno de los principales pilares de la franquicia, pues gracias a las mecánicas de juego que con ellos se desatan, el concepto general encuentra soporte. Como una de las innovaciones que fueron implementadas en Majora’s Mask, y haciendo honor a su título, las máscaras se convirtieron en las verdaderas estrellas del juego.
El concepto fue introducido ligeramente en Ocarina of Time, sin embargo, el la fantástica idea no vio su verdadero potencial sino hasta dos años después. Tan solo presentando un par ítems nuevos, Majora’s Mask se basaba completamente en los poderes que las máscaras le otorgaban a Link.
Sin detenerme de manera tan profunda en cada una de ellas, creo que valdría la pena hablar de las tres principales, pues más que cualquiera de los otros objetos que hemos visto, estos cambiaban de manera radical el gameplay del juego, y no simplemente servían para acceder a determinadas áreas del juego, como al interior de un volcán activo o al fondo de un lago gigante.
Durante los primeros minutos, se nos recibía de manera impactante con Link convertido en un pequeño Deku. Al no poder regresar a nuestra forma original, muchos jugadores, tontamente dejaron el control tirado al ver que su amado Ocarina, no estaba presente. Los que decidieron seguir adelante, recibieron su premio rápidamente.
A pesar de su patético aspecto, este personaje tenía un gran potencial, pues dentro de sus capacidades, estaba el poder disparar burbujas de saliva hacia objetivos lejanos, brincar sobre el agua y volar usando flores en puntos determinados. Todo esto, al igual que con las otras dos máscaras que tocaremos a continuación, nos hacían sentir que estábamos frente a un juego completamente diferente.
Ser un Goron es algo que muchos habíamos deseado desde que conocimos a estas fantásticas criaturas de montaña. Antes de hablar de la máscara, me encantaría resaltar el increíble detalle de colocar a esta raza en un lugar gélido y desolado, esto luego de que se nos dejara claro el gusto que tienen por lugares cálidos como Death Mountain. Link no era el único viviendo una pesadilla.
Con la máscara puesta, nuestro héroe se convertía un gigantesco Goron, el cual, además de contar con gran fuerza para destruir y cargar varios obstáculos, podía rodar a toda velocidad y atacar al mismo tiempo, asunto que abría un gran abanico de posibilidades hasta convertir el título en un racing. ¿Recuerdan la increíble carrera montaña abajo?.
Los Zora son una de las especies más interesantes de toda la querida franquicia de Nintendo. Su elegancia y misticismo nos cautivaron desde el primero momento. Las historias que vemos dentro de su territorio, y la manera en la que obtenemos esta máscara, son una autentica maravilla de nuestros tiempos.
Como seguramente se imaginarán, la máscara de Zora nos da la posibilidad de nadar con gran destreza y generar un campo de fuerza, además de poder disparar nuestras aletas, cosa que me recordaba bastante al boomerang. Esta modalidad de Link estaba claramente inspirada en su versión de adulto que vimos en Ocarina of Time, pues hasta su tono de voz al momento de gritar, cambiaba.
Además de las anteriores, me gustaría hacer mención honorífica a la Giant’s Mask, Bunny’s Mask, Stone’s Mask y por supuesto, a la súper épica Fierce Deity’s Mask, misma a la que te hacías acreedor en caso de haber juntado todas antes de terminar el juego.
Los templos que vimos en Majora’s Mask, no son el fuerte del juego, pues su diseño, a pesar de no ser malo ni mucho menos, a veces deja un poco que desear; sin embargo, después disfrutar de este juego, queda claro que los esfuerzos de sus desarrolladores, estaban completamente enfocados a cosas como los maravillosos Side Quests, los cuales, sin temor a equivocarme, puedo decir que son los mejores de la saga.
Quisiera hablar de dos en especifico que me cautivaron por todo lo que significaron en su momento. El primero de ellos es la maravillosa historia de amor entre Anju y Kafei, dos interesantísimos personajes que vivían en medio de una maldición por una serie de malentendidos relacionados con una libreta de notas y cartas. Todo el proceso para resolver dicho asunto, es por demás divertido, pues involucra precisión en los controles y sobre todo, destreza mental.
El segundo que más se me viene a la mente es el de Ikana y el cementerio. Este quest en especial, captura toda la fantástica esencia de Majora’s Mask, pues tenemos que combatir a tres jefes, sí, a tres, díganme en qué templo de cualquier otro Zelda, pasa eso. La recompensa tan solo es una botella vacía, sin embargo, el verdadero premio fue haber vivido tan épico episodio.
Este trabajo de Aonuma cuenta con los coleccionables tradicionales, por lo que seguimos haciendo tareas imposibles por uno de esos codiciados pedazos de corazón. Al igual que con las máscaras, quiero hacer mención honorífica al Side Quest de la Caja Musical y al de la granja en donde Aliens (sí, Aliens en Zelda) secuestran al ganado de dos granjeras que posteriormente, nos rompen el corazón con su increíble historia.
Los antagonistas siempre han sido muy importantes para la saga. Para Majora’s Mask, Nintendo decidió
darle descanso al épico Ganon, dándole importancia a un personaje que para muchos, no tenía mayor relevancia. El ahora famoso Skull Kid, emana un misterio digno de destacarse, pues al igual que prácticamente todos los personajes que vemos, simplemente es una víctima más de la situación, logrando que sintamos pena por lo que se encuentra viviendo.
Uno de los puntos más polémicos en Ocarina of Time, fue la compañera con la que nos tocó vivir la épica aventura. Navi, a pesar de hacer su mejor esfuerzo por ser de nuestro agrado, simplemente resultó ser más una molestia que ayuda. En esta ocasión, nos tocó pasar tres días de angustia con Tatl, la cual, casi en automático se ganó nuestra simpatía, pues su sinceridad quejumbrosa, le daban una personalidad muy especial, incluso teniendo su propio desarrollo como personaje.
Sin lugar a dudas, uno de los puntos más fuertes de Majora’s Mask es toda la atmósfera que presenta. Desde los primeros segundos de juego, nos queda claro que estamos frente a algo increíblemente especial que a lo largo, nos marcaría para siempre.
La idea de saber que estamos atrapados en ese mundo que está por terminarse, sin saber por qué, provoca una nostalgia automática, pues luego de darnos cuenta de la situación, no pudimos evitar pensar en lo maravilloso que sería estar en esos momentos recorriendo los campos de Hyrule. ¡Verdaderos sentimientos por medio de un videojuego! simplemente no hay nada mejor.
Sumado a todo lo anterior, la tragedia es una constante a lo largo de todo el título. A pesar de los inocentes rostros con los que nos topamos en Termina, normalmente, las historias detrás de los personajes son una autentica novela. Tan solo es suficiente recordar a los personajes que nos entregaban las máscaras principales, asunto que se nos contaba mientras la fantástica Song of Awakening sonaba de fondo. La música del juego es más que brillante.
De esta manera termino de exponer todas las razones por las que creo, Majora’s Mask es simplemente superior a Ocarina of Time (tiene a Tingle, ¿qué más importa?), juego del que te recuerdo, soy increíblemente fan. Pero lo mejor, es que en unos días nos llegará la versión de 3DS.
Espero tus opiniones al respecto y si eres de los que prefieren la primera entrega de Zelda que vimos en el Nintendo 64, no te preocupes, pues en breve, el buen Juanem saldrá en su defensa… no le crean nada de lo que les diga 😛