Dejémonos de lloriqueos y hablemos claramente: aunque nos gusta nuestra generación actual de consolas y aún hay muchos títulos a los que les deseamos sacar el mayor jugo posible, la transición era inevitable. Esto no quiere decir que para navidad el Xbox 360 o el PlayStation 3 terminen en la basura, pero sí hay que pensar bien en cuál consola (Xbox One–PS4) invertiremos nuestro tiempo y dinero.
No nos pondremos de fanboys a decir Xbox One es mejor porque puedes llamarle a tu mamá mientras juegas, ni que ahora podremos compartir en Facebook nuestros mejores logros por medio del botón “Share” del control de PS4. Mejor les damos algunos detalles técnicos de cada máquina y ya serán ustedes quienes defiendan a su marca preferida.
Bien, pues en esta transición no puedo evitar sentirme de regreso a los años 80 y 90 cuando estaba obsesionado específicamente con el Sega Genesis (que jugaba en la casa de un primo) y con el SNES. En esos momentos veía a estas consolas como lo más increíble y poderoso del mundo (mundial).
¡Bum! No supe bien en qué momento llegó el Nintendo 64, seguido del PlayStation One, por ahí se apareció el DreamCast, así de repente mis expectativas en cuanto a consolas se vieron superadas y entonces se le ocurrió a Microsoft entrarle al negocio con su maquinota (lo digo por el tamaño, como de copiadora de oficina), el Xbox.
Quienes deseábamos quedarnos en las viejas consolas, odiábamos esas rápidas actualizaciones (sí, soy defensor de lo pasado de moda) y veíamos con recelo la llegada de una nueva plataforma. Pero al mismo tiempo se nos quemaban las manos por experimentar las capacidades técnicas de cada una, aunque fuera en los locales de renta de videojuegos —a 10 pesos la hora.
En poco más de 15 años la visión de desarrolladores, editores, productores, y quienes disfrutamos de los videojuegos en general, ha exigido historias cada vez más profundas, que sean potenciadas por calidad en cuanto a jugabilidad, poder de gráficos, y por lo que están apostando las empresas: experimentación en redes sociales.
Todo esto, debía ser potenciado y las capacidades de la actual generación de Xbox y PlayStation ha llegado a su máximo tope. ¿Qué viene entonces? De entrada la arquitectura tanto del Xbox One, como del PS4 exigían pasar al siguiente nivel de la Matrix y si eso representaba sacrificar el pasado, por ofrecer mejores experiencias de juego, pues ni modo (los de la vieja escuela a sufrir de nuevo).
Aquí ya nos vamos a poner un poco más técnicos. En cuanto a circuitos, CPU, GPU, memoria RAM y especificaciones de hardware, Xbox One y PS4 parecen traer la misma artillería, con algunas ligeras variaciones. Por lo que nos adelantó Sony la semana pasada con el video (troll) de PS4, podemos adelantar que también su forma será cuadrada, aunque creo que un poco más delgada que Xbox One.
Las carcasas son lo de menos, sabemos que tanto a Sony como a Microsoft les encanta cambiarlas uno o dos años después del lanzamiento inicial; o sea que si ambas parecen videocaseteras de los 80, no tardarán mucho en tener su versión slim.
De Xbox One me dio un poco de curiosidad lo que se comentaba en los foros, que no tendría las tradicionales entradas de audio y video para conectarla en cualquier televisión estándar. En cambio tendrá puerto HDMI de entrada y de salida, USB 3.0, WiFi Direct, Ethernet, salida óptica.
Tomando en cuenta que las pantallas de Sony apuntan hacia una calidad digital (que incluye la desaparición de la televisión análoga en pro de la señal digital), la PS4 también tendrá sus puertos HDMI, USB 3.0, Ethernet, Bluetooth 2.1, WiFi, y bueno, se rumora que los nipones serán considerados al agregar una salida análoga de audio y video.
O sea que prácticamente para disfrutar del poder de gráficos y las capacidades interactivas que ofrecen las consolas, deberemos ahorrar para una pantalla HD decente, ni qué hacer.
Xbox One contará con un CPU 8-core x86 Jaguar diseñado por AMD, igual que PS4. La memoria RAM de la consola de Microsoft tiene capacidad de 8GB de DDR3, mientras que la de Sony tiene mayor poder con una tarjeta de 8GB GDDR5 RAM, pero en el Xbox One esa diferencia de velocidad será compensada con una tarjeta de 32MB SRAM en el GPU (este último será similar en ambas consolas).
La capacidad del disco duro de Xbox One será de 500GB, y de PS4 hasta el momento no se ha mencionado mucho, pero no podría ser menor a 500GB; entonces aquí siguen parejas ambas consolas.
Ya Xbox One y PS4 no son simples consolas de videojuegos, están cercanas a la capacidad de una PC, y no sólo porque lo digan directivos de Sony, sino porque sus arquitecturas así lo requieren. El poder de cada una podría superar seis veces a la actual generación de consolas. En comparación, tanto Xbox One como PS4 pueden correr a dos teraflops, lo que las pone a una buena distancia de sus predecesoras, las cuales alcanzaban 300 gigaflops para Xbox 360 y la PS3, cerca de 400 gigaflops.
¿Para qué carajos sirve todo esto? De pronto me siento como mi papá cuando trató de aprender a usar un smartphone. Por lo que vimos en la conferencia de Microsoft, todo el poder de procesamiento de datos de esta nueva generación de consolas sirve para hacerlas centros de entretenimiento que controlen televisión, redes sociales, servicios de películas, perfil específico del jugador, descargas, llamadas telefónicas y sí, juegos de video.
De verdad me gustaría volver 15 o 20 años atrás para utilizar mi consola exclusivamente para entretenerme en acabar un videojuego, pero esas generaciones que nacieron justo cuando nos divertíamos con el SNES y que crecieron entre la batalla de PlayStation y Xbox, tienen exigencias multitask.
Lo que han visualizado Sony y Microsoft es precisamente la apuesta por esas generaciones, que pueden pedir pizza mientras actualizan su red social y jugando le patean el trasero a quienes intentamos apretar todos los botones del control para no sentirnos humillados.
Resulta curioso, pero cuando los controles estaban anclados a la consola por cables, por lo menos yo deseaba que un día llegara una tecnología que me permitiera disparar con las manos o utilizar un láser imaginario. Por lo poco que pudimos ver del Kinect y su cámara que registra el movimiento humano en 3D, considero que ese sueño está casi cumplido; habrá que ver qué nos ofrece el PS4 Eye, que también va por ese camino.
Los cambios o te gustan o terminas detestándolos, pero siempre terminarás subiéndote a la ola para seguir con la emoción del juego. A muchos nos costó trabajo dejar atrás nuestras viejas consolas, pero aquí seguimos consumiendo y exigiendo más sin quedar plenamente satisfechos. Hagan sus apuestas y sobre todo… preparen su bolsillo, que seguro nos van a exprimir hasta lo que no tenemos.
Comunidad: ¿Cómo se adaptaron a los cambios entre una generación de consola y otra? ¿Extrañan alguna consola en específico? ¿Explotarán todas capacidades del Xbox One y del PS4 o sencillamente los utilizarán sólo para jugar y hablarle por Skype a su tío excéntrico?