Luego de más de cinco años de espera, finalmente podemos disfrutar de The Delicious Last Course, expansión del fantástico Cuphead que llegó con la enorme promesa de hacer crecer al mundo del cabeza de taza en todas direcciones. Por tal motivo y luego de haberlo completado, hemos decidido hacer una lista en la que repasamos a los cinco jefes más retadores de todo este juego. Sí, aquellos que de verdad pusieron a reto no solo nuestras habilidades con el control, sino nuestra paciencia y capacidad de entendimiento para resolver qué es lo que debíamos de hacer exactamente para superarlos y claro, llegar al muy placentero KNOCKOUT! Por supuesto, esperamos a que nos dejes tu propia lista de los que más trabajo te hayan costado.
Enfrentar a una abeja puede ser muy intimidante, ni qué decir de verse cara a cara con todo un panal comandado por la mismísima reina que hará todo lo posible por acabar con nosotros. Indudablemente, Rumor Honeybottoms fue uno de los momentos más complicados de Cuphead, pues una cosa es esquivar ataques enemigos en terreno firme, y otra es hacerlo mientras vamos subiendo en vertical saltando en diferentes plataformas. Reflejos, capacidad de adaptación y claro, mucha, pero mucha paciencia, hicieron de este nivel uno de los que más trabajo nos costó en el juego de Studio MDHR.
Nos atrevemos a decir que Dr. Kahl’s Robot es el nivel de shoot ‘em up más retador de todo Cuphead. El enfrentamiento contra este mecha gigante es especial por un montón de razones. La primera y más importante es que llega en un momento en el que estás lleno de confianza y en el que crees, erróneamente, tienes dominados a estos jefes a los que enfrentas a bordo de tu pequeño avión. Vaya sorpresa la que te llevas cuando empiezas a ver los diferentes ataques del enemigo, los cuales, presentan patrones sumamente difíciles de reconocer y por consiguiente, de dominar. Todos recordamos con especial cariño cuando luego de muchos intentos seguidos, finalmente apareció el letrero de KNOCKOUT! para indicarnos que la victoria estaba entre nuestras manos.
A lo largo de toda la aventura que representa Cuphead, hubo momentos en los que definitivamente juramos que no podríamos pasar. El reto delante de nosotros era tan grande que estuvimos a punto de tirar la toalla. Sin lugar a dudas, uno de esos momentos fue cuando nos tuvimos que medir con Grim Matchstick, ese dragón verde que nos hizo pedazos un sin fin de veces hasta que luego de mucho practicar, entendimos cómo atacarlo. Sus flamas saltarinas solo se comparaban con su brutal última fase que solo de recordarla, nos sigue erizando la piel. En este punto en específico, nos quedó claro que estábamos frente a un juego que no sería nada sencillo de completar.
Momento de la verdad. Luego de haber superado a un sin fin de jefes, niveles run & gun y demás desafíos incluido al infame King Dice, fue tiempo de vernos cara a cara con el mismo demonio, con el príncipe de las tinieblas que se había encargado de robarse las almas de Cuphead y Mugman para meterlos en todo este embrollo. Justo como lo esperábamos desde que comenzamos con el juego, el duelo a muerte con The Devil fue uno para recordar por la forma tan brutal con la que nos trató, echándonos de todo para acabar con nosotros y claro, poniendo a prueba si todo lo que habíamos aprendido en las últimas horas, servía para algo. Sobra decir que los intentos fueron múltiples pero cuando finalmente cayó, no pudimos evitar sentir una gran alegría por saber que habíamos completado el juego.
Después de haber superado todo lo que Cuphead nos había arrojado encima, estábamos más que listos para darle final a la aventura. Con lo que no contábamos era con el hecho de que antes de vernos cara a cara con The Devil, tendríamos que jugar un pequeño juego con King Dice, uno que incluiría a varios jefes al mismo tiempo. Dicho juego involucraba el ser muy preciso para tirar los dados y así, poder llegar al final del reto, la cosa es que con fallar un poco, podíamos regresar a la casilla número uno. Para rematar, cuando creías que habías salido victorioso, se te ponía en un enfrentamiento directo con el mismísimo señor de los dados, uno que sobra decir, fue brutalmente complicado.