Como videojugadores solemos ser bastante quisquillosos en la manera en la que consumimos el medio y a la vez, tenemos que ser cuidados por la forma en la que gastamos nuestro dinero, sobre todo actualmente, pues los precios de títulos, accesorios y consolas son tan elevados, que te hacen pensar en más de una ocasión sobre qué vale la pena y qué no. La verdad, siempre he sido una consumidor que por encima de cualquier cosa pone a los juegos; es decir, prefiero mil veces comprar otro u otros juegos para mi colección, que cambiar mi 3DS en perfecto estado por hardware más nuevo ligeramente más potente, por ejemplo. Ni qué decir de periféricos. La última vez antes de hacerme de un Pro Controller en la que gasté en un control, fue porque mi DualShock 4 original era un verdadero desastre… algo así como cuando esa playera que gustas usar por comodidad, simplemente no da más.
Desde que probé por primera vez los Joy-Con del Switch, sabía que algo no andaba del todo bien. Por un lado teníamos análogos que se sentían sumamente frágiles y no tan móviles, mientras que por el otro, los botones frontales eran sumamente pequeños y teníamos la enorme carencia de un verdadero D-Pad (la gran mayoría de los juegos en dos dimensiones, los prefiero jugar usando el D-Pad, principalmente por costumbre más que por funcionalidad real). A pesar de dichas carencias y defectos, decidí que mi camino con el Switch estaría guiado por este tipo de mandos y la verdad, es que venía sobreviviendo de muy buena forma hasta diciembre del año pasado.
Con Super Smash Bros. Ultimate a la vuelta de la esquina, sabía los Joy-Con de mi Switch no serían suficiente. Primero está el tema de que en un juego así, al menos para los que nos ponemos un poco competitivos, necesitas de un control con grandes botones bien separados para ser preciso en tus movimientos. En segundo lugar está que por su naturaleza, estamos frente a un título que requiere que seamos un poco violentos con nuestros comandos. Uno no puede hacer los Smash usando el análogo derecho y a la vez, estarte preocupando de si tu control se va a dañar. Por tales razones, decidí contemplar la idea de invertir en un control nuevo para el Switch.
La primera idea que se me vino a la mente fue la de usar controles de Gamecube. Además de que en efecto, soy de los que cree que es la mejor manera de jugar cualquier Smash, ya contaba con algunos de ellos, por lo que solo tendría que invertir en el adaptador… ¿adaptador? ¿más cables? Al igual que seguramente muchos de ustedes, el espacio en mi casa se ha empezado a convertir en un problema, por lo que desde hace poco, la practicidad y ahorro de espacio, se han vuelto elementos esenciales siempre que compro cualquier cosa. Además de lo anterior, tengo que mis consolas están a una distancia de donde me siento a jugar no tan grande, pero sí suficiente para que los pequeños cables de estos controles sean una complicación.
Esa misma mañana decidí meterme a Amazon y a otras tiendas para buscar más opciones y la verdad es que las hay, pero la cosa es que la gran mayoría son malas, o sumamente específicas para ciertas cosas, mientras que la mejor, requiere de un gasto bastante mayor al resto.
Lo primero que exploré fue el Pro Controller original del Switch. Más de $2 mil pesos por cualquiera de sus variantes (incluso algunas en más de $3 mil). Me pareció demasiado, sobre todo por un mando que sería para uso verdaderamente rudo y que probablemente llevaría a reuniones con amigos en donde más personas lo usarían -malditos dedos grasientos-. Siguiente opción, el el Pro Controller alámbrico de Hori. Además de costar literalmente cuatro veces menos, en las fotografías luce casi idéntico al original, esto sin mencionar que Hori es una marca japonesa de periféricos famosa por la buena calidad de sus Arcade Joysticks entre muchas otras cosas. “Ésta es por mucho mi mejor opción”, pensé.
Después de darme otra vuelta por todos los mandos de terceros a la venta, ratifique que el control de Hori era justo lo que estaba buscando. También cheque los controles temáticos de marcas como Power A y PDP, mismos que se encuentran en el rango de precios del de Hori, pero además de que nunca he probado un producto de sus marcas, el diseño de sus controles me parece muy feo.
Finalmente me decidí por hacerme del Pro Control de Hori para jugar Super Smash. Bros. Ultimate cómodamente. “¡Wow! La caja está igualita a la de uno original, seguro que varios lo van a confundir”, le dije a mi hermano mientras lo sacábamos para probarlo. Cuando lo tomé, tres ideas se me vinieron a la mente. La primera es que se sentía como hueco y que el tipo de plástico con el que estaba hecho no era de la mejor calidad. La segunda fue que a pesar de que lucía muy parecido al original, en las manos no sentía nada similar a uno original; parecía que lo habían inflado con aire, dando como resultado un mando tosco no tan cómodo. Y la tercera fue justo como le temía, carecía de D-Pad. Dicho asunto medio fue disimulado con un pad falso que va sobre cuatro botones y que en efecto, es terriblemente malo.
Digo, es un control de $500 pesos, tampoco puedes pedir demasiado. Mi tiempo jugando Smash con el Pro Controller de Hori fue bastante bueno, pues a pesar de que sus materiales son baratos, parece que está aguantando de buena forma el trato rudo que exige ese juego. Al menos, su cometido principal fue cumplido; no obstante, yo tenía pensado usarlo para otras cosas como por ejemplo, para jugar alguno de los cientos de títulos 2D que el Switch tiene para ofrecer. Para Wonder Boy 3 o Monster Boy, la cosa simplemente no caminó y terminé usando el análogo, mientras que en Katana Zero, mejor opté por regresar a los Joy-Con (principalmente porque ese juego me lo aventé en modo portátil casi todo, cosa que normalmente no hago).
Para ese punto ya estaba verdaderamente cansado de mi control Hori y en puerta tenía la encomienda de volver a jugar Super Meat Boy, pues recientemente me hice de su versión física, además de que seguía con mucho humor de jugar un título de acción en el que lo que de verdad contara, fueran mis reflejos. Abro Amazon y me avisa que el Pro Controller en su versión estándar está con una ligera rebaja “ahora o nunca”, pensé. Después de haberle dado una vuelta de nueva cuenta a las opciones que tenía a la mano, y de ver que al menos ahora sería muy complicado y caro hacerme de la preciosa versión de Xenoblade Chronicles 2 o Smash (además de que la verdad nunca he sido de tener consolas o controles temáticos), decidí ordenar el Pro Controller original para Nintendo Switch en su versión estándar.
Luego de todo este tiempo sufriendo con el de Hori, sentir de nueva cuenta entre mis manos los materiales y cortes de un Pro Controller original, fue verdaderamente placentero. Muchos alegan que la primera versión de este producto contaba con un D-Pad que dejó mucho qué desear, pero según entiendo, hubo una revisión y rediseño, la cual, creo que ya me tocó. Entre el sábado y el domingo pasado terminé Super Meat Boy usando exclusivamente el D-Pad y la verdad, no podría estar más contento. A pesar de que me gustaría que tuviera menos profundidad y que fuera más al ras de la cara del control, me pareció preciso y sobre todo muy cómodo por su tamaño.
Mi idea era que terminando Super Meat Boy, me pasaría a Torna – The Golden Country, expansión de Xenoblade Chronicles 2 que sigue en mi librero cerrada. El objetivo era que luego de tres fines de semana con títulos enteramente de acción, ya me apetecía algo de RPG nipón y que claro, sería una buena opción para ahora probar el Pro Controller en un juego que incluso, lució edición especial del mismo. Acto seguido, mi hermano me cuenta que acaba de comprar Cuphead en el Switch y que tendríamos toda la tarde del domingo para comenzar con lo que está siendo nuestra segunda vuelta a esta verdadera joya del gaming.
Simplemente no me pude resistir y en lugar de empezar con la expansión del juego de Monolith Soft., mi Pro Controller regresó a la acción de un juego como el de MHR Studios. Sobra decir que el mando se acopló a la perfección y de nueva cuenta dejó claro que el gasto estaba valiendo completamente la pena. Sin cables, botones bien separados con gran feedback, un D-Pad decente, ergonomía y materiales de excelente calidad, te diría que mi única queja sería que los ZL y ZR, no son verdaderos gatillos. Claro que al menos yo, vaya a jugar un FPS, por ejemplo, en el Switch, es poco probable, pero igual es algo que me gustaría que tuviera. Un Jacket para audífonos también le habría venido excelentemente bien.
Decidí llamar a este feature “No sabía que necesitaba un Pro Controller” porque a pesar de que en el pasado ya los había probado y tenía conciencia de lo diferentes que eran a los productos de terceros, nunca lo había visto como una necesidad real. Es fácil que pensemos en cosas como “seguro son lo mismo, pero el original cuesta mucho más sólo por ser original”. En este caso, dicha afirmación es completamente falsa. Sí, es mucho más caro un Pro Controller original, pero créeme cuando te digo que justamente se siente como un producto premium con el que jugarás notablemente más cómodo, nada que ver con los de licencia.
Sé que comprar un control de más de $100 dólares es un lujo. Es probablemente el valor de dos a hasta tres buenos juegos (en formato físico). Pero creo que siempre que podamos hacer de nuestra experiencia de juego algo mejor, deberíamos de considerarlo. Mis primeros tres días usando exclusivamente el Pro Controller original para jugar Switch han sido sensacionales y la verdad, no veo que vaya a haber marcha atrás. Claro que también es importante recalcar que soy de los pocos usuarios que el 95 por ciento del tiempo, juego con el Switch conectado a mi pantalla. Algo que debes considerar si es que al contrario, eres de los que lleva la consola a todos lados para jugar en modo portátil.