Feature – Aventuras de la infancia: una vida de videojuegos

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Este tiempo que pasamos con los videojuegos puede enseñarnos historias, paciencia y perseverancia y más…

Para mí, uno de mis grandes tesoros es una caja que contiene los juegos con los que poco a poco, mi hermano y yo, fuimos descubriendo el mundo de los videojuegos. Ya no era necesario ir a casa de mis primos para jugar, incluso la diversión se multiplicó cuando era posible llevar nuestros controles para que iniciara el reto de ver quién era el mejor.

Si me preguntan, creo que además de ofrecer diversión, los videojuegos nos ofrecen muchos conocimientos envueltos con personajes, retos, escenarios, gameplay; todo un mundo dispuesto a abrirse ante nuestros ojos y bajo el control de nuestras pequeñas manos.

Empecemos por decir que, si casi no leemos, varios de nuestros referentes culturales debieron llegar de alguna parte. Varias de las historias que conocemos, héroes que nos inspiraron y lecciones que aprendimos llegaron a nosotros a través de los medios audiovisuales. Una película que vimos mil veces, la serie animada que no podíamos perdernos por la tarde, el videojuego al que le invertimos varias horas de nuestras vidas y no porque fuese precisamente muy largo, sino porque era necesario aprender las reglas del juego y demostrar que la edad no era impedimento para no tener un buen récord; para escuchar sin cansarse la canción de un nivel del juego; para revivir una vez más esa pelea épica…

¿Pero qué es lo que hace que, quizá, un videojuego pudiera marcarnos más que una película? La respuesta es sencilla: la interacción. Ahí estabas, frente a la televisión en tu sala, preguntándote cuándo serías capaz de llegar al último nivel para salvar a la princesa. En esta ocasión, no dependía del director o de extender esta serie 5 capítulos más, todo dependía de ti. Era necesario poner atención, ser precisos, ser inteligente y nunca rendirse.

Poco a poco descubriste que siempre había un malo más poderoso más adelante, que la perseverancia y la paciencia son las herramientas que pueden abrir casi cualquier puerta. Aprendiste que, por más héroes que sean, todos tienen sus problemas y que, de alguna manera, la vida no siempre es justa.

Seguramente varias horas transcurrieron mientras la regla “quien pierde pasa el control” reinaba en los cumpleaños o comidas familiares.  Podría apostar que también le diste un control desconectado a tu primo pequeño.

2No vas a negarme que morías de ganas por presumir lo que te trajo Santa, los Reyes Magos, tus papás, tu familia, en ocasiones especiales. O que hasta la envidia conociste cuando tu mejor amigo tuvo primero la nueva consola y en venganza le contaste en qué acababa su videojuego favorito.

Seguramente, fuiste del grupo de los niños que no sabíamos muy bien inglés, pero que fuimos capaces de terminar un Zelda o un RPG. En ese entonces bastaba  con ser intuitivo y poner atención a los pasillos por los que ibas avanzando o a descubrir la secuencia para los mejores ataques.

Cuando éramos pequeños, nos encantaba pensar en lo que haríamos de grandes, en cómo viviríamos, qué haríamos para cambiar el mundo. ¿Y ahora no quisieran ser niños de nuevo? ¿No extrañan cuando la mayor preocupación era encontrar los niveles secretos o no ser el poseedor del mayor score? Varios de ustedes seguro extrañan los desvelos por intentar vencer al antagonista y no por estar haciendo tareas…

Cuando eres niño, el mundo es distinto. Quizá porque no agobiaban los problemas y tenías tiempo para pensar si tu estrategia era la correcta, porque podías intentar bajo prueba y error  tus teorías. De pronto, un día descubres que las vidas extras no existen en realidad y que, aunque no quieran apoderarse de un reino, también hay gente cruel.

Sin embargo, por mucho que quisiéramos ser adultos, ¿quién dijo que sería mejor o que eso nos daría luego el poder de decir que valen menos las cosas para niños? Yo no sé en qué momento decir que algo es infantil tiene menos mérito, o que será tonto. Los contenidos para niños, libros o videojuegos, pueden tener grandes enseñanzas expresadas de la manera más sencilla.

Los videojuegos también son una herramienta: mejorar el conocimiento de un idioma, agilizar y estimular la mente, mejorar reflejos y coordinación, simulación de situaciones, fomentar la empatía; todo está en saber motivarlos a descubrir más, a darles aquellos que les gustan y que son apropiados para su edad y luego, ir eligiendo juegos más complejos, sobre esto ya habíamos hablado.

¿Cuál es, entonces, la principal función de los videojuegos? Comencemos por decir que los juegos nacieron para entretener, para relajarte y divertir, pero también nos enseñan desde pequeños a seguir reglas y a buscar recompensas. Sin embargo, a través del juego aprendemos a convivir con los demás, a formar equipos. Generalmente, aprendemos las reglas a través de los más grandes y, poco a poco vamo,s mejorando nuestras habilidades, hasta que llega el punto de que podemos explicar nosotros e incluir a alguien más.

Con los videojuegos pasa algo muy interesante: no siempre son los mayores quienes enseñan a los pequeños, muchas veces es un proceso de aprendizaje compartido, donde ambos se retroalimentan y avanzan al mismo tiempo; o hasta los niños enseñan a sus papás las reglas del juego (quizá esto responde más a cuestiones de aprendizaje tecnológico). Aunque parece sencillo, el poder enseñar a alguien más a jugar es complejo y pueden crear un vínculo: ya sea de padres e hijos o de hermanos.

Yoshis’ Story fue uno de los que más jugamos mi hermano y yo cuando éramos pequeños. El recorrer los escenarios que se abrían como un pop up book era increíble; el color de los escenarios, de los personajes, hasta las frutas eran geniales. Era divertido proponernos diferentes retos, como comerse primero todos los melones o sólo las frutas de tu color. Pero lo que lo hizo especial es que este grupo de dinosaurios no sólo se ganó nuestra simpatía, hasta mamá jugaba los domingos en la tarde. Por supuesto, sabíamos que éste sería el plan cuando mamá nos servía el desayuno y decía que si Yoshi comía fruta, nosotros también.

Yoshi se ganó también la perseverancia de Mamá. Cada vez que iniciábamos, explicábamos los controles. Ella no era la jugadora más veloz, pero tampoco pedía ayuda. Antes de aventar cada huevo, él y yo le decíamos que pusiera atención. Era muy divertido verla tan atenta antes de tener que dar un largo brinco o de alcanzar con la lengua el siguiente punto y saltar sobre “los monitos de la máscara”. La verdad es que mamá nunca pudo pasar los niveles en los que “ese pez travieso” no dejaba de aventarle agua.

Aún así, Yoshi fue un pretexto para compartir con mamá nuestra tarde y también algunos de nuestros primeros conocimientos en el área de los videojuegos, tal como ella nos enseñó otras cosas. Creo que lo recuerdo con cariño porque invertimos papeles y era genial verla reír cuando se caía Yoshi o cuando tarareaba con nosotros la canción.

Así como los mayores pueden enseñar a los niños, también los pequeños pueden decir a los papás cómo hacer las cosas de vez en cuando. ¡Imagina poder fortalecer la confianza y la comunicación con un juego de plataformas!

Lo importante, entonces, es que este tiempo que pasamos con los videojuegos puede enseñarnos historias, paciencia y perseverancia para cumplir los retos, darnos o mejorar algunas de nuestras habilidades. Y, todavía mejor, no sólo sirven para pasar el tiempo, sino que enseñan muchas habilidades y  pueden ser la oportunidad perfecta para compartir y aprender con alguien más

¿Qué es lo mejor que les dejaron los juegos cuando eran niños?

Staff Atomix
Equipo de editores de Atomix.vg