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Sumo Digital
Sumo Digital
28/03/2017
Parece extraño estar en 2017, y recibir nuevos juegos de coloridos dúos de animales; la próxima semana se estrenará Yooka-Laylee hecho por veteranos de Rare y la semana pasada recibimos otra propuesta interesante que nos presentó a una simpática víbora y un colibrí en un interesante juego de plataformas en el que ¿nunca saltas?
Así como lo escribí, Snake Pass es un curioso juego en el que tenemos que controlar a un víbora llamada Noodle quien al lado de un pequeño colibrí que lo sigue de cerca tendrá que recorrer diversos paisajes con un gameplay muy original en el que nos arrastramos, nos enroscamos y más que resolver acertijos en los niveles el verdadero reto es controlar a Noodle para llegar a donde queramos.
Este curioso proyecto fue desarrollado por el estudio independiente británico Sumo Digital a quien quizá recuerden mejor por varios juegos de carreras en los que participó, como el caso de Sonic & Sega All Stars Racing Transformed que nos dejó muy buen sabor de boca. Del lado de su experiencia con juegos de plataformas tenemos que a este estudio se le encomendó la tarea de desarrollar varios contenidos que vimos en LittleBigPlanet 2, y coordinar todo el trabajo que desembocó en LittleBigPlanet 3 que aunque se mantiene muy fiel a la fórmula establecida por Media Molecule también tuvo méritos propios.
Vamos pues a revisar en esta reseña qué ofrece este curioso experimento.
En Snake Pass tienes que oprimir un botón para que Noodle avance, con el stick análogo controlarás su dirección al reptar mientras que también tienes un botón que te permite elevar un poco la cabeza para superar obstáculos; otro botón te permite apretar un poco el cuerpo de Noodle de manera que se sujete con más facilidad a los lugares donde se enreda.
A lo largo de sus diferentes mundos te encontrarás niveles que son como pequeñas cajitas de plataformas muy bien controladas y el objetivo será encontrar tres objetos especiales para abrir un portal y pasar al siguiente nivel. Viéndolo desde esta perspectiva el diseño de niveles no es tan complejo en el sentido de que esté enfocado a resolver puzzles, pero sí está completamente enfocado a que se exploten sus mecánicas originales en las que nunca saltamos y más bien nos arrastramos.
Dicho lo anterior nos encontramos con niveles que incluyen entramados de bambú para que Noodle pueda enredarse para poder escalar o desplazarse entre lugares intrincados como puentes o delgadas plataformas con el vacío como la mayor amenaza a su vida. Es así que, entonces, el mayor reto en el juego no viene de sus niveles sino de la mecánica de controlar a Noodle que resulta atractiva por una manera muy natural en la que este control se adapta a tus manos.
El juego de controlar a Noodle tiene que ver mucho con las físicas del juego, por lo que realmente tienes que pensar como víbora en el sentido de que debes asegurarte de que te estás sujetando bien al escalar o descender por sus niveles; debes equilibrar muy bien el peso de la serpiente considerando que es muy posible que te caigas al vacío por un resbalón en el que tu propio peso y la gravedad actuaron para acabar con tu vida.
En general Snake Pass nos presenta una cantidad modesta de niveles divididos en mundos cuyas temáticas tienen que ver con los elementos –tierra, agua, viento, fuego– y resulta interesante cómo va evolucionando el juego con niveles cada vez más complejos que parten desde lo muy básico que funciona como tutorial hasta presentar nuevas mecánicas como nadar o experimentos interesantes como pasar entre bambús en movimiento con peligros debajo como material incandescente o picos mortíferos.
Si te vas directo a completar lo mínimo para pasar los niveles podrías sentirlo como un juego corto, pero también podemos decirte que la esencia del juego no está en completarlo de esa manera sino en tomar el reto de reunir sus demás coleccionables como esferas y medallones ocultos a lo largo de sus niveles, tarea que definitivamente te tomará horas y horas de retos en los que pudiera parecer imposible llegar hasta donde se encuentran los coleccionables, pero una vez que los alcanzas sentirás mucha satisfacción.
Algo que me gustó mucho del diseño general de los niveles es que tienen montones de túneles, zonas ocultas y espacios intrincados, lo que nos deja con una gran opción para los amantes de los juegos de exploración, pues lo que puede parecer un sencillo paso en realidad puede esconder debajo de sí mismo una cueva done se esconda alguno de los medallones o las esferas que necesitarás para decir que has acabado por completo el juego.
El juego luce muy bien con un colorido y personajes que nos recuerdan la época en la que los juegos de animales parlanchines estaban de moda durante el apogeo de los juegos de plataformas de esta naturaleza hace ya más de una década.
No podemos negar que Noodle es adorable y si queremos jugar todavía más con sus sentimientos es posible cambiar su expresión facial exactamente de la misma manera en que cambiábamos la cara de Sackboy en LittleBigPlanet en lo que parece un buen guiño del desarrollador a su anterior juego desarrollado en exclusiva para las consolas de PlayStation.
Por su parte Doodle, el colibrí, tiene una participación mucho más discreta que la de nuestro amigo serpiente pero además de asistirlo al levantar parte de su cuerpo ante alguna emergencia si así lo deseas, esta ave es parte del encanto general del juego con animaciones como desesperarse frente a la pantalla cuando te quedas inmóvil potenciando aún más ese toque retro que se tiene en el juego.
Los escenarios por lo general tienen un toque tropical invadidos de ruinas, estructuras de bambú, y fondos selváticos difuminados que no te distraen de esa pequeña caja llena de pasillos, retos, toboganes y lugares por escalar que nos topamos.
Uno de los toques que más magia aportan a la exploración mientras serpenteas con Noodle es el irresistible soundtrack de David Wise que nos asombra desde el tema principal que escuchamos en el menú del juego. Wise quien también tuvo ligeros aportes al soundtrack de Yooka-Laylee y que además es recordado por aquellos soundtracks clásicos de Donkey Kong Country hace una mancuerna casi perfecta con el estilo del juego, sus visuales y la experiencia que busca aportarnos, a tal grado que lo único débil que vemos en su soundtrack es que nos hubieran encantado más piezas añadidas al repertorio que puede llegar a sentirse un poco corto ante lo bien que suena sobre el juego.
En la mayor parte de estos platformers en tres dimensiones que le apuestan a ese sabor clásico que nos agrada a muchos, la cámara puede ser uno de los retos más grandes para los desarrolladores, y desafortunadamente el experimento tan fuerte que tenemos en Snake Pass en cuanto a mecánicas de juego se llega a ver manchado un poco por una cámara que en ocasiones no llega a funcionar como podríamos esperarlo.
El movimiento de la cámara en Snake Pass es un requisito ante el reto de exploración al que nos enfrentamos en el que tendrás que ver hacia todos lados para evitar perder alguno de los coleccionables. Agradecemos que el control es completamente libre y que no llega a fijarse de forma extraña como recientemente pasaba también en Yooka-Laylee, aunque aquí la consecuencia es que no siempre podemos controlarla de forma tan cómoda ante lo demandante de su reto en los controles. Explicando un poco más esto que les comento, hay retos que requieren de un buen nivel de habilidad en el control de Noodle por lo que el tener mal colocada la cámara o que cambie de forma automática al estar en un espacio estrecho puede ser una distracción fatal que te haga morir una y otra vez.
Además de las dificultades con la cámara otra debilidad todavía más grave a la que nos enfrentamos en Snake Pass es un fuerte problema con la manera en que funcionan sus checkpoints. No es que queramos que nos faciliten el reto, pero la forma en que están distribuidos y la forma en que se guarda el progreso puede llegar a generar frustración entre los jugadores.
Hay retos particularmente difíciles en los que la probabilidad de morir es altísima, y resulta frustrante cuando están muy lejos del último checkpoint y que además entre sus áreas hay muchos otros coleccionables que quizá hayas tomado en el camino, de manera que cuando mueres en el reto difícil ya habrás perdido una media hora de cuidadoso progreso por completo. La solución para ello hubiera sido, o relocalizar los checkpoints a áreas donde los retos son particularmente desafiantes, o bien, por lo menos guardar de forma automática los coleccionables para evitar que si mueres por un reto, lo demás que ya habías tomado sin pasar por el checkpoint se quedara registrado.
Fuera de sus debilidades y de que el ritmo del juego puede llegar a ser muy similar de principio a fin con pocas variantes a un gameplay sumamente funcional, Snake Pass es una experiencia muy buena y poco común. Si ves un gameplay o un tráiler quizá no le hagas justicia a lo que realmente significa tomar esos controles en los que con una interacción muy natural te vas acostumbrando a la forma en que se desplaza Noodle.
Su presentación es muy buena, sus niveles adecuados si te decides a tomar el reto de no dejar ningún coleccionable atrás y a pesar de su ritmo poco cambiante en todo lo que dura el juego hay sorpresas gratas en un diseño de niveles muy controlado pero especialmente diseñado para esta mecánica tan peculiar en la que más que resolver puzzles a tu alrededor, el verdadero reto es controlar al protagonista y conquistar lugares que parecieran muy difíciles o casi imposibles de alcanzar.
Lo que más le podemos aplaudir a Sumo Digital en este caso es que se atrevieran a hacer algo tan diferente y arriesgado si consideramos que en nuestra época este tipo de juegos no tienen el mismo atractivo de hace un par de décadas cuando estaban en apogeo; afortunadamente es un experimento de gameplay acertado si nos damos cuenta que, si bien este juego no se libra de algunos errores y todavía falta exprimir mucho su potencial, al menos es un punto de partida muy original de esos que necesitamos cuando se siente que el mercado se empieza a saturar de muchas propuestas similares entre sí.
Recomendable.