Desde hace ya varios años, el cine bélico ha ido perdiendo terreno. Por un lado tenemos que muy probablemente, las buenas ideas en Hollywood se han ido agotando, y por el otro, está un público cada vez más sensible a lo cruda y violenta que ha sido nuestra historia reciente. Las cintas ambientadas en tiempo de la Segunda Guerra Mundial son constantes, sin embargo, aquellas que relatan las vidas de los combatientes y los duros días que tuvieron que vivir, cada vez son menos. Fury se levanta como una de esas películas que ya casi no vemos, desperdiciando una gran oportunidad para revivir un subgénero que muchos de nosotros disfrutamos.
Después de haber sido una de las filtraciones que tuvo Sony Pictures por un ciberataque hace unos meses, Fury por fin pudo llegar a las salas de cine con mucha publicidad por accidente. David Ayer, experimentado director que ya ha trabajado con este tipo de temáticas en el 2000 con U-571, además de haber dirigido The Fast and Furious de 2001, y ahora ser el elegido de llevar a la pantalla grande The Suicide Squad, hizo un buen trabajo a secas con esta película protagonizada por Brad Pitt, la cual, cumple en muchos aspectos técnicos, pero queda a deber bastante en los artísticos sin ser un desastre ni mucho menos.
La breve historia de la película se desarrolla en 1945, justo cuando los aliados se encuentran dentro de Alemania al borde de que la guerra en Europa concluya. Los Nazis, ya derrotados, buscan una última bocanada de aire para dañar al enemigo a toda costa, luchando con cada hombre, mujer y niño que pueda sostener un arma.
El Fury acaba de perder a uno de sus elementos más importantes, y es turno de Norman Ellison, un novato del conflicto armado que se dedicaba a hacer papeleo, interpretado por Logan Lerman, de tomar un puesto dentro de la curtida tripulación.
La historia se comienza sentir muy al estilo de Saving Private Ryan, sin embargo, rápidamente pierde el rumbo, convirtiéndose en un relato por demás predecible en donde cada evento, se siente poco relevante y sin importancia. La ejecución sobre el guión no es nada mala, no obstante, éste no se deja de sentir estéril y hueco, teniendo contados momentos de brillantés que muchas veces consiguen capturar de nueva cuenta tu atención.
Todo el argumento del filme gira alrededor de los tanques americanos y las tripulaciones que los conducían, resaltando el enorme valor que se requería para esta tarea, pues en cuanto a tecnología y equipamientos, las máquinas alemanas eran muy superiores, capaces de terminar con varias unidades enemigas sin mayor problema. Todo esto, es uno de los puntos mejor logrados por Fury.
Brad Pitt protagonista la cinta en el papel de Don “Wardaddy” Collier, un sargento y comandante de tanque que lo ha visto prácticamente todo en la guerra, luchando desde la campaña del Norte de Africa, hasta cruzar todo Europa para combatir a la amenaza Nazi en su propio terreno. Al igual que buena parte de la historia que vemos en pantalla, éste personaje tiene muy buenos momentos en los que te hace interesarte por él, pues su personalidad es contrastada en repetidas ocasiones, a veces mostrando un lado muy obscuro, y en otras uno con luz.
A pesar de todo lo anterior, su desarrollo se siente plano y sin rumbo, consiguiendo que pierdas interés en él de manera muy sencilla. La actuación de Pitt por supuesto que no es mala, tan solo parece que el papel le quedó bastante pequeño después de haber interpretado a enormes personajes a lo largo de su carrera.
Dentro del Fury, tanque que por momentos se siente como otro personajes más, se encuentran Boyd “Bible” Swan, interpretado por Shia LaBeouf, Trini “Gordo” Garcia, hecho por Michael Peña, Grady “Coon-Ass” Travis, de Jon Bernthal, y Norman Ellison. Cada uno de estos conocidos actores desempeñan un trabajo correcto para hacer creíble a sus personajes, no obstante, al igual que pasa con el de Pitt, su desarrollo es bastante pobre.
Se podría decir que el papel de Lerman es el que más cambios sufre, aunque estos se sienten muy mal pensados e insertados en los momentos menos oportunos. Al no tener nada de experiencia en combate, este joven se encuentra aterrado ante lo que representa toda la guerra, hecho que lo hace transformase en otra persona, punto en el que la película falla de manera rotunda.
En un momento, Lerman está hablando sobre su conciencia y lo terriblemente malo que es matar, y al otro, se encuentra gritando frases trilladas como “Fuckin’ nazis”, mientras acribilla a un grupo de ellos con el arma que opera dentro del Fury. Entiendo que el personaje debía sufrir este tipo de metamorfosis, pero la realidad es que se siente apresurada y hasta sin sentido en momentos como el descrito con anterioridad.
Como comentaba en párrafos anteriores, toda la historia de Fury se desarrolla en Alemania justo al final de la Segunda Guerra Mundial. A través de la corta historia que se se cuenta en la película, nuestros protagonistas recorren varios campos alemanes, así como pequeños pueblos en busca de terminar con todo de una vez por todas.
La atmósfera presentada está muy bien lograda, pero sin ser sorprendente, haciendo uso de la clásica neblina para agregarle un toque de misterio y suspenso a toda la experiencia. A pesar de lo anterior, la fotografía y arte se mantienen como meros espectadores de lo que vemos en pantalla, no consiguiendo impulsar la película hacia adelante, dejando claro que se tomaron elementos ya probados de otras entregas, para conseguir algo sólido, pero genérico en todo sentido.
Fury funciona la mayor parte del tiempo como película de cine bélico, en donde el combate y todo lo que pasa a su alrededor, son las verdaderas estrellas, no obstante, se queda muy corta en su intento por revivir el género, pues no le llega ni a los talones a los grandes clásico de este tipo de cintas. Es una verdadera lastima que se haya dejado pasar una oportunidad tan buena para regresarnos a viejas glorias.
Queda claro que las historias sobre la Segunda Guerra Mundial seguirán surgiendo por todos lados, pues es uno de los periodos de la historia más interesantes. La situación es que se necesitan guionistas mucho más talentosos y atrevidos para contarlas, pues en Fury, uno simplemente no puede evitar sentir todo como poco relevante e increíblemente predecible. Algunos clichés ya no son creíbles y por momentos, suenan hasta ridículos, solo esperemos poder ver el resurgir del género en un futuro, y que Brad Pitt tenga un poco más de cuidado en los proyectos que elige para trabajar.
Si eres de los que disfrutan conocer más sobre la vida de aquellos que participaron de manera directa en este conflicto armado, te recomiendo ir a ver Fury, sin embargo, te advierto que lo mejor será mantener tus expectativas bastante conservadoras, pues es una película que rápidamente se olvidará, y de la que muy pocos seguirán hablando en un futuro cercano. Ya será para la otra.