Desde hace ya varios años, el cine bélico ha ido perdiendo terreno. Por un lado tenemos que muy probablemente, las buenas ideas en Hollywood se han ido agotando, y por el otro, está un público cada vez más sensible a lo cruda y violenta que ha sido nuestra historia reciente. Las cintas ambientadas en tiempo de la Segunda Guerra Mundial son constantes, sin embargo, aquellas que relatan las vidas de los combatientes y los duros días que tuvieron que vivir, cada vez son menos. Fury se levanta como una de esas películas que ya casi no vemos, desperdiciando una gran oportunidad para revivir un subgénero que muchos de nosotros disfrutamos.
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