Esto no es una reseña: To the Moon

TRENDING

When this world is no more
The moon is all we’ll see

La semana pasada al fin logré jugar To The Moon. Desde que supe cuál era la premisa de este título, quise jugarlo y, por diversas razones, retrasé ese momento aún a sabiendas de que podía ser terminado en pocas horas. A partir de su aparición en Steam fue que pude ponerme frente a frente con esta historia interactiva de la cual tenía muy pocos datos como para prejuzgarla. Entré, una vez más, a una narrativa nueva sin un mapa que me dirigiera. Antes de empezar el texto, les cuento un poco de qué va para quien no sepa de lo que hablo: To the Moon es una historia contada en formato de videojuego, obra del canadiense Kan “Rieves” Gao y programada y diseñada en el engine de RPG Maker. El arte inmediatamente remite a los juegos de 16-bit de los años noventa y, detrás de este formato, se esconde una historia riquísima y sensible. Cabe resaltar que el autor del juego estuvo un año y medio realizándolo y compuso para él una banda sonora, arte auténtico y un guión introspectivo y personal. El juego dialoga con nosotros, pues es completamente análogo a nuestras angustias. Todo ocurre dentro de una tragicomedia psicológica imposible de dejar pasar.

Como dice el título que le da cabecera a este texto, esto no es una reseña. ¿Cómo puedo desmenuzar y calificar lo que las cinco horas que viví en este mundo me hicieron sentir? No tendré nunca la autoridad para poder describir el trabajo del equipo de Freebird Games como un producto cuantificable. Como todos los juegos que me gustan, To the Moon no se desarrolla en la pantalla frente a mí, sino en el corazón que late bajo el pecho, en los ojos que se cargan de pesada humedad, en las manos que tiemblan cuando muevo a los personajes para dejar que, a su ritmo, me cuenten una historia. To the Moon te pone en los zapatos de un par de científicos voyeuristas que escudriñan las memorias de un anciano en busca de la clave para que recuerde su vida de una mejor manera a la hora de morir.

¿Alguna vez has mirado a un espejo para preguntarte quién eres y cómo te gustaría recordar tu propia vida el día de tu muerte? ¿Y si pudieras cambiar cosas por el recuerdo de los sueños cumplidos? ¿Serías capaz, en tu lecho de muerte, de borrar los recuerdos que te duelen y potenciar aquellos que te empujaron a vivir al límite? Nos hemos vuelto la definición de las experiencias y memorias que nos han ido formando. ¿Quién quieres ser mañana y cómo fuiste ayer? ¿Junto a quienes pasarías el resto de tu vida de ser posible? Las preguntas filosóficas se cuelan entre el receptor y la narrativa que se va desentrañando. Entrar en las diferentes etapas de la vida de una persona lleva a grandes encuentros con memorias irregulares, con caminos que nunca deberían de ser caminados.

No hace falta preguntarle. La historia que nos presenta este “juego” seguramente está basada en las vivencias personales de su autor, quien desnuda su alma para ponerla en nuestros miedos, para que así confrontemos el dolor de estar vivos con la alegría de recordarnos felices. Sigo preguntándome cómo pudo este creador independiente entender lo que hace una anécdota digna de ser contada. Déjenme decirles que supo hacerlo envidiablemente. ¿Cómo? To the Moon nos remite a las preguntas que nos hacemos cuando estamos frente a la muerte de los otros y cómo nos ayudan a seguir creciendo, aunque sean disparadas por la pérdida. La muerte ajena duele —entre otras cosas—, porque es un recordatorio de la nuestra. La colección de expectativas que una persona acumula a lo largo de su vida se convierten en la última decepción si no son cumplidas antes de desaparecer de este mundo.

To the moon es un viaje emocional a lugares que muchos tememos visitar. Es de esas aventuras cortas y concisas que te dejan con la mirada perdida tras el monitor sin que puedas estar seguro de que te acaba de suceder. La música que acompaña el guion compuesta por el mismo Gao, creador de casi todo el juego, es siempre un recordatorio de la velocidad con la que pasa la vida. Cada una de las notas del piano de “For River” toca como por casualidad esas fibras que hacen querer llorar y hoy, que escribo sobre ella, la escucho mientras un par de suspiros se trepan hasta mi aliento sin poder controlarlos. En esta historia —lista para todos aquellos que disfruten un viaje llevado por su narrativa— reír y sollozar van de la mano, pues la manera en la que se descubre ante nosotros se entreteje con las emociones. Es ahí donde este juego nos arrastra sentimentalmente y nos pone en sus términos y nos pregunta: ¿Qué estás dispuesto a perder para perseguir un sueño? ¿Qué es lo que más quieres hacer en esta vida?

“To the moon, he wants to go to the moon”.

A veces, cuando las horas de la madrugada pesan, me gusta pensar que no se puede mirar a la Luna sin hacerlo (al mismo tiempo) dentro de nosotros mismos. Este astro pasa lentamente sobre nuestros cuerpos como último bastión de los sueños de los que nunca saldremos de esta Tierra. Antiguamente se pensaba que la Luna tenía una influencia tan fuerte en la psique, que era causante de ataques de locura (de ahí la palabra “lunático”). A veces, si nos dejamos perder entre la luz blanca que refleja sobre nosotros, confirmamos que no es del todo un mito. El hombre decrépito que muere lentamente quiere ir a la Luna. Es nuestra tarea descubrir por qué. Si somos capaces de descubrir qué recuerdo de su vida disparó ese sentimiento, quizás seamos capaces de crear una nueva memoria en la que sus deseos sean cumplidos y, así, sus tristezas se disipen. Buscaremos cerrar el ciclo con una sonrisa.

Como espectadores activos de los diferentes actos que se suceden en este título, nos vemos forzados a recrear (casi teatralmente) la escenificación de meterse a la intimidad y los recuerdos de un hombre al borde de la muerte. Vamos guiando pausadamente la historia desde nuestro control. Uno de los personajes del juego dice: “El final no es más importante que ninguno de los momentos que llevan a él”. Por eso, no vengo aquí a revelar la trama de To the Moon. Dudo que mi experiencia pueda ser igual que la de otros y analizarla como se analiza un juego no ayudaría en nada. No vengo aquí a dar razones para que lo compren y lo jueguen y, al mismo tiempo, quisiera que todos lo hicieran para saber qué les sucedió mientras caminaban entre los pasos de la muerte y la memoria, de la salud y la enfermedad. Esto no es una reseña de la misma forma en que To the Moon no es un juego.

Te he dejado atrás, Luna brillante, y sólo quedan los trazos que dejaste en la memoria al hundirte en el horizonte.



Staff Atomix
Equipo de editores de Atomix.vg