Hace cuatro años, el Xbox One llegaba a las estanterías de casi todo el mundo; la consola lo hacía bajo un gran ambiente de grandes expectativas, ya que lo poco que se había mostrado sobre ella había generado dudas. ¿De qué tipo? Básicamente, muchos pensaban que la tecnología que Microsoft habría de incorporar tenía muchos obstáculos y, quizás, no se compararía con el éxito que el Xbox 360 fue desde un inicio, a pesar de los problemas de sobrecalentamiento de su sistema, pero que ahora se utiliza como caso extraordinario en los negocios. Este lapso de tiempo no ha sido nada fácil para el Xbox One, aunque tras dos revisiones, podemos decir que la compañía de Seattle está explorando terrenos que muchos no pensábamos ver pronto entre las consolas: el mercado Premium. Y es que industrias como Apple o Samsung, en el sector de tecnología, han comprobado lo fructífero que puede resultar los retoques en los teléfonos móviles, pero ¿las consolas? ¡Qué va! O eso pensábamos hasta hace poco. Bajo el cobijo de Phil Spencer, el jefe de la división de Xbox, le damos la bienvenida al Xbox One X, la consola más poderosa del mercado actual.
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