Aranceles: Una gran amenaza para los videojugadores

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En los últimos años, la industria de los juegos de video ha sido testigo de diversos acontecimientos como la pandemia por el Covid-19 que aceleró la caída en las ventas del formato físico para favorecer a los productos digitales por su practicidad para poder disfrutar de ellos.

Un lustro después, los principales fabricantes de consolas y dispositivos tecnológicos, así como desarrolladores de software se ven amenazados por las polémicas acciones del presidente de Estados Unidos de América, en relación con una guerra comercial derivada de la aplicación de aranceles recíprocos.

Si bien el mandatario estadounidense ha reculado en varias ocasiones al respecto, la realidad es que estas maniobras han comenzado a generar nerviosismo entre las diferentes empresas del ramo, teniendo que definir estrategias para mitigar los posibles riesgos.

La gran N decidió posponer las reservas de Nintendo Switch 2 en territorio americano, debido a la incertidumbre global, aunque reafirmó su compromiso de que la fecha de lanzamiento de dicha plataforma sigue prevista para el próximo 5 de junio. En paralelo, Razer pausó las preventas de su nueva portátil denominada Blade 16.

Por su parte, en las últimas semanas, Sony aumentó la producción de sus consolas PlayStation 5 para tener inventarios suficientes que permitan mantener el precio por el mayor tiempo posible en lo que se evalúan otras alternativas para el suministro de componentes de tales máquinas.

Limited Run Games, el detallista especializado en concebir ediciones físicas tanto en su versión estándar como de coleccionista, ha disminuido considerablemente su ventana de lanzamientos en días recientes, pues la mayoría de sus insumos provienen de mercados asiáticos.

Con base a lo anterior, su CEO, Josh Fairhurst, ha hecho declaraciones en su cuenta de LinkedIn donde argumenta que si se aplican los aranceles, el costo de los artículos se incrementará en un 20 y 24 por ciento para los artículos de PS5 y Nintendo Switch, respectivamente.

Si bien existe la posibilidad de que los diferentes proveedores busquen migrar sus operaciones a países con mejores beneficios tributarios, la realidad es que ese movimiento también requiere una inversión monetaria y el cliente final no estará exento de un impacto en su bolsillo.

Una eventual política de reciprocidad de aranceles, después de la tregua de 90 días confirmada por la Casa Blanca, generaría que tanto el hardware como el software en su formato físico suban de precio, lo que abriría las puertas a que la adopción digital continúe acrecentándose y difícilmente, habrá marcha atrás.

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José Celorio