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Hace 30 años, en la cabeza de Alan Moore y la pluma de David Gibbons, se cocinaba uno de los proyectos más ambiciosos en la historia de DC y de los cómics. Fue a través de la revista Amazing Heroes, una referencia para todo fan del género en los ochenta, que el escritor inglés dio a conocer el que sería su próximo proyecto, luego de que ya se hubiera establecido como un grande con publicaciones como V for Vendetta y The Swamp Thing.
Antes de poder hablar de Watchmen, es necesario darle el título de novela gráfica, que aunque muchos confunden como un sinónimo de cómic, tiene un par de diferencias clave que las hace ir más allá. En primer lugar, los cómics son historias cortas que se publican en serie, mientras que la novela gráfica tiende a ser una obra completa. Además, la audiencia meta de una novela gráfica va dirigida a un público adulto, donde temas como el sexo, la drogadicción y la violencia explícita, permean el tono de la historia más allá del crimen y la acción de un cómic tradicional.
Aunque Watchmen se publicó originalmente en doce números (en serie), fue concebida con un final establecido, y tan pronto terminó el tiraje original en 1987, se habla de ella como una obra única, y que además ya se comercia únicamente como antología; salvo algunos vendedores, que subastan los números originales para coleccionistas en las plataformas de internet.
La línea dramática de la novela, nos presenta un recorrido por el siglo XX en los Estados Unidos, donde tras el asesinato del ex presidente Kennedy, el utopismo pone a Richard Nixon cuatro veces en la Casa Blanca (19691985), dinamitando las tensiones de la Guerra Fría, y depositando el sentido de justicia en los protagonistas de la historia. Estos personajes, vigilantes enmascarados que están muy lejos del estereotipo íntegro y moral de un superhéroe, se desarrollan dentro de un entorno oscuro y decadente rumbo al fin del mundo, que en la novela es ilustrado con el Reloj del Apocalipsis, un símbolo que sí existió y fue creado en 1947 por científicos de la Universidad de Chicago para advertir sobre el peligro de las armas nucleares.
En la ciudad de Nueva York, donde el crimen y la decadencia han alcanzado su apoteosis para 1985, los vigilantes deben impartir justicia de manera ilícita después de la declaración de la Ley Keene de 1977, que declaró como ilegal la operación de superhéroes a causa de protestas ciudadanas y una huelga de la policía. Ellos son:
The Comedian: aunque este veterano de Vietnam muere al inicio de la historia, el recurso de los flashbacks sitúa a Edward Blake como un eje central de la novela, pues además de trabajar en misiones extraoficiales para la administración de Nixon, su ironía y falta de escrúpulos generan un debate moral entre los otros vigilantes, que aún siendo testigos de su barbarie, terminan por reconocer una brutal coherencia en la filosofía del Comediante, que parece ser el único consciente del absurdo de la sociedad y la política.
Rorschach: a raíz de una infancia completamente torcida, y un sentido maniqueísta de la vida (bien o mal sin puntos intermedios), Walter Joseph Kovacs no se detendrá hasta hacer justicia por su propia cuenta; cueste lo que cueste. Su firma personal recae en una máscara sensible a la presión y la temperatura, compuesta de un lienzo blanco y liso que presenta figuras cambiantes en color negro, un homenaje a la prueba psicológica del mismo nombre, Rorschach.
Dr. Manhattan: tras abandonar la ilusión de ser un relojero, como su padre, Jon Osterman se convierte en un físico que sufre un accidente de laboratorio, donde resulta dotado de superpoderes que lo hacen un dios sobre la tierra, y también en Marte. Más allá de la verdadera omnipotencia que poseé en espacio y tiempo, son las reflexiones morales y su impacto en los humanos (se le acusa de ser un agente de cáncer) lo que mueve al Dr. Manhattan, que tras exiliarse del planeta, redescubre el valor de la vida gracias a un enfrentamiento conyugal con Laurie.
Silk Spectre II: de ascendencia polaca, Laurie Juspeczyk es hija de la Silk Spectre original (Sally Juspeczyk aka Sally Jupiter). Influenciada por su madre, Laurie empieza su camino como vigilante a los 16 años, edad a la que se enamora del Dr. Manhattan, convirtiéndose así en el único vínculo humano que le queda al superhombre. Aunque esa relación se vuelve insostenible, Laurie juega su papel ante el destino de la humanidad; en la Tierra con Dreiberg y en Marte con Osterman.
Nite Owl II: sucesor moral del vigilante original (Hollis Mason) de los cuarenta, Daniel Dreiberg es un nerd millonario que creció con una obsesión por las aves, principalmente los búhos. Después de la declaración de la Ley Keene, vive una vida rutinaria en el anonimato, mismo que abandona cuando se enamora de Laurie, quien lo empuja a reencontrarse con la identidad de Nite Owl que alguna vez le dio sentido a su vida.
Ozymandias: reconocido como el hombre más inteligente del planeta, Adrian Veidt es el único elemento de los vigilantes que reveló su identidad al público tras la declaración de la Ley Keene. Después de abandonar dinero y pertenencias en su juventud, la megalomanía de Ozymandias lo lleva a convertirse en uno de los empresarios más exitosos del mundo, comerciando productos basados en su imagen, y siguiendo los pasos del que considera el ser más grande de la historia, Alejandro Magno.
Superando el formato original de una novela gráfica, Watchmen suministra múltiples recursos al lector que no solo nutren la historia, sino que aportan una sensación de hiperrealismo que hace única a la obra. Al final de cada episodio, se anexan documentos referentes a la historia en formato de prosa, como lo son transcripciones de entrevistas, recortes de periódicos, perfiles psicológicos, reportes médicos, entradas de diarios, y hasta el catálogo de línea de juguetes de Ozymandias.
Moore, fue todavía más allá en la profundidad de la historia, pues con la lectura del cómic Tales of the Black Freighter por parte de uno de los personajes, el recurso de la metaficción (historia dentro de una historia) nos hace testigos de otra historia apocalíptica, que se desarrolla de manera análoga a los hechos que ensombrecen al Nueva York de 1985.
Otro elemento característico de la obra, es el uso recurrente de citas, que pueden ir desde pasajes de la Biblia hasta canciones de Bob Dylan, pasando por reflexiones sobre la paz de Albert Einstein, aforismos filosóficos de Friedrich Nietzsche, y teorías psicoanalíticas de Carl Jung.
Aunque en el Top 100 de cómics del siglo XX publicado por The Comics Journal Watchmen aparece en el número 91, cabe destacar que es un conteo que lideran tiras antiquísimas y blancas como Popeye, Donald Duck y Peanuts. En cambio, el valor real de la obra tiene lugar en la Lista de las 100 Mejores Novelas (19232005) publicada por la revista Time, en donde Watchmen es la única novela gráfica incluida, codeándose con trabajos monumentales como 1984 y Lord of the Rings.
Después de repetidos intentos por llevar la obra al cine, Zack Snyder (300, Man of Steel) obtuvo los derechos y trajo Watchmen a la pantalla grande en el 2009, en lo que resultó una adaptación muy respetable. No obstante, el soundtrack de la película es quizás uno de los mejores en la historia, pues fuera de la lamentable inclusión de My Chemical Romance, el tracklist tiene el blues de Nina Simone y Billie Holiday; el rock de Janis Joplin y Jimi Hendrix, el folk de Bob Dylan y Simon & Garfunkel; y hasta la música monumental de Richard Wagner y Philip Glass.
La fanaticada pidió a gritos una secuela, que en los ochenta pudo ser bajo el título de Minutemen, el mote original de los primeros superhéroes de la historia en los cuarenta; sin embargo, ni este ni otros intentos pudieron concretarse. No fue sino hasta el 2012, cuando DC confirmó Before Watchmen, un proyecto del que Moore fue tan distante como de la película, de la que incluso exigió se retirara su nombre de los créditos (David Gibbons solo fue consejero).
Watchmen es una novela gráfica que lo tiene todo. Habla de historia como de cultura pop, de física atómica como de problemas conyugales. Tiene heroísmo y decadencia, mercadotecnia y religión. Sus diálogos son tan profundos que no le pedirían nada a un Orwell o a un Huxley, y sobretodo, Watchmen es un una novela en donde el máximo villano no es un monstruo o un magnate psicótico… somos nosotros.
The Comedian: we’re society’s only protection Nite Owl II: from what?