A lo largo de nuestras vidas como consumidores de videojuegos, nos topamos con muchos tipos de experiencias, algunas memorables y otras que se nos olvidan a los pocos días.
Sin lugar a dudas, los momentos que muchas veces más se graban en nuestras memorias son aquellos con títulos que nos generaron algún grado adicción, esos juegos que simplemente no puedes dejar y que cuando te vez forzado a hacerlo, no haces más que pensar en ellos todo el tiempo.
A continuación te presentamos los juegos que en su momento, nos tenían tan enganchados que fueron capaces de distraernos de nuestras actividades cotidianas e incluso, de jugar otras cosas que esperábamos. Seguro que te identificarás con un par de ellos.
Luego de haber pasado una importante cantidad de tiempo con cosas como Age of Empires y Rise of Nations, decidí hacerme un lado del PC Gaming por un buen rato. Haber adquirido una nueva computadora, combinado con la espectacular campaña publicitaria que Blizzard hizo para el lanzamiento de Starcraft 2, me hizo recaer en el vicio… de la peor manera.
Siempre he tenido cierta debilidad por la competencia en los videojuegos y como muy probablemente ustedes bien saben, Starcraft 2 lleva todo esto a nuevo nivel. Los sistemas de Ligas y el saber que si dejaba de jugar por un día, mi ranking podría caer, me mantuvo por mucho tiempo pegado al fino RTS. Cual adicto al cigarro, despertando, incluso antes de ponerme a trabajar o estudiar, tenía que ganar un par de partidas, pues ese sentimiento de éxito me era necesario para funcionar el resto del día. Si tuviste la oportunidad de probarlo, conoces esa sensación de haber subido de Liga tras haber ganado una dura partida. ¡For the Swarm!.
Al no haber contado con el primer Xbox en mi casa, tuve que esperar hasta 2007 para probar las adictivas mieles del multiplayer de Halo con su tercera entrega. Este asunto, sumado con lo increíble de Xbox Live, me golpeó como con un bat en la nuca.
Una vez más, el factor de la competitividad estuvo presente con sistemas de ranking muy severos que te castigaban cada vez que perdías una partida. Recuerdo haber pasado todo un verano jugando dobles junto con mi hermano, celebrando cada victoria como si México hubiera metido gol en el Mundial. Fantástica experiencia por un lado, pero muy desgastante por otro.
Todos los días. Todas las tardes y noches. Estoy seguro que muchos se amanecían jugando esto en 2002. Más de 30 mapas, un arsenal de armas y una jugabilidad frenética y en esteroides hicieron de este Unreal que fuera como una droga necesaria para todos los aficionados. Cómo olvidar la modalidad de “One Shot-One Kill (un tiro-una muerte), usando la Lightning Gun.
Hay gente que tuvo que dejarlo por salud mental y física. Para disfrutar WOW se necesitas más de 3 horas diaro como mínimo. Y subir de nivel es lo más adictivo, en especial cada que sale una nueva expansión. Si a esto le sumamos ir a los dungeons con amigos, entonces tenemos un un juego, un vicio que es necesario diario. Una dosis de WOW para seguir viviendo.
Hay gente que olvidaba comer e ir el baño por estar jugando, así de adictivo es.
Siendo sinceros creo que fue el primer juego con el que me envicie en muy mal plan, aunque también apostaría a que también fue el de muchos de ustedes. Con mecánicas sencillas de un RPG, un mundo colorido y variado, entrenadores y líderes de gimnasio por vencer en cada rincón, y sólo 150 o más monstruos que ver, Pokémon Yellow se convirtió en mi perdición cuando apenas tenía 9 años.
Fue precisamente con esta entrega en donde entendí por vez primera el verdadero significado de Replay Value (o rejugabilidad) en algún juego, ya que después de convertirme en campeón y de haber capturado al poderoso Mewtwo, continué mi aventura por Kanto hasta lograr hacerme con todos (incluyendo a Mew de forma oficial, jojojo).
Sin mentirles, creo que le dedique más de 200 horas a esta versión. Ahí por si gustan aún guardo el cartucho (todavía con pila, afortunadamente) que avala el hecho.
En fechas recientes el juego que más me ha enajenado… por mucho. En lo personal, siento que Fire Emblem: Awakening es uno de los mejores juegos que cualquier poseedor de un 3DS puede poseer ya que, además de una buena historia y un gameplay sumamente entretenido, ofrece una gran cantidad de contenidos post créditos que alargarán la durabilidad del mismo.
¿Mapas posteriores al final del juego? Listo. ¿Excelente uso del Streetpass? Hecho. ¿Más de 20 mapas que pueden ser adquiridos como DLC? ¡Así es! ¿Más de 30 personajes a los que puedes grindear y elevar al máximo? ¡Pff, por supuesto! ¿Posibilidad de crear relaciones entre los personajes y crear una amplia variedad de hijos con habilidades únicas? Sí que sí…. ya entendieron, ¿no?
¿Recuerdan que les dije que jugué más de 200 horas Pokémon Yellow? Bueno, pues con Awakening llevo más de 500 horas de juego y contando. Así de adictivo es este juego para mi… ¡y se siente tan bien!
¿Quién diría que un pueblito lleno de tiernos animales podría ser una droga a la que se esté recurriendo todos los días? Detrás de la caja viene una leyenda que dice “Todos los días hay algo nuevo en Animal Crossing” y al final del día te la pasas muy bien regresando una y otra vez a tu pueblo, hablando con tus animales, desarrollando proyectos municipales, recolectando frutos, insectos y peces o simplemente descansando en este lugarcito que tiene todo tu estilo.
Puede haber personas que fácilemente lo dejan después de unas semanas que ven casi “todo” lo que incluye del juego. Es más, puede haber quien después de un año completo ya considere que ha acabado el juego al pasar por todos los eventos del año. No obstante, hay quien de verdad no puede dejar su pueblo, permitir que sus animales se vayan ante la poca atención a ellos o que el pueblo pierda su esplendor y se llene de basura con el paso de los días en que está abandonado.
Para muchas personas, Animal Crossing es una droga a la que hay que estar recurriendo, si no todos los días, unas tres veces por semana en sesiones de por lo menos 30 o 40 minutos; la adicción puede incluir más de 90 minutos todos los días de la semana, todos los días del año.
Esa musiquita, esa ternura, compartirlo con quien más quieres, es una droga muy dulce, tan dulce como la adicción a los chocolates.
Juré varias veces que no le entraría a Destiny porque conozco mi forma de jugar y lo que puede causarme adicción. Justo como lo temía Destiny se convirtió en esas cosas que difícilmente puedo dejar.
Todos los días llega una hora del día en las que quiero regresar la juego que, aunque es sumamente repetitivo y hago una y otra vez las mismas misiones, me mantiene entretenido por la sorpresa de conseguir las monedas rara para comparle a Xür objetos exóticos el fin de semana, las piezas de equipo legendarias que surgen de las misiones más difíciles, o simplemente platicar con mis amigos un rato mientras jugamos todos en equipo en el multijugador competitivo.
Me siento mal que a pesar de tener muchos juegos allá afuera esperándome –algunos incluso más variados que Destiny– sigo una y otra vez regresando a los mismos lugares en el mismo juego. No lo entiendo, sé que es lo mismo pero me sigue siendo muy atractivo e irresistible entrar todos los días a esos planetas en donde la paso muy bien con amigos y buscando objetos extraños para presumir y subir de nivel.
Definitivamente uno de los juegos adictivos jamás inventados. En primer lugar, es un gran fan service que ya de entrada jala nuestra atención, jugar con todos nuestros personajes favoritos de Nintendo es un gran gancho. En segundo lugar, el gameplay es tan competitivamente bueno, que no puedes dejar de jugarlo con tus amigos, familia y ahora en línea.
Desde su creación hasta tiempos modernos, no han faltado en ninguna casa con una consola de Nintendo un Mario Kart, y por ende, las retas. El mismo juego te impulsa a completar todas las carreras aunque sea de un jugador. La competitividad es máxima inclusive cuando juegas contra la computadora, y honestamente no puedes dejar que te arrebate el primer sitio un Donkey Kong, un Toad, o cualquiera que sea tu némesis.
El mejor puzzle de todos los tiempos es también el menos jugado, sin embargo quienes disfrutaron de las dulces caricias de Panel de Pon en cualquiera de sus presentaciones (Pokemon Puzzle League, Planet Puzzle League entre otros) ha vivido en carne propia el placer infinito de escuchar las maldiciones de tu adversario mientras los bloques de cemento lo privan de su cerebro, Tetris Attack requiere de altas dosis en cada sesión y no existe nada más adictivo que el sabor de su victoria.
El ajedrez de Nintendo llegó por primera vez a América en su versión de Game Boy Advance misma que permitía a cuatro estudiantes pasarse a escondidas la portátil a media clase y vivir turno a turno una intensa guerra mientras el profesor de economía hablaba de Vicente Fox y su refresquera, Advance Wars es un título que con las personas adecuadas (y pacientes) puede convertir cualquier lugar en un juego de mesa, y eso mis amigos… es la droga más peligrosa que un estudiante puede conocer.
El juego más “amigable” (entiéndase “amigable” como “el que no te hace sentir como un Magikarp en una pelea contra Mewtwo” en cada pelea) y el más extenso de la serie Souls. Conseguir miles de almas y sentirse todo un campeón para ser aniquilado por un zombi con cuchillo sin filo es en verdad frustrante, y es esa misma frustración la que te hace seguir adelante, sabiendo que te esperan otras decenas de horas de frustración.
Pasar toda una tarde construyendo la cabaña perfecta, el granero perfecto, y las minas perfectas suena perfecto, si es que no olvidaste cerrar una puerta. Encontrarse invadido por esqueletos, zombies y Creepers dentro de tus dominios es una experiencia que no le deseo a cualquiera, pues la destrucción que provocan sólo te deja pensando en que tienes que reconstruir todo lo creado.
Estos son unos de los juegos que realmente nos causaron adicción importante en su momento, pero que con esfuerzo y ayuda, pudimos superar. Cuéntanos, ¿has tenido experiencias similares?, ¿qué juegos simplemente no te han dejado soltarlos por su adictivo gameplay o sistema de progresión?. Te recordamos que esta sólo es la primera parte de una serie de entregas para recordar todos esos títulos que amamos y odiamos a la vez.
