Por: Mago Noriega (@mago_noriega)
Imaginen esto: tres niños entre un montón de cacharros electrónicos y gente desesperada buscando algo de utilidad. Una escena cuasi apocalíptica digna de Mad Max, ¿no lo creen? Bueno, en los lejanos años noventa era así como se lograban conseguir varios enseres, entre ellos, por supuesto, cartuchos y accesorios para las consolas de ese entonces.
Volvamos un momento a 1996 y a esos tres niños de pueblo: dos niños y una niña de nueve años en busca de cassettes para NES. Aunque pequeños, nuestros amigos lograron cazar juegos como DuckTales, Conquest of the Crystal Palace, Jackal, y TaleSpin.
¡Vaya que había joyas ahí! La más importante de ellas, ¡un Game Boy con Kirby’s Dreamland! Podríamos equiparar este descubrimiento con la misma sensación de conseguir, por vez primera, una pieza de la trifuerza en The Legend of Zelda.
Sin embargo, el sentimiento de emoción no fue compartido equitativamente por los tres (¿qué niño rudo que se respetase querría jugar con una bola tan cute?), así que la misión de descubrir cómo funcionaba ese “modernísimo” aparato llamado Game Boy recayó en la pequeña.
Han pasado ya 18 años desde esta historia, y como seguramente adivinaron, yo era la niña del Game Boy. Aunque en realidad jugué muy pocos títulos de esta consola, uno de mis favoritos fue, precisamente, Kirby’s Dreamland. Recuerdo los largos recorridos a la ciudad cargando siempre con el juego, o presumiendo entre mis amigos lo bien que me sabía los niveles de Kirby, porque desde ahí me enamoré de los personajes creados por Masahiro Sakurai, y sí, aunque esa pequeña bola rosa era protagonista en el juego, quien siempre llamó mi atención fue el Rey Dedede: a pesar de que se trataba del antagonista, resultaba ser un personaje simpático. Y además era un pingüino.
En la actualidad y debido a mi profesión, ocasionalmente escribo cuentos. Cierta vez me preguntaron por qué me empeñaba en retratar en éstos el lado trágico de la vida, y creo que la respuesta es simple: no se debe sublimar únicamente lo bello. Así como hay un lado bueno, existe una contraparte que balancea las cosas. En ese sentido, cuando se narra una historia, hay una regla no escrita donde a cada protagonista bueno y heroico le corresponde un antagonista.
Esto me hace volver a Dedede, porque ¿realmente alguien tan simpático podría ser Malo con M mayúscula? Quien haya jugado algún título donde aparezca este personaje sabrá que no es así, y es que se dice, en ocasiones, que todo depende del cristal con que se mira.
No pretendo que por la simpatía que me causa King Dedede esto sea una apología forzada contra los malvados, pero piensen un poco: ¿qué tal si la historia de Dream Land no fuera contada desde la perspectiva de Kirby?, ¿qué tal si se invirtiera el peso protagónico y el personaje central fuera el Rey Dedede? Creo, sin duda, que nos toparíamos con algo bastante diferente.
Los héroes y sus contrapartes se definen a partir de la perspectiva donde se cuenta la historia. Por ejemplo, si tuviéramos como personaje central a Dedede, sería muy probable que viéramos a Kirby como el malo del cuento (basta recordar Kirby’s Adventure, donde las acciones del rey pingüino son motivadas para salvar Dream Land… aunque esto no lo sabemos al inicio).
Ahora bien, ¿realmente podríamos considerar a Dedede como un antihéroe? Me parece que no, y la razón es que varios de los motivos que propician sus acciones son hasta un punto infantiles. Así, el Rey más que un villano, es como un niño travieso con fines egoístas y banales (por ejemplo, robar comida –como en Gourmet Race–), por lo que la pelea real entre Kirby y Dedede más allá de una lucha de poder es una lucha de gula. Además, basta recordar que la mayoría de las fechorías realizadas por el Rey son causadas cuando éste es poseído por Dark Matter.
Desde mi perspectiva, Dedede llega a ser víctima de las circunstancias (y a veces, de sus actos, no lo negaré) y por esa razón tiene bien ganada la fama de “malo”, ¿pero cómo no quererlo, cuando su propia voz es la de Sakurai? ¿o cómo olvidar las veces que nos ayudó con su martillo para vencer a otros en Super Smash?
Dicen que no sólo los héroes, también los villanos cuentan con un propósito. Y cuando ese propósito va más allá del egoísmo, uniéndose con el bueno de la historia para un fin común, pueden suceder grandes cosas.
Por desgracia ya no cuento con aquél Game Boy, pero cada vez que juego algún título en el que aparece King Dedede, Super Smash Bros, en este caso, vuelvo a recordar a aquella niña de nueve años emocionada ante los cuatro niveles de Kirby’s Dream Land. Ahí fue mi primer encuentro con el rey pingüino, y como decimos en mi profesión: la historia sigue. God save the King.
Nací en Zacatecas, en 1987. Soy Licenciada en Letras Españolas y aprendiz de reportera. Me gusta analizar los videojuegos como un fenómeno social y cultural, y así busco transmitirlo. He dado charlas sobre Narrativa y Videojuegos para niños y jóvenes en mi ciudad de residencia (Chihuahua), y también participé en DevHour 2013 con la ponencia “Narrativa en los videojuegos: una visión desde las teorías literarias”. Actualmente también me desempeño como editora en jefe en WASD.