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Si no hubiera visto ese tráiler, nunca hubiera creído como algo probable el ver a Snake en una serie como Smash Bros. Se ha dicho que Snake no pertenece al universo del juego (como si en verdad alguien de los 12 originales lo hiciera), y tienen razón. Pese a sus contínuas apariciones en las consolas de Nintendo, el súper espía ayudó a construir el legado de la familia PlayStation con la serie Metal Gear Solid.
Dicho esto, me parece una verdadera injusticia que el representante de la serie en All Star Battle Royale haya sido Raiden. Bastan detalles tan sencillos como éste para darnos cuenta que, en lugar de ver el juego como una batalla de ensueño, era más bien un enorme comercial (en este caso, de Metal Gear Rising).
Voy a ser muy franco contigo: los personajes lindos y caricaturescos no son mi fuerte en Smash. Mario se me hace muy lento y me cuesta muchísimo trabajo adecuarme a los ataques kawaii que muchos Pokémon utilizan. Estoy más acostumbrado a los juegos de pelea tradicionales, por lo que siempre busco los peleadores cuyos movimientos se base en puños, patadas y agarres como si de un fighting convencional se tratase. También, hay que admitirlo, siempre uso ese pretexto al momento de perder.
Yo no lo sabía en ese entonces y realmente no es algo que me conste. Pero cuentan que Snake iba a salir en Smash Bros. Melee porque el mismo Hideo Kojima rogó por incluirlo. Por mí no hay tanto problema, porque en aquellos años la serie Metal Gear aún no estaba en mi altar personal y Don Fideo tampoco. La serpiente, considero, llegó a la golpiza comunitaria en el momento justo de mi vida como jugador.
Como fan de Metal Gear no me iba a hacer de rogar para jugar con Snake, pero sus movimientos lo hicieron adecuado para quien esto escribe. De entrada, es relativamente fuerte en el combate cuerpo a cuerpo. Esto provoca que puedas entrarle a la golpiza con más confianza. Incluso puedes hacer pedazos a tu oponente con breves pero poderosos combos que bien pueden mandar a volar a cualquiera. Sí, los reclamos de que está desbalanceado tienen razón de ser.
A esto hay que sumar el explosivo arsenal con morteros, lanza cohetes y hasta minas antipersonales que bien pueden romperle el ritmo a un rival descuidado. Si le añadimos la posibilidad de salvar una situación complicada con el apoyo del Cypher, dispositivo que te eleva por el escenario, tenemos un personaje redondo que en manos no experimentadas (como las mías) puede llegar algo lejos.
Para rematar la delicia, estamos hablando de un personaje dotado de toneladas de Fan Service. Olvídate de la posibilidad de ocultarte en una caja de cartón, como en los mejores tiempos de FoxHound. Basta con vivir las hilarantes conversaciones de códec en Shadow Moses acerca de lo que hay detrás de personajes como Mario, Luigi y el mismo Snake (con las referencias obligadas al proyecto Les Enfants Terribles). Si no las has visto, te recomiendo que las busques cuanto antes.
Cierto, todos sabíamos que no iba a durarnos el gusto. Pero eso no quita que Snake sea el personaje que más he disfrutado en Smash. Tanto por mi amor por la serie Metal Gear como por la manera en la que juego. Va a ser un hueco muy difícil de llenar, pero mientras podamos armar la reta en Brawl el logo de Fox será obligatorio para defender mi causa.
It’s Show Time!
Por alguna razón que no me puedo explicar hasta hoy, los héroes de Nintendo me provocan una repulsión particular. No me malentiendan, disfruto jugar los títulos de la Gran N desde pequeño. Sin embargo, se me ha hecho muy difícil identificarme con un plomero panzón y bigotón pese a las aventuras magistrales que ha tenido. El héroe del tiempo es tan perfecto, con todo y sus líneas cronológicas torcidas, que parece a veces que sus logros son más cosa del destino que de méritos. Por tanto, tampoco es el tipo de personaje que me inspirara respeto a temprana edad.
Cuando tenía unos seis, siete años y jugaba con mis primos a recrear las aventuras de los videojuegos en el parque, me di cuenta de un patrón muy peculiar. Detesto a los héroes de Nintendo, pero tengo mucho aprecio por sus villanos. Al momento de elegir personajes, siempre alzaba la mano para ser el malo: durante muchos años fui Bowser (ya fuera en los columpios o en Super Mario Kart), en algún momento fui Kaptain K. Rool y la tendencia continuó al punto de jugar con Iori Yagami ya más grande. Digo, era el malo de la historia (y jugar con Rugal es de p… y sí, me queda claro que KOF no es de Nintendo, pero es la misma idea).
Creo que siempre he considerado muy fácil sentir simpatía por el protagonista y seguir el camino del héroe; al final, y en especial en juegos como los de Nintendo, está destinado a triunfar. Pero decidir por la vía del villano, el personaje construido para hacerlo pedazos justo antes de que empiecen a correr los créditos, es algo a lo que pocos se atreven.
También hay que ser francos: Nintendo sabe construir buenos villanos. Ganondorf es el ejemplo perfecto.
El primer Zelda que terminé fue el Ocarina of Time (disculparán ustedes la juventud). Sí, es una de las mejores historias de Link y hasta Zelda-Sheik tiene momentos grandiosos. Pero terminé por caer rendido a Ganondorf como personaje: es ojete, sarcástico y manipulador.
Un asesino frío como pocos. Pero la raíz de todo mal es el deseo por dar una vida mejor a los suyos, quienes viven a la sombra de Hyrule y su felicidad de cuento de hadas. Sin embargo, es su hambre de poder lo que termina por hacerlo caer.
Ganondorf es el mal encarnado, pero es más humano y más cercano a cualquiera de nosotros que cualquier otro personaje de la serie. Sumemos que su diseño de personaje es brutal. Puedes no sentir simpatía por él o su trasfondo, pero es innegable que impone respeto. Yo tenía apenas 10 años, pero desde entonces supe que para mí la serie The Legend of Zelda era sinónimo (ironía) del más grande enemigo que la heredera de Hyrule y sus encarnaciones han enfrentado jamás.
Cuando pude jugar con Ganondorf en Super Smash Bros. Melee me di cuenta de varias cosas. La primera es que sus ataques son, principalmente, cuerpo a cuerpo. Digo, vengo de Street Fighter y es el tipo de personajes con los cuales me siento más cómodo. Lo anterior, por supuesto, se debe a que buena parte de sus movimientos son similares a los de Captain Falcon.
El tercer punto es simplemente que es muy fuerte. Puede hacer pedazos a un rival de un sólo puñetazo, aunque al final del día termina por ser bastante lento y difìcil de maniobrar en el aire. Es un personaje, por tanto, no apto para muchos jugadores. Pero eso no quita el malsano y sádico placer de combatir al lado de uno de los villanos más grandes en la historia de Nintendo.
Ganondorf regresó en Brawl y, seamos honestos, el guión no se modificó mucho que digamos. Sólo nos brindó como añadido el Final Smash, su transformación en Ganon. Un potente movimiento que te da sólo una oportunidad para arrollar a tus enemigos. No es tan efectivo como, digamos, los cañonazos de Snake. Pero vaya que es todo un espectáculo ser testigo de cómo se manifiesta el mal de Hyrule en todo su esplendor.
Sé que Ganondorf no es el mejor personaje para control y que, al final, es un clon. Pero la adrenalina infantil de verlo en acción es algo que no se olvida. El camino del héroe, tan lleno de gloria casi por decreto, me resulta tan repulsivo aún en el Smash. Por ello, pelear del lado del príncipe de los ladrones es una experiencia tan peculiar que el ganar o perder termina por valerme tres rupias.
De eso se trata esto, de la emoción en estado puro. No cualquiera.