Difícil resulta expresar en algunas líneas el impacto que me dejó mi primer acercamiento a Destiny con su beta el día de ayer. Sabía que era un gran juego, no sólo por los cientos de millones de dólares que Activision y Bungie le han invertido, sino porque también tuve la oportunidad de verlo de forma muy superficial durante E3.
Aunque disfruté mucho de Titanfall cuando escribí su reseña al momento de su lanzamiento, los FPS competitivos muchas veces terminan alejándome en el momento en que muchos de ellos se convierten en algo injugable para mi ante mi falta de habilidad con ellos. Quizá por ello Destiny no había sido un juego que estuviera entre mis prioridades; pocos juegos multijugador han logrado cautivarme y el saber que Destiny sería una experiencia en línea me alejaba un poco.
Ante las altas expectativas de este juego que los analistas ya presentan como quizá el que mejor se venda en 2014, me tocó el momento de probar su Beta en PS4. El resultado para mi fue inesperado, una experiencia que disfruté bastante y que terminó por convencerme de que Destiny es algo en lo que quiero invertir mucho de mi tiempo de juego ahora que salga al mercado.
Anteriormente había participado en varias betas, pero lo que me ofreció Destiny –y que me seguirá ofreciendo la próxima semana– fue algo que no estaba esperando y que disfruté bastante.
Después de varios problemas con la PS Store y el sitio de internet de Bungie, por fin comencé a descargar el juego en mi PS4, la espera parecía eterna ante más de 10GB que la consola tuvo que almacenar en su disco duro.
Finalmente llegó el momento de probar Destiny, me recibió un menú de edición de personajes con tres clases –Titan, Hunter y Warlock– entre las que elegí un Titan gracias a mi estilo de juego. Para personalizarlo hubo tres razas a elegir –Human, Awoken y Exo– entre las que opté por el Exo al querer la romper la rutina de existir como un ser orgánico y mejor convertirme en un personaje cibernético.
Al terminar de jugar con una extensa serie de variantes de personalización, me recibió una bella escena cinemática que me explicó un poco de los orígenes de la historia que me contaría este juego para dar paso a una fácil misión que me sirvió como tutorial para acostumbrarme a lo que me ofrecería Destiny.
Enemigos condescendientes en un principio, pero no por ello torpes, fueron mi primer blanco para afinar mi puntería y para familiarizarme con los controles básicos del juego.
La constante desde el momento en que comenzó la descarga de Destiny en mi consola fue estar frente a un juego muy limpio y detallado con menús elegantes y claros así como bellos parajes para donde quiera que volteaba. Como bien dijo el buen Claudio Quiroz en nuestra oficina, quizá sería Destiny un buen pretexto para hacerse de una gran pantalla y disfrutarlo como se debe.
Ante la impresión de los primeros escenarios en que estuve, no faltaron las pausas para tomar screenshots, compartir tweets y pensar en que sólo era una pequeña muestra de todo lo que me esperaba en el juego.
Como cualquier otro MMO, la personalización y progresión con tu personaje es un aspecto muy importante. Después de las misiones introductorias, el juego me dejó en La Torre, un espacio urbano en el que convergen todos los jugadores de la beta y la perspectiva pasa de primera a tercera persona. En ese lugar, además de poder convivir con otros usuarios y ver sus personalizados avatares de diferentes razas y clases, me encontré con un lugar donde podía comprar armas, adquirir nuevo equipo de protección y encontrar personajes principales con los que tenía que hablar para continuar la campaña y recibir nuevas misiones. Ya con mi propia nave que encontré durante la primera misión, podría llegar a La Torre como un HUB y de ahí desplazarme por todos los rincones del espacio donde se me solicitara para vencer a La Oscuridad.
El menú de personalización de mi personaje fue siempre sencillo, práctico y elegante; muy fácil de usar y de comparar entre las diferentes armas y equipo para mejorar los stats de mi avatar.
En lugar de vender los objetos que iba sustituyendo en mi equipo, sólo tenía que desintegrarlos desde el menú y se convertirían en Glimmer, la moneda oficial del juego que se convertiría en una obsesión el obtenerla como en Borderlands.
Cuando inicié la Beta imaginé que sólo probaría modos de juego competitivos en batallas PvP, mi sorpresa fue grande al descubrir que mis primeras horas con Destiny fueron misiones específicas contra hordas de enemigos NPC que tenían la opción de cumplirse en equipo.
La personalización, los ambientes, el universo, el hub, el ansia por el botín y la búsqueda de mejores elementos para mi personaje me hicieron sentir que estaba jugando partidas cooperativas tan buenas como las de Borderlands, en un universo parecido al de Mass Effect con un obvio toque de personajes y habilidades de Halo, franquicia que por mucho tiempo estuvo bajo la batuta de Bungie.
Destiny sabe a Mass Effect con salsa de Borderlands
— Capitán Comunidad (@juanem87) julio 18, 2014
Conforme fui progresando y subiendo de nivel, mi personaje no sólo desbloqueó la posibilidad de usar elementos más fuertes en su equipo, sino que me permitió agregar fuertes poderes a mi avatar como el uso de una granada eléctrica, una sobrecarga que eliminaba a todos los rivales circundantes y un salto doble que me permitía flotar por algunos segundos. En sólo unas pocas horas de juego me encontré con una gran variedad de habilidades y poderes que fui equipando, lo que me hizo pensar en todas las variantes que implica el uso de diferentes clases en el juego.
Las armas merecen mención especial, y en el poco tiempo de mis primeras horas de juego no alcancé a empaparme de su amplia variedad y variantes al gameplay. Lo que les puedo mencionar es que tienes un arma “normal” y una “especial” entre las que puedes ir alternando y que todas ellas están graduadas por su poder como en cualquier RPG de acción.
Durante el poco tiempo que llevo en el juego me sorprendí a cada segundo con la cantidad enorme de objetos, armas y variantes al gameplay, haciendo que vuele mi imaginación al pensar en todo lo que se puede convertir el complejo y vasto mundo que Bungie ha creado para Destiny.
Al igual que en juegos como Mass Effect, me encontré con un vasto universo por explorar. En elegantes mapas con estilo de cartas astronómicas antiguas, me topé con diversas regiones a las que podía viajar, nunca perdido al tener objetivos concretos qué resolver. Desde mi nave podía ir a hacer negocios o mejorar mi personaje en La Torre, o partir hacia misiones en las diferentes regiones disponibles en la Beta.
Una vez dentro de un mapa específico, nunca me sentí perdido, mi útil Ghost me indicaba los objetivos y si había oportunidades de cumplir tareas secundarias para ganar más Glimmer o experiencia y así subir de nivel. Los mapas son muy extensos y llenos de detalle, los visitarás en varias misiones con diferentes objetivos en distitnas horas del día.
Para ayudar a mi desplazamiento, me encantó la idea de montar un vehículo especial que en cualquier momento podía pedir al Ghost, algo que también me permitió disfrutar de sus vastos escenarios, mapas que bien se sentían como mundos abiertos llenos de enemigos NPC y uno que otro explorador que como yo, anduviera cumpliendo sus objetivos o cooperando en una partida conjunta.
Una constante en todas las misiones que jugué es que primero llegaba a una zona abierta del mapa, y conforme me acercaba a cumplir mi objetivo o a la zona designada como destino, llegaba un punto en que ya no se podía revivir y tenía que acabar con todos mis rivales y uno que otro jefe, todos ellos con claros indicadores de su nivel y del daño causado ante los diferentes ataques que les lanzaba. Considero que de esta manera fue muy claro distinguir entre la zona del mapa que puede ser considerada como mundo abierto con eventos aleatorios, y zonas específicas de cada misión exclusivamente diseñadas para los objetivos que el juego, a lo largo de su campaña, te va imponiendo.
Como era de esperarse, cada vez las misiones tienen enemigos más duros, a los que podrás vencer mejorando el nivel de tu avatar, o bien, consiguiendo amigos que se unan a tu partida y en conjunto acaben con los rivales.
Praderas abiertas, fábricas abandonadas y espacios completamente obscuros son sólo una pequeña muestra de lo que pude ver con unas horas de jugar la beta Destiny, dejándome claro el potencial del universo que Bungie creó para este título.
Finalmente no podemos terminar estas primeras impresiones sin hablar de que Destiny pinta para tener una muy buena historia acompañada de un épico soundtrack que bien podría encontrarse entre las mejores bandas sonoras del año. Desde música orquestada para los cutscenes y momentos clave de la historia, hasta música intensa y electrónica en las más retadoras batallas, tiene una variedad muy agradable que complementa de forma muy adecuada la experiencoa.
El Ghost, un pequeño drone que te acompaña en tu travesía –con la voz Peter Dinklage–, es completamente útil y agradable. Con una muy buena actuación de voz, deja claro que será un asistente digno de recordarse en Destiny. Los diversos personajes principales que te vas encontrando en La Torre y que forman parte de la historia, hasta el momento lucen muy bien y cada uno está dotado de fuerte personalidad según sus funciones en la campaña.
Aunque es una experiencia en línea, nunca sentí en mis primeros momentos con Destiny que el hecho de estar con otros jugadores interrumpiera la historia que se me iba contando. Yo decidí qué hacer, hacia dónde moverme y la manera de cumplir los objetivos que el juego me fue trazando.
De esta manera no me quedan más que ansias de seguir jugando la beta durante los días que esté disponible y seguir viendo las ofertas que el juego tiene para mi. Después de esta pequeña muestra de lo que me espera en el juego completo, ya lo considero como una prioridad entre lo que quiero jugar a finales de este año.
