El día de ayer tuvimos la oportunidad de jugar Splatoon, la nueva IP de Nintendo que viene a contradecir la teoría de que a esta marca no le gusta arriesgarse. En el piso de Nintendo, el stand – probablemente el más grande – se caracteriza por tener a ocho jugadores peleando al mismo tiempo en un frenética competencia de acción y disparos en mapas cerrados.
Splatoon es un juego de control de territorios. Dos equipos cargados con granadas y rifles de pintura son puestos a pelear uno contra otro para colorear más de la mitad del mapa (imaginemos un Mario Sunshine a la inversa, es decir, uno donde la misión es ensuciar lo más posible). Los equipos intentarán esquivar los ataques enemigos mientras llenan el mapa de manchas. Tu personaje, además de las armas, cuenta con la posibilidad de esconderse en la pintura, convirtiéndose en un calamar que se mueve en secreto para sorprender al equipo contrario.
La acción de Splatoon es frenética y divertida. Ambos equipos se mueven entre los charcos de pintura y tratan de eliminar a los demás jugadores para dominar el área pintada. En el demo, pudimos jugar contra otro equipo y notamos que, como en todo juego de dominación, es muy intenso ya que debes de continuar disparando a todos lados para borrar las marcas, al tiempo en que esquivas los ataques enemigos que pueden venir de cualquier lado.
Splatoon se siente fresco, divertido, familiar y social. Nintendo propone algo distinto y nos pone a pensar: ¿será que viene una época de nuevas propuestas y mecánicas de juego para la gran N?