Tras varios meses de quimioterapia, los doctores dijeron a Roberta Firstenberg que los tratamientos ya no eran efectivos para su cáncer. Entonces, su nieta Priscilla, artista de videojuegos en 2d y 3d, decidió revivir algunas de las memorias de su abuela y cumplirle otros sueños gracias a la tecnología del Oculus Rift.
Cuando mandó una carta pidiendo su ayuda para que su abuelita pudiera caminar de nuevo por el jardín, le dijeron que por el momento no contaban con kits de desarollo nuevos, pero que le podrían mandar, en ese momento, uno que acababan de regresar. Al recibirlo, remplazó el programa con otro demo, Tuscany, en el que podía ir por el jardín y ver las mariposas.
Luego de compartir el video en YouTube, algunos sugirieron que un paseo por la calle podría ser interesante. Lo curioso fue que en la vista proporcionada por Google de la casa y su calle, Roberta estaba allí saludando a la cámara unos años atrás, más sana y con su perro.
Roberta fue haciendo una lista de lugares que quería visitar. Priscilla se reunió con un grupo de programadores y diseñadores para dar un poco más de vida a las fotos que ofrecía Google, “pero cuatro días después estaba muy débil y confundida para usarlo”. El proyecto se canceló. Un mes después de que Roberta utilizó el Oculus Rift, murió.
En el caso de Roberta, la realidad virtual sirvió como medio para recordar a través de la simulación de entornos cosas que ya no podía hacer, cosas tan simples para nosotros como subir escalera, caminar por el jardín y ver a las mariposas; acciones sencillas que ya no podía llevar a cabo por lo agotada que estaba debido a su condición médica.
Si bien la realidad virtual podría servir como un escape de ésta, también podría apoyar como terapia o para crear conciencia de las enfermedades. Después de todo, el estado de ánimo es importante en este tipo de casos y si se puede recurrir a la tecnología ya sea para diversos tratamientos y terapias, ¿por qué no hacer sonreír de nuevo a los pacientes?
Fuente: TheRiftArcade, TheArtTavern