Para ti:
Quizá pienses que ya no tiene ni sentido mandar las cosas en papel. Hace mucho que dejó de usarse y eso no pasó ni siquiera por cuidar árboles: fue una decisión de lo instantáneo, lo eficaz, “lo mejor”. No sé si yo podría vivir en tu lugar. La verdad es que cuando imagino hacia dónde avanzamos, tengo miedo de que en verdad nos perdamos.
Puede que no estés muy enterado de cómo sucedieron las cosas. A veces nos dan otras versiones que maquillan la realidad para no sentirnos mal y, sobre todo, para olvidar. Me alegra que hayas encontrado esta carta, aunque no sé si pienses lo mismo después de leerla.
Hace muchos años, las personas valoraban la tecnología creyendo que sería la solución para todo. Primero empezaron las llamadas, los mails, las redes sociales. Dentro de todo este mundo, también se consideró el potencial de la realidad virtual. Como siempre, las personas confiaron demasiado en lo que podrían hacer con ésta.
“Cada vez hay menos tiempo”, decían. Comida rápida, mensajes en redes, relaciones fugaces, cursos en línea vinieron a solucionar esos problemas. Empezaron a construirse otros mundos a los que se podía llegar con un par de lentes. Este mundo, en el que se podía hacer todo en un abrir y cerrar de ojos, fue posible gracias a los arquitectos, ingenieros, programadores y diseñadores virtuales que nacieron en esta época.
Pasó porque lograron convencernos de que todo sería más rápido… Y lo fue… Las personas empezaron a llegar a ver el otro lado del mundo con el mínimo esfuerzo, pero luego quisieron más y crearon otros mundos y se alejaron del real, del que respiran… Les bastó simplemente cerrar la puerta y ver con otros ojos.
Primero vino la idea de que se revolucionaría la educación. Imagino que sobran los salones para tomar clases, que ahora sí tienes a un auténtico profesor de idioma, que puedes ir a las ruinas arqueológicas, hasta viajar a otros planetas. Sin embargo, quisiera saber si aún tienes ganas de sentir el frío de la nieve o si te basta ver el supuesto sol reflejarse en el blanco de las montañas.
Me pregunto si te han hablado de cosas tan sencillas y cotidianas, como de cuando íbamos al súper y veías las cajas de cada cosa, de aquellos días en cuando era toda una experiencia (quizá no la más divertida) elegir las frutas por colores y texturas. Ahora seguro lo haces en 5 minutos y recorres los pasillos siempre limpios e idénticos cada vez que la alacena está vacía… quizá en tu mundo las frutas ya no se dan por temporadas y a nadie le importa en verdad.
¿Sabes? No quisiera ignores lo emocionante que es emprender un viaje en carretera, ver las nubes y los árboles que arman el paisaje. ¿Cómo olvidar el sol salir detrás de aquella montaña o verlo dormir en el mar? Tal vez ahora basta teclear un nombre o seleccionar en el mapa. ¿Dejó de ser importante en cómo se siente la arena en los pies, la sal en tu piel, el calor húmedo que te decía que el mar estaba cerca?
Ahora las personas se ofenden si los demás no llegan a sus eventos que planearon en Facebook. Sin embargo, no se dan cuenta de que hay personas que no están en la lista porque no tienen un perfil. Absurdo, ¿no? porque, si son tan amigos, ¿cómo no saben a quienes invitan y a quienes no a su reunión? Incluso las academias de la Lengua cambiaron la definición de Amigo porque ya no era un lazo íntimo sino de simple relación a distancia entre conocidos y no tan conocidos.
Seguro ahora dicen que es anticuado ir a tomar algo en una salida para conocerse. ¿Qué sucedió con aquellas citas que sabían a chocolate amargo y olían a café con canela? ¿Cómo puedes tocar una mano que no sientes o temblar ante una mirada simulada? ¿Cómo se siente bailar sin tocar al otro, con sólo la música y las luces?
Muchos prefirieron ver sólo una imagen de las personas, la que ponen en un perfil, la que querían mostrar. Fue mejor idea ver sólo la parte positiva que aprender a vivir con los defectos de los demás, con lo bueno y lo malo que conforma a las personas… Prefirieron quedarse con fragmentos de ellos sacrificando también la realidad.
Se olvidaron poco a poco de los pasos de baile, del sabor de una cita, de los perfumes; de que no se puede ser feliz con alguien a quien no conoces por completo, de que la sinceridad es transparencia en las palabras y las acciones (argumento que muchos atacaron porque las personas no son tampoco muy honestas sin esta pantalla). Dejó de ser importante conocer los sueños y aspiraciones de las personas, querer formar parte de sus vidas y no pertenecer a un ambiente simulado.
Ojalá aún sea importante viajar para reunirse con la familia y para conocer otros lugares (sentir su sol, respirar su ambiente, probar su comida); ojalá aún se sientan los nervios de la primera vez que estás con alguien y sea emocionante conocer su mirada y su voz. Espero no se hayan olvidado de preocuparse por quienes viven con ellos, que siga siendo importante salir a pasear y no sólo enviar un mensaje cuando recibas una notificación…
Mucho tuvo que ver que mi generación es visual: que sus ojos se dejaron sorprender por lo que parecía real, más vívido. Pronto se creyeron que la vida debía de ser así. A veces lo pienso y me pregunto por qué no se dieron cuenta. Luego, me respondo que el verdadero problema es que la palabra simulación fue devorada por Realidad; más tarde, ésta consumió a virtual… Entonces, no quedó más que adoptarla como un nuevo mundo.
¿Hacia dónde caminan ahora?